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Jane y Serge: amor para la historia. Foto: Jean d'Hugues
Jane y Serge: amor para la historia. Foto: Jean d'Hugues

Artículo

La balada de Serge, Jane y Melody Nelson

Marzo de 2021 marca un doble aniversario en la galaxia Serge Gainsbourg. Por un lado, se cumplen treinta años de la muerte de este autor fundamental para el pop francés. La llegada de la primavera también marca el medio siglo desde la publicación de su obra más icónica, “Histoire de Melody Nelson”, una sinfonía psicodélica ajena a cualquier tiempo, eternamente controvertida en su juego con los tabús sexuales. Su cómplice en el escándalo: Jane Birkin, que aún está aquí para librarnos nuevos capítulos. Y su hija, Charlotte Gainsbourg, la Lolita que se emancipó.

24. 03. 2021

La puesta en escena de “Histoire de Melody Nelson” (Philips, 1971), con una relación entre un adulto (Serge Gainsbourg) y una adolescente (Jane Birkin, “catorce otoños y quince veranos”), ¿sería posible en estos tiempos del #MeToo y de denuncia de los abusos por parte de grandes nombres que se beneficiaban de una doble moral? ¿Y un tema como “Lemon Incest”, entre Gainsbourg y su hija Charlotte, que entonces contaba trece años, en el álbum “Love On The Beat” (Philips, 1984)? Está claro que hubiera sido más problemático de lo que ya lo fue entonces, pero también que Gainsbourg jugaba a provocar este tipo de reacciones mientras avanzaba en sus malabares de palabras y formas para llegar a otro territorio donde sentirse más libre y, en el fondo, menos atormentado.

Las declaraciones y los propios conciertos de Jane y Charlotte, incluyendo estos temas y añadiendo otros de su propia cosecha que hablan de esta relación amorosa y filial, demuestran que se trata de obras que debemos situar en su contexto histórico y personal y que para su excompañera y su hija el valor artístico es su mejor legado. Aunque, ciertamente, toda efeméride relacionada con este artista que se calificaba a sí mismo como misógino queda condicionada por el giro de lo que la sociedad está dispuesta a admitir en lo concerniente a las relaciones sexuales. Recordemos que, en menos de un año, Francia se ha visto sacudida por la publicación de sendos libros que denuncian casos de pedofilia en el seno de familias de la clase política y cultural del país: “El consentimiento” (2020), de Vanessa Springora, sobre su relación con el escritor Gabriel Matzneff cuando ella solo tenía catorce años; y “La familia grande” (2021), de Camille Kouchner, sobre las violaciones del padrastro y exeurodiputado socialista Olivier Duhamel a su hermano gemelo a los quince. En este contexto, las canciones y la actitud de Gainsbourg nos siguen poniendo en apuros, como solo él y su personaje sabían hacer.
Serge Gainsbourg, genio y provocador. Foto: Getty Images
Serge Gainsbourg, genio y provocador. Foto: Getty Images

Cuando Gainsbourg (nacido en 1928 como Lucien Ginsburg, de padres rusos judíos huyendo de los bolcheviques) fallece el 2 de marzo de 1991 a los 62 años, ya cuenta con el aura de un artista reconocido, pero más por la versión “Gainsbarre” que cultivó en los años ochenta de plató en plató de televisión, arrastrando su bohemia y un cinismo propio de quien se siente vulnerable. Birkin lo había dejado en 1980 porque su vida se estaba viendo anulada por la tendencia autodestructiva de su cónyuge. Pero Gainsbourg seguiría escribiendo para ella y su carrera musical en solitario despegaría gracias a él.

En 1969, un año después de conocerse, publicarían el orgasmo atómico de “Je t’aime… moi non plus”, de efectos imperecederos. Él, llegado a la cuarentena, y ella con solo 22 años y divorciándose del compositor John Barry. Ese año de numeración erótica le iba mucho mejor a Gainsbourg que la primera versión, menos tórrida, con Brigitte Bardot, grabada dos años antes pero inédita a instancias del marido de la actriz. El antiguo cantante y compositor tímido e inseguro, con su físico de la Rive Gauche y una lírica bajo el influjo de Boris Vian, se catapultaba a los cinco continentes con una chica que parecía encapsular el espíritu del Swinging London, enzarzados ambos en una compenetración silábica y sonora ideal del nuevo pop lúbricamente bilingüe.

“Hizo falta esperar a 1983 para que ‘Melody Nelson’ fuera disco de oro. Ya nos habíamos separado, pero Serge me lo dio jactándose: ‘¡Finalmente, lo conseguimos!’”
Jane Birkin

Para Gainsbourg, era el momento de componer un álbum conceptual que no representara un añadido de grandes éxitos con la innumerable lista de cantantes femeninas de sus discos de mediados de los sesenta. Y de allí sale “Histoire de Melody Nelson”, con arreglos y dirección de orquesta del más joven Jean-Claude Vannier y grabado en Londres y París, entre abril de 1970 y febrero de 1971. Se publica el 24 de marzo. El recitado sobre fondo musical, típico a partir de ese momento en la discografía gainsbourgiana, cuenta, efectivamente, la relación de un adulto con una menor, pero la historia termina sombría con el accidente de avión de Melody Nelson. Y bajo, batería, guitarra, teclados, cuerdas y coros acompañan in crescendo esta desolación tan extraña como cautivadora. Resultado: un fracaso comercial, un desengaño para Gainsbourg y una obra para la posteridad, lista para ser reivindicada por productores de hip hop y electrónica (de De La Soul a Portishead o Air), aunque su artífice ya no estaba allí para disfrutar los elogios.

