Superando el bloqueo. Foto: Val Palavecino
Superando el bloqueo. Foto: Val Palavecino

Entrevista

Gepe, con la ayuda de sus amigos

Es 2023 y, después de pasar por un bloqueo creativo, como él lo define, ha recuperado el disfrute y el placer por hacer canciones. Aunque quienes miramos, creemos que podría perderlo todo pero jamás su luz. Conversamos en largo con Gepe, quien visita España este mes: tocará en Barcelona (12), Madrid (13; hará dos funciones en Café Berlín) y Valencia (14).

En esta entrevista, el músico chileno Daniel Riveros –conocido en el ámbito artístico como Gepe– da varias muestras de lo positivo o entusiasta que puede llegar a ser. La primera es cuando relata que al comienzo de la pandemia y el encierro en 2020; pensó que al menos podría tener tiempo para estar solo y hacer canciones. El punto es que aquello en realidad fue un desastre, dice, que no salió nada. Y así entró en una crisis creativa muy grande. Pero las cosas fueron cambiando: aparecieron las versiones que hacía en casa con su amigo y compañero de banda Miguel Molina, cristalizadas en (un poco + de) FE” (Quemasucabeza, 2021), que califica como “rivotriles de música; eran algo que podía usar y no tenía responsabilidad creativa”. También un viaje a México tiempo después y abrirse a la composición con diferentes artistas. Todo esto y más lo sacó del letargo y le permitió presentar “Realismo” (Quemasucabeza, 2022), su primer EP compuesto solo de canciones originales desde “ULYSE” (Sony), mejor disco chileno de 2020 según Rockdelux.

“Estuve dos años sequísimo creativamente. No es que no se me ocurrieran cosas, pero no tenía suficiente perspectiva para decir: ‘Mira, esto está bueno o malo’. Aunque en realidad lo encontraba todo bastante malo. No tenía mucho cariño por lo que estaba haciendo. Se me ocurría algo y lo encontraba terrible. Me preguntaba por qué seguía tocando los mismos acordes o por qué no se me ocurría de qué hablar. Voy dialogando conmigo mismo y ese diálogo salió muy mal en ese tiempo. Y ahora es todo lo contrario. Me reencontré con mi gente para componer, cosa que nunca había hecho antes; con el Miguel Molina y el Maco, que son mis compañeros desde hace mucho tiempo y, como nos conocemos tanto, salen cosas lindas. Así hicimos gran parte de las canciones del disco que vendrá”, dice. Y cuenta que ya ha grabado veintitrés canciones para lo que prepara de cara al futuro. Aquel bloqueo creativo, explica, no fue el primero que padeció de forma tan profunda: No, creo que en el 2009 también. Justo antes de ‘Audiovisión’, porque pensaba que no sabía cómo grabar las cosas. Yo creo que esto es cíclico, que pasar por alguna crisis es necesario. Al final, para reinventarse, tiene que quedar un poco la cagada y que surja algo. Por lo menos en mi experiencia ha sido así. Para que surja algo fresco tiene que removerse todo, ojalá lo más profundo posible, para que al final aparezca un terreno útil sobre el cual construir. Para mí eso es ‘Realismo’. Me pude encontrar conmigo mismo. Y tuve la ayuda de esta gente que es bacán. Y salieron temas que igual están buenos y a la gente le gustan”.

Fue a finales de 2021 cuando Gepe viajó a México. Dice que fue un empujón de sus compañeros Rodrigo Santis y Carla Arias –del sello Quemasucabeza– y de Juan de León, con quien trabajaba en ese tiempo: “Me dijeron: ‘Oye, júntate con gente a componer; no hay nada que perder’. Y coincidió con que yo estaba bien hastiado de mí mismo. Así que fui, me junté con harta gente y empezaron a aparecer canciones”. Así nacieron “Las 4:40” y “Ansiedá”, escritas junto a Raquel Sofía y Mauro Muñoz; además de “Coquimbo, Mazatlán”, junto a El David Aguilar. “‘Los 3s’ la compuse solito”, afirma. “Creo que me sentía seguro porque estaba componiendo con más personas que validaban el espacio creativo también. Son poquitas canciones, pero me dan orgullo”.

Con el colombiano Esteman: “Ansiedá” (del EP “Realismo”). Vídeo dirigido por Bernardo Quesney.

Gepe asegura que este proceso de componer con otros fue romper el hielo: “Esa gracia que yo le encontraba a estar únicamente conmigo mismo, por lo menos creativamente, ya no estaba resultando. Cuando estaba partiendo, sí, pero justo en este momento creo que lo necesario, después de varios discos, era juntarme con otras personas y no me había dado cuenta. Prefería lo cómodo de estar con uno mismo, pero, al mismo tiempo, eso es una cárcel creativa que te limita. Y en México me junté con gente que ni siquiera conocía, como David, Raquel y Mauro. Y salieron las canciones”.

