La pianista polaca Hania Rani y su compatriota, la violonchelista Dobrawa Czocher, se han convertido en las dos mujeres compositoras más jóvenes en ser fichadas por Deutsche Grammophon. Esta semana presentan en Barcelona (viernes 17) y Madrid (sábado 18) sus dos primeros álbumes, “Biała flaga” e “Inner Symphonies”.
Resulta curioso que sepamos tan poco del rock polaco. En cambio, Polonia sí es conocida por ser una potencia mundial en el terreno del cine –con directores como Roman Polanski, Krzysztof Kieslowski, Andrzej Wajda o, más recientemente, Paveł Pawlikowski– y de la música clásica contemporánea, con nombres como los de Krzysztof Penderecki, Witold Lutosławski, Henryk Górecki o Zbigniew Preisner. A esta lista podemos comenzar a sumar a dos compositoras treintañeras, Hania Rani (Gdańsk, 1990) y Dobrawa Czocher (Tczew, 1991), que han irrumpido con fuerza al convertirse en las dos compositoras mujeres en ser fichadas por el prestigioso sello clásico alemán Deutsche Grammophon, que publicó en octubre su álbum “Inner Symphonies” y ahora, en diciembre, acaba de lanzar la versión remasterizada de “Biała flaga” (bandera blanca, en polaco), su primera grabación conjunta, editada originalmente por My Music en 2015.
Hanna Raniszewska, de nombre artístico Hania Rani, es la más célebre de las dos artistas. Sin entrar en el terreno del pop, ella ha desarrollado una carrera en la que ha ido alternando composiciones instrumentales y cantadas –a la manera de Wim Mertens, por poner un ejemplo clarificador–. Debutó discográficamente en solitario en 2019 con“Esja”, un álbum de piano solo publicado por el sello británico Gondwana, al que siguió, al año siguiente, “Home” (Gondwana, 2020), cantado, interpretado y producido por ella misma y que ha terminado de situarla como una figura emergente en el panorama musical polaco e internacional.
Dobrawa Czocher, por su parte, es violonchelista solista de la Orquesta Filarmónica de Stettin. Hija de una violinista profesional, ese es también el ámbito en el que ha desarrollado su trayectoria hasta el momento.
Dobrawa y Hania habían coincidido en su adolescencia en el conservatorio Feliks Nowowiejski de la ciudad polaca de Gdańsk, y terminaron compartiendo apartamento durante sus estudios en Varsovia y Berlín. En 2014 les surgió la posibilidad de colaborar juntas en un concierto relacionado, curiosamente, con el rock, cuando les pidieron que reelaboraran en clave clásica las canciones del álbum “Biała flaga” del grupo polaco Republika, un disco publicado originalmente en 1999 y que reunía los grandes éxitos de la banda liderada por Grzegorz Ciechowski, fallecido en 2001, a los 44 años, víctima de un ataque cardíaco.
El éxito de aquel concierto derivó en su primer lanzamiento discográfico conjunto. Complementarias en gustos e influencias –Dobrawa cita a Max Richter y Peter Gregson, mientras que Hania habla de Nils Frahm como una figura “extremadamente inspiradora”–, “Inner Symphonies” es su primer álbum de composiciones propias, un disco que presentan estos días en España: el viernes 17 en La Nau de Barcelona y el sábado 18 en el Auditorio Nacional de Madrid, motivo más que suficiente para mantener una conversación por Zoom con Rani, complementada por correo electrónico con Czocher.
La música clásica es lo que está en vuestros orígenes, pero Hania experimentó con el jazz y la música electrónica y ahora su nombre es más conocido internacionalmente. ¿Cómo han sido las cosas en tu caso, Dobrawa? ¿Tienes una carrera profesional al margen de tu papel como violonchelista solista de la Filarmónica de Stettin?
Dobrawa Czocher: Efectivamente, yo era miembro de esa orquesta y eso significa que estaba muy volcada en mi profesión, tocando principalmente música clásica. Siempre he querido ser violonchelista profesional y ¡creo que lo he conseguido! La composición es algo que empecé bastante tarde y me llevó tiempo darme cuenta de que también quería dirigir mi carrera en esa dirección.
