Patrick Haggerty (Lavender Country).
Patrick Haggerty (Lavender Country).

Informe

Country queer: vaquer@s del orgullo

La sinestesia asociada al country nos lanza una imagen que perpetúa el axioma de que ha sido, es y será un género musical política y culturalmente conservador. Homofóbico y parroquial. Como, precisamente –seguimos, por extensión, con la misma sinestesia–, se supone que son también los valores de sus fans: familiares, tradicionales, maritales. Sin embargo, ¿surfean todos los fans de The Beach Boys?, ¿ha hecho alguna vez Brian Wilson un hang ten? Las respuestas: no y no.

Guste o no, y como las religiones no son fiables, para entender bien algunas cosas hay que practicar sí o sí un noble arte profano: abrazar dos ideas contradictorias en tu mente al mismo tiempo y entender que ambas son ciertas. Eso es justo lo que pasa en la canción “A Boy Named Sue” de Shel Silverstein, popularizada en 1969 por Johnny Cash, donde el protagonista, Sue, tiene tantos motivos para odiar a su padre (en su caso, por haberle puesto un nombre de mujer) como para quererlo. De la misma manera, tan cierto es que el country contiene todos esos tópicos que se apuntan en el párrafo de la entradilla, el de la sinestesia, como que en su seno se halla también todo lo contrario. Así que muchas gracias, “Brokeback Mountain” (Ang Lee, 2005), por ser la película que hace quince años asaltó en dos horas y cuarto la mitología envenenada de la moral vaquera dominante, logrando (creo, espero, deseo) que muchos de quienes la vieron puedan decir ahora lo mismo que el protagonista de “A Boy Named Sue”: “Y salí de allí con un punto de vista diferente”. Amén.

Todo eso, lo del filme de Ang Lee, pero con un tono hilarante, lo anticipó Neb Sublette en la satírica “Cowboys Are Frequently, Secretly Fond Of Each Other” –comparando en ella la subcultura del cuero que comparten algunos vaqueros y gays–, con frases como “¿de qué pensabas que iba todo eso de los sillines y las botas?”. Sublette compuso la canción en 1981, pero, aunque la interpretaba en directo, no la grabó hasta 1984. Fue en 1987 cuando Tony Garnier, que estaba a solo dos años de convertirse en el bajista de Bob Dylan (y ahí sigue), se la pasó en casete a Willie Nelson, quien la convirtió en una de sus favoritas durante los trayectos en autobús cuando estaba de gira. También empezó a recomendarla en entrevistas. Tras el éxito de “Brokeback Mountain” (a cuya banda sonora contribuyó con una versión de “He Was A Friend Of Mine”), decidió versionarla y sacarla como single. Fue la primera canción LGBT, en 2006, puesta en circulación por un artista mainstream de country en una multinacional. Tres hurras para Willie, que en 2009 tiró de gracia humorística y publicó la canción “Ain't Goin’ Down On Brokeback Mountain”, con el estribillo “esa mierda no está bien”, riéndose así de los estereotipos homofóbicos al estilo del Randy Newman de “Rednecks” con los blancos sureños conservadores. Años después, Nelson declaró: “Nunca he pensado en el matrimonio como algo solo entre hombres y mujeres. Aunque nunca me casaría con un tío que no me gustase”.

Bessie Smith y Ma Rainey.
Bessie Smith y Ma Rainey.

Todo es de antes de ayer, así que...