Recuerdo que cuando te entrevisté en 2015, cuando publicaste “Estilo libre”, me dijiste algo similar. Que estabas un poco encerrado en una forma y decidiste probar con varios géneros que no habías tanteado hasta ese momento.

Sí, claro, esa fue una manera de romper la maldición en ese momento. Recuerdo que estábamos haciendo “Invierno” y desde un principio le pusimos un sampler de bachata. Pero al final dijimos: “¿Por qué mejor no traemos a alguien que sepa tocarlo y hacemos una bachata de verdad, una cuestión real?”. Y eso fue muy satisfactorio. Romper ciertos prejuicios que uno tiene a la hora de trabajar. La comodidad en la música, al menos para mí, es un límite, es un problema. Muchas veces es una trampa, porque terminas repitiendo y al final el primero que no se satisface es quien está haciendo la música. Eso es lo que me ha pasado a mí al menos.

“Invierno” (2015), vídeo dirigido por Luciano Rubio.

“Coquimbo, Mazatlán” suena evidentemente a México. Pero ese título se compone de una ciudad chilena, Coquimbo, y una mexicana, Mazatlán. ¿Qué piensas de la conexión que existe entre los dos países? Me parece muy profunda siempre. Acá tenemos hasta nuestra propia tradición de ranchera.

Yo creo que hay algo muy mágico, porque los dos países son la última y la primera estación del tren de Latinoamérica. Hay una cosa cultural, claro, pero también algo un poco espiritual que no es tan evidente, como aguas subterráneas que se conectan, y que hace que de alguna forma estemos emparentados por alguna razón, algo difícil de analizar. A mí siempre me genera mucha curiosidad cuando vamos de acá para allá, se siente bien. Hay como una ambigüedad de la personalidad, de entender lo desastrosa que puede ser la vida…

Quizá son los terremotos.

¡Hasta en eso estamos emparentados! Claro, hay un montón de cosas que mágicamente y no tan mágicamente nos unen.

Cruzando fronteras. Foto: Val Palavecino
Cruzando fronteras. Foto: Val Palavecino

El juego de componer

Daniel cuenta que “Coquimbo, Mazatlán” nació casi como un juego. “Nómbrame un lugar que yo no conozca de México que se parezca a un lugar que tú no conoces de Chile. Yo te voy a decir más o menos las características”, cuenta que le propuso a El David Aguilar. Y así llegaron a la chilena Coquimbo: “Es un lugar donde comienza un poco el desierto, hay un mar que no es tan frío como en el sur, le dije. Y él me dijo que era de un pueblecito que queda cerca de Mazatlán que tenía las mismas características. Listo, hagamos una canción”.

Pero estos compositores no fueron los únicos compañeros de Daniel en el viaje de “Realismo”. En la producción trabajó con el chileno Pablo Stipicic –quien ha colaborado junto a Pablo Chill-E, Polimá Westcoast o Rubio– y el argentino Nico Cotton –que ha estampado su firma en trabajos de Cazzu, Conociendo Rusia o Nicki Nicole–. “Yo creo que tuve la suerte de que parece que me conocía”, dice sobre Nico Cotton. “Nunca le pregunté, pero algo me conocía y me hizo un espacio en su agenda. Él y su asistente eran muy agradables y él tenía una soltura que me encantó. Y grabamos como yo hasta ese momento nunca había grabado. Si yo le decía que se me ocurría una voz o una guitarra, él me decía: ‘OK, grábala aquí’. Al lado suyo, no en la cabina. Si se me ocurría algo en la batería, iba y ponía un micrófono y lo agarraba mientras yo tocaba. Me encantó. Ansioso pero linda persona”.

Gepe & El David Aguilar: “Coquimbo, Mazatlán”, vídeo dirigido por Bernardo Quesney.

Una ansiedad bien administrada.

Tal cual. Y bueno, con mucho talento, sin duda. Porque si yo hago eso, la grabación no me queda ni parecida. Me encantó. En las mezclas tenía las cosas muy claras, mucho más que yo. Y a Stipicic le dije: “Qué bacán, por fin lo estoy pasando bien de nuevo, después de un montón de tiempo que no había sido así”.

Ahora vas a España a tocar después de mucho tiempo. ¿Qué esperas de este viaje?

Yo creo que España ha cambiado mucho musicalmente estos últimos siete años. Hay toda una vanguardia ahí que es pop, y eso me encanta. Que haya una vanguardia estética que es pop, eso es genial, es como la gran victoria. Hace siete años yo consideraba que no era así, definitivamente no era así. Supongo que ese cambio me genera curiosidad, la vibra que se está viviendo ahí.

