Un chico de Michigan (y de Islandia). Foto: Hörður Sveinsson
Un chico de Michigan (y de Islandia). Foto: Hörður Sveinsson

Entrevista

John Grant: “No debería avergonzarnos ser masculinos”

Lejos quedan los tiempos de John Grant al frente de The Czars. Pero, siendo honestos, lejos quedan también los tiempos en que el cantautor debutó en solitario con aquel “Queen Of Denmark” en el que abría en canal su realidad para hablar de un pasado oscurecido por las adicciones y la relación con su propia sexualidad. Su último disco, “Boy From Michigan”, es la prueba de que hace tiempo que nos encontramos ante John Grant 2.0. Un John Grant que, a estas alturas, ya es más islandés que yanqui.

John Grant es una de esas personas cuyas respuestas están preñadas de silencios (para nada incómodos) y divagaciones. Se nota que construye las frases con parsimonia a medida que van encajando los diferentes bloques de su pensamiento. Desde que descuelga el teléfono, proyecta su voz masculina, reposada, añeja, frondosa y, sí, barbuda por encima de un silencio sepulcral que envidio profundamente cada vez que intuyo que, a mi lado de la línea, las sirenas y el bullicio se filtran a través de las ventanas abiertas de mi piso.

El motivo por el que hablamos es que ha publicado nuevo disco, “Boy From Michigan” (Bella Union-[PIAS] Ibero América, 2021), que grabó durante la pandemia en compañía de Cate Le Bon. Lo primero que hace es preguntarme por cómo ha sido el verano en Barcelona y fardar de que en Islandia se está de lujo. La paz de su voz me obliga a preguntarme qué ocurrió antes, si Grant encontró a Islandia o Islandia encontró a Grant. Es la primera vez que hablo con él, así que no sé si ya era así antes de abandonar Estados Unidos hace más de diez años o si ha encontrado la paz en su nuevo hogar. Los tormentosos trabajos que firmó con The Czars en el cambio de siglo y, sobre todo, la pesadumbre vertida sobre su debut en solitario, “Queen Of Denmark” (Bella Union, 2010), obligan a intuir que lo suyo ha sido todo un proceso a corazón abierto en el que no se le han caído los anillos a la hora de exhibir sus adicciones, su homosexualidad o su convivencia con el VIH.

Lo que está claro es que, a día de hoy, su talante tiene mucho más que ver con Islandia que con el espíritu yanqui. Es por eso por lo que “Boy From Michigan” parece bascular entre la mirada hacia Estados Unidos, más turbulenta, y hacia su propio interior, mucho más calmada. Un disco dividido en tres arcos narrativos cuyo principio, sin embargo, no está en la primera canción, sino en el arranque de la crisis del coronavirus.

“La violencia está aumentando en lugares como Polonia, por ejemplo, donde se han promovido leyes que ilegalizan y criminalizan la homosexualidad. Estamos viviendo un retroceso. Todavía hay mucha gente que cree que los homosexuales somos seres humanos inferiores, así que es importante mostrarte abiertamente y contar tu historia. Es importante que nuestras historias estén ahí fuera, que las personas gays y trans cuenten todas esas historias que necesitan ser contadas”

A principios de 2020 se te solaparon dos momentos difíciles: el arranque de la grabación de “Boy From Michigan” y el estallido de la pandemia. ¿Cómo lo viviste?

Como una oportunidad para aislarme. Cate (Le Bon) vino a Islandia con su ingeniero de sonido, Samur (Khouja), y nos pusimos a trabajar a destajo. Todos nuestros planes se habían cancelado, así que tuvimos tiempo de intimar. Samur venía de Los Ángeles, y Kate, de Gales. Decidieron que este era un buen lugar en el que pasar la crisis sanitaria, y nos metimos muy profundamente en el trabajo. No empecé a estresarme hasta que pasaron algunos meses, porque grabar un disco es un proceso difícil. Al principio es muy divertido, pero, a medida que te acercas al final de la grabación, es cuando empiezas a perder los papeles. La fase de mezcla es muy estresante, y me hace sentir que estoy perdiendo la cabeza. Lo de la grabación funcionó durante algunos meses: me mantuvo ocupado y distraído de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Pero ya sabes lo que pasa: la realidad se va filtrando poco a poco a medida que las cosas se van poniendo más y más serias. Cada vez era más difícil bloquear lo que estaba pasando.

Las dos caras de John Grant. Foto: Hörður Sveinsson
Las dos caras de John Grant. Foto: Hörður Sveinsson

¿Qué tal fue trabajar con Cate por primera vez en aquellas circunstancias?