… echemos un vistazo a los inicios. Que es como preguntarse ¿desde cuándo ha existido la comunidad musical queer? Posiblemente, desde que existen los documentos. Es decir, posiblemente ¿desde siempre? Empecemos por el siglo XX, para ir acotando. Pensemos en los inicios del blues, por ejemplo, tan entonces primo hermano del country, y en aquellas grandes damas lesbianas que propulsaron el género, como Bessie Smith o Ma Rainey (ambas, casadas con hombres), o en un tema como aquel “Prove It All Night Blues” que la segunda cantaba en 1928: “Salí anoche con muchos de mis amigos, deben haber sido mujeres, porque no me gustan los hombres”. Pensemos en aquellos años de la “locura mariquita” (pansy craze; 1930-1933) que tanto marcaron al underground cultural estadounidense y sembraron el terreno, antes de que el Código Hays (1934-1967) cortara esas alas desde Hollywood con su férrea doctrina de autocensura. Así que, acotando más esos pensamientos, pensemos en pioneros. Y en una formación de country como The Prairie Ramblers, originarios de Kentucky, que firmaban sus canciones como Sweet Violet Boys cuando estas contenían letras escandalosas, que picaban, con sal y pimienta. Eran las que escribía su pianista, Bob Miller. Ahí va una, de 1939, “I Love My Fruit”: “Siempre tengo hambre de plátanos, que es algo que casi parece un pecado, pero están tan buenos que cuando termino de comérmelos todavía me encanta mordisquearles la piel”. Cuando uno escucha algo ciertamente estupendo por primera vez, no sabe qué está escuchando. Dicho lo cual, tampoco hace falta ser un lince para que “I Love My Fruit” nos lleve al “Tutti Frutti” (gay, en argot) de Little Richard, que se publicó dieciocho años después (en 1957) y cuya letra original y lasciva, que no fue la que Richard Wayne Penniman grabó, decía cosas como esta: “Tutti Frutti, buen culito, si no entra, no lo fuerces, puedes engrasarlo, para facilitarlo”.

“Todo va a ir bien, solo recuerda esto: no eres mejor que nadie de ellos, pero eres tan malditamente bueno como ellos, así que si alguien te hace sentir mal por ser homosexual, pégales con tu bolso”. Son las palabras que dijo su padre a Patrick Haggerty cuando este empezó a ir al instituto. Patrick, fundador del grupo Lavender Country, firmó con su homónimo, reivindicativo e irreverente disco de debut de 1973, que desprendía buena brisa de outlaw country, el primer álbum descaradamente queer del género. Desde pequeño lo tuvo claro: “Mi padre me quería, así que yo me quería. Mi padre estaba orgulloso de mí, así que yo estaba orgulloso de mí”. No en vano, iba a la escuela en el coche de su progenitor luciendo el vestido largo de purpurina de la mascota del colegio, Peppy Pat, personaje que había creado el propio Patrick. Todo eso en la década de los cincuenta del siglo XX en una zona rural de Washington. Anticipándose ya y sin saberlo al Elton John estrafalario. Lógico que al crecer Haggerty no se cortara al componer canciones como “Gay Bar Blues”, “Back In The Closet Again” o “Cryin’ These Cocksucking Tears”. Y hablando de Elton John, en 1970, seis años antes de declararse bisexual (se quedó a medias), publicó un gran disco de country-rock, “Tumbleweed Connection”, que bordea el estatus de clásico del género, o debería.

Wlma Burgess.
Wlma Burgess.

Así que todo (muy poco a poco) ha sido un “I fought the law and... law lost!”

Aunque en la vida andemos de lamento en lamento, lo importante es ir envejeciendo bien. Y sobre todo –y más si pensamos en plural y sin ego– que lo hagan las leyes, aunque a muchas de las que sobran les cueste tanto morirse. Ejemplos: 1) hasta 1967, con la Sexual Offences Act, no se discriminalizó la homosexualidad en privado en Inglaterra y Gales (pero solo para los mayores de 21 años); 2) hasta 1969, con los neoyorquinos disturbios de Stonewall, no se puso la primera piedra del movimento de liberación gay (el afroamericano de los derechos civiles dio sus primeros pasos en 1955); y 3) hasta 1996 las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo estaban penalizadas en Tennesse –no olvidemos que la capital oficial de ese estado es Nashville, que es a su vez la capital oficiosa del country–; tampoco olvidemos que en 1996 se produjo el primer logro en la obtención de antimateria (nueve antiátomos de hidrógeno), un hito científico: la Tierra y sus muy distintas velocidades no deja de sorprendernos.

