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Cómic Barcelona: premios y ofensas

El Gran Premio de la 39ª edición de Cómic Barcelona recae en el editor y estudioso Antonio Martín. Esta decisión ha despertado la indignación de una parte del sector de la historieta, que ha publicado un manifiesto con cientos de adhesiones que rechazan el fallo. Vale la pena repasar las razones que han llevado a la polémica y, sobre todo, apuntar a una posible salida civilizada de la misma.

Discordia que abre un debate.
Discordia que abre un debate.
C

ómic Barcelona (o “el artista anteriormente conocido como “Saló del Cómic de Barcelona”) no precisa introducciones: se trata del evento más importante relacionado con la historieta en este país. Sus premios se convierten en referentes para las ventas de la temporada posterior a su celebración, sus charlas son de primer nivel y sus exposiciones, un reclamo internacional. Pero este año la celebración se ha revestido de polémica.

Los galardones que entrega Cómic Barcelona han cambiado a lo largo de sus 39 ediciones, obviamente, y podrían cambiar de nuevo, en cuanto a sus categorías. Pero hay una que permanece inmutable desde hace décadas: el Gran Premio, concedido a lo largo de las últimas 36 ediciones del evento. Premio otorgado a una carrera de fondo, y a autores de historieta españoles como Manuel Vázquez, Max, Víctor Mora, Purita Campos o Miguel Gallardo. La lista sería larga, y en ella faltan nombres tan importantes para el cómic de este país como, por ejemplo, Javier Mariscal, Marika Vila o Daniel Torres. Ya caerán… aunque habrá que esperar.

En 2021 hemos tenido nueva edición; difícil, pandémica, pero que ha buscado cierta normalidad en lo virtual, con actividad y sin renunciar a sus distinciones, con el esfuerzo económico que conllevan. En este 39º Cómic Barcelona ha habido un nuevo Gran Premio, cómo no, otorgado por un jurado de renombre incuestionable, pero se ha convertido en un escándalo sin precedentes. Dicho galardón se concede a Antonio Martín, editor y, posiblemente, uno de los estudiosos y divulgadores del medio más notorios del panorama nacional. No debería caber duda de la importancia de Martín para el mundo del cómic. Pero la cuestión no ha sido esa, sino la pertinencia de la distinción.

El Gran Premio se concede, según consta en las bases de los propios premios, “en reconocimiento a la trayectoria profesional de un autor o autora español/a con un mínimo de 25 años de trabajo publicado”. Las reacciones virulentas que ha causado la elección de Martín se derivan precisamente de la potencial ambigüedad de esta frase. Algunos aplauden la sorpresa (lo es, aunque sea por estadística), mientras que otros observan la decisión con cierto grado de asombro. Y surgen protestas, pues Martín nunca ha sido autor de cómics, y todavía se recuerda su affaire con un dibujante, David Ramírez, hace cerca de dos décadas, contra el que se querelló por injurias a causa de un chiste publicado en ‘Dolmen’, que parodiaba la relación laboral entre Antonio Martín y el autor Cels Piñol a través de las figuras de Darth Vader y Luke Skywalker. La sentencia del caso fue favorable al editor en segunda instancia, y obligó a pagar a Ramírez 4000 euros, una multa de otros 720, así como los costes del juicio. En aquel momento, el sector se movilizó en favor del autor, y se editó un cómic satírico sobre la libertad de expresión, en el que participaron decenas de guionistas y dibujantes y cuyos beneficios fueron destinados íntegramente a Ramírez.

Hasta ahí, y en los corralillos de las siempre volátiles redes sociales, habría podido llegar el asunto hasta que un grupo de autores (de cómic, creadores, guionistas, dibujantes) decidieron mover ficha y dejar claro que por todos esos “peros” ellos no aceptaban la decisión del jurado. No aplaudo los escándalos –al contrario, los lamento–, pero el hecho es objetivo: menos de 24 horas después de la concesión del premio a Martín se publica un comunicado de protesta y rechazo, al que se adhieren centenares de firmas, entre las que se encuentran varios creadores galardonados con el Premio Nacional del Cómic o artistas punteros en el mercado internacional, nombres premiados en el propio salón barcelonés…

El follón ha trascendido a la prensa generalista, y no es de extrañar. El comunicado ofrece una perspectiva en la que un centenar de autores, incluidos los más importantes de España, plantean no volver al Cómic Barcelona si se mantiene al galadornado. La posición del Salón es difícil en relación a qué decisión tomar respecto al presente (el premiado se mantiene discreto, sin pronunciarse ni tampoco renunciar al premio). Estoy seguro de que habrá comunicado al respecto, en la dirección que sea, y, es un deseo, buscará la concordia.

Quien esto firma también espera que, del presente oleaje (que alcanza las cotas del mundo oceánico de “Interstellar”), pueda surgir otro debate, acerca de la conveniencia (o no) de crear una nueva categoría de premio –menor, lo siento por nuestro pequeño ego de divulgadores culturales– que sirva de reconocimiento a los que trabajan desde el otro lado del espejo promoviendo, investigando, editando cómic. Ya la hubo y se eliminó. Si no es necesaria, dejemos fuera del juego a quienes tratamos desde fuera al cómic, y todos contentos. ∎

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