Fue un poco raro, porque no sabíamos qué iba a ocurrir en el mundo. Yo estaba nervioso por culpa del inicio de la grabación. Y no quiero hablar por Cate, pero creo que obviamente ella también estaba muy preocupada por el virus. Los primeros días había muchas cosas que nos distraían, pero realmente nos metimos de lleno muy rápido. Pasamos muy buenos ratos, y vivimos momentos muy especiales, por mucho que siempre fuéramos conscientes de que el coronavirus estaba transcurriendo en un segundo plano. Daba miedo.

¿Crees que las emociones que surgieron durante la pandemia se filtraron en el disco?

Probablemente. Es difícil pensar en ello. Seguro que se filtró mucho de lo que vivimos. Fue un momento muy oscuro, pero también fue muy sanador para mí poder crear todas estas canciones. Lo necesitaba de verdad. Fue divertido. Es una mezcla de luz y oscuridad. Por mucha oscuridad que haya, siempre hay luz. Mucha luz. No puedes estar hundido en la oscuridad permanentemente. Las cosas no funcionan así. Y es divertido pensar esto porque, muchas veces, lo que mucha otra gente ve como oscuridad, yo lo veo como luz. Y al revés.

Que “Boy From Michigan” sea un disco dividido en tres actos hace pensar que cada vez estás más interesado en la música como experiencia narrativa…

Puede ser. Pero, de nuevo, no es algo en lo que piense demasiado. Hago lo que me va saliendo de forma natural, sin pensarlo en exceso… (Largo silencio) Bueno, en verdad esto que acabo de decir es una mentira: pienso mucho las cosas, pero no necesariamente en el porqué de esas cosas. Nunca pensé conscientemente, por ejemplo, en hacer una trilogía de canciones sobre Michigan hasta que el disco estaba ya muy avanzado. En lo que a creatividad se refiere, lo único que puedes hacer es sentarte y ponerte a hacer cosas. Después, si perseveras, todo va tomando forma.

“La narrativa del sueño americano es falsa. Es un engaño para distraerte de lo que realmente importa. Yo mismo he sido víctima de ese engaño, como todo el mundo. Lo único que hacemos es preocuparnos por el dinero y la economía, como si la humanidad no importara para nada. Estados Unidos es un Las Vegas gigante. Un casino gigante. Y la Biblia fue reemplazada por las leyes de los negocios hace cien años, como mínimo. Esto es un hecho. Todo se reduce a la publicidad”

Las tres primeras canciones son la trilogía de Michigan que ya has mencionado, pero la segunda parte del álbum trata sobre tu proceso para aceptarte como homosexual. Esto es interesante porque, en los últimos años, los derechos de la comunidad LGTBIQ+ han retrocedido en muchos lugares del mundo. ¿Crees que esta parte del disco es ahora más necesaria que nunca?

Totalmente. La violencia está aumentando en lugares como Polonia, por ejemplo, donde se han promovido leyes que ilegalizan y criminalizan la homosexualidad. Estamos viviendo un retroceso. Todavía hay mucha gente que cree que los homosexuales somos seres humanos inferiores, así que es importante mostrarte abiertamente y contar tu historia. Es importante que nuestras historias estén ahí fuera, que las personas gays y trans cuenten todas esas historias que necesitan ser contadas. Exponernos no debería ser algo que nos avergonzara… ¿Cómo está la cosa en España?

No demasiado bien: hay un auge de discursos retrógrados que se ha traducido en una ola de violencia contra la comunidad LGTBIQ+…

Está ocurriendo lo mismo en todo el mundo. En Estados Unidos hay un auge de la derecha, el fascismo y los movimientos supremacistas. Es una pesadilla, porque incluso hay personas de mi familia que los apoyan. Me hace sentir enfermo. Siento lo mismo que cuando era joven. El mismo miedo que sientes cuando te das cuenta de que aquellos que están ganando son los que quieren matarte.

Clown lúcido. Foto: Hörður Sveinsson
Clown lúcido. Foto: Hörður Sveinsson

Eso es lo que da más miedo: que haya gente que no se hubiera atrevido a decir determinadas cosas hace diez años, pero que ahora se ve totalmente legitimada en su odio.

Creo que han caído muchas máscaras y ha quedado a la vista todo este odio que muchas personas guardaban para ellas. Ahora pueden sacarlo todo. No sé por qué está ocurriendo esto. Es el espíritu del momento, pero se siente como un espíritu maligno. Pero hay que pensar que ese odio no puede ganar. A la larga, nunca va a ganar, porque no vamos a permitirlo. Puede que tengamos que luchar de nuevo. Hay mucha gente que ya está luchando día a día. Las personas trans, por ejemplo. Para ellas es mucho peor, porque ya no es que las consideren seres humanos inferiores, es que ni las consideran seres humanos.

Las últimas canciones de “Boy From Michigan” se centran en el estado político actual de Estados Unidos. ¿Te sigue obsesionando el gran sueño americano?