Con esos panoramas alrededor, tres hurras también para una guerrera como Wilma Burgess y su quincena de hits en las listas de country & western entre 1965 y 1975. Era una lesbiana declarada (la primera en el country) que, si bien rechazaba despertar misericordia (y por eso se retiró en 1978), grababa canciones sin hacer referencias de género específicas, pues prefería ser neutra o ambigua. Eso sí, llegó a un acuerdo con su productor, Owen Bradley, para saltarse ese trato y registrar temas con títulos como “Ain’t Got No Man” si a cambio él la dejaba incluir en sus discos composiciones que a ella le gustaban y a él no. Más datos: a finales de la década de los ochenta abrió The Hitching Post, el primer bar lesbiano de Nashville (solo para mujeres, donde actuaba con regularidad); jugaba muy bien al póquer y estando de gira con Ernest Tubb, icono casi fundacional del honky-tonk, le vació el bolsillo a él y al conductor de su autobús; en 1965 compró la casa que Patsy Cline había tenido en Nashville; cuatro años más tarde hizo lo propio con el autobús de gira de Jim Reeves, referente del Nashville sound

Patsy Cline.
Patsy Cline.

Hemos citado a Patsy Cline. Wilma Burgess moldeó su perfil alrededor suyo. k.d. lang hizo lo mismo. Patsy, la gran y hetero Patsy, el icono lésbico del country, su santo y seña: sus peinados, sus pantalones, aquella manera tan desarmante de destilar el desamor. Pasa que a veces la gente necesita creer desesperadamente en alguien, fascinarse, y alquila a un fabricante de lluvia. Le ocurrió a k.d. lang, quien inició su carrera en The Reclines, una banda de tributo a Cline, y luego no paró hasta conseguir que Owen Bradley, el productor histórico de Cline (y también de Burgess, como hemos dicho antes), abandonase su dorada jubilación para hacerse cargo de su aclamado álbum de debut, “Shadowland” (1988). En él colaboraron en el tema que lo cerraba, “Honky Tonk Angel’s Medley”, tres de las voces femeninas más legendarias del género: Loretta Lynn, Kitty Wells y Brenda Lee. Le dieron así a k.d. una tremenda bienvenida: de la vieja realeza a la nueva realeza, desde el primer minuto. El videoclip de esa canción (y el de una actuación televisiva donde lo presentaron) corrobora que hubo comunión. Y demuestra que lang lucía como un nuevo Elvis. ¿Homofobia country? My ass. Recordemos que aún faltaban ocho años para que Tennessee despenalizara las relaciones sexuales entre personas del mismo género. But those girls fought the law and...

k.d. lang reinando en las portadas de 'The Advocate' y 'Vanity Fair'.
k.d. lang reinando en las portadas de 'The Advocate' y 'Vanity Fair'.
Así que, desde que en junio de 1992 k.d. lang salió del armario en un artículo de ‘The Advocate’ y en agosto de 1993 protagonizó aquella portada de ‘Vanity Fair’ con Cindy Crawford en tórrida actitud, los apoyos heteros a la causa empezaron a multiplicarse desde dentro del country, y han seguido creciendo sin parar. Tanto por parte de ellas (Carrie Underwood, Dixie Chicks –ahora, The Chicks–, Dolly Parton, Faith Hill, Jennifer Nettles, LeAnn Rimes, Martina McBride, Reba McEntire, Taylor Swift, Wynonna Judd...) como de ellos (Garth Brooks, Rascal Flatts, Tim McGraw, el antes citado Willie Nelson...). Y el armario ha seguido bien abierto este siglo XXI, para que sigan saliendo ellas (Amythyst Kiah, Brandi Carlile, Brandy Clark, Chely Wright, Karen & The Sorrows, Mary Gauthier –la mejor del lote, si solo escoges una–, Sarah Shook & The Disarmers, Shelly Fairchild, Trixie Mattel...) y ellos (Billy Gilman, Brandon Stansell, Cody Alan, Lil Nas X, Little Bandit, Orville Peck –el mejor del lote, si solo eliges uno–, Shane McAnally, Ty Herndon...). ∎

