El trotamundos. Foto: Eloïse Labarbe-Lafon (Bambivader)
El trotamundos. Foto: Eloïse Labarbe-Lafon (Bambivader)

Entrevista

Ryder The Eagle, operario del amor

A veces pasa que un telonero deja más huella que el anfitrión. Ryder The Eagle –prefiere este nombre a Adrien Cassignol también fuera del escenario– se despachó a gusto este verano a cuenta de Dean Wareham, quien presentaba su nuevo álbum junto al clásico “On Fire”, de su antigua banda Galaxie 500. Gran excusa y buen concierto, pero con sorpresa. La protagonizada por una rara avis que parece estar cogiendo vuelo.

Programación nocturna, día laborable, retraso crónico de los conciertos de rock, presencia de “artista invitado”… Motivos suficientes para activar la impaciencia de este cascarrabias con problemas de bipedestación. Pero todo iba a valer mucho la pena, pues se abre el telón y aparece un tipo fibroso disfrazado de mariachi, impoluto blanco marfil, botas camperas, melena troyana bajo fieltro far west, tatuajes a gogó, micrófono verbenero y reproductor de música pregrabada: “Buenas noches a todos, me llamo Ryder The Eagle, soy francés pero vivo en Ciudad de México. Me casé hace seis años y me divorcié hace tres. Esta es la historia de mi ‘Follymoon’. La próxima canción se titula ‘The Divorce’”. Habla en un correcto español con exótico acento franco-mexicano.

Tras unas cuantas semanas de persecución –no hasta el catre, como quizá hubiese querido alguna/o en la gira–, nuestro Casanova occitano accede a responder a algunas cuestiones mientras viaja con su cascado Volvo sin AC” en dirección a Grecia. Lo hace junto a su novia Bambivader, de verdadero nombre Eloïse Labarbe-Lafon, autora de las fotografías promocionales del chorbo. Salta a la vista que una clave en la propuesta de Ryder The Eagle es la oposición de contrarios: Me alegro de que te hayas dado cuenta. El equilibrio de energías es un aspecto muy importante de mi proceso creativo. Creo que soy un tipo ‘equilibrado’, pero también pienso que mis emociones más intensas se ven contrapesadas con una emoción extrema y opuesta, y no sé por qué. Supongo que esto ‘sangra’ en mi música y en mis actuaciones. Al menos eso espero, porque ahí están los matices”.

“The End Looks Like Ten Shades Of Dirty Baby Blue”, el tema que cierra “Follymoon”.
Una forma de síntesis estética donde misterio y realidad se confunden ha sido común en el mundo del espectáculo. Pensemos en gente como Klaus Nomi o Genesis P. Orridge. Lo de Ryder parece más casero, pero las rupturas han brindado discos memorables. Pensemos en pájaros de altos vuelos como Bob Dylan, Lee Hazlewood, Peter Hammill o Mark E. Smith. Ahora podemos añadir “Follymoon” (Autoeditado, 2022), primer álbum de Ryder The Eagle. Grabado en Escocia el año pasado, conmueve y te hace reír, es romántico y patético, doloroso y curativo, melódico, goza de cuidadas letras y muy electrónico: “Trata de la locura que supone el proceso de duelo tras una relación. Quería que sonase variado y rico, como si estuvieses conduciendo por diferentes paisajes, atravesando fases distintas. Utilicé un montón de teclados, desde un Korg Trinity muy noventas hasta sintetizadores de juguete de los años ochenta y cajas de ritmo setenteras”.

El cowboy romántico. Foto: Eloïse Labarbe-Lafon (Bambivader)
El cowboy romántico. Foto: Eloïse Labarbe-Lafon (Bambivader)
“Worker Of Love” se encuentra entre sus cortes más “sangrantes”, uno de los mejores del año. Tórrido y pegadizo, antídoto contra el abandono sentimental o su incontenible semilla. La máscara de Ryder, entre la inocencia y lo demoníaco, le sube al carro de gente como Momus, Serge Gainsbourg y nuestra Jeanette mientras cabalga a lomos de una pócima infalible: En caso de existir esa fórmula, absorbería inmediatamente toda la magia. Es genial que la gente vea patrones porque señala un ADN. Encontrarlo es un proceso interminable, siempre cambiante, y es algo bueno. Pero es verdad que me gustan las canciones simples. No me fascinan las habilidades especiales, las estructuras complicadas o las melodías virtuosas. Crear algo directo al corazón es una de las cosas más difíciles de conseguir. Siento mucha admiración por los artistas capaces de hacerlo.

“No podría prescindir de actuar y viajar. Necesito moverme constantemente, por eso me gusta tanto hacer giras. Hacer música es algo muy cerebral, por eso me hace falta algo físico para que la catarsis se produzca”

Repasemos algunos antecedentes: 33 años, nacido en Toulouse, con largas estancias en París, Montpellier y Londres. A los nueve años se inicia en el saxofón, que abandona por la batería. Con su hermano y dos amigos forma The Dodoz, después Las Aves. Canta en inglés con una voz de oro: ¡Gracias por el cumplido! Es algo muy natural en mí porque muchas de mis influencias –música, películas, literatura– son americanas o británicas. En 2017 deja la banda y empieza a grabar en solitario: un single de 7”, dos EP de 12” –imprescindible: “Free Porn” (2019)– y “Follymoon”. También ha recopilado un libro de poemas, relatos y fotos, “The Taste Of Salt” (2018), acompañó a Adam Green en directo con su guitarra eléctrica y abrió para Franz Ferdinand. El caso es no parar: No podría prescindir de actuar y viajar. Necesito moverme constantemente, por eso me gusta tanto hacer giras. Hacer música es algo muy cerebral, por eso me hace falta algo físico para que la catarsis se produzca”.

