“No busco lo kitsch a propósito. Y no sé si soy kitsch”, dice rebe. Foto: Pablito Revival
“No busco lo kitsch a propósito. Y no sé si soy kitsch”, dice rebe. Foto: Pablito Revival

Entrevista

rebe: sueños de divismo erótico

El universo de rebe está lleno de pasiones indolentes, de sugerencias difuminadas en vaho. Pop susurrado, aparentemente caprichoso pero firme en sus presupuestos estéticos y, sobre todo, en su ambición.

Con su reciente mini-LP “solo pasiones…” (Elefant, 2021), Rebeca Díaz Larraín, en arte rebe, ha abierto una brecha en el panorama pop que va más allá del indudable valor artístico de sus canciones. Descaro y ansias de estrellato, nutridas desde un eje de acción que busca el erotismo de las formas y una matrioska musical donde caben paralelismos con Jeanette y María Jiménez, pero también con el sonido retrofuturista del sello Ghost Box y pioneras del pop hipnagógico como María Minerva.

Para llegar a este punto subliminal de fronteras creativas, rebe ha sufrido varias epifanías. Desde que abandonó su proyecto como luli rebe & sus xocolatinas hasta lo que es hoy en día, se ha dado un hecho principal: “La revelación ha sido que he dejado de ser buena”, explica ella. “Y quería citar a María Jiménez en la canción ‘Con golpes de pecho’, que dice ‘se me está acabando lo buena que soy y me está llegando lo malo por dentro’, y luego continúa con ‘yo no sé matar, pero quiero aprender para disipar todo el mal que me has hecho’, que es buenísimo. Al principio todo era muy fresco, bueno y sigue siendo fresco. Todo salía sin haber preparado absolutamente nada. Lule rebe & sus xocolatinas nos reuníamos frente a la chimenea de una casa que tenía Dani Cardevore, que era quien producía las canciones. Allí, nos emborrachábamos. Y era lo que salía, literalmente. En ningún momento, tuve la pretensión de meterme en la música. Siempre me ha encantado, pero no conocía nada de su entorno. Y, de repente, he ido conociéndolo de una forma mucho más orgánica. Eso ha hecho que empezara a interesarme, a ser más ambiciosa y a pensar cosas en concreto. Y concluye: Otra revelación que he tenido de lule rebe & sus xocolatinas a la rebe actual es mi cambio de perspectiva. Yo quiero ser una diva, una estrella del pop. Me gusta lo que hacen las estrellas del pop. Obviamente, juego con ese personaje. Sí, todo es muy onírico, pero quiero ser como una diva”.

“Yo quiero ser una diva, una estrella del pop. Me gusta lo que hacen las estrellas del pop. Obviamente, juego con ese personaje. Sí, todo es muy onírico, pero quiero ser como una diva”

Uno de los términos más utilizados para referirse al bizarro imaginario multicolor desplegado por rebe es kitsch. Ya sea en videoclips como el de “La más wapa del bar” o en portadas como la de “solo pasiones…”, siempre asoma un punto de divergencia con el resto del planeta pop, que entronca más con una versión libidinosa de la estética new romantic que con la sosa normalización de los estereotipos que define el planeta pop de hoy en día.“No busco lo kitsch a propósito. Y no sé si soy kitsch”, dice ella.

“Otra revelación que he tenido de lule rebe & sus xocolatinas a la rebe actual es mi cambio de perspectiva”. Foto: rebe
“Otra revelación que he tenido de lule rebe & sus xocolatinas a la rebe actual es mi cambio de perspectiva”. Foto: rebe

Del brainstorming lo-fi cuajado en su primer LP, “recuerdos de cuando me aplastó una roca y me morí” (Jeanne D’Arc-Snap! Clap! Club, 2019), a la estimulante exuberancia onírica desplegada en “solo pasiones…”, se han depurado las formas dentro de una evolución tan radical como las vividas por figuras femeninas del primer post-punk como The Raincoats o Lizzy Mercier Descloux. De hecho, más que dos años da la impresión de que han pasado diez, como mínimo. En ese aspecto, la progresión de rebe en la producción ha sido básica. 

“Empecé a hacer música, pero sin saber nada de nada. En mi primer disco utilizaba muchos ‘samples’ de ‘La abeja maya’, cogía guitarras de internet y cosas así. Y ahora ya he ido aprendiendo a producir orgánicamente, lo cual me encanta. Siento que ha cambiado muchísimo. Bueno, noto que yo he cambiado muchísimo, en general. Pero todo va muy rápido y cambio de obsesiones cada dos meses”

En relación a su acercamiento a “La abeja maya” (1975-1976), cuya sintonía sirve de introducción a “No me molestes”, de su primer disco, o en su reinterpretación del villancico “Los peces en el río”, se quiebran ciertos tópicos de la ortodoxia indie. Aunque la percepción de la artista es ajena a este entorno: “Hice una versión de ‘Los peces en el río’ porque me gusta la canción. Sobre todo, lo que me pasa es que nunca he estado metida en el contexto de la música y a mí el indie nunca me ha gustado. No es que me disguste, pero no creo que me mueva bajo el entorno del indie. Nunca he sentido que tuviera que romper ninguna barrera allí”. 

En “solo pasiones…”, rebe ha encontrado la órbita sensual onírica de sus canciones. El imaginario creado es muy extremo. Del mismo modo que funambulistas de la materia pop como Vainica Doble, siempre haciendo equilibrismos con la canción ligera y la pomposidad más superflua, cuanto más se acerca a esa frontera, mayor es su triunfo y más personal se vuelve su creación. 

“Yo es que diría que soy asexual, directamente. A mí lo que me interesa es sugerir, el erotismo, que es algo con lo que siento que no se juega. Y a mí me parece que es lo mejor que hay. Jugar con lo implícito, con lo sugerente, con lo políticamente incorrecto”

En relación a estas últimas, Jeanette o María Jiménez, hay un punto muy punk en su enfoque. Desde las nanas mortuorias de la primera a los arranques de sinceridad salvaje de la segunda, en las letras de rebe también sobrevuela un aura de ambigüedad absoluta. Una que, en su caso, juega con la sumisión sexual y otras fantasías (con letras como “más tonta que un lápiz”), que tiene más en común con la subversión punk original impuesta por mujeres tan sensuales, y con tanto carácter, como Siouxsie que con el empoderamiento trap femenino de Albany o La Zowi: “Me pasa que casi no encuentro proyectos en mi entorno que jueguen con el erotismo. Casi todo lo que hay es sexualización, cosas literalmente explícitas o no jugar nada con el erotismo. A mí es que la sexualidad me aburre. Y la sexualidad explícita… Yo es que diría que soy asexual, directamente. A mí lo que me interesa es sugerir, el erotismo, que es algo con lo que siento que no se juega. Y a mí me parece que es lo mejor que hay. Jugar con lo implícito, con lo sugerente, con lo políticamente incorrecto”.

Aunque el camino abierto hasta la fecha por rebe define una dirección concreta hacia un enfoque ensoñador de voluptuosidad sintetizada a cámara lenta, ella misma no es consciente de cuáles son sus intereses para el mañana. “No tengo ni idea de lo que voy a hacer en el futuro. Llegarán ideas, pero seguro que luego cambian. Y así constantemente hasta que, de repente, llevo una a cabo. Por ejemplo, quizá me apetezca hacer disco y techno, pero luego me pondré y, probablemente, no me saldrá eso” (ríe). ¿Y qué le apetece hoy a rebe? “Esta semana lo que quiero hacer son canciones superbailables y cantar como con acentos, ser un poco más extrema, creo”.

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