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Primavera Pro: la importancia de nombrarse

Del 2 al 4 de junio, Primavera Pro celebró una edición híbrida entre lo presencial y lo online, en el CCCB de Barcelona y en su plataforma de streaming. La gamificación de la música, el nuevo paradigma de los NFTs y la visibilidad de las identidades disidentes en el sector musical fueron algunas de las cuestiones abordadas en la programación transversal de estas jornadas profesionales.

Lo queer a escena y lo queer en acción. Foto: Paco Amate
Lo queer a escena y lo queer en acción. Foto: Paco Amate
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os últimos 12 meses no solo han venido marcados por la digitalización de nuestras vidas, sino por la constatación de que los modelos que teníamos para definir las relaciones, el género y hasta las formas en que nos divertimos han quedado obsoletas. La última edición de Primavera Pro ha sabido reflejar el zeitgeist tanto de estos meses como de lo que nos espera a la vuelta de la esquina, y hemos podido escuchar hablar sobre NFTs, multiversos, gestión de derechos en un mundo cada vez más digitalizado o la necesidad de ocupar espacios y nombrar(nos), porque, si hay algo que no cambia, eso es el viejo axioma de que lo que no se habla, no existe, como nos recordaron varios de los ponentes. No en vano, el lema de esta edición ha sido #DiscussToResist.

Si la llegada de internet transformó la industria musical y pilló a más de uno con el paso cambiado, la proliferación de apps, plataforma de stream y la tecnología blockchain está ofreciendo a sellos y artistas nuevos retos y oportunidades, y el mayor riesgo es vivir al margen. Pensemos en los NFT, que, como explicaba el periodista Eamonn Forde, han generado más de 60 millones de dólares en la industria musical desde junio de 2020, y más de 55 millones de esos 60 se han ganado este año. A falta de giras, muchos han optado por esta vía de financiación, pero, como sucede en muchos otros aspectos de la industria, “los grandes nombres recogen el dinero y a los demás les quedan las migajas”. Forde advirtió de la posibilidad de que los NFT generados por artistas acaben en manos de especuladores y de la cantidad de trabajo que conlleva crear un NFT que a lo mejor no vende lo esperado, como les sucedió a Kings Of Leon, que sobrestimaron la demanda de su token no fungible. En las antípodas, estarían 3LAU y Grimes, que supieron “vender algo exclusivo o que solo esté disponible por un período limitado de tiempo a un precio fijo” teniendo en cuenta a los “distintos tipos de fans, desde el que pagará mucho dinero por algo, como un ‘boxset’ de 36 discos, o gente que se puede permitir algo a medio camino”.

Comenzar a crear NFTs supone que los artistas deben pasar más tiempo pensando en dinero que en música, gestionando  una tecnología que a lo mejor no conocen o negociando con su sello cómo se van a repartir los beneficios. Algo que ya está sucediendo con la gestión de los derechos digitales en plataformas como Spotify, TikTok o hasta los streams de Twitch, que trascienden fronteras y se ven afectados por distintos sistemas legislativos y que afectan a la música que se puede emplear en un directo o en un pódcast… y a los derechos que el artista cobra por su uso. Borja Torres, de Lovemonk, habló de la necesidad de crear “herramientas de gestión que simplifiquen los procesos (..) porque hay un montón de restos de dinero que se quedan en las plataformas y que no llegan a los creadores”. Hasta cuando Frankie Pizá, de Vampire Studio, habló de la gamificación de la música en metaversos online, así como de la posibilidad de vender skins como quien vende merchandising, quedó patente la necesidad de contar con un buen equipo de programadores y diseñadores y una pregunta más: ¿quién tiene el control sobre la imagen del artista?

La sensación (y desazón) es que si un artista no da con un sello que se ocupe de toda la gestión y que lo haga de forma ética es posible que cambie solo la forma, pero no el fondo del negocio, y que al final el creador pase más tiempo preocupado por reclamar derechos, subir contenido a todas las plataformas de stream existentes, pensar en tokens no fungibles y gestionar su imagen en redes sociales en vez de componer música.

El otro gran eje de este Primavera Pro ha sido el del ciclo InsumisEs, comisariado por Aïda Camprubí y que se ha centrado en algo tan importante como las identidades disidentes. Fue emocionante escuchar a Linn da Quebrada dialogar con Personaje Personaje sobre la corporeidad de la voz: tras celebrar su “fracaso como hombre, como mujer y como travesti”, Linn afirmó que canta “para ser escuchada” y “para que nuestros cuerpos ocupen otros espacios y sean visibles desde otras perspectivas”. La necesidad de visibilizarse estuvo también muy presente en la charla sobre trabajo sexual con Anneke Necro, Juicy Bae y Sabrina Michelle, que criticaron duramente el uso de la estética de la prostituta mientras se condena su trabajo o se ignoran sus problemas. Especialmente cuestionadas fueron Mala Rodríguez y Rosalía con su vídeo de “Bagdad”, en el que perpetuó el mito de “la trabajadora sexual como víctima”, como apuntó Necro. Otro espacio reclamado desde los márgenes de las diásporas fue el de la fiesta: les miembres de Don’t Hit a la Negrx, Anti-Mass, Jokkoo Collective y Pussy Party hablaron de la necesidad tanto de tener espacios seguros como de que esa seguridad sea extensible al trayecto que te lleva de casa a la fiesta y de vuelta. Se habló de la “tokenización” de las identidades disidentes y de de la necesidad de tener “espacios de placer” sin colonizar para evitar políticas de puerta en las que son rechazadas mientras que en el interior de los clubes suena música negra. La visibilización también fue uno de los ejes del diálogo que mantuvieron Flamenco Queer y Rodrigo Cuevas. El segundo puso de manifiesto que el folclore “tiene un mensaje político muy potente, creado por una sociedad colectiva” en la que era imposible hacer guetos, y Flamenco Queer hablaron de la necesidad de “romper las normas y que nuestro legado refleje lo que estamos viviendo hoy en día”. Pero nadie como Personaje Personaje para resumir el mensaje subyacente de todas las charlas de InsumisEs cuando pronunció un convincente “seamos insistencia de vida”. Se puede decir más alto, pero no más claro. ∎

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