La historia de “Shook” (Matador-Popstock!, 2023), como tantas otras últimamente, comienza en el fatídico 2020. Con unos Algiers exhaustos y descontentos, contemplando la disolución, con la gira de “There Is No Year” (Matador, 2020) –de profético título, teniendo en cuenta que salió en enero, poco antes del estallido pandémico– partida por la mitad. Un disco con el que, como mínimo Franklin James Fisher, no quedó contento en absoluto. Lo deja muy claro unas cuantas veces a lo largo de la entrevista, aunque le duele y le cuesta reconocerlo. “Lo que hemos logrado en ‘Shook’ era algo que queríamos hacer ya en ‘There Is No Year’, pero, por lo que sea… de alguna manera… no nos dejaron. Confiamos el timón a los productores (se refiere a Randall Dunn y Ben Greenberg) y probablemente no lo haremos nunca más”.
Por eso en este nuevo álbum, el cuarto de su carrera en ocho años, son ellos mismos quienes firman la producción –el grupo lo completan el guitarrista Lee Tesche y el batería Matt Tong– con la inestimable colaboración de quien fue su técnico de directo, Matthew Rekini. Necesitaban imperiosamente coger ese timón, retomar el control tras una etapa de absoluta zozobra en muchos aspectos: “Creo que ‘Shook’ (puede traducirse como “agitado”) captura a la perfección un montón de estados de ánimo, fases y experiencias creativas por las que hemos pasado. Antes y durante la pandemia; globales, como grupo e individualmente”, remata Ryan Mahan.
¿Hasta qué punto influyeron las circunstancias, internas y externas, en el resultado de “Shook” y en el ánimo de Algiers?
Franklin: Definitivamente nos ayudaron a reunirnos, a acercarnos como grupo. Seguramente hay mucha más humanidad en este disco que si hubiéramos seguido adelante sin parar. Es una pena que lo que interrumpiera nuestra trayectoria fuese una pandemia mundial, pero nuestras vidas ya estaban patas arriba desde antes. Este álbum está marcado en gran medida por el trauma individual y colectivo que estábamos experimentando desde que el disco anterior nos fulminó la autoestima. Añade a eso el cansancio de no parar de girar y lo que cada uno estaba sufriendo por su parte. Estar en el grupo había dejado de ser divertido. Y si no lo disfrutas no tiene sentido, porque con nuestra música no se puede alcanzar ni la fama ni la fortuna. Logramos recuperar la magia y disfrutar lo que estábamos haciendo, y eso es lo fundamental.
El título del disco funciona a muchos niveles…
Ryan: Se le ocurrió a Franklin. No tuvimos título hasta mucho después de haber terminado de grabarlo. Y sí, tiene muchas capas de significado. “Shook” puede significar ese miedo a que cambien tu mundo de arriba abajo como en el libro “Diez días que estremecieron al mundo” (John Reed, 1919) o la canción “Shook Ones”, de Mobb Deep, que por cierto es uno de nuestros referentes a la hora del proceso de sampleado y de cómo entendemos la creación. Por extender la metáfora en otra dirección, la agitación también es algo que te mantiene en vilo, te impresiona; incluso te enamora. En ese sentido, existía el deseo claro de querer superarnos. Me parece un título brillante, muy evocador.
La pandemia os pilló en vuestro lugar de origen, en Atlanta. ¿Cómo influyó estar “en casa” en el proceso creativo?
Franklin: Todos somos de Atlanta, sí, pero no habíamos vivido allí en muchísimo tiempo. Y resulta que estábamos tocando en Atlanta cuando empezó el confinamiento. Nos tuvimos que quedar durante un largo período, por primera vez en años.
Ryan: Franklin y yo pasamos mucho tiempo juntos en el estudio, y eso fue muy importante incluso en términos de nuestra amistad. Escuchamos muchísima música, muchas cosas nuevas y otras que nos gustan desde siempre. Sin estrés, haciendo lo que nos apetecía…
Franklin: … y lo que no nos habían dejado hacer antes. Siempre ha habido una idea de comunidad en nuestra música, de que es algo más grande que nosotros; se trata de contactar, de trabajar con otras personas. Pero esta ha sido la primera vez que lo hemos podido plasmar en un disco.
Ryan: Nuestro propio nombre, Algiers, hace referencia a una búsqueda constante (eligieron su nombre, “Argel” en español, en alusión a la lucha anticolonial de Argelia), a esos rebeldes que buscan su Meca, su utopía. Nosotros buscamos un lugar propio, una comunidad musical en la que tengamos cabida. Nuestra música es difícil de encajar en un estilo o una escena concretos, y siempre estamos luchando para encontrar esa comunidad. En esta ocasión necesitábamos expresar quiénes creemos que forman parte de nuestra comunidad y ver si sentían lo mismo. Muchas veces funcionó a la perfección. Nos impresionó ver la cantidad de artistas que nos dijeron “¡venga, vamos a hacerlo!” y estaban emocionados cuando nos mandaban una o dos tomas de su parte y todo encajaba. En buena medida esto ocurrió porque meditamos mucho sobre el proceso. Más sobre qué voz o qué textura vocal encajaba en un sitio concreto. Los textos nos preocupaban menos, porque sabíamos que los invitados podían trabajar temáticas concretas con Franklin. Así que no era tanto estar en casa sino más bien encontrar una casa común en la que estar cómodos formando parte de esa comunidad musical.
