El jungle y el drum’n’bass, más tarde, se volverían mucho más sofisticados que el hardcore, gracias a las producciones desconcertantemente complejas de Photek, 4hero, Krust y más, productores que llevaron la ciencia de editar ritmos y breaks a proporciones ridículamente exageradas. Sin embargo, al principio, el jungle y el hardcore estaban muy estrechamente conectados: en un álbum como “Origins” (Sneaker Social Club, 2020) de Foul Play, que recopila las canciones de los dos primeros EPs del grupo, casi se puede sentir cómo el hardcore se transforma en el jungle; el sonido bastante anárquico del primer EP se vuelve más elegante y mortal en el segundo vinilo.

Las primeras canciones de jungle incluyeron “Valley Of The Shadows”, clásico oscuro de Origin Unknown de 1993, y “28 Gun Bad Boy” de A Guy Called Gerald, que resultó un gran éxito en las noches Rage de Fabio & Grooverider en Londres, la fiesta que más hizo para impulsar el sonido del jungle naciente. Sin embargo, el primer éxito del género fue “Incredible”, de M-Beat con General Levy, un monstruo del jungle ragga que llegó al top 10 del Reino Unido en 1994, popularizando el término “jungle” y solidificando sus vínculos con la diáspora jamaicana de Gran Bretaña.

El mismo año, Goldie lanzó “Inner City Life”, una canción cuya increíble programación de ritmos y voces conmovedoras fulminaron los límites sónicos del jungle, demostrando definitivamente que el estilo podía ser mucho más que música de club. “Inner City Life” fue un himno a la vida en las ciudades más duras de Gran Bretaña, la otra cara de la moneda del naciente fenómeno del britpop, que en ese momento cobraba vida.

El álbum debut de Goldie, “Timeless” (Metalheadz-FFRR, 1995), salió en medio del período dorado del jungle, tres cortos años de 1994 a 1997, cuando cada semana el género parecía dar un nuevo salto. Artistas como LTJ Bukem, Photek, 4hero, Dillinja, Roni Size, Krust, DJ Zinc, DJ Hype, Shy FX y más ayudaron a expandir su alcance a nuevos nichos estilísticos, a medida que la producción alcanzaba nuevos máximos de perfección cyborg. Cuando las producciones del jungle se volvieron más sofisticadas, comenzó a surgir el drum’n’bass, una versión del jungle menos influenciada por el reggae. Este proceso culminó con el brillante álbum de debut de Roni Size / Reprazent, “New Forms” (Talkin’ Loud-Mercury, 1997), ganador del Mercury Prize, un momento que llevó el drum’n’bass a las cenas sofisticadas y foros culturales del Reino Unido, sin sacrificar nada de su espíritu innovador.

El jungle siempre fue una forma musical muy maleable, capaz de incorporar de todo, desde suaves licks de jazz hasta bajos aterradores. Pero su éxito en los 90 vería al jungle dividido en subgéneros cada vez más diversos y de nicho, desde jump up (notable por su energía cruda) hasta el liquid, una forma muy suave de drum’n’bass que pone énfasis en las voces conmovedoras y acordes sofisticados. De todo este reguero de subestilos, quizá el nicho clave sea el techstep, una forma terriblemente oscura y técnicamente compleja de drum’n’ bass creada por artistas como Ed Rush, Optical y Bad Company, que enfatizaba líneas de bajo elaboradas y superpesadas sobre los ritmos fracturados del jungle.

Aunque es innegable que el techstep tuvo logros importantes, también se alejaba un poco de las esencias del género. Su dominio atrajo a una nueva audiencia (mayoritariamente blanca) al drum’n’bass, mientras que muchos de sus fans originales recurrieron al UK garage. Al mismo tiempo, esta nueva rama exportable de drum’n’bass comenzó a globalizarse, con artistas importantes surgiendo en todas partes, desde Australia (los hard rockers del drum’n’bass, Pendulum) hasta Brasil (DJ Marky), haciendo de esta forma de música genuinamente británica una fuerza global. De hecho, el britpop, cuyo ascenso simultáneo con el jungle invita a la comparación, nunca tendría nada que ver con el alcance masivo del jungle, ni su influencia duradera, a pesar de sus muchos éxitos en las listas.

Mientras que la atención de los medios se dirigió a otra parte a principios de los años 2000, el jungle y el drum’n’ bass continuaron su difusión mundial. Pendulum se volvieron inesperadamente masivos, llegando a la misma audiencia rock de The Prodigy, mientras que el festival Let It Roll se inauguró en la República Checa en 2008, creando lo que los organizadores llamaron “el evento de drum’n’bass más grande del mundo”. En un giro que era igualmente improbable, a principios de la pasada década el jungle disfrutó de un momento de gloria comercial, con artistas como DJ Fresh, Rudimental y Sigma produciendo grandes éxitos pop que se reproducían con ritmos de drum’n’bass. El single publicado en 2012 “Hot Right Now”, de DJ Fresh con Rita Ora, una canción cuyo ánimo parecía estar a kilómetros de distancia de las raíces del jungle, incluso se convirtió en el primer número uno del drum’n’bass en el Reino Unido.

Este extraño estallido de atención, combinado con algunos discos realmente terribles, podría haber hundido otras formas de música. Pero el jungle demostró ser increíblemente resistente, ignorando los débiles esfuerzos de Sigma y compañía cuando el jungle regresó a la moda musical a fines de la década de 2010, con artistas underground como Tim Reaper, Special Request, MoMA READY e India Jordan produciendo sus propias versiones del género, que se apoyaba fuertemente en la locura del breakbeat del sonido de principios de los 90. Al mismo tiempo, productores clave como Krust y J Majik han regresado, produciendo álbumes que continúan empujando el jungle hacia adelante y hacia afuera en nuevas direcciones increíbles.

En 2021 el jungle finalmente podría tener su victoria definitiva. Krust me dijo recientemente, en una entrevistas para mi pódcast “Line Noise”, que él ve el jungle como la versión británica del hip hop, su principal contribución a la cultura musical mundial. Y es difícil no estar de acuerdo con él. En algún lugar, siempre suena el ritmo del jungle. ∎