El rey de la gran fiesta final. Foto: Óscar García
El rey de la gran fiesta final. Foto: Óscar García

Entrevista

DJ Coco: colofón mágico

Abel Suárez, más conocido como DJ Coco, se ha convertido desde 2007 en el sacerdote encargado de oficiar la última misa para aquellos que se resisten a bajar la persiana del festival Primavera Sound. Residente en Nitsa-Apolo, hombre de confianza en cualquier club ecléctico que se precie, es el responsable de una de las sesiones más especiales que viviremos en el inminente festival barcelonés.

La carrera de DJ Coco se remonta a la década de los 90, como residente de las noches pop en la desaparecida sala Toque de Barcelona. Desde entonces ha paseado su maleta de vinilos por multitud de garitos y clubes de la Ciudad Condal y de la Península. Desde hace unos años su nombre está estrechamente ligado a la familia de Primavera Sound: residencia estable en Apolo, trabaja en el sello Primavera Labels –anteriormente ejercía tareas de contratación artística– y habitante en unos de los slots fijos más preciados en la programación del macroevento musical que se celebra en el Fòrum.

La mayor parte de sus seguidores le rinden merecida pleitesía por su labor en la sesión que pone la guinda a su maratoniano paso por Primavera Sound. Una cita que ha adquirido connotaciones mágicas a lo largo de los años. DJ Coco ha sido capaz de convertir estos fines de fiesta en una explosión de júbilo, donde los más hedonistas –y los de carburante diésel– acuden para compartir una ceremonia que encarna la satisfacción por haber completado un año más el desafiante itinerario propuesto por el festival, así como la alegría de celebrarlo con los suyos a través de una ristra de hits bailables. Todo ello mientras el sol va ganando la partida a la noche. Hablamos con el hombre que administra este oficio religioso-musical.

¿Desde cuándo te ocupas del fin de fiesta del Primavera Sound? Cuéntanos brevemente la intrahistoria de estas sesiones.

Nunca me acuerdo del año que empezó (risas). Yo diría que fue en 2007. Quiero recordar que quedaba un espacio libre en uno de los escenarios, el típico en el que no había un DJ cerrando, sino que quizá terminaba todo a las cuatro de la mañana. Entonces surgió el debate sobre la posibilidad de hacer un fin de fiesta en ese escenario, un poco como en familia. Y me imagino que el DJ que tenía el estilo de pinchar más cercano a lo que el festival representaba en ese momento era yo. No fue una cosa muy premeditada, sino un “vamos a ver qué pasa”. Pronto se convirtió en tradición. Creo que hicimos tres años en ese escenario y luego ya nos cambiamos al Ray-Ban.

“Surgió el debate sobre la posibilidad de hacer un fin de fiesta..., un poco como en familia. Y me imagino que el DJ que tenía el estilo de pinchar más cercano a lo que el festival representaba en ese momento era yo. No fue una cosa muy premeditada, sino un ‘vamos a ver qué pasa’. Pronto se convirtió en tradición”

Tu sesión de cierre del Primavera Sound se ha convertido casi en un acontecimiento con carácter de oficio religioso en el que tu música ejerce de hilo conductor. ¿Cómo se ha podido llegar, con una simple sesión de DJ, a crear un fin de fiesta que tiene esas connotaciones y que despierta sensaciones tan dulces entre los asiduos?

