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Componente ensoñador.
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Entrevista

beabadoobee: bubblegrunge para la generación Z

“Beatopia”, el segundo álbum de esta filipina afincada en Londres, ratifica el crecimiento sostenido y firme de la que ya se considera una de las nuevas voces más carismáticas de un indie sin prejuicios. Hablamos con ella tras su paso por Coachella y Glastonbury, cuando comenzaba una primera gira mundial que la va a llevar por cuatro continentes.

14. 09. 2022

Entre los hitos más destacados en la trayectoria de beabadoobee hasta el momento, me gustaría señalar uno que parece anecdótico pero que me ha resultado muy significativo. En 2019 publicó un single exclusivo para Spotify, con dos temas registrados en directo en los estudios Abbey Road de Londres. Uno era “She Plays Bass” y el otro una versión de “Don’t You Forget About Me”, el tema que Simple Minds grabaron para el filme de John Hugues “El club de los cinco” (1985) en un estilo grunge pero accesible, como si fuera interpretado por Veruca Salt. Para la artista, nacida en el año 2000, se puede considerar como un ejercicio de nostalgia superpuesta de dos tiempos no vividos por ella, pero también pone de manifiesto lo fácil que es identificarse con aquella cultura pop que consigue adquirir un impacto intergeneracional. No es que sea ese el caso de Simple Minds, en cuyos conciertos es difícil encontrar a personas menores de 50 años, pero sin duda sí sucede con las películas de Hughes, que siguen funcionando como un imán para los adolescentes en zozobra. Ya hay quien considera a beabadoobee como una de las voces de su generación pero, si lo es, será porque también ha sabido conectar con los mismos problemas que han tenido los weirdos de todas las generaciones anteriores, aunque ella no sea directamente consciente de ese factor. “Nunca he compuesto una canción pensando: ‘Voy a ser un modelo de comportamiento, la gente se va a identificar’. Simplemente intento escribir cosas que me ocurren a mí pero que le pueden suceder a otras chicas de 22 años que tienen exactamente el mismo tipo de problemas. Es algo que hago para mí misma, pero es muy bonito y gratificante que apele a otras personas. Eso me hace sentir menos sola, al igual que les hace sentir menos solas a ellas también”. De hecho, sostiene que la relación con sus fans es “muy cercana, muchas de las personas que me siguen son muy parecidas a mí, en la forma de vestir o en la música que escuchan; nos llevamos muy bien entre todos, me comprenden y me apoyan mucho”, apunta.

“Creo que cada vez hay más gente escuchando bandas de guitarras, y también haciendo música con ellas... Está teniendo mucha más influencia, incluso de TikTok, donde la música de décadas pasadas se ha convertido en tendencia. La gente, en general, creo que está escuchando todo tipo de música y no se plantea si tiene guitarras o no a la hora de disfrutarla”

En realidad, lo más sorprendente de Bea (como popularmente se conoce a la artista, de verdadero nombre Beatrice Kristi Laus) es su adscripción a aquel estilo que, mediados los años noventa, se bautizó como bubblegrunge, y del que hay quien considera que se está produciendo un resurgimiento con artistas como Snail Mail, Soccer Mommy, Waxahatchee, Lucy Dacus o incluso Hinds. No se ha esforzado en disimularlo mucho cuando ha grabado un tema titulado “I Wish I Was Stephen Malkmus” (en 2019), o incluso el citado “She Plays Bass”, que se puede considerar un homenaje a Eliana, su bajista y también uno de los personajes más cool de la actual escena indie pop londinense, aunque también tiene algo de la impresión que le causó en el pasado ver tocar a Kim Gordon en Sonic Youth y a D’Arcy Wretzky en Smashing Pumpkins.

Otros referentes que suele citar recurrentemente como inspiraciones para dedicarse a la música son Elliott Smith, Daniel Johnston, Kimya Dawson y Karen O, de quien versionó su tema “The Moon Song” en 2017, justo cuando estaba empezando. En realidad, Bea se inició en la música a los 13 años, pero se especializó en el violín. Fue a los 17 cuando decidió cambiarlo por la guitarra. El tema con el que aprendió a tocar ese instrumento fue “Kiss Me”, de Sixpence Non The Richer, hit canónico de lo que se puede entender como bubblegrunge. Y su influjo queda muy presente en el primer tema que compuso y grabó: “Coffee”.

Sentido de la melodía.
Sentido de la melodía.

Bea es hija de padres filipinos que emigraron a Londres cuando ella tenía tres años, y fue gracias a los discos de su madre como contactó con esta música. “Me enseñó muchas bandas, bandas lideradas por mujeres, y creo que eso me ayudó a encontrar mi camino a la hora de crecer musicalmente”, confiesa la artista. Pero ¿qué era lo que más le atraía de ese tipo de música? Ella, al otro lado de la pantalla de Zoom, contesta de forma tirando a desganada mientras se come unos snacks. En este caso, poniéndose a la defensiva. “Todo el mundo piensa que yo copiaba esa música a propósito, pero ese influjo iba surgiendo sin que yo me diera cuenta. Supongo que lo que más me ha empujado a enamorarme de esa época musical es que el modo de escribir aquellas canciones era como un gesto por el que no pedían disculpas. Componían para ellos mismos y no tenía por qué tener ningún sentido para nadie más, aunque sí lo tenía para el artista. Creo que yo quería reflejar eso en mi propia música”.

Sí asiente enfática a la pregunta de si sus canciones se pueden interpretar como un diario que refleja su crecimiento personal en tiempo real. Empezó a mostrarlas en su EP “Lice” (2018), al que siguieron el mismo año “Patched Up” y, ya en 2019, “Loveworm” y “Space Cadet”, todos ellos publicados por el sello Dirty Hit. Entre ambos años, apareció en la lista “Essential New Artists For 2019” en la revista ‘New Musical Express’, compartiendo espacio con Rosalía, Billie Eilish, Fontaines D.C, Squid y Bad Gyal, entre otros.

