Pablo Martínez Sanromá, ocho años después. Foto: Cristina Tomás
Pablo Martínez Sanromá, ocho años después. Foto: Cristina Tomás

Entrevista

Dotore y su pop más allá del pop

La obra de Dotore es el viaje sonoro de Pablo Martínez Sanromá, un músico inquieto que irrumpió en la escena de pop español más heterodoxo con “Demonios del otro lado del océano” (2007). Desde entonces, su música no ha hecho más que expandirse estilísticamente.

Lo que comenzó como un viaje por el folk de raigambre setentera fue dejándose permear por la electrónica, el minimalismo y la clásica contemporánea hasta llegar a “Las horas claras” (Foehn, 2022), el disco más ambicioso de Dotore. Su música esquiva las lógicas de mercado: entre “Las horas claras” y su anterior obra, “Variaciones” (Sones, 2014), han pasado ocho años. Estos han sido empleados sobre todo en “aprender cómo poder llevar lo que tenía en mente a la práctica, en superar del todo el proceso de hacer canciones con guitarra y voz y comprender la producción de música electrónica en su totalidad”.

Para Pablo Martinez Sanromá, sacar adelante el proyecto no ha sido sencillo, aunque empezó con un momento de catarsis: “Fue escuchando el ‘De profundis’ de Arvo Pärt, en el que casi todos los sonidos son voces, cuando me di cuenta de que quería sacar adelante un proyecto en el que todo se basara en las armonías corales”. Llevarlo a la práctica fue un proceso de ensayo y error, de entender los desarrollos técnicos que le podían ayudar a convertir en tangible el sonido que ya estaba en su mente. No fue hasta más o menos la mitad del proyecto cuando pudo encontrar una solución a los dilemas tecnológicos: “Entonces entendí que para llevarlo a cabo tenía que mezclar el uso de controladores por ‘faders’, como Phill Niblock, con el teclado MIDI”. Convirtió su voz en un instrumento sintético, hasta el punto de que muchos oyentes dan por hecho que es algún tipo de sintetizador. Su idiosincrática concepción del proceso de creación musical lo ha llevado a trasladar el estudio de grabación casero a lugares insospechados. 

Expuesto a la luz del pop. Foto: Cristina Tomás
Expuesto a la luz del pop. Foto: Cristina Tomás

Martínez Sanromá exuda pasión por la música, entendida de una forma desprejuiciada y holística. Preguntado por sus mayores influencias, se detiene a hablar, con enorme pasión, de algunos nombres. Uno de ellos es Pärt, pero también Steve Reich. “Ya estaba en mi música en momentos en los que tal vez no resultaba tan evidente a nivel de inspiración. Incluso lo sampleaba en mis dos anteriores discos. Ahora ya no aparece en los álbumes, pero a nivel referencial sigue ahí”, explica. A la hora de hablar de una figura que hila toda su discografía aparece una referencia inevitable: Brian Wilson. Las formidables armonías vocales del genio tras The Beach Boys unen la producción experimental de Dotore con sus primeros álbumes, de regusto más tradicional. Brian Wilson también nos sirve para hilar con alguno de los músicos contemporáneos con los que más se le emparenta, Panda Bear. Nos cuenta cómo escuchó “Person Pitch” (2007) –mejor álbum internacional de ese año para Rockdelux– después de leer comparaciones en prensa entre su música y la del miembro de Animal Collective: Creo que a los dos nos une, sobre todo, el amor por Brian Wilson”. Otra referencia que sale a colación es el interés por el rap y el R&B, una música que siempre ha estado presente en sus hábitos de escucha. “Yo creía que no había una influencia directa, pero es que me lo ha dicho tanta gente que me lo he tenido que replantear. Incluso me lo dice mi mujer, que sabe lo que escucho mejor que nadie”. Además, apunta a otra influencia que puede pasar más desapercibida: “Estos años he viajado mucho por África por cuestiones de trabajo y me he encontrado con ciertos estilos de música donde todo se hacía con voz y percusión que me han impresionado mucho. Me ha pasado lo mismo escuchando ciertos palos de flamenco in situ en Andalucía; alguna de las experiencias musicales más profundas que he tenido han sido con músicas que usaban solo voz y percusión”.

“Creo que lo que hago es demasiado pop para el mundo de la electrónica experimental o el de la clásica contemporánea, y a la vez demasiado cercano a esas cosas para entrar en el circuito del pop independiente”

Su condición de artista entre dos tierras, eso sí, le resulta problemática en ciertos aspectos. Primero a la hora de plantear un formato de directo: “Creía que este disco directamente no iba ni a poder presentarlo. Pero he llegado a la conclusión de que puedo hacer algo que mezcle audiovisuales con improvisación sonora”. También al comercializar su música ha encontrado ciertas dificultades: “Creo que lo que hago es demasiado pop para el mundo de la electrónica experimental o el de la clásica contemporánea, y a la vez demasiado cercano a esas cosas para entrar en el circuito del pop independiente”. Admite sentir sorpresa cuando entra en su propio perfil de Spotify y ve los artistas relacionados, que están “totalmente alejados del tipo de música que hago ahora mismo”. No puedo evitar preguntar por el pequeño gran himno que es “Todo el mundo debería hacer su propia música”. Nos guía hacia las referencias iniciales: “Viene de una canción de Mama Cass Elliot, vocalista de The Mamas And The Papas, ‘Make Your Own Kind Of Music’. Por una parte, me gusta mucho hacer canciones que se basen en una sola frase, potente y con mucho significado. Por otra, es verdad que pienso que todo el mundo debería potenciar su faceta creativa, no necesariamente la musical, pero sí en general cualquier cosa que hagamos por amor al arte”. Pocos discos saldrán en España este año que transmitan mejor ese amor al arte, esa dedicación al detalle y esa pasión por lo sorprendente que “Las horas claras”, un disco de pop que va más allá del pop. ∎

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