No queremos presentar los diez “mejores” temas de
Cabaret Voltaire, aunque lo hacemos, con las habituales reservas sobre la dificultad, variabilidad o subjetividad de la discriminación. Todos estos condicionantes son meros apriorismos de un ejercicio netamente gozoso como es la confección de listas. Una sugerencia adicional podría ser su escucha secuencial, no de “peor” a “mejor”, por decirlo rápido y mal, sino de corte más antiguo a más moderno. Sería una buena forma de percibir la incansable transformación de la banda de Sheffield con destino final en la encarnación final del proyecto de Richard H. Kirk.