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Para un incondicional de la música de Big Thief, una entrevista con su guitarrista Buck Meek supone una oportunidad para intentar comprender los entresijos de estas canciones tan singulares. Como excusa sirve la publicación de “Haunted Mountain” (4AD-Popstock!, 2023), su tercer trabajo fuera de la órbita del grupo madre. Un disco que se agarra a la tierra sin pretender cebarse en las raíces, algo distinto –por luminoso y elaborado– al anterior “Two Saviors” (Keeled Scales, 2021), aunque mirando desde el rabillo del ojo a Texas.
De hecho, él es quien aporta los detalles americanos al estilo de la banda más allá de las estructuras folkies de Adrianne Lenker, su exesposa y la que da sentido a la existencia de la formación: “Empezamos Big Thief sin un motivo concreto. Hacíamos música para conocernos”. Fueron a dar con un estilo indescriptible, único, donde el respeto por las acústicas –y lo tradicional– no impedía destellos de arrebato eléctrico incandescente, fundiendo la intensidad de una cantautora al límite sensorial con el apego de James Krivchenia por lo experimental: “Es el retrato de unos amigos procedentes de diferentes ámbitos. Yo venía del mundo del blues, de Texas, del western swing y del ragtime, influido por estilos como el country o sonidos de guitarra como los de Bob Wills & The Texas Playboys. James venía de Chicago, del punk rock compaginado con electrónica y ambient. Adrianne tenía su universo intimista propio, y Max tocaba jazz. Si a esta diversidad le sumas los distintos estados de ánimo de los miembros cada día, obtendrás el espectro completo”.
Esta colisión de influencias obviamente dejaba cabos sueltos interesantes a los que a los componentes de la banda no les apetecía renunciar, de ahí que tanto Adrianne como James y Buck apostasen por trayectorias paralelas individuales: “No puedo hablar por los demás. Para mí es una manera de documentar mi vida. Es muy curativo componer y después ver reflejado algo de tu vida en una canción. Cuando estoy en Big Thief, mi función es la de guitarrista o ayudante de Adrianne en pulir la composición. Al igual que los demás, cuando estamos juntos no tocamos pensando en las individualidades. Es como una familia intentando salir adelante juntos”. A este respecto, la reflexión cobra cuerpo cuando Buck toca algún tema de sus discos en un set de Big Thief, como por ejemplo “Secret Side”, y vemos a los miembros sentarse en la tarima escuchándolo (nada de irse del escenario a refrescarse). “De hecho, son casi mis mejores amigos y me siento más seguro sobre el escenario si se quedan”, afirma.
La promo de “Haunted Mountain” intenta venderlo como un álbum influido por el amor. No sé si Buck está de acuerdo. “El amor definitivamente tuvo mucho que ver en la composición. En formas distintas”, confirma él. Un estado de gracia apreciable desde los latidos iniciales de “Mood Ring” hasta la delicadeza con tintineos de caja de música de “Didn’t Know You Then” o la empatía emocional de “Where You’re Coming From”. Si algo, no obstante, lo distingue del disco anterior es la presencia de Jolie Holland, ex The Be Good Tanyas, sobre todo en la composición de cinco canciones: “Recuerdo que Jolie influyó mucho en mi adolescencia. Me impactó mucho entonces escuchar ‘Catalpa’ (2003) y ‘Escondida’ (2004). Después, cuando llegué a Nueva York y me enteré de que Jolie estaba anunciando en Facebook clases para cantautores, me apunté, fui a su casa y nos hicimos amigos. Esto ocurrió hace más de diez años. Habíamos tocado antes, pero no nos hemos sentado a componer juntos hasta ahora. Ha sido toda una experiencia hacerlo con alguien con quien había crecido musicalmente; y además, por tratarse de una de las compositoras vivas más importantes”.
Y en “The Rainbow” surge el nombre de Judee Sill, la turbulenta cantautora fallecida en 1979 y protagonista del documental “Lost Angel. The Genius Of Judee Sill” (Andy Brown y Brian Lindstrom, 2022) con participación de Meek, quien ha tenido acceso a textos inacabados de ella, utilizando uno de ellos para componer la canción. Seguramente debe haber más casos de malditismo reivindicable como el de Sill. “La alemana Sibylle Baier, por ejemplo. O Connie Converse. Uno de los que más me interesan es Tucker Zimmerman. Nació en San Francisco en los cuarenta, estuvo conectado con restos de la generación beat y el entorno de Bukowski. Se fue a Roma en 1968 a estudiar música clásica y se quedó grabando en Bélgica, donde montó un estudio. Sigue activo publicando discos muy bonitos. También proliferan casos de músicos aparentemente perdedores que no lo son en Texas, por ejemplo los de la escena de country ‘seventies’ de Austin. Procedo de un pueblo cercano, Wimberley, y algunos residían allí. Me influyeron mucho autores como Butch Hancock y Terry Allen, al igual que guitarristas como Slim Richey”. No solo Buck se ha animado de pronto. Yo también, pues se convirtieron en referentes para mí desde que The Clash promovieron a Joe Ely en 1977, quien a su vez iba de la mano de The Flatlanders, Jimmie Dale Gilmore, etc. El clic se ha producido y el tono de la conversación cambia: “Desde los 16 años suelo asistir al festival de cantautores de Kerrville, a unas dos horas en coche de Austin. Te lo recomiendo. Es muy comunitario, con los músicos tocando para la gente a veces alrededor de una hoguera. Muchos son músicos regionales sin haber publicado ningún disco, pero son increíbles, y es todo un placer escucharlos rodeado por gente con la que sintonizas”.
Otra sorpresa es, tras haberse dejado producir por el eminente Andrew Sarlo en “Two Saviors”, ver ahora a un hombre –aún más– de la casa como Mat Davidson al mando de “Haunted Mountain”: “Mat es tal vez uno de mis más viejos amigos, y de los más cercanos. Nos conocimos en 2012 y hemos pasado miles de horas haciendo música juntos, viajando por todo el país, durmiendo en furgonetas, el uno teloneando al otro, etc. Mat ha participado en casi todos los discos de Big Thief, ha abierto para ellos con su proyecto Twain. También lo admiro como compositor; para mí uno de los mejores a día de hoy. Y además uno de los mejores técnicos grabando, como productor, sobre todo en sus propios discos: la elección de las canciones, los músicos que consigue reunir. Admiro su manera de capturar el sonido y el espíritu de la pieza. Y es asimismo miembro de la banda desde hace años; muy implicado. De hecho, fue él quien dio un paso adelante y se postuló para producirlo, pensando que no necesitábamos un productor externo. Quería escucharnos autoproduciéndonos, y dijo que él podía liderar el proceso”.
Pese a la excelente recepción de “Haunted Mountain” y las inquietudes individuales de Meek –como su participación en el documental “Shadow Kingdom. The Early Songs Of Bob Dylan” (Alma Har’el, 2021) filmando uno de los últimos conciertos de Bob Dylan–, los fans de Big Thief siguen implorando alguna pista acerca del futuro musical de la banda: “De momento puedo adelantarte que Big Thief ha terminado recientemente una colaboración con Tucker Zimmerman. También estamos componiendo mucho. Adrianne siempre está componiendo. No para”. Entretanto, seguiremos escuchando a Buck Meek, y dentro de poco disfrutaremos del disco de Jolie Holland. Sin perder de vista el retoño de Mat Davidson en Twain, ese gran pedazo de introspección titulado “Noon” (2022). La familia crece. ∎