La narrativa del sueño americano es falsa. Es un engaño para distraerte de lo que realmente importa. Yo mismo he sido víctima de ese engaño, como todo el mundo. Lo único que hacemos es preocuparnos por el dinero y la economía, como si la humanidad no importara para nada. Estados Unidos es un Las Vegas gigante. Un casino gigante. Y la Biblia fue reemplazada por las leyes de los negocios hace cien años, como mínimo. Esto es un hecho. Todo se reduce a la publicidad: nuestra cultura se basa en la manipulación. Todo gira en torno a los negocios, la bolsa, el dinero, vender productos, conseguir que la gente desee poseer cosas que no necesita. Si la gente no compra cosas superfluas, entonces el sistema no puede sobrevivir. Es como si corriéramos alegres hacia nuestra tumba. Y digo esto sabiendo que hay muchas cosas que tengo que cambiar en mi vida, porque en verdad soy un buen chico americano al que le encanta gastar dinero. Es una enfermedad, porque me hace sentir cómodo: gastar dinero me hace sentir a salvo.

En verdad, ocurre igual en el resto del mundo…

Sí. Esto ocurre porque el humano interior ha sido reemplazado por el humano exterior. Lo único importante es todo aquello que está en el exterior, en la superficie. Nada que esté dentro es importante ya. Y a la gente le da igual. Piensan que las cosas están bien tal y como son. Pero ahí afuera hay mucha gente que está luchando para cambiar esto, gente que sale a la calle y hace sentir a los demás que son queridos.

Visión ultravioleta. Foto: Hörður Sveinsson
Visión ultravioleta. Foto: Hörður Sveinsson

En la última canción del disco, “Billy”, tratas la masculinidad tóxica…

A lo mejor es algo personal. Es algo con lo que tenemos que lidiar todos los hombres, no solo los gays. A mí desde pequeño me dijeron que no era un hombre y que nunca lo sería. Tan solo por ser como era. Es importante recordar que todos los hombres pasan por eso, incluso los heterosexuales. Esa canción trata sobre dos hombres, uno gay y otro heterosexual, que acaban cayendo en el mundo de la adicción porque no pueden vivir bajo el peso de la expectativas de la sociedad con respecto a los hombres. No son capaces de ser lo que la sociedad espera de ellos. No importa que uno sea gay y el otro heterosexual: ambos se ven destruidos por la misma fuerza.

El problema es que esa masculinidad tóxica y esa homofobia ya no es algo que venga de fuera: también es algo que los homosexuales tenemos interiorizado…

Es pura internalización del odio, un gran problema en la comunidad gay. Es lo que todas las minorías oprimidas y odiadas acaban haciendo: si te has visto obligado a tratar con ese tipo de odio durante toda tu vida, al final lo acabas ejerciendo contigo mismo e incluso contra los demás. Yo mismo soy culpable de hacerlo. Pero es que gran parte del proceso de curación de todo homosexual pasa por aprender a tratar a los demás homosexuales. Además, hay que reflexionar sobre qué significa ser fuerte. Muchas veces, la compasión hacia los demás es una forma increíble de fuerza. Pasa lo mismo con la bondad. ¿Cuántas veces has escuchado que no hay que confundir la bondad con la debilidad? Debe preocuparnos más ser bondadosos y menos ser percibidos como débiles. Es más importante ser buena persona que fuerte.

El problema es que nos inculcan que tenemos que ser fuertes, porque un hombre es fuerte por definición.

Últimamente he estado pensando mucho en los deportes y en cómo, desde niños, nos condicionan a pensar en la victoria. Ya no es solo que tú tengas que ganar, es que no puedes permitir que los demás ganen. Y encima tienes que decirle a los demás que lo importante no es ganar, sino participar. Que lo importante es el compañerismo. Una mierda. Lo importante siempre ha sido el dinero y ganar. Y no voy a decir que el deporte sea malo, pero al final te das cuenta de que la sociedad no lo utiliza para que los niños se ejerciten: lo utiliza como un artefacto ideológico. Hay muchas cosas en las que tengo que trabajar conmigo mismo. Tengo mucha rabia en mi interior, pero también tengo mucha compasión. Y vivo en una constante batalla entre estos dos sentimientos. Mi último novio, por ejemplo, me enseñó mucho sobre fuerza y sobre lo que significa ser un hombre. Porque es que a mí me encanta la masculinidad, ¿sabes? Es algo bello, y no debería avergonzarnos ser masculinos. Pero tiene que ser una masculinidad fundamentada en la verdad y en la compasión. En vez de eso, sin embargo, tenemos el gran eslogan americano: “no me jodas”. Si me jodes, te mato. Es el mensaje que encuentras en toda la cultura americana. Lo encuentras en la música más popular, en las películas, en todos lados. Ese es el gran mensaje. ∎

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