Sus directos son verdaderamente purificadores. La reacción del público se divide entre los escépticos que le buscan las cosquillas y el fan entregado con la ropa interior a mano. Eso sí, casi todos admirados por sus grandes canciones y su generoso derroche de energía: si pestañeas, te lo puedes encontrar encaramado al bambalinón en plan Lux Interior. En el fondo late un clásico: o eres Bowie, el impostor, o Reed, el auténtico, pero ¿los dos a la vez?: “Algunas personas tardaron un poco en tomarme en serio. Puede que haya quien nunca lo haga, pero no me preocupa en absoluto. Aunque pienso que si me ves en directo, terminarás entendiendo que hablo en serio, jajaja… Como dices, la gente quiere un Lou Reed o un David Bowie y puede que sea inquietante ver a alguien siendo teatral y vulnerable a la vez. Para mí, es la parte más interesante. Crear un vínculo entre fantasía y realidad, el poder del espectáculo y la vulnerabilidad de la condición humana.

Fantasía, realidad y espectáculo. Foto: Eloïse Labarbe-Lafon (Bambivader)
Fantasía, realidad y espectáculo. Foto: Eloïse Labarbe-Lafon (Bambivader)
La sensibilidad a flor de piel de este músico con nombre de villano de espagueti wéstern contrasta, como turbio palimpsesto –quizá no tanto–, con el bailoteo espasmódico y el exhibicionismo emocional de unas piezas (in)clasificables entre el cabaret electrónico, el country erótico y la terapia en público. En Alicante, confesó problemas de erección tras su inspirador divorcio. ¿Es esto “arte conceptual”?: No lo sé. En realidad, solo trato de ser yo mismo, de que todo lo que hago sea lo más personal posible. Nunca lo pensé como concepto. Nació de forma muy simple y ha ido encontrando con el tiempo su forma particular. Creo que la vida está hecha de todas estas cosas: sueños y realidad, drama y comedia. La gente me dice a menudo que no sabe si llorar o reír en mis actuaciones. En mi opinión, este es un aspecto muy interesante del arte. Moverte en esa delgada línea, dejar intrigada a la audiencia, y espero que emocionada en muchos sentidos distintos.

¿Y lo de la terapia? El filósofo marxista Georg Lukács distinguía entre “hombre entero” –el padre de familia que va a la oficina– y “hombre enteramente”: su cara creativa. La suma es dificultosa, pero puede llevar a la autorrealización: Pienso que el arte es terapia, una forma de expresar sentimientos que no podemos exponer en la vida ‘normal’, por así decirlo. Aunque muchos se escondan o lo codifiquen, haciéndolo todo más misterioso o imposible de rastrear. Yo prefiero que la gente entienda por qué hago música, que vean lo que sale en escena y qué pasa detrás a la vez. Solo uso Ryder como Caballo de Troya para que Adrien pueda expresarse, ser oído y visto, conectar con otros seres humanos. Quiero escribir canciones que sean fieles a mí mismo, capturar un sentimiento puro. Si la gente lo capta así o no está fuera de mi control”. ¡Arre, Ryder! Pero sigues siendo un dechado de misterios: Reed vestido de Bowie con algo de Brel.

“La gente quiere un Lou Reed o un David Bowie y puede que sea inquietante ver a alguien siendo teatral y vulnerable a la vez. Para mí, es la parte más interesante. Crear un vínculo entre fantasía y realidad, el poder del espectáculo y la vulnerabilidad de la condición humana”

Entre otros, tu estrambótico nombre: No sé muy bien de dónde viene, pero quería que tuviese tres partes, por el ritmo. También que fuese un pseudónimo. ‘Ryder’ evoca movimiento. En cuanto a ‘The Eagle’, no estoy muy seguro, pero mi padre era auxiliar de vuelo y siempre estaba fuera de casa. Mi primer tatuaje lo representa en forma de águila. Enigma resuelto, ¿no? En cuanto a su próximo álbum, el gachó no suelta prenda. Sabemos que está previsto para abril de 2023 y que empezó a componerlo en Otos, una pequeña localidad valenciana de La Vall d’Albaida lindante con la provincia de Alicante. Allí pasó mes y medio en septiembre del año pasado “comiendo helados y brevas” (serían figues tardanes…). Lo volverá a publicar por su cuenta, sin discográfica: “Sí, seguiré editando mis propios discos. La libertad es un aspecto clave para mi música.

¿Músico, actor, bailarín? ¿Adrien o Ryder? ¿Inocente o estratega? ¿Escritor entero o payaso enteramente? Sin duda, todo lo anterior en pos de la excelencia vivida, del modo performativo total y de la canción perfecta.“Best questions ever. Loved it!”, se despide hiperbólicamente y, de esto sí que estoy seguro, con alivio. No, Ryder, lo mejor han sido tus respuestas. Pero, a todo esto, ¡ni siquiera hemos hablado de sexo! Otra vez será. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados