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Fuera de Juego

It’s okay to cry: adiós a SOPHIE, el fallo en Matrix del pop

Se acaba de forma prematura y trágica una historia que propició que muchas otras empezaran: la música de hoy en día no podría entenderse tal y como la concebimos sin la aportación de SOPHIE (1986-2021), uno de sus valores más preciados. Desde sus inicios pinchando en la oscuridad bajo una capucha hasta su infiltración en el mainstream, la productora escocesa proyectó otro futuro posible para el pop. Falleció el 30 de enero.

Tras varios años de carrera siempre perfectamente alineada con el fallo en el sistema, ya especializada como nadie en darle la vuelta a lo erróneo para absorberlo en su favor y proyectar otro futuro posible para el pop, SOPHIE (1986-2021) se cruzaba con el único glitch irreversible. En la madrugada del sábado, 30 de enero, la productora escocesa fallecía tras resbalarse y caer desde la altura a la que había escalado para ver la luna llena. Tenía solo 34 años: definición gráfica de pionera y visionaria, llegó inexplicablemente pronto a todo hasta el final. La importancia de su muerte, igual que la de su vida, se dejó notar primero en clave digital, su hábitat natural. “Se rebeló contra la sociedad estrecha y normativa siendo un triunfo absoluto”, tuiteó enseguida Christine And The Queens. “Crecer junto a ti me hizo sentirme menos sola a lo largo de los años”, compartió Arca. Pocos días antes cumplía su viejo sueño de ser remezclada por Autechre.

Que la historia de SOPHIE termine es un oxímoron en sí mismo, porque a partir de ella y su trabajo han empezado unas cuantas historias y otras tantas que todavía están por empezar, quizá todavía por imaginar. Su relato, a fin de cuentas, quedará por siempre como una palanca accionadora clave para la música contemporánea; no cabe duda de que el pop siempre encuentra caminos para avanzar bajo cualquier circunstancia y ante cualquier obstáculo, pero no habrían sido en ningún caso los que hemos transitado durante el último lustro de no ser por su misteriosa aparición a principios de la década pasada orbitando cerca de la galaxia PC Music y, al mismo tiempo, 100% libre.

“BIPP”, el kilómetro cero del hyperpop.

Entre aquellos años de avatares y pinchadas en la oscuridad bajo una capucha y su posterior infiltración en el mainstream como un maravilloso fallo en Matrix no cambiaron tantas cosas. La SOPHIE que empezó a decodificar toda la avalancha hyperpop que llegaría después con primeros singles –“BIPP” o “Lemonade”– que se nos echaron encima como jingles publicitarios defectuosos (toboganes por los que acabarían deslizándose su inseparable Charli XCX, 100 gecs o Rina Sawayama) y la que trabajó con Madonna en 2015 no eran artistas tan diferentes. Su lenguaje musical y sus códigos eran prácticamente los mismos cuando se movía en los recovecos más extraños de internet y cuando se asomaba a los palcos VIP de la industria: ella nunca se alejó demasiado del universo que había ideado porque le ofrecía infinitas posibilidades y, según iba desplegando compuertas con un remix o una producción maximalista y chillona, el resto nos fuimos colando en él sin entender demasiado de qué iba la cosa en un primer momento. Había bastante que aprender o, mejor aún, que desaprender.

“It’s Okay To Cry”: cara a cara con SOPHIE por primera vez.

Al mismo tiempo, en octubre de 2017 cambió todo. SOPHIE decidió abandonar el anonimato y personificarse públicamente por primera vez en el vídeo de “It’s Okay To Cry”, como si después de desplazar los límites de la música del siglo XXI quisiera desplazar los suyos propios para mostrarse tal y como es. De repente, esa banda sonora poshumana que ya creíamos haber asimilado tenía cara. También voz: nunca la habíamos escuchado cantar (al menos de una manera tan humana y explícita) hasta el estreno de esta balada con la que avanzaba Oil Of Every Pearl’s Un-Insides (MSMSMSM-Future Classic-Transgressive, 2018), un disco en el que precisamente se incluía un himno que contradecía todas las normas de la corporeidad (“Immaterial”). Ese choque entre lo real y lo virtual, entre sentimientos y código binario, es justo lo que se puede identificar como el rasgo principal de su obra.

“Oil Of Every Pearl’s Un-Insides” queda como el primer y único álbum en términos clásicos de una discografía que explica muchas otras. No es que cambiara las reglas del juego, es que directamente se inventó un juego nuevo que siempre estaba generando actualizaciones. Muchas no llegaron a publicarse oficialmente, pero corren por internet de manera clandestina para terminar de poner en valor la importancia de una estrella fugaz que se ha apagado de una forma absurdamente terrenal. ∎

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