Colleen, un adiós programado. Foto: Óscar García
Colleen, un adiós programado. Foto: Óscar García

Entrevista

Colleen: el arte de desaparecer

Colleen presentó su disco más reciente, “The Tunnel And The Clearing”, en una terna de dobles conciertos de pequeño aforo en Barcelona durante todo el fin de semana del 21 al 23 de mayo. Fue una de las últimas ocasiones de verla en directo, ya que este verano se despedirá de los escenarios. Hablamos con la artista de este mutis inesperado y de la sensibilidad orgánica de los instrumentos electrónicos.

Cécile Schott, la creadora tras Colleen, ha decidido dar otro vuelco a su carrera y centrarse en la creación, y en vivir. No es extraño que, al final de nuestra conversación, cite a Mark Hollis y su escapada hacia el silencio. Como él, admira el arte de desaparecer.

Sábado, 22 de mayo, 17 horas. La coqueta sala de la galería Chiquita Room, en Barcelona, acoge el segundo día con el doble programa de Colleen, que se extiende durante todo el fin de semana del 21 al 23 de mayo, con dos pases diarios. Un directo para una quincena de espectadores en el que presenta su último disco, “The Tunnel And The Clearing” (Thrill Jockey-[PIAS] Ibero América, 2021), rodeada de un pequeño arsenal de instrumentos electrónicos, principalmente de tecnología analógica y de la segunda mitad del siglo XX. Las notas se generan en un pequeño teclado Yamaha Reface YC que reproduce diversos sonidos de órgano, que Colleen manipula a través del sintetizador Moog Grandmother y de una serie de filtros. También interviene el Roland RE-201 Space Echo, un clásico generador de espacios sonoros mediante eco y reverberación. El ritmo lo marca la Elka Drummer One, una venerada caja de ritmos italiana de 1969.

Para la plasmación en directo de los temas, Schott utiliza plantillas en las que señala las diferentes combinaciones de todos los componentes para conseguir los sonidos que quiere reproducir. A pesar de su cuidado en la revisión de los esquemas, en algún momento falta conectar algún elemento y notamos la tensión a la hora de intentar descubrir cuál es el equipo que no está cumpliendo con su función. Es el tetris de la música electrónica, en la que estableces circuitos de sonido que pueden interrumpirse ante cualquier error. A pesar de los momentos de incertidumbre, el concierto se desarrolla con emotividad y, más tarde, Cécile explicará, dicharachera, que se ha sentido muy a gusto interpretando sus piezas, como “Implosion-Explosion”, que ha alargado en el tiempo y cuyo ritmo de bossa nova y chachachá seguimos con los pies.

“La electrónica está próxima a la experiencia humana, porque abrir y cerrar frecuencias es como manipular las ondas emocionales que nos atraviesan a todos”

Finalizada la actuación, nos presenta sus instrumentos, como si se tratara de los músicos de su banda de acompañamiento. Admiramos los movimientos de los pliegues de la cinta magnética en el Space Echo, que serpentean en zigzag como dotados de vida mientras ejecutan una danza mágica para manipular el sonido. Explica que los viejos instrumentos analógicos son a veces impredecibles y que su sonido fluctúa dependiendo del entorno en que se encuentran. Es decir, interactúan y modifican su respuesta, como si se tratara de intérpretes. Esa cualidad de su carácter, esa capacidad de modificación de sus patrones, los hace atractivos para la creadora francesa.

En la galería Chiquita Room, en Barcelona, el 22 de mayo. Foto: Óscar García
En la galería Chiquita Room, en Barcelona, el 22 de mayo. Foto: Óscar García

Como sus instrumentos, Cécile evoluciona y varía con cada creación. Su último disco es la respuesta a los recientes cambios en su vida. El traslado a una nueva residencia, de San Sebastián a Barcelona, y la finalización de una larga relación son elementos que han influido a la hora de crear su trabajo. “Siento que mi obra se está vinculando más a mi experiencia personal –explica la artista en una charla que mantenemos un día después de finalizar la maratón de conciertos–. En este disco, los cambios de armonía expresan una mayor gama de emociones porque he sentido cosas que no había sentido antes. Fueron seis meses de composición y grabación, tras la ruptura. No utilicé nada de lo que había preparado antes, porque sentía que tenía que empezar de nuevo”.

Sea lo que sea aquello que le influye, la trayectoria de Cécile se podría definir como un cambio perpetuo, fruto de su ansia por aprender: “En la música siempre he querido expandir los límites de aquello que estoy haciendo. Empecé con instrumentos clásicos, que tocaba con la libertad del principiante, a mi manera”. Tras expresarse a través de instrumentos antiguos, como la viola de gamba, Cécile se acercó al mundo de la electrónica analógica: “La gente los asocia a sonoridades frías, pero es todo lo contrario; los filtros me sugieren la experiencia humana, porque abrir y cerrar frecuencias es como manipular las ondas emocionales que nos atraviesan a todos”

Le comento que su acercamiento desprejuiciado a la música y la combinación de instrumentos electrónicos y acústicos me recuerda a Robert Wyatt. Se muestra emocionada por la comparación y comienza a citar artistas que le encantan, como Love, Suicide, Can y Arthur Russell. Todos ellos, según afirma, forman parte de una larga escuela de creadores que han encontrado un punto de encuentro entre la melodía y la experimentación, que crean “canción rara”, una forma de composición con la que Colleen también se define a ella misma. 

“He hecho más de 230 conciertos, casi todos internacionales. Es hora de cerrar un capítulo”. Foto: Óscar García
“He hecho más de 230 conciertos, casi todos internacionales. Es hora de cerrar un capítulo”. Foto: Óscar García

Ha decidido dejar de hacer conciertos: los de Barcelona han sido la antesala a su adiós definitivo, que tendrá lugar el 7 de agosto en la sala londinense Kings Place. Le pregunto si es por la tensión de presentarse ante una audiencia y me responde que es algo más complejo: “Hay mucho trabajo administrativo tras la organización de conciertos, tienes que pasar por una gran burocracia. Además, utilizando instrumentos ‘vintage’, es muy difícil gestionarlo. He hecho más de 230 conciertos, casi todos internacionales. Eso significa vuelos, dormir poco y mal; tiene un alto coste para la salud tanto física como mental”.

También es una cuestión de gestión del tiempo: “A nivel creativo, siento que todavía tengo muchos discos dentro de mí y he de dedicarme a ellos. Es hora de cerrar un capítulo. Me siento aliviada por mi decisión. Compongo, interpreto, grabo, hago la mezcla y produzco. Es mucho trabajo y algo tiene que irse”

Justo antes de despedirnos, noto que sigue reflexionando sobre sus decisiones y me presenta el ejemplo de Mark Hollis, el líder de Talk Talk, que decidió abandonar el mundo de la música y desaparecer del foco mediático. “La gente pensaba que era una especie de ermitaño, que estaba recluido, y era todo lo contrario. Cuando estás tan dedicado a la música es cuando te recluyes. En cambio, si escoges la opción de reservar momentos para ti, puedes socializar y hacer otras cosas. Vecinos suyos decían que lo encontraban en el pub y era la persona más encantadora del mundo. Se trata de decidir si quieres que tu ego se alimente mediante el reconocimiento de otras personas o si prefieres disfrutar de todas las cosas positivas que te ofrece la vida”. ∎

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