Hablando claro.
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Elvis Costello

“La humildad te hace ser mejor escritor”

Fotos: Mark Seliger

28.01.2022

Elvis Costello es un conversador torrencial. Quizá no responda taxativamente a todo aquello que uno le pregunta, pero con frecuencia sus desvíos, sus divagaciones y sus reflexiones en voz alta son más jugosas que la respuesta básica que cualquiera podría esperar de él. Hablamos con él con motivo de la publicación de su nuevo álbum con The Imposters, “The Boy Named If”.

M

úsico enciclopédico, de conocimientos y memoria desbordantes, Elvis Costello (Londres, 1954) nos atiende por Zoom desde Nueva York (donde vive parte del año con Diana Krall y sus dos hijos gemelos, cuando no están en su otra casa de Vancouver Island), mientras –eso nos dice– ve la nieve caer tras su ventana. Hablamos de “The Boy Named If” (EMI-Capitol-Universal, 2022), un notable álbum junto a sus secuaces habituales, The Imposters, que lo devuelve a su registro más fibroso y juvenil. Nueva vuelta de tuerca en un trayecto que siempre ha dialogado con su propio pasado –recuerda en ese sentido a “Brutal Youth” (Warner, 1994)–, que podríamos situar unos palmos por debajo del sobresaliente “Look Now” (Concord, 2018), pero también rotundamente por encima del veleidoso “Hey Clockface” (Concord, 2020) o de la relectura new wave que supuso “Spanish Model” (Universal, 2021), publicado hace solo cuatro meses. Todos producidos por el argentino Sebastián Krys.

Un buen momento para charlar con él sobre su reciente hiperactividad editora, su vida en la pandemia y el concepto de masculinidad joven que transmite el disco. Pero también sobre el rock sin el roll y sobre su negativa a volver a interpretar en directo “Oliver’s Army” por la vieja connotación racista de un fragmento de su letra, una cuestión que le enciende particularmente.

El rock y el roll.
El rock y el roll.


“The Boy Named If” es el segundo álbum que publicas en los últimos cinco meses, tras “Spanish Model”. ¿Has tenido más tiempo últimamente para componer y grabar a causa de la escasez de conciertos?

Es un poco de todo. A principios de 2020 empecé a trabajar en lo que sería “Hey Clockface” y ahora me parece una locura que me fuera hasta Helsinki para empezar a grabar aquel disco. Yo solo, con mi guitarra y una vieja caja de ritmos Ace Tone. Esa fue la base, allí grabé tres canciones en tres días. Luego me fui a París y grabé nueve canciones en dos días, y esas dos sesiones no parecían corresponder al mismo álbum. No sabía muy bien cómo ensamblarlas. Luego me fui de gira con The Imposters por el Reino Unido, nos estaba yendo todo fenomenal y empezaron a llegarnos las primeras noticias de esta crisis. Tras nuestro concierto de Londres era obvio que tendríamos que cancelar el resto de la gira y volver a casa. Tuve tiempo para pensar y fue bonito estar de nuevo en familia. Además, contaba con un amigo en Nueva York que es arreglista y compositor, Michael Leonhart, que había compuesto un par de piezas para su proyecto. Yo escribí la letra y grabé las voces y llegamos al acuerdo de que esas dos canciones acabarían en los nuevos trabajos de ambos. Eran “Radio Is Everything” y “Newspaper Pane”, las dos piezas que le faltaban al puzle. Sebastián Krys mezcló las canciones de “Hey Clockface”, pero lo que nadie sabía entonces es que ya estábamos trabajando en “Spanish Model”.

Te puedes imaginar lo que supone el proceso de seleccionar a los cantantes para cada una de esas canciones. Conocía a Fito Páez y a La Marisoul y había cantado con Vega en un disco en italiano, pero no conocía al resto de músicos. Eso demandó algo de educación por mi parte para entender cómo cada uno de ellos se había representado a sí mismo a través de su propio trabajo y proyectar eso en un disco completamente distinto, de canciones que tienen 43 años, e integrarlas en algo que no es un álbum de remezclas. Fue muy emocionante escuchar un elenco de vocalistas tan diverso metiéndose en la piel de unas canciones que fueron escritas en otro idioma, desde la perspectiva de un hombre joven, cambiando su implicación. Digamos que estuvimos trabajando en estos dos proyectos de forma secreta y también en la recopilación de material en directo para el boxset de “Armed Forces” (Radar, 1979; reeditado en formato deluxe en 2021), que es algo que teníamos planeado de antes.