Franklin: Creo que haciendo este disco hemos aprendido, al menos yo, que necesitamos sentarnos y convivir con las canciones que vamos escribiendo antes de terminarlas, de acabar el trabajo. En el anterior solo tuvimos cuatro semanas para componer y grabar. Esa no es manera de trabajar si quieres conseguir el mejor resultado posible.
¿Hay más influencia de hip hop en este disco? ¿Habéis trabajado con los beats más de lo habitual?
Franklin: Hasta cierto punto, sí. Durante la pandemia, Ryan y yo pasamos dos meses en casa de su primo. Después de dos días de cabreo tras haber tenido que interrumpir la gira por Estados Unidos, nos dimos cuenta de que ya no había nada más que hacer. Así que decidimos ponernos a hacer música. Ryan y yo nos hicimos amigos gracias a nuestro común amor por el hip hop, así que eso es lo que estuvimos escuchando, de forma no premeditada, cuando empezamos a componer el disco. Esas influencias siempre han estado en nuestra música, pero, por lo que sea, la gente no pone el foco en ellas, o no las entiende… ¡O no las percibe cuando las tiene delante de sus narices! Basta escuchar canciones como “But She Was Not Flying”, con ese ritmo de 808, de nuestro primer disco. Y “Cleveland” o “Walk Like A Panther”, del segundo ¡El hip hop siempre ha estado ahí!
Ryan: Estoy de acuerdo, siempre hemos construido nuestros beats. La gente minusvalora las habilidades casi mágicas de los productores para concitar tal variedad de géneros bajo el paraguas del hip hop. Pueden incorporarlo todo en la canción, vestir con todo ello el rap. A ellos parece que se les permite, pero cuando lo hacemos nosotros, nos dicen: “¿Por qué coño habéis hecho vuestros ‘beats’ así?” (risa estentórea de Franklin). ¡Pues porque lo hemos aprendido del hip hop, del jazz y de todos esos géneros! Es algo que tiene sentido en nuestro mundo musical. A veces parecemos un poco bruscos cuando hablamos de nuestro sonido o de nuestras ideas, porque nos excitamos demasiado intentando explicar de dónde venimos y la gente no lo pilla. Pero, al fin y al cabo, estoy contento de poder expresar diversas sensibilidades musicales, mezclarlas con punk y post-punk y ver cómo todos esos estilos se mezclan. De hecho, una de las referencias de Frank ha sido el Nueva York de los setenta, cómo se fusionaron el punk, el rap, el electro y todo lo demás… Ese es un espacio que estábamos tratando de habitar dentro de este disco.
Franklin: ¡Es igual que comer! (risas comunitarias). Cuando tienes todo tipo de influencias de diferentes países, como en los restaurantes de fusión. ¡Esa es la buena comida, la interesante! No tiene sentido que preguntes, ¿pero esto no era comida continental americana o…? ¡No tiene sentido! (más risas).
Ryan: ¡Sí, es que nos gusta comer! ¡En cuanto podamos volver a España, tenemos invitaciones pendientes! (Franklin, básicamente, se descojona).
¿Y cuál es finalmente el proceso para encajar todas estas influencias en el concepto Algiers?
Ryan: Somos amigos desde hace mucho tiempo y confiamos los unos en los otros. Todos aportamos ideas, influencias. Cualesquiera que sean las canciones resultantes de la suma de las diferentes partes, nos valen. Tenemos la suficiente suerte –o somos lo suficientemente raros– como para no tener que preocuparnos por cuál es nuestro sonido. Siempre ha estado ahí. Hay grupos que tardan años o incluso décadas en encontrarlo. Nosotros no tenemos que preocuparnos por esa mierda.
Es apabullante la cantidad y diversidad de invitados en “Shook”. Entre otros están Zack de la Rocha, Samuel T. Herring, Nadah El Shazly, billy woods, Backxwash, Lee Bains III… ¿Cómo y por qué los elegisteis?
Ryan: Como te decía antes, para mí era simplemente una cuestión de texturas. Qué voz, qué enfoque encajaba con cada pieza que teníamos. Queríamos expresar ese sentimiento de comunidad. Necesitábamos tener por fin esa experiencia en Algiers y estábamos muy frustrados, especialmente Franklin, de que todo estuviese centrado antes en su voz, solo su voz y nada más que su voz (Franklin suelta otra de sus estruendosas carcajadas). Necesitábamos tener una diversidad de voces. Eso habla mucho también de su generosidad, porque al fin y al cabo es el cantante, el frontman. Otro habría dicho “¡qué os den, aquí el que canta soy yo!”. Lo nuestro es al revés, y encima a veces le decíamos: “¿Te acuerdas de esa estrofa? Vale, pues necesitamos que hagas otra para que la cante equis”. Eso te puede joder mucho cuando estás intentando escribir algo valioso, con sentido.