Testigo de este tiempo es Munkey, el mono de peluche de su infancia que Birkin guardó siempre consigo hasta depositarlo en el féretro de Gainsbourg el día de su adiós. Ese es el acompañante de Jane (convertida en pelirroja para interpretar a Melody) en la portada de disco, una imagen en la que no podemos advertir que la artista ya estaba embarazada de Charlotte. “Munkey Diaries” (Fayard) también es el título del diario que la cantante y actriz publicó en dos partes entre 2018 y 2019 (aún inédito en castellano) y que termina en 2013 con el suicidio de su hija Kate, fruto de su relación con Barry. Una continuación de esta vena autobiográfica es el conmovedor y desarmante álbum “Oh! Pardon tu dormais…” (2020), aparecido en diciembre pasado.

El mundo de un artista polemista. Foto: Getty Images
El mundo de un artista polemista. Foto: Getty Images

Entre confesión y confesión en su dietario, Birkin intercala reflexiones posteriores para dar perspectiva a sus anotaciones. Y hay una que merece ser destacada como colofón: “Cuando escuché, con Andrew (su hermano), las orquestaciones, los tambores al final, después de ‘Cargo Culte’ (el tema que cierra “Histoire de Melody Nelson”), me pareció que era la obra más grande que jamás había oído, que nadie antes había imaginado construir toda una historia en un disco. Andrew se fue corriendo a las radios piratas para que lo pusieran, y no interesó a nadie” (…)“Es gracioso saber que, aparte de ‘Poupée de cire, poupée de son’ (ganadora de Eurovisión en 1965, con France Gall) y el éxito de Je t’aime…’, ningún otro tema de Serge llegó a entrar en el Top Ten. Quizá también ‘Sea, Sex And Sun’ (1978), que no era realmente mi preferido. Hizo falta esperar a 1983 para que ‘Melody Nelson’ fuera disco de oro. Ya nos habíamos separado, pero Serge me lo dio jactándose: ‘¡Finalmente, lo conseguimos!’”.

Si acudimos a la visión que de su padre tiene ahora Charlotte, y ahondamos en este juego aún más escabroso que Gainsbourg hizo con “Lemon Incest” a modo de Lolita en el propio seno de la familia, la implicada da por primera vez su versión en público. En el documental emitido en la televisión estatal francesa “Gainsbourg, toute une vie” (2021), de Stéphane Benhamou y Sylvain Bergère, y en una entrevista al semanario ‘Les Inrockuptibles’: “Hoy, ‘Lemon Incest’ no se podría publicar. Sin embargo, las palabras son explícitas y sin ambigüedad: es un amor, pero sin paso al acto. Jugar con la expresión ‘el incesto del limón’ demuestra precisamente la fuerza artística. El arte debe ser turbio; si no, es un fastidio… Aunque artísticamente no tengan nada que ver, veo puntos en común entre Lars Von Trier –recordemos que ha protagonizado diversas películas del cineasta danés– y mi padre”. Y, con este espíritu, la misma Charlotte acondiciona el edificio del número 5 bis, de la calle Verneuil, en París, intacto desde la muerte de Gainsbourg, como futuro espacio museístico de aquí a finales de año. ∎

Variaciones audiovisuales sobre Melody Nelson


La película-videoclip de 1971 de Jean-Christophe Averty, que dura los 28 minutos del disco, reproduce la música y la atmósfera de “Histoire de Melody Nelson”, con sus colores y efectos estroboscópicos y donde Gainsbourg interpreta los textos, simula conducir el Rolls-Royce que se había comprado (y siempre se quedó en el garaje), se pasea con su cigarrillo y se enlaza con Birkin, quien confiesa varias veces llamarse Melody Nelson mientras baila sensualmente, ya sin pose de Lolita. Como telón de fondo, se suceden imágenes de obras de Dalí, Ernst y Magritte y, así, se llega a ese final grandioso, en medio de una ambientación de selva austral, que busca detenerse en un mundo primitivo e inexplorado.


En 2008, Jean-Claude Vannier dirigió una orquesta en Londres y París reproduciendo el álbum, del cual se reivindica como el productor musical. Así lo remarca en un reportaje de la televisión Arte, donde recuerda que Gainsbourg tardó seis meses en escribir las letras después de que ya hubieran grabado la base instrumental en Londres. En París, serían las voces y la orquesta. En este reportaje aparecen imágenes del clip en blanco y negro del tema de apertura “Melody” y Vannier cita los músicos contemporáneos que se han inspirado en el álbum, con el testimonio de alguien aparentemente tan alejado como Brian Molko (Placebo).


Para el cuarenta aniversario del disco, en 2011, Universal realizó el documental “L’histoire de Melody Nelson” con las impresiones de los participantes todavía vivos y editó una caja con dos CDs (el álbum oficial y las sesiones completas), el DVD y un libreto bilingüe francés/inglés. En el documental, hablan Vannier, el ingeniero Jean-Claude Charvier, Birkin (que asegura que “Melody Nelson” fue mejor considerada entre los “intelectuales” que “Je t’aime”) y su hermano Andrew. También cuenta con imágenes de la grabación y declaraciones de la época de Gainsbourg.

Y, para volver al principio, una internauta ha hecho un montaje del tema “Ballade de Melody Nelson” con las imágenes de ese clip en blanco y negro, con Birkin en bicicleta, preguntas y respuestas entre ambos y una Jane que se acompaña de Munkey en la sesión fotográfica de la portada inmortalizada por Tony Frank. ∎

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