Ya llevas varios discos y muchos años de carrera y, bueno, justo entrevisté a Álex Anwandter hace poco a raíz de su último trabajo y ustedes son contemporáneos. Hablamos mucho sobre pelear contra la romantización del pasado, sobre todo de los inicios, en la primera década de este siglo.

Yo lo puedo graficar con una imagen que me hace mucho sentido. Estábamos viajando en el 2007 con la Javiera Mena y estábamos pasando por la policía internacional, donde había que rellenar un formulario y escribir la profesión. Yo ya había sacado dos discos, la Javiera había publicado “Esquemas juveniles”, ya tenía una carrera y los dos tocábamos y vivíamos de eso. Y te juro que los dos nos preguntamos: “¿Qué vas a poner en profesión?”. Y yo le dije que iba a poner “diseñador”, porque eso es lo que había estudiado. Nos dio mucha risa a ambos. Porque ser músico no era una profesión. No había nada o casi nada. Y lo que había estaba en función de otro tipo de música, muy lejano, a nadie le importaba. Si alguien te escuchaba, bacán. Y si no, nadie se daba cuenta.

Tu pasaste por Sony, Javiera también, pero ambos se fueron y volvieron a lo independiente. Hablando con otros músicos y músicas, me dicen que sienten que todo se lo ha comido el trap y el reguetón a nivel de posibilidades de industria. Y lo dicen a modo de crítica, como si no hubiese lugar para algo diferente en ese terreno en términos de proyección, presupuesto, crecimiento, etc. ¿Qué piensas tú?

Creo que es genial este momento también justamente por eso. Gran parte de lo que pasa con lo urbano hizo que gran parte de la gente, me incluyo, esté haciendo discos en el sentido contrario. Chao con el urbano, hay que robar ideas, obvio, pero qué bacán lo otro también. Ese contrapeso que se está armando me gusta. Es como un rico descanso de lo otro.

“Las cosas son cíclicas siempre. Me encanta este momento, es fascinante en términos musicales. Hay algo relacionado con el folclore que está bien lindo, mucha gente joven haciendo cueca. Hasta los urbanos se están poniendo emo”

Eres la primera persona que me dice eso, porque desde la mayoría hay un reclamo, aunque pocos y pocas se atrevan a decirlo on the record. Básicamente, estás diciendo que se puede ser creativo porque no hay nada que perder.

Tal cual, si las cosas son cíclicas siempre. Me encanta este momento, es fascinante en términos musicales. Hay algo relacionado con el folclore que está bien lindo, mucha gente joven haciendo cueca. Hasta los urbanos se están poniendo emo.

Bueno, Gianluca hace años le puso una guitarra con distorsión a sus temas y justo hace unos días apareció una canción increíble de CONDY con AKRIILA que es básicamente hyperpop y drum’n’bass.

Qué bacán. Si al final lo que va a quedar del urbano son los arreglos musicales, porque ya la estética del Instagram y la discoteca, chao, hasta ellos se aburren.

Tu canción “Yenny, Las Cruces” no es parte de “Realismo”, fue lanzada en marzo de 2023. Es la última que has publicado y te quería preguntar por ella.

Es muy especial. Francisca Boher es una científica que hizo un documental que se llama “Elementos”, en donde ella quería mostrar exactamente eso –el viento, la tierra, el agua– y comunicarlo de forma popular a través de canciones. Entonces nos convocó a Fran Valenzuela, a Pedropiedra y a mí, que me tocó el agua. Y fui a Las Cruces, una localidad en la costa del centro de Chile, con un científico que tenía el factor que a mí me pareció trascendental para todo esto, para lo que terminó siendo la canción, y es que él era muy sociable y muy cariñoso con su comunidad. Él trabaja en un área protegida y allí se ven cosas muy especiales, también tienen laboratorios donde analizan la vida marina. Pero, más allá de eso, me fascinó la relación que tenía él con la comunidad. Allí conocí a algunas integrantes de un sindicato de mujeres recolectoras del mar y fuimos todos a comer a la casa de un pescador. Nos hicieron lapita apanada, pescadito, ceviche, una cosa maravillosa. Y de repente apareció Yenny con un plato muy rico, se puso a hablar, era muy simpática y la gente le empieza a decir: “Ya, pues Yenny, sácate una poesía”. Y leía y era hermosa. Después le decían: “Yenny, ¿te acuerdas que ganaste un concurso de cocina?”. Y claro, había ganado un concurso de cocina en Madrid y le pasó la receta a restaurantes pitucos (pijos) de acá. Y yo estaba maravillado. Además de todo eso, trabajaba y estudiaba. No sé, tenía una energía tan especial que yo pensaba: “¿Qué voy a hablar del mar?”. A mí me inspiró más esta mujer, me casé con eso y aluciné. Era poeta, al mismo tiempo hacía cocina exquisita y además compartía su conocimiento. ∎

“Yenny, Las Cruces”, del proyecto “Elementos”.
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