Una gira peninsular que está llevando a cabo con la excusa de ese “Episodes” (2022) que lo ha devuelto hacia el desposeimiento instrumental, hacia la forma depurada como vehículo preferente para llegar al oyente. Un distanciamiento circunstancial pero conveniente –como explicaba a Cesc Guimerà en esta entrevista para Rockdelux– con respecto a “Physical World” (2014) y “Blue Motel” (2018), caracterizados ambos por su sonido ochentero de producción más voluminosa. Pretexto idóneo para entregar una propuesta minimalista, sin capas aditivas. Bart Davenport se presentó el 30 de septiembre en la sala barcelonesa Heliogàbal con la única compañía de una guitarra española y una acústica, sabedor del impulso expresivo que es capaz de sonsacar de ambas y de sus virtudes orales.
Y así pergeñó el concierto desde el primer minuto, marcando silencio impositivo ante un público dispuesto a su disciplinado cumplimiento, inclinado, con una sonrisa cómplice inocultable, a la vera de su influjo. Se encontró así con una comodidad propia de alguien que juega en casa y que genera –desde su discurso musical y con la vitalidad y el humor que desprende– un confort para los que lo rodean. En su querida Barcelona, en una sala que tantas veces lo ha acogido y con algunos de los suyos arropando. Una tesitura que solo podía traducirse de la manera en que se tradujo: con un show acogedor, cándido, a ratos encantador.
Un concierto centrado principalmente en su “Episodes”, el cual empezó a desvestir con “All Dress In Rain” o “Alice Arrives”. Antes había adelantado el single “People Person”, que lanzará en noviembre con el apoyo logístico del sello Lovemonk. Siguió circulando por las cavidades lo-fi de su último trabajo, acurrucando con acordes de guitarra cristalinos su voz cálida, su confort escénico en tan reducido espacio, sus parlamentos con los asistentes. Y se explayó –reconociéndolo con discreto talante humorístico– en “Naked Man”, tema inspirado en un estudiante de su etapa en Berkeley que tenía la costumbre de andar en pelotas por el campus. Una audacia retratista innata que pinzó su memoria para recordar a Flowers, otro personaje –en este caso, local– que pide a gritos un tema propio. Sintió alivio ante las respuestas que le dio el público cuando se interesó por la suerte de este. Confirmó esa pericia como narrador y orador exquisito –tanto en clave sonora como interactuando verbalmente con su público– con “Creatures In Love”.
Tras el falso cierre, y con la promesa de deleitar con al menos un bonus track, Davenport jugueteó de nuevo con una larga lista de versiones apuntadas en papel como candidatas para cubrir el espacio dedicado al bis. Al final las elegidas fueron “North Marine Drive”, de Ben Watt; la pluscuamperfecta, y techo melódico de la noche, “Beechwood Park”, de The Zombies (gracias, Kiko Amat), y una de su propio cancionero que suena a clásico susceptible de versión: “Euphoria Or Everyone On Earth Is So Beautiful, Even You”.
Simple, efectivo, ágil, agradecido, entrañable, juguetón y fiable. Bart Davenport complació con variables cada vez más alejadas del circuito principal, pero que no pierden su pegada emocional en espacios orientados a su disfrute.
También respondió gratamente Hoven en la apertura de la velada. El cuarteto de Lleida fue una acertada selección para calentar la noche a través de una propuesta que parece surcar el folk de la campiña inglesa de décadas pasadas, sobresaltado por sacudidas jazzy que singularizan con el desempeño de su saxofonista. El concierto se edificó alrededor de su único EP hasta la fecha, “The Waters” (2022). ∎