Desde aquí, mirando a través de ese filtro obtuso que aporta el hemisferio norte, uno imagina Nueva Zelanda como un territorio instalado en un verano sin fin. La realidad es otra: la ciudad costera donde vive
Aldous Harding, Lyttelton, resulta ser un sitio no demasiado caluroso y bastante húmedo, especialmente durante nuestra primavera. La cantautora, nacida
Hannah Harding hace 27 años, parece encantada de charlar en la terraza de un bar madrileño en mangas de camisa, aunque reconoce que prefiere viajar por el mundo para cantar sus canciones en lugar de para hablar de ellas.
“Esta es la peor parte, con diferencia, de sacar un disco. Pero supongo que todos te dicen lo mismo, ¿no?”, pregunta con cierto tono de culpabilidad.
“Espero no ser yo la única persona horrible que odia hacer esto”.
A lo que Harding se refiere con “esto” es, en realidad, una experiencia bastante novedosa para ella, consecuencia directa de la profesionalización que ha sufrido su carrera de un tiempo a esta parte. Gajes de fichar por un gigante del mundillo alternativo como 4AD. De la autoedición en su debut,
“Aldous Harding” (Lyttelton, 2014), a compartir catálogo con The National o Grimes para el lanzamiento de su segundo álbum,
“Party” (4AD-Popstock!, 2017).
“Suelo repetirme a mí misma que nada ha cambiado, aunque en el fondo sé que sí lo ha hecho. No es algo tangible, es una presión positiva, una especie de sentido de la responsabilidad que puede ayudar a crear cosas buenas si se enfoca de la forma correcta. Supongo que muchas personas van a escucharme por primera vez ahora. En cierto modo, ‘Party’ es como un segundo debut”.