Puede que el hecho de no tener que girar me diera más tiempo, sí. Durante el verano de 2020 ya vimos que este parón iba para largo, que no iba a ser un año, sino dos. Y ahí es cuando me puse a trabajar en las canciones de “The Boy Named If”, que llegaron en un tiempo récord seguramente porque trabajé en ellas yo solo con la guitarra desde un principio, y eso siempre hace que las palabras fluyan con más naturalidad. Los tempos son más rápidos y en claves mayores, lo que hace que sean menos melancólicas, aunque haya alguna más taciturna como “Paint The Red Rose Blue”. Lo hicimos en tres semanas, el mismo tiempo que nos llevó “Armed Forces”. Y el hecho de trabajar a distancia, sin tener que mirarnos a nuestras feas caras, creo que hizo que fuera más desinhibido, más de atrapar el momento. Solo podíamos tocar (risas).


“Este es un disco escrito desde la perspectiva de un hombre, pero no tiene nada de ‘macho’ en el sentido en el que los angloparlantes utilizamos ese término del latín. Pero sí trata sobre cómo madura un hombre. Si es que en realidad lo hace (risas). No es crítico, ojo. No quiero transmitir la idea de que los hombres seamos terribles, un desastre, ni nada de eso”



Es el cuarto trabajo consecutivo con Sebastián Krys en la producción, en discos muy diferentes entre sí. ¿Cuál dirías que es su aportación específica a tu música?

Es crucial el hecho de que sea algo más joven que nosotros. Tiene 51 años, con lo que su perspectiva sobre nuestro trabajo no es la de alguien de nuestra generación; alguien que piense que tenemos que volver atrás y emprender la misma lucha que en nuestros primeros días. Conoce nuestra música, pero no desde un prisma sentimental. Y eso es clave. Lo arruinaría si no fuera así. No necesitamos la nostalgia. Reconozco que el pasado es una base útil para las nuevas ideas y asumo que a veces hago canciones que suenan a otra época muy lejana, como “Jimmie Standing In The Rain”, que parece salida de los años 30 del siglo pasado. Pero porque esa es la historia que cuenta. Soy escritor. Es lo que hago. Puedo viajar a otros tiempos, inventarme personajes, crear una historia.

Este disco cuenta con una edición en formato disco-libro en la que puedes leer la historia que inspira cada canción, con ilustraciones. “The Boy Named If” trata sobre esa época en la que pasas de las invenciones propias de la infancia a los pensamientos tórridos de la adolescencia y al vértigo que sientes al conocer tu deseo sexual pero, al mismo tiempo, te hacen estudiar cosas a las que no ves el sentido, como la álgebra, cosas que te parecen inútiles cuando tienes 14 o 15 años, porque tú lo que quieres es hablar de chicas, música y fútbol, en ese orden. Y luego vas cumpliendo años y te inventas excusas para seguir pensando en todas esas cosas, tengas 30 o 40, como el amigo imaginario que da título al disco… Ahí es cuando traté de revivir para otra canción la sensación de estar en Nueva York por primera vez, cuando no sabes de quién estás enamorado ni quién es de verdad tu amigo. Y de esa forma fueron saliendo el resto de canciones. No de forma cronológica, pero sí de un modo que todas tengan algo en común. Cada una de ellas tiene una relación distinta con la honestidad y el humor, pero sin ninguna moraleja. No quería hacer un disco moralizante.

Evidentemente, es un disco muy masculino. Y, por lo que cuentas, te quiero preguntar si crees que en realidad los hombres no terminamos de madurar nunca. O si lo hacemos de un modo muy distinto a como lo hacen las mujeres.

En muchos aspectos, es así. Muchos hombres no maduran nunca. No sé por qué. Pero, ahora que lo pienso, el noventa por cien de las canciones de “Look Now” las escribí desde el punto de vista de una mujer. La canción “Don’t Look Now”, en concreto, trata sobre una mujer desnuda sentada en una silla que está haciendo de modelo para un pintor y, al mismo tiempo, está tratando de averiguar qué es lo que le pasa por la cabeza al artista, si la ve como una persona o como un objeto. Una historia muy íntima. Supongo que es pretencioso por mi parte aparentar que sé cómo se puede sentir una mujer en un momento así, pero intenté plasmar esa vulnerabilidad en un corto espacio de tiempo, lo que dura la canción. Hay varias composiciones de aquel disco que están escritas así, dando voz a una mujer, algo muy propio del folk, al igual que siempre ha habido mujeres cantando canciones de hombres. Es algo que ya existía en la obra de Shakespeare. Te lo digo porque no creo que “The Boy Named If” tenga que ver con la identidad de género, sino con la humanidad. Creo que algunas de las canciones de “Look Now” son como el reverso de las de “The Boy Named If”, como su otra cara.