Orville Peck

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Hijo de un ingeniero de sonido, este inquieto canadiense fue atravesando episodios a medida que crecía (de niño puso su voz en off en series de animación, en su pubertad estudió ballet, luego se dedicó al teatro musical) hasta que a mediados de su veintena aterrizó en la London Academy Of Music And Dramatic Art. West End boy. Y allí vio una luz. Y vio el country. Firmado con su seudónimo de Orville Peck, su autoproducido disco de debut, “Pony”, salió en marzo de 2019 y bien pronto empezó a lloverle gloria desde el ‘Billboard’ estadounidense: llegó al número 5 en la lista Top Heatseekers (la de nuevos artistas), al 27 en la indie, al 94 en la de ventas... También le llovió desde su país: nominado para los Polaris Music Prize, en los Juno Awards como Alternative Album Of The Year. Y en los 2AIM Libera Awards ganó dos de las cuatro nominaciones que le cayeron, la de nuevo artista y la de mejor álbum country. Todo eso para alguien diferente, que empezaba una canción como “Big Sky” diciendo: “Me enamoré de un jinete; un rey sucio, una corona negra”. En la siguiente estrofa se enamora de un boxeador. “Nunca he sentido que tenga que declararme como un artista gay. Nunca he sentido tampoco que eso sea algo a discutir sobre mí. Esas experiencias de mis canciones me sucedieron desde la perspectiva de un hombre gay. Es una gran parte de lo que yo hago y es una gran parte de lo que soy, pero no se trata para mí de ser visible porque soy un hombre gay. Se trata simplemente de ser lo más sincero posible”.

Acabó bien posicionado en medios internacionales en las listas de los mejores discos de 2019 (número 10 en ‘Clash’, 36 en ‘Thrillist’, 39 en ‘NME’, 79 en ‘PopMatters’) y bien reseñado también (“Ya sea por tratar de superar las ansiedades de quedarse quieto sin un sentido particular de tener un hogar, tanto en sentido figurado como literal, ya sea por los recuerdos agridulces de relaciones fallidas, los deseos de Peck son eternos y se revelan para que todos los aprecien y lloren”, ‘The 405’; “Los clichés masculinos no están presentes, en cambio se concentra en la intimidad, ternura y ambigüedad”, ‘Mojo’). Noir country-pop con atmósferas de misterio, como si Lana Del Rey y Chris Isaak se fundieran en el lecho de Jack Antonoff y pariesen a un nuevo Alan Vega that goes country. En 2020 llegó su EP “Show Pony”, para ir aplacando la trempera nocturna. ∎

Pasos recientes

Kacey Musgraves es ahora Patsy Cline

Quien busque una nueva Patsy Cline en la música country actual debe fijarse en Kacey Musgraves. Es ella. Levanta como nadie puentes entre la parte conservadora del género y la que Kurt Cobain calificaría como “come as you are”. Kacey no se corta, sobre todo al proclamar la autoaceptación. Como en “Follow Your Arrow” (“besa a un montón de chicos o besa a un montón de chicas, si eso es algo que te gusta”) y “Merry Go 'Round” (“No importa si no crees, ven el domingo por la mañana, será mejor que estés allí, en la primera fila, como se supone que has de estar, el mismo dolor en cada corazón, el mismo tráiler, diferente aparcamiento”), ambas canciones de su debut “Same Trailer, Different Park” (2013).

You're fired, Mike Huckabee!

En 2018, Mike Huckabee, quien, entre otras cosas, fue gobernador de Arkansas entre 1996 y 2007 y ejerció de pastor baptista entre 1980 y 1992, tuvo que renunciar ipso facto (duró un día) al ser elegido para la junta directiva de la Country Music Association Foundation, tras recibir críticas de numerosos miembros de la industria del country. El motivo: varias declaraciones suyas donde comparaba el matrimonio gay con el incesto y la poligamia. Entre los pesos pesados que mostraron su público rechazo a Huckabee estaba Jason Owen, un declarado homosexual, casado con su novio y padres ambos de tres hijos, copresidente de Monument Records y propietario de Sandbox Entertainment, quien dijo sentirse “gravemente ofendido al ver que mi familia no es bienvenida en su América”.

