“Libertad” y “censura” son los dos mantras que más repite Kidd Keo a lo largo de toda la entrevista. El rapero publicó a finales del pasado abril el EP de cinco canciones “Trap Bandicoot” (Warner, 2023) en un intento de volver a recrearse en la escena urbana que inundó España a partir del año 2015. De este modo, Keo recupera un término prácticamente perdido en el imaginario colectivo, dentro del que será uno de sus últimos trabajos bajo su actual sello discográfico.
La causa fundamental por la cual ha decidido volver a sus orígenes se debe a lo que él considera una censura hipertecnológica, pos-COVID y socialmente progresista. Al contrario, el cantante defiende una libertad de expresión anti-Karl Popper, cuyas bases se asientan sobre el paradigma neoliberal norteamericano. Aunque el arte es indudablemente una ficción, la creación de contenido online como producto artístico en sí mismo todavía permanece en un limbo analítico: ¿se puede analizar del mismo modo un perfil de Instagram que una canción? Sea de la forma que sea, una mentira nunca refutada termina convirtiéndose en verdad (y una ficción nunca rebatida, en realidad). Así, esos mismos perfiles se encuentran plagados de lo que Padua Keoma considera intolerancia hacia su producto cultural. Keo, que posee más de cuatro millones de oyentes mensuales en Spotify –y cuya postura supone el reflejo personificado de la masculinidad hegemónica tradicional: sexo, dinero, éxito–, considera su producto como una individualidad oprimida por los colectivos minoritarios. En “Trap Bandicoot”, vuelve a representar los mismos valores que buscó el año 2018: lo que suponga para el grueso de sus conocedores es una conclusión que dejamos a gusto de cada lector.
Tras “Trap Bandicoot”, Keo ha publicado el videoclip de “Contra”, en el que aparece travestido en un baño de mujeres o haciendo de hater de sí mismo. También ha editado los singles “One Day”, ha participado en el remix de “Sople” (de Kris R) y, recientemente, ha lanzado la balada a piano “Celine” (con la colaboración de Ghost Killer Track).
¿Qué es lo que aporta en tu discografía un EP que lleva en su título la palabra “trap” en 2023?
Lo que he hecho es devolver lo que hacía falta a su sitio.
¿Qué es lo que hace falta?
Darle por el culo un poco a todos y un poquito de libertad.
¿Libertad en la música, libertad de expresión?
En la música. Teníamos demasiado shadow banning, demasiado control. Demasiada pandemia, censura y aplanamiento.
¿A nivel lírico?
Sensaciones. Yo no soy una persona lírica. Bueno, sí, pero este disco es trap y es punk. Está duro, que era lo que ya no estaba en la escena, o por lo menos no de la forma en la que yo lo hago.
Pero el concepto de “trap” para englobar una escena está un poco desfasado, ¿no?
No, todo ha cambiado. En 2015, cuando salió esta escena, era libre porque aún no se habían parado a censurarla. Creo que es lo bonito del arte. Me parece que es lo que falta a día de hoy, porque todo sale demasiado procesado. Veníamos de que en España no se hiciese nada en los últimos años, estaba todo aplanado. En 2015, con YouTube, internet un poco más desarrollado y el principio de las redes sociales, fue como abrir una puerta a un jardín al que aún no había entrado nadie. Me parece que fueron momentos muy bonitos y, a nivel cultural, todos los artistas que salieron son los que se quedaron. Hubo un antes y un después.
¿Nadie estaba haciendo nada revolucionario?
Los raperos no estaban haciendo nada que levantase pasiones, ni que levantase un sentimiento, ya fuera positivo o negativo. Luego, con el control de la pandemia, salimos censurados. Las redes sociales empezaron a cambiar sus políticas, a ser más restrictivas, a censurarlo todo. Ahora están saliendo muchos artistas nuevos, pero ninguno levanta pasiones. No causan ese impacto que me parece que el arte tiene que causar. Ninguno va a salir diciendo alguna palabrota, se va a mojar o se va a salir de su contexto.
¿Crees que lo único que puede generar emociones es salirse de lo moralmente correcto?
Dime qué tiene de divertido en una sociedad que ya está completamente controlada, en la que hay semáforos en los que nos paramos cuando está en rojo, y cuando está en verde caminamos, que nada se salga de contexto en el arte. Vamos a llegar a un punto en el que un obrero va a terminar diez horas de picar piedra, va a llegar a su casa y cuando encienda la tele va a haber una película de un obrero picando piedra. ¿Cuál es la gracia? Cuando prendo la tele quiero algo que me haga desconectar de la vida que tenemos todos, humana y repetitiva. Yo ya sé que en Twitter ahora mismo estoy censurado, pero la música siempre ha sido eso, hasta Miley Cyrus con “Wrecking Ball”. Y en España somos como putos robots.
¿Y fuera de España?