Este es un disco escrito desde la perspectiva de un hombre, pero no tiene nada de “macho” en el sentido en el que los angloparlantes utilizamos ese término del latín. Pero sí trata sobre cómo madura un hombre. Si es que en realidad lo hace (risas). No es crítico, ojo. No quiero transmitir la idea de que los hombres seamos terribles, un desastre, ni nada de eso. Solo se ciñe a la verdad. Con sentido del humor, otras veces con más seriedad. Todo lo serio que puede llegar a ser. En “What If I Can’t Give You Anything But Love?”, cuando la gente escucha la frase “cuando todo esto termine, volveré con mi mujer, soy el hombre que vive con ella en esa otra vida”, creen que trata sobre alguien que es infiel. Y no es así. Trata sobre el miedo a amar que comporta la mortalidad. Sobre ese miedo a expresar el amor, ya sea física o verbalmente, que sufren muchos hombres. En el dibujo que acompaña a la canción en la edición disco-libro, el hombre sostiene un gran cuchillo, y ese cuchillo representa el miedo. Está inspirada en “Cold War” (2018), la película de Paweł Pawlikowski en la que uno de los personajes, cuando habla sobre su padre, reconoce que su carácter apenas encajaba con el de su madre y utiliza un cuchillo para explicar la diferencia. Tomé prestada esa imagen. Tengo contacto con Paweł y él sabe que tres canciones mías están inspiradas en su obra. Solo leyendo a Shakespeare, o a Lorca, o un cómic de Marvel, o un titular de las noticias o algo que alguien te dice por la calle puedes extraer una idea que acabe siendo la línea de una canción. Y esta trata sobre una mujer joven que sabe mucho más que el hombre que trata de seducirla.

Sobre el compromiso con las palabras.
Sobre el compromiso con las palabras.


Leí hace poco una entrevista en ‘Rolling Stone’ en la que dices que hoy en día hay demasiado “rock” y muy poco “roll”.

Bueno, cuando dices algo con cierto sentido del humor para hacer un poco la puñeta, y luego lo enmarcan en un titular o en un destacado, se genera un debate en el que parece que la gente esté hablando sobre las tablas de Moisés. Y yo no soy un profeta. Solo quería fastidiar un poco a alguna gente. Pienso que el rock’and’roll con swing es más sexi y suena más humano, pero ya está. Me encantan muchos grupos nuevos. No soy el clásico señor mayor que no entiende la música de ahora. ¿Conoces el documental “Gimme Danger” (2016), el que hizo Jim Jarmusch sobre Iggy Pop y The Stooges? En él explican cómo en sus inicios escuchaban a Albert Ayler y a John Coltrane, todo ese free jazz, y reconocen su influencia. ¿Dirías que los Stooges sonaban como Albert Ayler? Desde luego que no, pero lo que les voló la cabeza era la libertad que su música les sugería. Y ahí es donde creo que fallamos, en el hecho de decir que no se pueda utilizar un beat o que no podamos hacer canciones en compás 3/4 o de 12/8. En otros países tocan en escalas completamente distintas a las nuestras, y hemos de mantener el oído abierto. Y, tanto si te gusta como si no, lo que no podemos afirmar es que una música sea superior a la otra. Es absurdo. Te estás perdiendo todo el placer y la alegría que esas músicas te pueden dar. Aquella frase que dije se ha salido de madre y fue algo que no tiene mayor importancia.

Hace unos días fuiste noticia por tu decisión de no tocar más en directo “Oliver’s Army”, por la supuesta connotación racista de un fragmento de su letra, y pediste a las emisoras de radio que no la emitieran…

Déjame que sea muy claro sobre esto, porque he pensado mucho sobre ello y creo que se ha sacado de contexto y puede que haya gente a quien le haya molestado. Aquella letra, que escribí con 23 años, emplea una expresión compuesta de dos palabras: “blanco” y esa otra palabra que la gente no quiere emplear (se refiere a “nigger”; “negrata” en castellano), y con razón. La utilizaban contra los irlandeses de la generación de mi abuelo para referirse a ellos y por sí misma no resume el espíritu de la canción. Has tenido 43 años para escucharla. Está plasmada en un disco. Lo que ocurrió con las radios es que empezaron a emitirla añadiendo un pitido sobre esa palabra. Tapándola. Algo que no es nada musical, obviamente. Y que distorsiona la canción. A la edad que tengo ahora, soy consciente del problema que supone cómo decir lo que quiero decir y posiblemente ya no utilizaría esa palabra, porque el efecto que iba a crear no iba a compensar la provocación que implica. Ese fue mi planteamiento. Pero no estoy cancelando la canción. No puedes hacerlo. Es absurdo. Todavía existe. Ya era consciente de eso cuando escribí la jodida canción hace 43 años. A la mierda esa idea. No me estoy encabronando contigo. Pero es que cuando oigo a la gente de derechas decir que me he plegado ante la corrección política… En primer lugar, eso no es así más que en su imaginación, porque pasan demasiado tiempo en internet. Y en segundo lugar, la gente que se sienta sentimentalmente ligada a la canción puede estar tranquila porque no voy a ir a saquear su colección de discos ni voy a irrumpir en su casa para rayar los surcos de “Oliver’s Army”. La puedes escuchar en casa. Las radios la seguirán poniendo. Incluso deformada. Habrá quien se sentirá ofendido cuando escuche la expresión, y lo puedo entender. Pero si crees que soy un hipócrita porque lo único que quiero es que suene como debe sonar y no desfigurada por un pitido que responde a una discusión con la que no tengo nada que ver, ¡peleaos entre vosotros! Soy un tipo con más de 600 canciones, ¿y justo la que quieres escuchar es esa? Pues no voy a tocar esa canción porque ya la has escuchado. ¿Y sabes qué? Tengo mejores canciones. ¿Cuál es tu problema? ¿Qué has tenido 43 años para escucharla y te la has perdido? (risas). Digo esto un poco de coña, pero creo que me entiendes.