Se quiere a quien se quiere

La canción “Most People Are Good”, grabada por Luke Bryan e incluida en su sexto disco de estudio, “What Makes You Country” (2017), llegó a lo alto de los Billboard Country Airplay estadounidenses y de los Billboard Country canadienses. También fue número 4 en el Hot Country Songs y llegó al número 43 del Billboard Hot 100. Poder mainstream total cuyo estribillo contenía una declaración que caló fuerte en la comunidad LGTB: “Creo que amas a quien amas, no hay nada de lo que debas avergonzarte por ello”. Para subrayar por dónde iban los tiros, en el videoclip del tema se ven parejas gays y familias con padres del mismo género. ∎

Discos con actitud

WILMA BURGESS
“Don't Touch Me”
(Decca, 1966)

Aún no exhibía la imagen de marimacho de las portadas de sus siguientes álbumes, pues fue en esta, la de su debut, cuando lució más femenina. Y por ironías de la vida, su single ariete, que debía ser “Don't Touch Me”, salió poco después de la versión que de esa canción hizo Jeannie Seeley, y esta última llegó más arriba en las listas. También tiene su ironía que “Baby”, el tema del álbum que más triunfó, no dejase de ser una reminiscencia del “Crazy” de Patsy Cline.

LAVENDER COUNTRY
“Lavender Country”
(Gay Community Social Services Of Seattle, 1973)

Con una edición inicial de solo un millar de copias, prensadas con la ayuda de la comunidad gay de Seattle y vendidas gracias al boca a boca y anuncios en revistas homosexuales, el debut de la banda liderada por Patrick Haggerty (reeditado a principios de 2014 por el sello Paradise Of Bachelors), con un punto amateur, pero entusiasta y valiente, alzó el telón para lucir lo queer como bandera: “Hay leche y miel fluyendo cuando soplas la trompeta de Gabriel” (de “Come Out Singing”).

k.d. lang
“Shadowland”
(Sire, 1988)

Después de sus dos primeros discos –“A Truly Western Experience” (1984) y “Angel With A Lariat” (1987), donde no se sabía si iba en serio o no, su tercer álbum confirmó que sí, que la canadiense se tomaba el country con mucho rigor y gravedad. Tanto que recurrió como productor a Owen Bradley, para que hiciera con ella lo mismo que con Patsy Cline. Wilma Burgess o Brenda Lee: barnizar una obra clásica, digna de ser imitada. Countrypolitan redivivo, casi treinta años después.

MARY GAUTHIER
“Drag Queens In Limousines”
(In The Black, 1999)

Su segundo disco la sacó a la superficie: ganó la primera edición, en la categoría de mejor canción, en los Annual Independent Music Awards; fue nominada como mejor artista del año en los Boston Music Awards; y tres nominaciones más cayeron en los Gay And Lesbian Music Awards, ganando la de mejor artista country del año. De su último álbum, “Rifles And Rosary Beads” (2019), dijeron en 'The Independent': “Silencia tus redes sociales y presta atención a estas historias”.

ORVILLE PECK
“Pony”
(Sub Pop, 2019)

Ataviado con una camisa a lo Nudie Cohn (el que diseñó la de Gram Parsons para la portada de “The Gilded Palace Of Sin” de Flying Burrito Brothers y el abrigo de lamé de Elvis Presey en la de “50.000.000 Elvis Fans Can't Be Wrong”) y una máscara de flecos propia de un primo de Marshmello, el debut del canadiense logró que la revista online ‘Queerty’ lo nombrase uno de los cincuenta héroes que “lideran la nación hacia la igualdad, aceptación y dignidad para toda la gente”. ∎

Miguel Martínez selecciona esta playlist con temas country que ponen en cuestión valores supuestamente tradicionales.

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