Me parece que en Estados Unidos tienen otras leyes. Una de ellas es la libre expresión que, por casualidad, en ninguno de los estados en que se habla castellano existe esa enmienda. Para bien o para mal puedes decir lo que te dé la puta gana, pero en España no, porque existe la “Ley Mordaza”. Existe mucho activismo por oleadas: “Ahora dejamos que estos se expresen porque sí”, con todo el rollo mujeres transgénero, que no digo que esté mal, pero no existe la libre expresión como tal. Por eso la industria está apoderándose de la música, porque como no sale nada que despunte ellos lo tienen más fácil para controlarlo. No te estoy diciendo que la gente salga a la calle a hacer lo que le dé la gana. No te estoy diciendo que la gente vaya a otra gente a decirle cosas y a ofender. Estoy hablando de que uno hace una obra de arte que cualquier persona puede decidir si quiere coger o no.
¿Te refieres a separar la ficción de la realidad?
No. Es solo que si no nos salimos de los márgenes en el arte, no nos podemos salir de los márgenes en nada más. No puedes saltarte el semáforo en rojo porque te estampas con otro. Pero la gente se quiere ofender por cosas que puedes simplemente evitar. A ti no te hace daño real que yo haya sacado una canción. Si yo me salto un ceda el paso puedo afectarte a ti, pero que yo saque una canción a ti no te afecta realmente. Hoy la evolución de la tecnología permite que todo sea más fácilmente censurable. Lo único que nos va a permitir soñar es el arte. Es ver una película cuando llegues al final de tu trabajo o te pongas una canción para cocinar.
Quizá la música se diferencia del cine en el concepto de autenticidad que conlleva. Y eso se acentúa todavía más cuando hablamos de trap y otros géneros de música urbana…
Me parece que es un juicio estúpido, y aunque yo estuviese viviendo las cosas tal cual las estoy cantando, ninguna de las personas que las ha escuchado lo vive realmente. Es como si te digo que un videojuego sí que representa una realidad: pues no, simplemente lo disfrutas porque no puedes disfrutar de montar un campo de guerra y hacer “Call Of Duty” en la vida real.
Supongo que ahí ya entramos en el debate de si es disfrutable imaginarse pegando tiros a todo quisqui.
Yo no he visto a ninguno de los de la Segunda Guerra Mundial decir “mirad lo que estáis haciendo, pese a que todos mis compañeros están muertos”. Seguramente si tu abuelo está en la guerra, te juegas el juego y te lo disfrutas el triple. Es una hipocresía este ejercicio que lleva muchísimo tiempo haciendo la política, porque los artistas somos las personas que podemos despertar a los chavales de una forma directa. Porque un videojuego es un videojuego, una película es una película, pero yo soy de carne y hueso, y cuando te cuento estas cosas te despierto.
¿Crees que puede existir una nueva generación que “despierte” a la sociedad?
Yo creo que es una cosa humana, cada nueve años se resetean las cosas. Aparece una nueva tendencia en la sociedad. La gente la empieza a censurar y, cuando esta tendencia es plana y aburrida, vuelve a saltar otra. Cuanto más tecnología haya, más difícil va a ser. Yo siempre he sido así, tuve mi época de despuntar mucho y de llevarme muchísimas críticas. He sufrido un proceso de dialogar conmigo, de ver qué me parecía a mí como persona, yo conmigo mismo. He crecido y ya no me afecta lo que diga la gente, porque sé que es una ilusión y una mentira.
Lo que critican, que es tu producto artístico, sí que es una realidad. Supongo que el debate está en si es criticable o no…
La gente que critica lo mío consume lo mismo desde otra posición. La gente que se queja de la sexualización de mi videoclip seguramente consumirá “Euphoria” o “Élite”. No estoy criticando ninguna de las dos, pero al final cada uno tiene su excusa. Yo siempre he dicho que también la gente cuando tiene un problema contigo, cuando tú no has hecho nada, realmente tiene algún problema consigo mismo. Normalmente es así. Sobre todo ahora, que han salido tantos géneros y cada uno puede ser lo que sea.
¿Con “género” te estás refiriendo a identidad sexual?
Hay tantas identidades y tantas cosas que mucha juventud vive más dudosa: hay muchas más posibilidades, más información, internet...Y te cuestionas muchas más cosas. Dentro de todo eso, hasta que la gente crece y se entiende a sí misma, se sienten molestos por más cosas. Es decir, y no digo que esté mal, que si antes podías elegir entre dos cosas y ahora puedes elegir entre ocho, pues tienes seis cosas más para pensar cuál es la que te gusta y cuál es la que no, y por tanto tienes ocho cosas más por las que dudar. Y así con todo: género, gustos musicales y opinión. Que ahora de un tema te metes en internet y hay setecientas opiniones y tienes que comparar la tuya con setecientas y ver cuál es la que más y cuál es la que menos. Y, dentro de todo eso, la gente está mucho más dudosa de todo. Que no está mal, solo digo que es una consecuencia real de lo que hay. Por eso siento que la peña también está más susceptible con todo, más y más dudosa. Una cosa es dudar de uno hasta que se entiende, y otra cosa es que durante esa duda censures la opinión de otros. Vivimos en un mundo en el que tú me puedes decir cómo te sientes o lo que piensas: yo lo puedo aceptar, pero no me puedes obligar a pensar lo mismo. Dentro de todo el proceso que yo he tenido, no he puesto en duda ninguna de las cosas que hiciese el resto de gente. Parece que eso a la gente le cuesta mucho, porque siento que es algo visceral: mirarse al espejo es muy duro y es jodido. Y, muchas veces, en ese cansancio, la mano se nos va hacia otro.
