Thom Sonny Green, Gus Unger-Hamilton y  Joe Newman. Foto: Rosie Matheson
Thom Sonny Green, Gus Unger-Hamilton y Joe Newman. Foto: Rosie Matheson

Entrevista

alt-J: la revancha de los culturetas

Diez años después de su sorprendente debut, el trío formado en Leeds ha afianzado y perfeccionado su discurso con “The Dream”, un cuarto álbum igual de imprevisible que los anteriores, dispuesto a revalidar un éxito de crítica y público que sigue sorprendiendo. Hablamos con su teclista, Gus Unger-Hamilton.

“The Dream”. El sueño. Uno de los términos más explotados por el marketing y la autoayuda podría servir también para titular la autobiografía de alt-J, un grupo formado por cuatro amigos en la Universidad de Leeds que, pese a entregar un pop retorcido, excéntrico y tan intelectualizado que parecía ir contra el espíritu de los tiempos, se ha hecho con el favor popular y el de la crítica. Un álbum número 1 en Reino Unido y top 4 en Estados Unidos (“This Is All Yours”, de 2014), dos nominaciones al Premio Mercury (ganadores en 2012 con “An Awesome Wave”, finalistas en 2017 con “Relaxer”), posiciones privilegiadas en todos los grandes festivales del mundo y conciertos estelares en templos como el Madison Square Garden y el Royal Albert Hall.

Pero a Joe Newman (voz y guitarras), Thom Sonny Green (batería) y Gus Unger-Hamilton (teclados) nunca les habría interesado vendernos ese tipo de narrativa. Mucho menos a su exmiembro, el bajista y guitarra Gwilym Sainsbury, que se bajó del autobús tras descubrir que el mundo de la carretera no era para él. The Dream” (Infectious-BMG, 2022), el título de su cuarto álbum, tiene que ver con aspectos más intrincados. “La idea surgió por el cuadro de Picasso (“Le rêve”, que data de 1932, es el más cotizado del pintor y pertenece a la colección privada de un multimillonario de Las Vegas), pero nos dimos cuenta de que la palabra funciona a muchos niveles. Un sueño puede ser bueno o malo, o algo que tal vez nunca vaya a suceder. También creo que nuestra música siempre ha tenido una cualidad bastante onírica, nunca queda claro cómo estás o qué sientes, porque todo eso cambia constantemente a lo largo de cada canción. En cierto modo, podría decirte que es el mejor título que alguien ha puesto a algo nunca”. La flema con que Gus Unger-Hamilton remata esta última frase suena como una travesura inhabitual en esta banda, siempre cándida y caballerosa en el trato. Son las nueve de la mañana de un miércoles y, en la videoconferencia, el teclista habla relajado y distendido desde una habitación con vistas a un jardín, en su casa de Londres.

“Un sueño puede ser bueno o malo, o algo que tal vez nunca vaya a suceder. También creo que nuestra música siempre ha tenido una cualidad bastante onírica, nunca queda claro cómo estás o qué sientes”

Gus Unger-Hamilton

Me gustaría seguir con esta idea de los sueños desde un punto de vista desiderativo. El sencillo “The Actor” habla sobre el “sueño americano”, que en realidad es una pesadilla, y se basa ligeramente en la muerte de John Belushi. ¿Qué pensasteis que podíais aportar a ese mito de Hollywood como fábrica depredadora de sueños, que es ya casi un cliché?

Es interesante, porque en estos diez años hemos estado mucho en Estados Unidos, es casi nuestro segundo hogar. Hemos visto mucha historia en este tiempo, con Obama, Trump y ahora Biden. Amamos ese país, pero es un amor difícil, y eso es algo sobre lo que nos interrogamos en este disco. Es fácil enamorarse de su cultura y de su paisaje, pero también tienen problemas sociales muy serios. Así que, en cierto modo, es un trabajo conceptual no intencionado sobre el “sueño americano”.

Más madurez emocional, más experiencia vital. Foto: Rosie Matheson
Más madurez emocional, más experiencia vital. Foto: Rosie Matheson

Hay una larga historia de bandas británicas fascinadas con Norteamérica y su cultura, especialmente cuando alcanzan el éxito allí. También ha sido un mercado tradicionalmente difícil para los británicos, pero no para vosotros. ¿Qué claves dirías que os han ayudado a triunfar?

Es difícil de saber. A veces pienso que el haber utilizado el triángulo como símbolo en nuestro primer álbum (alt-J se nombraba como Δ) se convirtió en una imagen de marca que encajaba muy bien en el juego hípster, por decirlo de alguna manera. Es como si en 2012 nosotros hubiésemos aparecido como la banda para aquel momento. En Inglaterra creo que más bien llevó a que mucha gente nos odiara y dijera “oh, esos putos hípsters culturetas”. Pero en Estados Unidos son menos cínicos y, además, al ser británicos, nuestro acento nos convierte en exóticos y molones. De todos modos, todavía somos una banda bastante marginal en todas partes, no somos mainstream en el mismo sentido que Justin Bieber o Ariana Grande. Ahora mismo la música de guitarras no es el estilo predominante dentro del pop, que está más influido por el urban y por el hip hop. Estamos en una zona bastante nicho, no somos famosos, cuando vamos por la calle no parece que nadie nos reconozca y hacemos vidas completamente normales cuando no hacemos música, lo cual es estupendo.

