“Una chica para dos”
(León Klimovsky, 1966)
El pico de sus jerseys simbolizaba hasta dónde llegaba el aperturismo: Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, más conocidos como el Dúo Dinámico, habían hecho la mili en la fabulosa “Botón de ancla” (Miguel Lluch, 1961), que también podemos recuperar en FlixOlé y que los convirtió en auténticos ídolos de masas al son de “Quince años tiene mi amor”. “Una chica para dos” será la última aparición del dúo en la gran pantalla, pero se cantaron un último hit junto a León Klimovsky, que unos años antes de la mítica “La noche de Walpurgis” (1971) ya era uno de los grandes “profesionales” de la industria española. Contagiados por la electricidad de la hermosa Irán Eory, el Dúo Dinámico no tendrá jamás tanto rollazo como en la estupenda escena final, en un sofisticado club nocturno donde se dan palmas, se baila y se canta con mucho swing.
“Los chicos con las chicas”
(Javier Aguirre, 1967)
Mucho más potente arrancaba, en plena grabación de “Black Is Black”, la película de Los Bravos, el grupo de Mike Kennedy. Espléndidos números musicales, un internado de señoritas dirigido por todo una gran dama del cine español como Lola Gaos, chistes a cargo de Tip y Coll y hasta maravillosos insertos animados pop, que anunciaban “Dame un poco de amooor…!” (José María Forqué, 1968), filmada tan solo un año después. Una fórmula de carisma pop irresistible que hace buena compañía a las películas de The Beatles de Richard Lester, que intentaban replicar. Puede que los de Liverpool se llevaran la gloria, pero ahora plantearos una pregunta: ¿a qué grupo ha puesto a sonar a todo trapo Tarantino para elevar el molonómetro del tráiler de su última película? ¡Nunca está de más darle un poquito de amor a Los Bravos!
“Digan lo que digan”
(Mario Camus, 1968)
El fenómeno Raphael en su apogeo, con su película más popular y sus canciones más espectaculares: además de la que da título a este filme escrito por Antonio Gala, también aparece aquí el inmortal número musical de “Mi gran noche”. El estilo arrebatado del cantante de Linares no solo conquistó la taquilla española, también la rusa: cuarenta millones de raphaelistas soviéticos vieron la película y coparon luego sus cuatro sucesivas giras por la URSS. La unión de Raphael, Camus y Gala, tres iconos de nuestra cultura reciente, dio lugar a, probablemente, la mejor película de Raphael. Al menos, la favorita de Álex de la Iglesia, que así lo afirmaba mucho antes de escribir “Balada triste de trompeta” (2010) y “Mi gran noche” (2015) para el “Frank Sinatra español”. Digan lo que digan, De la Iglesia lo tiene claro: “Si quieres ser moderno en este país, tienes que hacer una película con Raphael”.
“Tuset Street”
(Jorge Grau, 1968)
El encontronazo de la gauche divine y Sara Montiel tuvo lugar en el Bocaccio. Saltaron chispas entre la diva, en busca de renovar su imagen, y la tribu de Teresa Gimpera, que pecó de elitista y no supo valorar en su justa medida a la veterana actriz y cantante, que no obstante venía de trabajar a las órdenes de Samuel Fuller, Anthony Mann o Robert Aldrich. El desencuentro entre la intelectualidad burguesa de la Escuela de Barcelona y la vedette se tradujo en un rodaje conflictivo en el que Jorge Grau acabó pagando los platos, siendo finalmente sustituido por Luis Marquina. “Tuset Street” quedaba así como una película maldita pero llena de detalles fascinantes, con guion de todo un Rafael Azcona y unos modernísimos decorados de Enrique Alarcón que vestían el retrato de la Barcelona yeyé. Por allí pasan, además, personalidades como Emma Cohen, Alfredo Landa, Jacinto Esteva y hasta el propio Luis García Berlanga. Y ojo a su fabulosa banda sonora, que pasa de Montiel al soul y hasta la bossa nova.
“Un, dos, tres... al escondite inglés”
(Iván Zulueta, 1969)
Fórmula V, Los Ángeles, Los Buenos, Los Íberos y, sobre todo, Shelly y Nueva Generación. Todos aparecen en esta maravilla pop del futuro director de “Arrebato” (1979). Reaparece José María Íñigo, presentador de ‘Último grito’, el programa de RTVE para el que Pedro Olea reclutó a Zulueta. Psicodelia, pop-art y un estupendo retrato de la floreciente escena madrileña. Una cult movie yeyé que trajo al pop una nueva sensibilidad contestataria al tiempo que se atrevía a jugar con carácter visionario y alucinógeno con el lenguaje cinematográfico con que, todavía hoy, “vemos” la música. ∎