¿Cómo contactasteis con vuestros colaboradores?
Ryan: Lo de Backxwash (rapera y productora zambiano-canadiense) y billy woods (rapero neoyorquino de origen zimbabuense, dueño del sello Backwoodz Studioz) sabíamos que iba a encajar perfectamente…
Franklin: … sí, yo ya había colaborado con woods en un disco que hizo con Moor Mother (se refiere a “BRASS”). También quiero destacar en este punto la labor de nuestro coproductor e ingeniero Matthew Rekini, uno de los músicos con más talento que conozco. Resulta que es el técnico de directo de Future Islands y gracias a eso pudimos contar con Sam (Samuel T. Herring, vocalista de Future Islands). Por otro lado, nuestro amigo Souheil, un profesor de cine, se crió con Zack de la Rocha en Los Ángeles. De hecho, le trajo a un concierto de Algiers. Es un tipo encantador. Cuando a través de Souheil le propusimos colaborar y dijo que sí, le mandamos un par de temas y eligió “Irreversible Damage” (segundo adelanto de “Shook”). Todas estas conexiones funcionaron a un nivel más o menos orgánico. Pero yo además quería hacer algo más en cuanto a los invitados. Algiers siempre ha mantenido una política de inclusividad, de dar oportunidades a otras voces. No solo literalmente, sino en un sentido amplio: gente que ha sido marginada, a la que no se escucha normalmente; minorías, personas que están fuera de la jerarquía del patriarcado. Este disco, literalmente, nos permitió dar voz a esa gente. Y así, de paso, no tengo que escuchar cinco mil tomas de mi voz para cada puta canción (risotada de Franklin, tan profunda como su voz cantante).
Ryan: (Se une a las risas) Yo adoro la voz de Frank. Quizá él piense que no tiene muchos registros, pero yo creo que sí: a veces recita con delicadeza, en otras ocasiones hace slam poetry más clásica, luego está su forma de cantar habitual, el falsete… Pero no le culpo por no querer escuchar su voz todo el rato; a mí me volvería loco.
Parece, entonces, que la voz humana es la gran protagonista del disco: bien sea en forma de canto, rap, spoken word, samples, grabaciones de campo…
Franklin: Esa es una cita preciosa que te voy a robar si no te importa (risas, y permiso concedido). La yuxtaposición de elementos en “Shook” me parece asombrosa. Para mí, lo verdaderamente fundamental de hacer un disco es el proceso. Las canciones son la consecuencia de ese proceso. En “There Is No Year” decidí dejarme llevar y no hacer evaluaciones antes de acabarlo. Como tuvimos muy poco tiempo, no había forma de ponerlo en perspectiva. Con el tiempo tengo claro que no… (se piensa mucho la respuesta e incluso se atasca ligeramente)... no me gusta mucho ese disco. Es como si no fuera nuestro. Me parece muy interesante lo que dices sobre la voz humana como protagonista porque entronca con lo que he dicho sobre la “humanidad” de este disco frente al anterior, donde solo se escucha mi voz y el resultado me parece frío e inhumano, pese a que las letras tratan temas muy personales.
Ryan: ¡Estoy totalmente de acuerdo! Es extraño cómo el proceso de producción puede afectar a la temática, el concepto y la historia que se quiere contar. Por suerte, en “Shook” hemos logrado encontrar un equilibrio de calidez entre la destrucción; de amistad y humanidad entre la violencia. Y eso no solo se refleja en las letras, se refleja también en el sonido. Si consigues capturar ese equilibrio, puedes lograr algo que te emocione y, con un poco de suerte, puedes emocionar a los demás. Me encanta la música densa, espesa, pero no la puedo aguantar bien si no tiene algo detrás. Necesita una atmósfera, o un toque de oscuridad, si quieres; tiene que tener alma. El sonido puro mola, pero necesito esa yuxtaposición de elementos. Y, por suerte, hemos recuperado ese equilibrio en “Shook”.
¿Y qué nos podéis contar de la gira europea, que de momento no podremos ver en España? ¿Qué novedades hay?
Franklin: Los conciertos de Algiers son seres vivos. En permanente estado de evolución y cambio, como nuestra música. Lo más interesante de esta gira es que habrá representaciones visuales digitales de ciertos colaboradores del disco. En conciertos y ciudades concretas tendremos invitados en directo que sustituirán o representarán a los que tocan en el álbum. Algunos shows los haremos Ryan y yo solos, y en otros nos juntaremos siete u ocho personas sobre el escenario. Siempre nos hemos contraído o expandido dependiendo de dónde o cómo tocáramos, y creo que eso va a ocurrir mucho más a menudo a partir de ahora.
Ryan: ¡Luis Miguel, por favor, tienes que hablar con los promotores de España para que nos lleven a tocar! (entre risas). ¡Queremos comida española! ¡Ya no nos llaman del Primavera Sound! (Tome nota quien deba. Yo prometo llevarles a comer en cuanto pisen nuestro país. Pero mejor a un buen restaurante de fusión… o incluso alguno de ‘soul food’ ¿no?). ∎