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Firma invitada / Almanaque

El último diciembre de George Michael

Uno.

REUTERS, 26 DE DICIEMBRE, 2016. El cantante británico George Michael falleció ayer, día 25 de diciembre, a los 53 años de edad en su domicilio de la localidad de Goring-on-Thames. Según ha indicado Darren Salter, médico forense del condado de Oxfordshire, las causas no son concluyentes, aunque pudo deberse a una cardiomiopatía dilatada con miocarditis y problemas derivados del hígado graso. Su representante, Michael Lippman, ha afirmado que la muerte se produjo por una insuficiencia cardíaca. La familia, que conoció la noticia el día después de Navidad, aún no se ha pronunciado.

Dos.

¿Cómo puede arrancar una canción navideña con la frase “La Navidad pasada, te di mi corazón / Pero al día siguiente lo regalaste”? ¿Cómo se llega a escribir un villancico que logra pasar a la historia, pero que encierra una historia de despecho? ¿De dónde viene esa tristeza? ¿En qué momento semimágico llega la inspiración?

La verdad es algo tan prosaico como esto: viendo un partido de fútbol en casa de tus padres. Un día cualquiera del mes de octubre de 1984 Andrew Ridgeley visita a George Michael en su hogar familiar. En esa misma casa han grabado jingles de la radio y han inventado nuevas melodías con el teclado cuando eran solo dos críos. Saludan a esa familia de origen griego como niños buenos, aunque ya son conocidos por su banda de nombre onomatopéyico: Wham! Quizá todo pase en la típica sala de estar con tapetes de ganchillo sobre los cabezales del tresillo y tele cercada por fotografías familiares del pequeño George y de su hermana. Puede que se tratara del típico partido rudo y trabado porque, de repente, el hijo de los anfitriones deja a su amigo en el sofá y sube a su habitación infantil. Andrew cree que ha ido al baño, pero tarda más de una hora. Cuando el partido ya ha acabado (desconocemos el resultado) reaparece con un brillo eufórico campanilleando en las pupilas. El amigo de George dirá que volvió con cara de haber descubierto el oro por algún proceso alquímico casero.

Suben juntos a la habitación que ya estrenaron rodeados de pósteres de estrellas juveniles, donde han pasado tantas horas y han compartido tantas confidencias. Y George Michael toca por primera vez con público (su compañero de banda) una canción titulada “Last Christmas”.

Tres.

El 7 de abril de 1998 George Michael entra en un urinario público de un parque en Beverly Hills. Es una estrella: ha pasado una década desde que publicara “Faith” (1987), en solitario, con polémicos hits como “I Want Your Sex” (en algunos lugares, lo obligaron a cambiar “sex” por “love”). Este mismo año saca un doble álbum, para los pies y para el corazón, baile y balada. Quizá tararea una de las canciones cuando se baja la bragueta. Todos tarareamos algo cuando hacemos ese gesto. Un policía secreta, de nombre Marcelo Rodríguez, se cuela detrás de él. Le plantea un juego. Algo así como “Yo te enseño el mío, tú me enseñas el tuyo”. George Michael no sabe que está ante un agente de la ley y el juego acaba con un arresto por comportamientos lascivos. Como cantan los Pogues en su otro villancico célebre, quizá todo el departamento de policía hizo los coros.

La pena no es por la pena en sí (80 horas de servicio a la comunidad y 810 dólares para un tipo con una fortuna acumulada de 120 millones), sino por sus consecuencias. Un escándalo de tabloide. Cuatro días después reconoce su homosexuaidad públicamente. Tiempo después, habrá quien diga que esa frustración, el no poder manifestar su orientación sexual en público, ya estaba en el destinatario de esa postal navideña amarga que es “Last Christmas”.

Poco después, lanza un vídeo que parodia, por la vía del espectáculo “purpurínico”, ese incidente: varios policías bailan desatados al son de uno de sus temas, de riguroso uniforme.

Cuatro.

Es el primero de muchísimos escándalos. El 1 de octubre de 2006 lo descubren dormido al volante de su Range Rover con el iPod a todo volumen (¿sonaría “Last Christmas”?). Tiempo después, la escena se repite en un Mercedes, con mucho cannabis de por medio. En 2008 lo detienen por posesión de crack y cocaína. Hace propósito de enmienda.

El 25 de diciembre de 2008 lanza “December Song (I Dreamed Of Christmas)” como descarga digital. La Navidad vista a través de los ojos de un niño, con sample incluido de Sinatra, donde canta, para quien quiera leerlo en clave metafórica o autobiográfica: “La nieve cae sobre la cama / Blanco azúcar de Jesús”. Un año después la edita en CD y la toca en una gala de “X Factor”. Las copias físicas se agotan en cuestión de minutos. Incluso el vídeo, un dibujo animado, alter ego del cantante, es un éxito.

Aun así, es su segundo villancico más conocido. El otro, “Last Christmas”, himno de cenas de empresa y de sobremesas familiares, sigue vendiéndose. Es quizá el sencillo más vendido de la historia en Inglaterra, pero jamás ha sido número uno, ni siquiera cuando salió. Entonces solo alcanzó el número 2.

Cinco.

Estamos en la Navidad de 2017. Ha pasado un año exacto desde la muerte de George Michael. Un grupo de fans empiezan a jalear y a promover en redes que, a modo de homenaje póstumo, “Last Christmas” alcance por fin el número 1 y le devuelva cierto brillo público a un personaje querido, pero a menudo ya motivo de gags humorísticos por su decadencia final. La campaña es todo un éxito. Se habla de ello en todos los medios. Suena en todos los karaokes. Y en todos los autobuses que conducen camino a las casas familiares. Sale de las ventanas de los pubs y burla las cortinas de los probadores de las tiendas de las últimas compras navideñas. Parece que por fin se hará justicia. Finalmente solo alcanza el número 2. Chesterton ya dijo que solo se entiende la belleza de la Navidad a través del contraste con lo duro, con lo feo, con lo teatral, con lo que (empezando por el árbol) pincha. Así que ese segundo puesto quizá es el mejor destino para una canción navideña juguetonamente pop, pero escrita desde el despecho y la tristeza. ∎

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