Su cuerpo carga una triple subjetividad: es travesti, negra y de origen periférico. En el estribillo de la canción “Transgressão”, parte del disco “Corpo sem juízo” (Autoeditado, 2020), la cantautora Jup do Bairro pide repetidas veces al oyente: “Déjame volar”. Considerada gran revelación de los últimos años, logra hacerlo dibujando sueños de libertad a lo largo de los seis temas que componen el trabajo, publicado en medio de una pandemia que destrozó la escena musical de Brasil.
Jup toma su nombre artístico de Capão Redondo, el barrio del extremo sur de São Paulo en que nació y que ella describe como una “fábrica de pensadores marginales”. Prima de pastor religioso y niña prodigio, tuvo su primer contacto con la música en la iglesia. Fue en sus años de preadolescencia, sin embargo, cuando empezó no solo a investigar su propia identidad de género, sino a utilizar el arte como escape. Solamente le quedaba un impulso para abrazar el espíritu de experimentación.
Del heavy metal al funk paulista, pasando por la poetry y el hip hop, las canciones de su miniálbum de debut ya se han escuchado en festivales brasileños. Después de su actuación en Lollapalooza, el pasado marzo, tocará en noviembre en Primavera Sound São Paulo, que por primera vez llega a Latinoamérica. El repertorio que presentará, además, revela una profundidad singular: canta al amor, por supuesto, mientras se entrega a los retos de mantener a salvo su salud mental y ser artista independiente en un país que desprecia el arte justo cuando más necesario le parece a ella.
El compromiso de Jup do Bairro con la creación trasciende las grietas de la represión para alimentar el ejercicio cotidiano de mantenerse en evolución, en diálogo con dudas y descubrimientos. “Es curioso el hecho de que el sistema y las élites desean el trabajo, los hechos de la periferia, pero no quieren estar en contacto o compartir los mismos espacios”, dice. “Por eso siempre necesito cuestionarme, necesito que la gente se cuestione a sí misma, para que no nos quedemos en el mismo lugar. Quiero escribir esta discografía mía contando una historia con ficción, fricciones, verdades, mentiras”.
Al fin y al cabo, ¿qué es y qué poderes tiene para ti un “cuerpo sin juicio”?
Yo creo que el cuerpo sin juicio es precisamente un sitio de exploración. Cuando comencé a componer y recomponerme, pero también a descomponerme, no tenía intención de que eso pudiera convertirse en música, en poesía. Empecé a escribir como una especie de terapia barata, tenía el deseo de entender lo que pasaba con mi mente, con mi cuerpo. Fue a partir de la palabra escrita como me di cuenta de que la mente era cuerpo y viceversa, el cuerpo era mente. Soy travesti y este “cuerpo sin juicio” que le da título a mi álbum puede ser y hacer muchas cosas, pero… sobre todo es el que cuestiona la lógica judeocristiana que siempre se ha impuesto a nosotras y sigue restringida a las experiencias marginales de cuerpos negros, provenientes de la periferia. Quiero explorar e investigar cada vez más, y el cuerpo es el objeto perfecto para eso. A mí no me importa llegar al paraíso, a este lugar idílico que me prometieron. En realidad, no traigo exclamaciones, verdades absolutas. Al contrario, quiero retorcerlas hasta convertirlas en signos de interrogación y llegar al punto de preguntarme: “¿Qué puede hacer mi cuerpo hoy?”.
“Corpo sem juízo” se ve atravesado por miedos e inquietud, y en su discurso destacan frecuentes reflexiones sobre salud mental. Tratas también de la validación del propio arte que uno produce. ¿La idea de cantar estos temas es un acto de valentía?
Por supuesto, me parece un acto de coraje en muchos sentidos. Las células que hoy forman mi cuerpo ya no son las mismas de hace diez años. Creo que la mente no va a permanecer estática ante las posibilidades de la existencia. He comprendido la importancia de la contradicción y me doy el lujo de permitirme vivir este sentimiento. Como cantante, veo muchas veces el intento de romantizar el dolor. Un dolor del que incluso hace poco no se hablaba públicamente. Me acuerdo, por ejemplo, de lo que vivió Deize Tigrona, mi amiga e icono del funk que se retiró por depresión y que fue una de las primeras artistas populares que hablaron sobre eso en las revistas. Ahora grito, pero también percibo el silencio como algo transformador. La escritora brasileña Conceição Evaristo tiene una frase que me ilusiona: “Mientras un ojo llora, el otro espía el tiempo buscando solución”. Cuando observo lo que hago, sé que necesito inquietarme para inquietar a los demás. A muchos se les ocurre pensar que es fácil hablar de experiencias tan íntimas y específicas, pero no lo es. Soy objeto de prueba de mi propio arte, la creadora de mi propia transformación. Soy una artista de mi tiempo.