La verdad es que la sesión ha evolucionado un poco durante los años. En el escenario antiguo, el CD Drome, la capacidad era de unas 4000 personas y no hacía ni de discjockey. Era una sesión mucho más basada en el indie rock y en hits de toda la vida. Ponía lo que me pasaba por la cabeza en ese momento, sin darle importancia a la mezcla. Muy centrada en el lado old school del festival y ahí podía poner desde Guided By Voices hasta Pennywise o Yo La Tengo. Era un poco feel free en el sentido de poner lo que quisiera. Pero cuando cambiamos de escenario tenía claro que el enfoque tenía que cambiar. Porque pasar de pinchar ante 4000 personas a hacerlo ante 18.000 es algo superdiferente. Dejó de ser una cosa entre amigos, la organización y gente muy asidua al festival. Entonces decidí basarlo más en la electrónica, en una electrónica muy popera. Y seguí poniendo muchos hits, ahí ya no quedaba espacio para temas de relleno, sino que iba encadenado un hit tras otro. Creo que para contentar a esas 18.000 almas debía tener un hilo, estar bien mezclada, un 4x4 que hiciera que la gente no perdiera el hilo. Porque si hacía una sesión como la de antes enseguida la gente perdería el interés, porque era un poco más deslavazado, más amateur, digamos. Ese fue un poco el cambio y parece que fue bien. Sí que perdió algo de la frescura y la ingenuidad del principio y ganó algo que no sé si llamar “profesionalidad”, más empaque, vaya.

Primavera Sound 2018, su última noche de cierre... hasta la de 2022. Foto: Eric Pàmies
Primavera Sound 2018, su última noche de cierre... hasta la de 2022. Foto: Eric Pàmies

Más allá de la selección musical, a la clausura le rodea un ambiente efusivo y festivo, potenciado por, digamos, elementos extramusicales más ligados a lo escénico. ¿Son decisiones pactadas entre tú y la organización o parten de una iniciativa tuya?

El tema invasión de escenario ha pasado desde el principio. Al ser una celebración y tener un poco ese carácter de fiesta interna, diría que desde la primera edición se ha subido la gente al escenario. Y ahora ya es una locura en la que se tienen que poner en plan discoteca para ver si dejan entrar o no a la gente. Y el tema de los efectos, la pirotecnia y tal es más que, conforme iba creciendo, se ha querido adornar todo un poco más. Y como yo no es que sea muy expresivo mientras pincho (risas), se quiso aportar más estímulo. Y sí, en ese sentido hemos ido de la mano.

Este año tiene pinta de convertirse en una sesión más especial debido al parón pandémico y a las ganas de diversión acumuladas por parte del público. Me imagino que tras tantos años no debes sentir ya ningún cosquilleo en el estómago antes de salir.

A mí me entra siempre el cosquilleo (risas). Especialmente en este tipo de sesiones tan multitudinarias. Yo me pongo muy nervioso por sistema. Pero, claro, no es lo mismo una sesión en Apolo, que es como mi casa, que en el Primavera Sound. Y este año, más. La última vez que pinché en el cierre del Primavera fue en 2018, porque 2019 fue el año en que creamos lo del “New Normal” y fueron Sama Yax y DJ Rosario las que cerraron. Y a partir de ahí, la pandemia.

“El tema invasión de escenario ha pasado desde el principio. Al ser una celebración y tener un poco ese carácter de fiesta interna, diría que desde la primera edición se ha subido la gente al escenario. Y ahora ya es una locura en la que se tienen que poner en plan discoteca para ver si dejan entrar o no a la gente”

¿La sesión de este año la tienes ya perfilada o la improvisas sobre la marcha?

¡No! (risas). Si te digo la verdad hace tan solo una semana tenía una playlist en el ordenador con los temas candidatos para la sesión y constaba solo de tres canciones. Ahora hay hora y media, lo que significa que me faltan seis horas más. Porque cuando hago una playlist previa a una sesión calculo que tengo que poner como mínimo tres veces más de material del que voy a terminar utilizando, porque la mitad las acabo descartando. Así que, sí, me queda trabajo aún… y solo quedan diez días.

¿Y la selección final la decides en los momentos previos a salir al escenario o la tienes definida antes?