“Mi padre tenía una mentalidad lo suficientemente abierta para llevar a su hijo de viaje a España cuando era niño, porque pensaba que las cosas que tanto le gustaban de España sobrevivirían a Franco. Si vas a cualquier país que ha tenido una historia turbia, como Irlanda del Norte, completamente dividida y con un gran potencial, piensa en cuánto se pudo crear incluso con la ilusión de la paz”



Sí, completamente. En realidad lo que te quería preguntar es si no crees que ese exceso de celo y de hipercorrección política, que trasciende todo esto que estamos hablando, puede acabar siendo contraproducente. Que haga que los artistas más jóvenes se autocensuren.

Sí, pero es que tienes que pensar en lo que las palabras significan y ser un poco sensible. No es lo mismo que ser cobarde. Escribí una canción en “Hey Clockface” que se llama “We Are All Cowards Now” porque hay muchísimo odio y división en el mundo. Siempre hay algo a lo que temer, miedo a las implicaciones de palabras impresas en una canción o en un titular. ¿Cuánto hay de verdad en lo que se dice por parte de la gente que teóricamente tiene autoridad, ya sean políticos o medios…? Honestamente, no sé de qué forma puede todo esto limitar la creatividad, porque no vivimos en una sociedad represiva, al menos no del modo en que… ¿Conoces “Rompan todo” (2020), el documental sobre el rock latinoamericano? Está muy bien, Sebastián (Krys) me la recomendó. Habla sobre cómo la continuidad del rock es distinta en países como México, Uruguay… no sé qué edad tienes tú…

Tengo 48…

¿48? Entonces habías nacido ya cuando Franco abandonó la oficina…

Dos años antes, sí.

Bueno, yo tenía seis o siete años la primera vez que fui a España y, como cualquier chaval con su pequeña cámara, me quedé fascinado con cosas que no había visto hasta entonces. Mis padres me dijeron “ni se te ocurra hacerle una foto a la Guardia Civil, no les va a gustar”. Por supuesto, a mí me fascinaban sus divertidos sombreros. Franco había sido un dictador fascista no tan distinto a lo que me habían enseñado en los libros de historia. Si ves “Rompan todo”, allí explican cómo las consecuencias de cantar algo en tu sociedad –ya fuera México, Argentina, Chile o Uruguay– durante los años 70 y 80 eran algo más serias que lo que puedas sentir escuchando una canción en la radio hoy en día. No importa tanto, no es más que una jodida canción. Nadie te va a disparar por cantarla, cosa que sí ocurría repetidamente en el documental. Sebastián Krys y yo somos amigos porque sus padres tuvieron que dejar Argentina en los años en que las cosas se pusieron feas con la gente que no quería vivir en esas condiciones. Por eso se fue y creció en Miami. Pasó con mucha gente en Latinoamérica. Eso no significa que estés abandonando todo lo mejor que la cultura de tu país te ofrece. Y esa es la razón por la que mi padre tenía una mentalidad lo suficientemente abierta para llevar a su hijo de viaje a España cuando era niño, porque pensaba que las cosas que tanto le gustaban de España sobrevivirían a Franco. Si vas a cualquier país que ha tenido una historia turbia, como Irlanda del Norte, completamente dividida y con un gran potencial, piensa en cuánto se pudo crear incluso con la ilusión de la paz. Es algo que se puede ver en cualquier parte del mundo. Escribir canciones no deja de ser algo diminuto, casi insignificante. Has de tener algo más de humildad y saber cuál es su importancia. Una línea en una canción, algo que te emociona en un momento dado, un chiste que te hace gracia, puede no tenerla al año siguiente. Esa humildad te hace ser mejor escritor. Samuel Beckett dijo algo así como “fracasa mejor”. Y es una gran cita. ∎

Sobre “la autocensura” de “Oliver’s Army”.

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