Esta gira se ve inspirada en muchos momentos en el teatro y en la performance. Tienes el deseo de contar historias y eso te posiciona en un lugar de narradora. Es decir, eres dueña de tu propia trayectoria. Suena muy simbólico.
Con este álbum quería hacer una presentación diciendo quién es Jup do Bairro. Un proyecto con mis referencias y mi trayectoria. Así que decidí mezclarlo todo. Eso fue más un acto de valentía (risas), pues tenía miedo de no poder imprimir mi personalidad. Este relato de mi historia hasta el momento, que mezcla tantas cosas, se refleja en la gira. Cuando diseñé el escenario, dos años antes, me imaginé algo completamente diferente; sería un concierto guiado por la calma, más fácil de apreciar con la mirada. Muchas cosas cambiaron y ahora hasta tengo una banda de rock real, un deseo muy fuerte que tenía y que contempla el hecho de poder ofrecer una actuación enérgica. Es una experiencia que defino como “baile punk de favela”. Hay canciones más reflexivas, pero también gritos, guitarra y batería en abundancia. Es casi un exorcismo inverso, o sea, no es un concierto diseñado para expulsar tus demonios, sino para acercarte, para hablar con ellos.
Actúas junto a una banda muy comprometida con el arte y con la creación que en su mayoría son personas trans. ¿Qué sentido adquiere este dato cuando pensamos que Brasil está en posición de liderazgo cuando se habla de homicidios de personas T?
Esto es responsabilidad. Es muy importante que todos nos hagamos responsables de las representaciones que creamos, especialmente en este espacio que inventa narrativas musicales, poéticas, pero igualmente reales. Con mi banda he estado haciendo eso. La gente ve una mayoría de cuerpos negros, periféricos y transexuales, pero también los reconoce como talentos, sobre todo. Es una gente extremadamente talentosa que vive la música de manera visceral, que quiere hacer arte. Eso hace que tropiece la expectativa de hablar solo de diversidad. Somos cuerpos posapocalípticos que están produciendo arte de calidad. Tengo la dicha de contar con Mulambo –coros y artista invitado–, Diane –coros–, BADSISTA –coros, artista invitada y guitarra–, Evehive –DJ–, Venus Garland –batería–, Malka Julieta –teclado y sintes– y Apeles –bajo y dirección musical–. Cada uno y cada una tiene su propio trabajo, además del que hacen conmigo. Cuando vamos al estudio y ensayamos, puedo haber tenido un día de mierda, pero llego allí y todo cambia. Vuelvo a creer en mí por creer en ellos. Todo pasa gracias al espíritu colectivo. Eso se ve muy claramente en el escenario.
También creo que el rock y el funk brasileños pueden ser considerados sinónimos de transgresión. ¿Cuál es la definición de transgresión para ti?
Transgredir es convertirme a mí misma en una pregunta, comprender que no soy un producto final, una materia definitivamente hecha. Quiero seguir transformándome, dándome el lujo de la contradicción. Quiero seguir entendiendo que ni todos los días voy a dar la vuelta y decirme frente al espejo: “Jup do Bairro, qué hermosa te ves. Ven aquí y bésame en la boca”. Habrá días en que voy a mirarme y veré que estoy rara, desearé raparme la cabeza. Quiero entender la transgresión como todo lo que puedo ser dentro de mis posibilidades. La transgresión más grande que uno puede tener en este momento es volver a soñar. Como la niña soñadora e imaginaria que fui un día. No es fácil, muchas veces te ves en un lugar solitario, a veces estará lleno de amor. Pero si vuelvo a soñar, empiezo a pensar en el futuro, un futuro que es una extensión del presente. Voy a confesarte que mi gran sueño es seguir conociendo cada vez menos. Esta idea es muy seductora, me gusta sentir una curiosidad infinita y no saberlo todo. Me encanta descubrir nuevas posibilidades. Quiero siempre inventarme. ∎