¿Realmente crees que estás censurado? Tienes millones de oyentes. El mensaje que transmites es el hegemónico, históricamente hablando.
Sí, por supuesto, porque el sistema censura muchas vías de promoción para que mi mensaje, que no les parece correcto, no llegue a mucha gente. Mis canciones no suenan en la radio. La mala opinión de la gente en sí es una censura personal.
¿Abogas por la libertad de expresión de tu mensaje pero no te parece correcto que otros utilicen su libertad de expresión para decir que tu música no les gusta?
Tú puedes decir que no te gusta esa canción, pero si te metes en mi Twitter ahora, todo lo que hay no es desde el respeto. Todo lo que hay en mi Twitter son ataques y denigración hacia mí. Toda esa gente a la que le ofende tanto puede cerrar Twitter. Es una canción que puede no gustar. A mí no me gusta el fútbol. Yo no veo fútbol. A mí no me ofende que exista el fútbol. Son cosas diferentes. ¿Entiendes eso? A ti no te gusta mi música: no la escuchas. Aunque, no te voy a mentir, a mí me viene bien que la gente se pelee con ella.
Cambiando de tercio, prácticamente estás diciendo públicamente que no vas a renovar tu contrato discográfico.
¿Cuándo he dicho eso?
En tu nota de prensa pone que se iba a terminar una etapa discográfica e ibas a ser independiente. ¿No implica eso romper con tu sello?
A ver, lo que acabo de sacar la ha sacado bajo el sello discográfico de Warner. Lo único que cambia es la forma de producir y distribuir la música. Yo llevo cuatro o cinco años firmado y echo de menos estar independiente, porque lo hago todo: dirijo mis videoclips y los graba mi hermano, produzco las canciones, la marca de ropa me la hago yo, las carátulas, todo el arte… Me apetece volver a eso, porque llevo cinco años trabajando de una forma. La verdad que a mí me aburriría estar toda la vida haciendo lo mismo. Ahora simplemente se termina mi contrato con Warner, vence de forma natural sea cual fuera mi opinión. Tengo ilusión de hacer otra vez las cosas como las hacía antes.
¿Por eso has vuelto también a tus orígenes con este EP?
No tiene nada que ver mi proceso personal con el proceso artístico. Bueno, sí tienen que ver, pero no están condicionados, es lo que te quiero decir.
¿Y cómo es, con 27 años, seguir haciendo la música y hablando de los temas de los que hablabas cuando tenías 19? Tú y yo tenemos la misma edad y, al escuchar tu EP, he sentido que estaba mayor para esto…
Yo sigo sintiendo como cuando tenía 20 años, pero porque lo vivo diariamente. Es falta de costumbre, tú la has dejado de consumir, estás desacostumbrada a ella. Yo he vivido todo el rato en eso. Para mí no ha cambiado nada. Yo no voy a hablar de ti sin conocerte. Digamos que en 2015 teníamos 20. ¿Qué estabas haciendo en esa época? ¿Ir a la universidad? Estabas yendo a la universidad y estabas disfrutando de la vida de estudiante. Te pusiste a currar, te pusiste a pagar facturas, te pusiste a responsabilizarte, tuviste que hacerte mayor, como yo. Un monje que se metió a monje cuando no existían los teléfonos sigue pensando que hoy no existen los teléfonos, está en 1950. Cuando tú vuelves a escuchar esto, te das cuenta de que ya no puedes vivirlo de la forma en que lo vivías. Yo dejé de fumar marihuana porque los porros ya no me sentaban igual con tantas preocupaciones. Si siguiese en la calle como un niño, me sentarían de maravilla. No creo que estemos mayores o que sea generacional. Simplemente creo que estás menos acostumbrada a disfrutar de la vida.
Entiendo que cualquier persona que esté igual de despreocupada con 27 que con 18 parte de un privilegio.
Teniendo en cuenta que llevo desde los 19 siendo autónomo, nunca me he sentido viejo. Llevo ocho años cotizando, pero la mitad de los chavales que empezaron conmigo tenían 27: Rosalía, C. Tangana… Yo tenía 19. Yo estoy en su época ahora. Pero no todo el mundo lo tiene tan fácil como yo. Tengo el privilegio de que soy artista, que tengo suerte y que me puedo dedicar a esto. Obvio, hay mucha gente tiene una vida dura, pero, si pudieran, volverían a su infancia. ∎