Es curioso que siendo las dos instrumentistas y compositoras formadas en conservatorio vuestra primera colaboración notoria tuviera como punto de partida el rock… ¿Hasta qué punto es importante ese género para vosotras?
Hania Rani: Es una señal de que no estábamos interesadas solo en la música clásica; en el caso del homenaje a Grzegorz Ciechowski se trataba de un proyecto muy particular. Falleció bastante joven, por desgracia, pero fue uno de los más grandes compositores y cantautores de Polonia. Fue Dobrawa la que me enseñó su música y me gustó mucho, y sentí que había mucho de valor en ella. Cuando recibimos la propuesta para hacer arreglos de las canciones de esta estrella de rock, como nos gustaba su música, dijimos que sí.
Tengo entendido que las dos os conocéis desde hace unos quince años…
Hania: Sí, nos conocemos desde hace mucho tiempo, desde que yo tenía catorce años y ella trece. También hemos vivido juntas durante nuestros estudios, así que hemos estado intercambiando inspiraciones musicales e ideas todo el tiempo. Por supuesto, había mucha música clásica, pero también cualquier otra cosa que nos pareciera interesante o que sobresaliera. Somos gente normal, así que no nos perdemos las cosas que otras personas estuvieran escuchando.
Del rock polaco se conoce poco fuera de Polonia, pero en el ámbito de la clásica contemporánea, estáis en la Champions League. ¿Por qué crees que sucede eso, que en el mundo se conozcan esos grandes compositores y muy poco o casi nada del rock polaco?
Hania: ¡Yo también me lo pregunto a veces! No sé por qué algunos de estos artistas no pueden llegar a los grandes escenarios, pero creo que es tal vez, sobre todo, debido a la lengua. Es una limitación que también afecta a otras naciones. Pero realmente no lo sé. Quizá en la música clásica hemos conseguido ofrecer algo nuevo. Y en la música rock no. Solo estamos repitiendo algo que ya estaba allí fuera, haciéndolo en nuestro pequeño mercado. Creo que es algo que sucede en todos los países pequeños, que, básicamente, se limitan a seguir las tendencias y lo que se ofrecen no es lo suficientemente fresco o personal. Y luego, por supuesto, además del idioma, los años que pasamos bajo el régimen comunista. Supongo que después de los años 50 era bastante difícil conseguir sacar la música al extranjero y la gente tampoco sabía idiomas.
Hania, en tu álbum “Home” hay una pieza que desde su título, “Letter To Glass”, parece indicar lo importante que es para ti el minimalismo…
Hania: En realidad no es una “carta a Glass”, pero también lo podría ser… Quiero decir, hay muchas explicaciones y una de ellas, por supuesto, es Philip Glass, con el que creo que hay una clara conexión con su música, especialmente entre el estado de ánimo de sus temas y los motivos que yo utilizaba en mi propia composición. Pero, básicamente, “Letter To Glass” es una carta a mi propio yo, porque quería tender un puente entre mi primer álbum, “Esja”, y el segundo, “Home”.
¿Y cómo era el método de trabajo? ¿Llevabáis cada una fragmentos musicales que poníais en común?
Hania: Por lo general, se trataba de pequeños motivos, pequeñas ideas que desarrollábamos en dos etapas. Si había una lo suficientemente fuerte, construíamos una estructura que grabábamos para que no se perdiera. Y después hubo un proceso de producción que nos permitía poner en práctica un montón de nuevas ideas, manteniendo la forma original. Este álbum está construido básicamente a base de capas. Hay muchas, muchas, muchas capas. Algunas de ellas fueron grabadas a propósito, pero otras son improvisadas y otras se añadieron después. Pero todo surge de los motivos breves iniciales, de una línea o de una idea.
