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El “juego japonés del tambor”.
El “juego japonés del tambor”.

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Tambores, vocaloids y euro-ritmos: así es el videojuego musical contemporáneo

Los juegos musicales, con “Guitar Hero” a la cabeza, fueron una moda pasajera que brilló fuerte y se quemó rápido. ¿O no tanto? La llegada de “Taiko no Tatsujin: Pop Tap Beat” a Apple Arcade nos hace replantearnos la historia y mirar a nuestro alrededor: resulta que seguimos felizmente rodeados de ritmo.

22. 04. 2021

“Taiko no Tatsujin”, el “juego japonés del tambor”, acaba de incorporarse al servicio de juegos por suscripción Apple Arcade. Para entender por qué esto importa hay que recordar que la serie, omnipresente en Japón desde 2001, no había llegado a Europa hasta 2018. Casi dos décadas sin uno de los puntales del juego musical y ahora lo tenemos en Switch (con tambor y todo), PlayStation 4 e iOs (donde se juega con pantalla táctil, pero sigue siendo pura alegría). También hay que acordarse de que hace ya una década se declaró la muerte del género con titulares como “Five reasons why music games are dying” en ‘The Guardian’. ¿Y si los rhythm games no estaban muertos? ¿Dónde estaba la parranda?

La historia es más o menos así: primero, los arcades de ritmo aparecen en Japón a finales de los 90 con la serie “Bemani” (“Beatmania”, “Guitar Freaks”, “Dance Dance Revolution”, “DrumMania”...). Después, llega la avalancha de trozos de plástico: guitarras de “Guitar Hero”, micros de “SingStar”... Seguro que todavía tienes alguno por casa. Y hubo más: los bongos de “Donkey Konga”, las maracas de “Samba de Amigo”, la mesa de mezclas de “DJ Hero”... Si en 2005 “Guitar Hero” parecía una revelación, para 2009 ya teníamos secuelas, spin-offs, “Band Hero” contra “Rock Band” y una montaña de instrumentos incompatibles entre sí. Cuando en 2010 los desarrolladores de “Power Gig” lanzaron cientos de guitarras de plástico al interior de un volcán, estaban reflejando el sentir general: ya bastaba de trastos.

“Taiko no Tatsujin”.
“Taiko no Tatsujin”.

A partir de ahí, la década siguiente fue una larga coda: 2011 abrió con ‘Rolling Stone’ diciendo “‘Guitar Hero’ Dead”, y en 2019 Sony anunciaba el cierre de los servidores de “SingStar”. La fiesta se había acabado... o eso creíamos. La realidad es que, como suele pasar, estábamos tomando un “crash” americano por uno mundial: a los arcade japoneses seguían llegando ideas nuevas. Pasada la novedad de los instrumentos, juegos como “Sound Voltex”, “Jubeat” (una especie de “Whac-A-Mole” musical con botones-pantalla) o “MaiMai” (con una pantalla circular ya icónica) abrieron nuevas vías desde el back to basics: aporrear botones al ritmo de la música. Mientras, series clásicas como “Pop’n Music”, “Dance Dance Revolution” o la coreana “Pump It Up” siguen recibiendo entregas nuevas casi cada año, Konami reinventa el baile con la plataforma de luces de “DanceRush Stardom”, Sega expande su “Chunithm” a otros países de Asia y nuevas compañías entran en escena, como Marvelous y su “Wacca” (una variante aún más pirotécnica de “MaiMai”). Entrar a un arcade de Japón, Corea o Taiwán es una bofetada de luces y ruido que deja en nada hasta el exceso más loco de Gaspar Noé.

¿Y aquí? Casi no nos quedan, ay, salones arcade, pero por suerte sí nos llegan otros pelotazos del ritmo. Además de “Taiko”, tienes “Space Channel 5 VR”, “Groove Coaster” mezclando música y acción, “Tetris Effect” y su puzle rítmico, “Just Dance” resistiendo año tras año, los minijuegos de karaoke y baile de la saga “Yakuza”… Y también a la reina de la fiesta: Hatsune Miku, la estrella virtual que junta a miles de personas en concierto y descoloca a la prensa generalista. Esta “vocaloid” (sintetizador de voz artificial) protagoniza los “Project DIVA” de Sega (PlayStation 4, Switch), que no reinventan la rueda (otra vez pulsar botones al ritmo), pero atrapan con su espectáculo de baile y color. Más: entre tanto nombre sonado, encontramos cosas de estudios pequeños, como los taiwaneses Rayark (“Cytus”, “Deemo”), que demuestran desde 2011 que el juego musical en pantalla táctil es un nicho sano y provechoso. “Voez”, mi favorito, lleva desde 2016 recibiendo canciones nuevas en móvil y Switch. No nos falta j-pop.

Hatsune Mike, la estrella virtual.
Hatsune Mike, la estrella virtual.
Por último, no solo Asia destaca en el ritmo. En los últimos años, de Europa han salido “Beat Saber” (Beat Games, checos), con su mezcla alucinante de realidad virtual, espadas láser y estética de rave en “Tron”, y “Sayonara Wild Hearts” (Simogo, Suecia), descrito por sus creadores como un “pop album video game”. Menos kawaii e hipervitaminados que sus parientes asiáticos, estos euro-rhythm comparten con ellos una personalidad fuerte, ganas de hipnotizar y una clara consciencia de su estilo, algo que quizá faltaba durante el boom americano. Juntos, conforman una escena variada, madura y valiente, consciente de sus claves y sus públicos, que demuestra que el género nunca fue una moda pasajera. Una década después de su certificado de defunción, el juego rítmico es un felicísimo muerto vivo. ∎