Sí tengo la sensación de que, si quisieseis grabar hits verdaderamente masivos, sabríais hacerlo, pero tampoco os interesa demasiado.

Yo creo que esa habilidad la tendría sobre todo Joe, que es un fantástico compositor. Si él decidiera dejar de ser un intérprete y se dedicase a escribir canciones para otra gente estoy seguro de que haría grandes hits, pero yo estoy contento con el nivel de éxito que tenemos. Tenemos una buena vida, este es nuestro trabajo y nos sentimos afortunados de que Joe siga componiendo para la banda y no esté vendiendo canciones a Ariana Grande o Justin Bieber (risa sutil).

“Ahora mismo la música de guitarras no es el estilo predominante dentro del pop, que está más influido por el urban y por el hip hop. Estamos en una zona bastante nicho, no somos famosos, cuando vamos por la calle no parece que nadie nos reconozca”

Gus Unger-Hamilton

Tu hermano mayor es Ferdy Unger-Hamilton, que fue presidente de Polydor en Reino Unido y ahora lo es de Columbia. ¿Te ha dado muchos consejos?

Sí, algunos muy buenos en relación a la composición, como que evitásemos utilizar la guitarra para ver si salía algo diferente, y es algo en lo que le seguimos haciendo caso. También nos orientó sobre las personas de las discográficas con las que nos debíamos reunir, en plan “este mola” o “no te fíes de este otro”. Todo lo que él nos ha dicho ha sido de mucha ayuda, pero no nos ha dado el secreto para el éxito. Tampoco habría podido.

A los 13 años cantaste en una banda de música barbershop con la que incluso estuvisteis de gira por Tailandia. ¿Qué otros orígenes musicales inesperados hay entre los miembros de la banda?

Una cosa que hace interesante a alt-J es que venimos de mundos muy diferentes. Yo también cantaba de niño en un coro de la catedral todos los días. Joe creció con su padre haciendo versiones en pubs, cosas de James Taylor y americana. Y Thom empezó en bandas de heavy metal y grind.

Canciones más personales. Foto: Rosie Matheson
Canciones más personales. Foto: Rosie Matheson

“Get Better” suena como una vieja canción folk, pero es la más directa y emotiva de toda vuestra carrera. ¿Es el tema que va a marcar un antes y un después en alt-J?

Yo creo que sí. En los discos anteriores siempre nos basábamos en películas, novelas y otras obras artísticas para escribir, pero ahora siento que tenemos más madurez emocional y una experiencia vital que nos va a llevar a hacer canciones más personales.

También cultiváis la sátira, como en “Hard Drive Gold”, que reflexiona sobre lo aparentemente fácil que es enriquecerse con las criptomonedas y que está plasmada como otro sueño, en este caso juvenil.

El tema de las criptomonedas es muy significativo de lo que el capitalismo está haciendo ahora mismo. Quizá lo haya hecho todo más democrático. Antes, los que tenían el poder de la información eran señores mayores con corbata que trabajaban en el mercado de valores y venían de una escuela privada carísima. Y ahora ya no parecen tan relevantes, porque aparentemente cualquiera se puede forrar muy rápido desde la pantalla de su ordenador si es un poco listo. Por otro lado, está la preocupación de si esto nos lleva a una sociedad ligeramente más anárquica, en la que no sabes qué es lo que está sucediendo.

Cuando te entrevisté en 2014 para esta misma revista, me decías que vuestros héroes musicales eran Radiohead. ¿Crees que alt-J puede haber abierto puertas similares para la normalización de otros grupos de pop complejo como black midi, Everything Everything…?

Es internet quien ha permitido que exista un nicho creativo y cultural bastante amplio. Hay mucha gente con intereses muy dispares, con lo cual ya no estamos en aquellos tiempos en que o tenías éxito o no eras nada. Hay grupos como These New Puritans, que no han llegado a tener un gran éxito comercial, pero que siguen haciendo música porque han podido encontrar a su público. Ahora mismo hay abiertas posibilidades a otros métodos como la suscripción. Los periodistas ya lo estáis empezando a hacer, pero puede ser una forma de subsistencia para los músicos también, gracias a plataformas como Songkick. Nosotros tenemos una discográfica convencional y un contrato convencional, pero me interesa ese modelo, podemos otorgar ese poder de que seáis nuestros mecenas y creo que el futuro es brillante en ese sentido. ∎

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