En “Inner Symphonies” hay una canción titulada “Malasana”… ¿Es, quizá, una referencia al barrio madrileño de Malasaña? Era el barrio más rockero de la ciudad y se ha convertido en algo así como el sitio de moda…
Dobrawa: ¿¡En serio!? ¡No tenía ni idea! ¡Habrá que ir a conocerlo! En realidad, “malasana” es una postura de yoga, una de mis favoritas, porque me relaja mucho. Además, nos gustaba el propio sonido de la palabra: un sonido delicado, sutil e intrigante. En nuestra “Malasana” puedes encontrar un aire a música oriental y ese es un tipo de música que requiere concentración (igual que sucede cuando haces yoga) para disfrutarla por completo. Lo que es interesante, ahora, después de que hayamos lanzado el vídeo, es que esta pieza la interpreto con ideas nuevas en la cabeza y eso es fantástico. Así que “Malasana” puede tener muchos significados. ¡Estoy segura de que exploraremos la “Malasana” española en breve!
Hania, en los premios Fryderyk que concede anualmente la Sociedad Polaca de la Industria Fonográfica (ZPAV) fuiste candidata a la Mejor Producción por tu álbum “Home”. ¿Te gusta trabajar en el estudio y ser la responsable del sonido?
Hania: No lo soy solo yo, pero por supuesto, porque tengo un poco más de experiencia, sé lo que podemos lograr –con la ayuda, claro está, de los ingenieros de sonido– y pude desarrollar los sonidos un poco más y entender qué tipo de emoción queríamos aportar. Pero aunque fui yo quien lo ejecutó, todo se debatía entre las dos. Además, el disco lo grabamos en una de las salas filarmónicas más bonitas de Polonia, la de Stettin, que fue diseñada por un arquitecto español (el gallego Alberto Veiga, del estudio barcelonés Barozzi Veiga).
Hania, en alguna parte me ha parecido leer que trabajaste en Berlín con Nils Frahm…
Hania: No, ni siquiera lo conozco. Me resulta una gran inspiración, pero nunca he trabajado con él. Una de las cosas que hice en Berlín fue analizar su música y tratar de averiguar por qué es tan bueno.
¿Cómo vais a trasladar el álbum al directo?
Hania: Siempre resulta difícil dar vida a los álbumes. En mi opinión, porque en los discos hay algo que ya queda atrapado para siempre y después necesitas de alguna manera desarrollar nuevas ideas para el escenario, ideas que funcionen mejor para el directo que para el disco. Ya tuvimos oportunidad de actuar bastante y, salvo algunas ocasiones puntuales, en las que nos acompaña un pequeño conjunto, solo actuamos las dos.
Lo hemos resuelto bien. Yo voy con piano, piano de cola y sintetizador. Y Dobrawa con violonchelo, y hay cosas para las que empleamos loops de electrónica mezclados con nuestros instrumentos acústicos. Tocamos casi todo el álbum: nueve temas de los diez que hay. Nos falta “Demons”, para el que todavía no hemos terminado de crear los arreglos de directo. Era un tema totalmente improvisado y nos está costando darle vida.
Hania, este año has sido premiada en los premios Fryderyk polacos por tu álbum “Home”. ¿Eres ya una figura en Polonia?
Hania: ¡No, no, por supuesto que no! Por eso es tan importante el premio, porque lo que estoy haciendo es música muy alternativa. Y es muy importante que un pianista o un compositor reciba un premio por su música “popular”. Las grandes estrellas de Polonia están haciendo hip hop o pop. Pero fue un gran logro que esta música consiguiera llegar tan lejos en la conciencia de la gente dentro del mercado polaco. Creo que nunca había sucedido antes.
Dobrawa, creo que también estás trabajando en tu primer álbum en solitario…
Dobrawa: Sí, es verdad. Estoy en ello. Va a ser una exploración sobre las posibilidades de mi instrumento y voy a crear una pieza con varias capas de sonido de violonchelo, efectos, sonidos interesantes, etcétera. Voy a incluir una de las primeras composiciones que escribí y cosas nuevas. Está planeado que se grabe a mediados de enero y vendría a ser una especie de resumen de mis dos últimos años.
Por una parte me asusta un poco, pero por otra es muy emocionante, porque gracias al dúo que hemos formado Hania y yo, he podido experimentar mucho últimamente con lo referente a la producción discográfica (y no solo con respecto a eso) y me siento mucho más preparada y lista para hacer ahora algo en solitario. ∎