La barcelonesa Elsa Hackett es el ser que se esconde tras ELSAS, nombre artístico que funciona como metáfora ideal de una artista con múltiples personalidades creativas, donde el barroquismo ejerce de dominante dentro de un conjunto de aristas estilísticas que van del obsesivo detallismo pop de Julia Holter al jazz experimental, pasando por dejes flamencos de garbo irresistible. De todo esto se nutre “The Art Of The Concrete” (untitled (recs), 2021), EP de debut donde resalta la ambición de una creadora multidisciplinar con un futuro fascinante e impredecible en su haber.
La propia Elsa nos explica el contexto de sus comienzos: “Empecé desde muy pequeña con el piano en el Conservatorio y, enseguida, me adentré en el mundo del canto coral, protagonizando musicales y óperas infantiles, donde asenté y desarrollé mis fundamentos musicales. A los 17 años, fundé el grupo vocal In Crescendo, con el que acabamos ganando el concurso musical ‘Oh Happy Day’ de TV3. En mitad del boom mediático resultante, me escapé a estudiar canto y composición jazz a la Guildhall School Of Music & Drama de Londres, ciudad donde he absorbido gran variedad de influencias y experiencias... ¡y parece ser que aquí sigo!”.
Todos estos años de residencia en Londres han servido de aprendizaje y fuente conceptual en “The Art Of The Concrete”. “Llevo toda mi vida adulta en esta ciudad, de riqueza musical interminable, que me ha moldeado de muchas maneras. Uno de los principales ejes conceptuales de este EP es la fusión de lo natural con lo artificial, que extraigo, en parte, de la vida y paisaje urbanos. La rutina, la dicotomía de la soledad, el anonimato, el choque de mundos en espacios compartidos, las contraculturas, el capitalismo, las noches que se hacen cortas, la ansiedad, el activismo fervoroso, los cielos grises, el amor y el desamor, las comidas frugales, las emociones somatizadas, el humor raro, las amistades permanentes y las fluctuantes, el transporte público, los psicodélicos, los parques, el absurdo de mi profesión... son algunos focos de inspiración que han contribuido a la exploración de identidad que representa este EP. Pero lo que sin duda prevalece es la cantidad de músicos talentosos e increíblemente creativos que he conocido estando aquí. Es lo que me da la energía para seguir plenamente dedicada a esta vocación”.
A lo largo de las ocho canciones que componen el EP, Elsa desdobla su voz en dos idiomas. En castellano suena más literal y en inglés, tal como en canciones como “Weeping Willow”, todo resulta más onírico y atmosférico, colindando con los experimentos vocales de Holly Herndon. “Lo que me inspira a escribir en una lengua u otra son muchos factores de los cuales no debo ser muy consciente, así que depende de lo que me salga ese día. Curiosamente, me resulta muy emocional cantar en castellano cuando estoy en Inglaterra, como si se tratara de un homenaje a mis raíces hispano-latinas, porque echo de menos a mi familia. Aún estoy averiguando a donde me lleva cada idioma musicalmente”.
Demostraciones arrabaleras como “Que no siga la noche” abordan la tradición desde una perspectiva absolutamente vanguardista. Esta idea recorre todo el trabajo, fraguado y perfilado con mucho mimo desde hace tiempo. Pero ¿cómo es el proceso de una canción como esta, desde que nace en su cabeza hasta que se materializa totalmente? “Mis procesos compositivos en este EP han sido radicalmente diferentes en cada tema... En ‘Que no siga la noche’ quería contextualizar este corte casi folclórico, de sonido tradicional, en un ambiente vívido y distópico. Usamos ‘reverbs’ binaurales para generar este espacio sonoro e incluí el sonido del mar, que grabé una noche (saltándome el toque de queda, ups), además de mil efectos vocales y una mezcla muy meticulosa y cambiante. Este tema lo compuse en un día, pero fue el que más me costó perfilar a nivel sonoro. Lo iba abandonando por el camino, durante semanas, para que respirase, así que tardó mucho en coger forma”.
En este trabajo, Elsa desprende obsesión detallista por el arreglo, muy cercana a la de Julia Holter. Pero, a lomos de esta concepción barroca, ¿cuándo es el momento de parar? “¡Cada vez siento que es más difícil! La obra musical nunca está terminada. Es siempre cambiante, como nosotros y nuestros oídos. Por tanto, el momento de determinar que una canción está acabada es más o menos arbitrario. Para este EP, el momento fue una llamada de mi discográfica advirtiéndome de que si tardaba más tendríamos que atrasar la fecha de lanzamiento. Así que, por ahora, mi condición barroca está regulada por exigencias externas. Iremos aprendiendo...”.
Dentro del cuerpo instrumental, emerge una base electrónica tremendamente orgánica, llegando a recordar a alquimistas de la materia emocional binaria como Arca. “Siempre he sido de papel, pentagrama y lápiz. Crecí concibiendo la música con la paleta de los instrumentos acústicos y componiendo para ellos. No fue hasta hace un par de años cuando me lancé a la experimentación con sonoridades electrónicas. Sentía que podía hacer música sin pensar que estaba haciendo música, como la niña que juega porque sí. Hay algo muy satisfactorio en la inmediatez de generar el sonido con software. Quise mezclar estos dos mundos: lo orgánico con lo sintético o electrónico, el pasado y el futuro, mis raíces y mis ramas; invertirlos, confundirlos... Mi amigo y colaborador Gabriel Gifford, con quien hice ‘Creadora’, fue un gran facilitador de este proceso, ya que ese tema sentó un precedente en la producción del resto (temas ya compuestos en ese punto, esperando a ser acomodados en su formato permanente). Este EP ha sido construido como un puzzle de 1000 piezas, sin orden alguno, y la metodología ha sido el caos, por falta de recursos y por la variabilidad en los procesos de construcción de las canciones. En todo caso, la buena metodología es de la que una misma no se percata. Imagino que la iré construyendo a lo largo de los años...”.
Semejante tsunami creativo deriva en una búsqueda continua que lleva a experimentar con los límites del pop, pero ¿dónde están esos límites? “¡Donde la persona que escucha decida! Y a veces, por desgracia, donde la industria musical permita. Quiero creer que la música honesta, emocional, y transmisora de experiencia humana universal es aquella que accede al público general. Quiero crear música así, pero sin perder mi identidad, y accediendo a rincones más profundos, oscuros, poderosos y ocultos de esta condición vital. En mi opinión, los límites del pop deberían encontrarse en una franja donde conviven las convenciones musicales universales con el arte transgresor e innovador”.
“The Art Of The Concrete” ha sido el resultado de un proceso de años, pero ¿es el final de una primera etapa o la semilla de un futuro largo en la misma línea? “Ambas cosas. Pero, personalmente, la primera cobra más relevancia. A los 16 años decidí que mi primer disco se llamaría ‘El arte de lo concreto’, y me prometí que lo sacaría después de haber intentado solidificar una identidad que englobara todas mis facetas personales y musicales, estabilizando la condición ondulatoria y difusa que siempre sentí en mí. Ha sido un largo viaje que comparto retrospectivamente a través de mi música. Pero para cualquiera que la escuche, representa el inicio de mi trayectoria como artista”. ∎