En tiempos de cataclismos en cadena, la generación TikTok abraza sin remilgos las nubes de algodón rosa que sirven los londinenses Kero Kero Bonito. Así quedó recogido a su paso por Primavera a la Ciutat en la sala grande de Razzmatazz. Su hyperpop
crunchy se desarrolló como una clase de zumba para gente con cardio de hierro (no es el caso de este cronista). Todos sus entregados seguidores seguían los movimientos marcados por Sarah Midori Perry como si estuvieran echando partida en un
arcade musical. Su imaginario bebe de la cultura pop, preferencialmente de la asiática: los
cosplays, el manga, los videojuegos –“Big City” encajaría como melodía para un título
arcade de Yu Suzuki– y el k-pop se conjugan con una electrónica musculosa más propia de su código postal, servida por Gus Lobban y Jamie Bulled. Ese juego entre la voz naif de Midori y las cargas rítmicas –sacudidas de house, electro, trance...
PC Music flavours– desataron la locura entre los presentes. Tanto que, pese al retraso en su arranque, hubo espacio para un bis, algo insólito en lo que se lleva de festival. Y esa nueva incursión en el escenario volvió a traducirse en sonrisas extáticas petrificadas. El triunfo del
nerdy pop.
Marc Muñoz