“Definitivamente, yo quiero que los festivales tengan carteles equilibrados y cabezas de cartel femeninas. Yo creo firmemente en esa idea, necesitamos más mujeres en el escenario que inspiren a otras mujeres, y que ayuden a que se sientan a gusto con quienes son. En festivales, en salas, programando más bandas compuestas en su totalidad por chicas… Sería algo realmente bueno y empoderador”

En 2020 llegó su primer álbum, “Fake It Flowers” (Dirty Hit), en 2021 el EP “Our Extended Play” y, en este 2022, “Beatopia” (Dirty Hit-Music As Usual, 2022), un nuevo largo con el que ha emprendido su primera gira mundial por cuatro continentes y actuaciones en festivales como Coachella, Glastonbury y el español Mad Cool. Aunque, de todas las fechas, era la de Manila la que más ilusión le hacía, ya que gran parte de su familia no la había visto jamás tocando en directo. No obstante, al preguntarle qué es lo que más ha retenido de la cultura filipina contesta que la gastronomía, básicamente, y el apego a una vida familiar que resulta inusual en la metrópoli londinense.

Beabadoobee –nombre artístico que comenzó siendo su alias de Instagram y que a ella le hacía gracia porque sonaba “como un Minion puesto de ácido”– está más cerca de la vertiente bubble que de la grunge, mucho más proclive a lo edulcorado y comercial que al desaliño y las aristas. Sus letras, hasta ahora, parecen muy mejorables, pero paradójicamente es en su simpleza y en su naturaleza directa donde pueden residir sus principales atractivos. Sus canciones suenan honestas y cercanas, auténticas, sin imposturas ni artificios. Frente al fake it until you make it, ella apuesta frontalmente por el this is me sin escatimar detalles sobre su vida privada. Alguna vez ha hablado abiertamente sobre su relación –bastante natural y tratada con dulzura, nunca con crudeza– con el alcohol y las drogas. Y muy presente, en gran parte de sus canciones, de sus entrevistas y de sus redes sociales, ha estado hasta el momento Soren Harrison, colaborador musical que fue su pareja durante siete años. Por lo que ha contado en otras entrevistas, acude al psicólogo desde que era niña y, un dato que no para de comentar, en los años en que acudió a una escuela católica femenina sufrió un bullying sutil pero constante que la sumió en una profunda depresión. La música, como a tantas otras personas, le salvó la vida en ese momento.

Valor añadido muy importante que no podemos pasar por alto es su voz, vulnerable e inocente, que hace ganar bastante impacto a sus canciones. Aunque en realidad domina varios registros, tal como refleja su nuevo álbum, mucho más ecléctico en sonido, pues se abre hacia la balada de poso R&B, la bossa nova y otros estilos. Puede que tanto namedropping sea excesivo en este artículo, pero en el momento de preguntarle qué ejemplo de carrera artística le gustaría a ella tomar como modelo, responde que… ¡The Cardigans!: “Tienen todos esos discos a través de los que se ve su crecimiento musical y como banda, las diferentes vibraciones que hay en cada álbum, y eso es algo que también me gustaría conseguir con mi música. En ‘Beatopia’, por ejemplo, quise grabar un álbum sin reglas, en el que fuese posible hacer todo aquello que quisiera en cada momento”.

Alegato feminista.
Alegato feminista.

En el ambiente general sigue flotando la convicción de que la gente joven ya no escucha música de guitarras. ¿Ella lo percibe también así, se siente una outsider dentro de su grupo de edad, o la realidad es otra?: “Creo que cada vez hay más gente escuchando bandas de guitarras, y también haciendo música con ellas”, concede la artista. “Está teniendo mucha más influencia, incluso de TikTok, donde la música de décadas pasadas se ha convertido en tendencia. La gente, en general, creo que está escuchando todo tipo de música y no se plantea si tiene guitarras o no a la hora de disfrutarla o de captar si la persona que la hace es honesta o no y si le importa. Creo que eso es lo único relevante”, afirma.

Precisamente fue en TikTok donde, de carambola, obtuvo su primer éxito viral. Fue a comienzos de 2020 gracias a la canción del rapero canadiense Powfu “Death Bed (Coffee For Your Head)”, cuyo sample de “Coffee” era tan prominente que beabadoobee acabó coacreditada como compositora y cantante. Sigue siendo, con abismal diferencia, su tema más escuchado, aunque su valedor más decisivo en la industria ha sido Matty Healy, líder de The 1975 y también compañero en Dirty Hit. Fue la banda afincada en Mánchester quien le ofreció una importante exposición al llevársela como telonera en su gira de 2020. El propio líder y el batería George Daniel produjeron “Our Extended Play”, un EP de transición que contiene la que, probablemente, sea la mejor canción de su carrera, la brillante y encantadora “Last Day On Earth”. Los dos músicos vuelven a colaborar en un par de temas de “Beatopia”, pero en esa relación de, digamos, padrinos y protegida ella ha intentado influir poniendo sus propias reglas. Por ejemplo, solo aceptó abrir para The 1975 en eventos que tuviesen una política de paridad de género: “Definitivamente, yo quiero que los festivales tengan carteles equilibrados y cabezas de cartel femeninas. Yo creo firmemente en esa idea, necesitamos más mujeres en el escenario que inspiren a otras mujeres, y que ayuden a que se sientan a gusto con quienes son. En festivales, en salas, programando más bandas compuestas en su totalidad por chicas… Sería algo realmente bueno y empoderador. Estoy al cien por cien con eso”, concluye. ∎

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