El grueso de la sesión lo intento decidir previamente. Lo debería tener decidido ya. En la mayoría de sesiones hay una playlist amplia de temas electrónicos, pero una vez en la sesión, me dejo llevar. Pero en sesiones como esta, o en esta en particular, hay una especie de guion. El último tema que va a sonar lo tengo clarísimo, porque no hay manera de cambiarlo. Hay como dos o tres highlights en medio que combinas con la pirotecnia que ya tengo claro cuáles van a ser y cuándo van a sonar para coordinarme con la persona que se encarga de la pirotecnia. Y normalmente también el primer tema suelo elegirlo con antelación. A partir de ahí, donde me lleve el público y como esté ese día. Para mí el reto de este año es intentar introducir estos hits más urbanos y más latinos que han surgido en los últimos años.

Primavera Sound 2017: concentración antes de la traca final. Foto: Óscar García
Primavera Sound 2017: concentración antes de la traca final. Foto: Óscar García

Eso contradice a tus críticos, quienes argumentan que la selección musical se mantiene prácticamente invariable en cada edición.

Me alucina esto de “siempre hace la misma sesión”. De hecho, cuando esto creció yo me marqué unas normas, aunque este año creo que las voy a romper todas. Una era que no podía pinchar un tema de alguien que estuviera actuando en el festival, y esta creo que este año me la voy a cargar. Y la otra era no repetir de un año para otro. Y sí que ha habido temas que se han repetido, pero el grueso de la sesión siempre he procurado que no se repitiese. El mood sí que es verdad que ha sido muy similar; he tirado mucho de clásicos, siempre suena algo de Daft Punk o de Bowie. Lo normal, claro.

¿Hay alguna anécdota jugosa que quieras sacar a la luz?

Creo que no se puede contar casi ninguna. Muchas giran alrededor de un escenario que debería albergar como mucho 15 personas y no 250. Ahí ha pasado de todo. Recuerdo un año en que la ambulancia llegaba a la puerta, recogía a alguien del escenario y volvía. No eran lesiones graves, pero al escenario se sube por una rampa y esa vez, al llover un poco, la gente iba resbalando. Y en el segundo año de pasarnos al Ray-Ban decidimos que debía pinchar encima de una tarima porque había mucha gente que se tropezaba con los monitores y se caía sobre mis pies. Un año estaba pinchando y tenía a tres personas tiradas en el suelo, delante de mí.

“Recuerdo un año en que la ambulancia llegaba a la puerta, recogía a alguien del escenario y volvía. No eran lesiones graves, pero al escenario se sube por una rampa y esa vez, al llover un poco, la gente iba resbalando. Y en el segundo año de pasarnos al Ray-Ban decidimos que debía pinchar encima de una tarima porque había mucha gente que se tropezaba con los monitores y se caía sobre mis pies”

¿Recuerdas con mayor ilusión alguna de estas sesiones?

La verdad es que las sesiones del Primavera no acabo de disfrutarlas al 100% por esos nervios, porque tengo que estar pendiente de más cosas y no solo de pinchar. Y con esa obligación de tirar solo de hits no me lo paso tan bien como recientemente, cuando estuve en el Apolo abriendo para Purple Disco Machine (se refiere a la noche del pasado 21 de mayo). O cuando pincho con 2manydjs en Apolo, que es una cosa habitual, también me lo paso muy bien porque hay una conexión. Nos conocemos hace unos 20 años o más, nos vamos a cenar antes, nos gusta la misma música, lo que significa que nos gusta toda la música. Son sesiones en las que puedo poner lo que me dé la gana, sin tanta presión, y las disfruto mucho más. Si hablamos solo de disfrutar, prefiero un club pequeño de 100 o 200 personas que algo de la envergadura del Primavera. Pero, claro, la adrenalina, el subidón de hacer esto, es increíble también. Y es un honor.

¿Podrías mencionar algunos de los grupos o solistas que más te interesa ver este año?

Estoy pasando una época 100% mainstream y lo que más me apetece es Dua Lipa y Kacey Musgraves. Pero sin duda a los que más ganas tengo de ver desde hace años es a Bleachers. Además creo que no habrá muchas posibilidades de verlos en el futuro. Pero por carga de trabajo me temo que igual me escapo 20 minutos a cada concierto y poco más. ∎

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