Plantando cara al mal tiempo. Foto: @noemishes
Plantando cara al mal tiempo. Foto: @noemishes

Entrevista

La Zowi: “Las mujeres estábamos dando pasos muy grandes en el club y en 2020 nos dijeron que no podíamos”

En enero de 2020 se avanzaba a toda la escena con la mixtape “Élite” y en noviembre estrenaba el single “Nada”, quizá el movimiento más melódico de su carrera hasta ahora. Entre medias, el año más incierto de nuestras vidas, también para ella, para La Zowi. Desde Marbella, donde se ha establecido por un tiempo, habla de permitirse que la cursilería se abra paso en su actitud trap, de la importancia a nivel social de los clubes y de una posible zona feliz entre mainstream y underground.

En 2020 las vidas de muchas personas se desmontaron. Con la pandemia todos perdimos cosas: amores, trabajos, amigos, costumbres, opciones. Siento cierta curiosidad por saber qué pasó con las historias ajenas, qué cambió. De La Zowi vi que se cortó el pelo y que se mudó a Marbella. Mucha gente se mudó y se cortó el pelo en 2020. También sé que estuvo confinada con su hijo y que tuvo que conciliar su trabajo, su vida y su maternidad. En aquel 2020 maldito, ella sacó una de las mixtapes más exitosas del año: Élite” (La Vendición). No sabe que esa mixtape me abdujo un poco durante el confinamiento y que rellenó horas que no pasaban nunca, que el hit “Sugar Mami” me subió la moral en un verano destemplado y que una de las frase de “Nada”, su último single, que dice “tú y yo hemos pasado de todo a nada”, en realidad me define a mí y a nuestro estado actual, o anual.

Puede que 2020 fuese un año poco interesante. Sin embargo, he llamado a La Zowi para que me explique qué tal le fue a ella. “Al principio bien, se paró el mundo y pensé ‘uf, menos mal’. Las giras que hacía eran tan punkis que mi cuerpo lo estaba notando. Necesitaba parar. De hecho, alargué mucho el descanso porque en realidad soy una persona bastante casera y tengo un niño chico. Me siento muy afortunada de poder tomármelo así, hoy en día descansar es un lujo. Pero ahora siento que estamos perdiendo mucho tiempo. Aunque seamos afortunados, todos sentimos inseguridad”.

¿Y qué más te ha pasado?

Pues que me he mudado a Marbella. Siempre he sido adicta a la ciudad, a vivir en el centro de todo, pero finalmente he apostado por irme a un sitio con más calidad de vida. Ahora mismo veo la ciudad como algo bastante tóxico. A nivel musical he dado un giro bastante grande también, he salido un poco de mi círculo y el resultado está siendo muy bueno. Creo que por fin he encontrado mi camino.

¿Por qué Marbella, por cierto?

Vine a grabar aquí el videoclip de “Sugar Mami”. Me hice muy amiga de la estilista que me propuso el vídeo, Jessica Abou Nassar, de Isabel de Fortuny, que es la que lo grabó, y de otras chavalitas… Además, ya estaba con la paranoia de dejar Madrid, al menos por un tiempo. Nunca he tenido ninguna casa de veraneo, así que me quedé aquí. ¡He vivido lo contrario al éxodo rural!

La Zowi y Albay: mamis con actitud en “Sugar Mami”.

Mucha gente joven lo ha hecho. ¿Por qué crees que nos estamos ruralizando? ¿Es la edad, es el sistema, es el ritmo frenético, es cuestión de privilegio…?

En mi caso el momento vital ha jugado un papel importante. El ambiente, la fiesta, todo eso se me hace repetitivo. Yo ya he batallado mucho. Por otro lado, estoy intentando traer un poco de movimiento a Marbella. Es un sitio muy guay y está desaprovechado, ¡aquí podríamos hacer un pequeño L.A. (risas)!

¿Y no tienes nada de FOMO (Fear Of Missing Out)?

Te das cuenta de que finalmente estás sola en la vida y de que tienes que hacer lo que te apetezca. No se puede reducir todo a Madrid y a Barcelona. Estamos sobrexplotando demasiado las grandes ciudades.

Me decías que viniste a Marbella para grabar el videoclip de “Sugar Mami” con la Albany, una fiesta llena de chicas perreando, en un entorno seguro en el que los chicos son los camareros. ¿Cómo sale un hit veraniego en un verano tan descafeinado?

Las dos estábamos en el mood de la canción: a tomar por culo el ex, no necesitamos nada más. De hecho, el día que hicimos el tema yo no estaba animada, lo único que quería era emborracharme y estar con las amigas, así que cogí a la Albany por banda y le pedí que me acompañara al estudio. Y así surgió. De repente contamos con una gran productora y nos vimos metidas en el rodaje más grande de nuestras vidas. Me gusta que las cosas pasen así y darles oportunidades a chavalitas jóvenes; consigo cosas que valen muchísimo dinero con una amistad sana y sin pretensión ninguna.

Los momentos en los que estamos mal suelen ser buenos para crear con las amigas, ¿no?

Totalmente. Estos temas te ayudan porque a la que tienes un bajoncito te lo pones y dices “pues ya está”.

Para algunos eres un icono feminista, otros te cosifican… Más allá de eso, ¿qué papel tienen las mujeres en tu carrera?

Al final, lo importante es la vida real. En mi caso las mujeres están superpresentes en ella. También lo están en mi vida profesional y a menudo estos vínculos empiezan o acaban con una amistad. Las relaciones con las mujeres son obligatorias. Además, me doy cuenta de que muchas de mis canciones no las puede cantar el típico tío hetero… Por ejemplo, la canción de “Nada”, ¿qué hace un tío con el tema? ¡No puede hacer nada! A la larga me gustaría no tener que discriminar ni siquiera entre hombre y mujer, pero como sociedad aún no estamos en este punto.

“Nada”: vulnerable y con carácter, mensaje para quien ya no está.

Tu último single, “Nada”, parecía un tema apropiado para despedir el año de la bajona. Algunos dirán que es tu canción más sentimental y que saca a La Zowi más vulnerable. ¿Es así?

Siempre que lanzo un tema sentimental dicen que saco mi lado más vulnerable, pero yo te diría que no, que no es verdad. Ya saqué “Mi chulo”, quizá el primer tema que pegó, o el videoclip de “Llamáme”, en el que me pongo a llorar directamente… Me doy cuenta de que la gente tiene una imagen muy dura y fría de mí, les cuesta ver más allá. Mis letras suelen ser sentimentales, mi vida no es todo vacilar.

A principios de 2020 también lanzabas tu segunda mixtape: “Élite”. Ya no hablas solo de la calle. ¿Qué ha pasado?, ¿dirías que ha habido un ascenso?

No lo tengo asumido del todo porque mi parte oscura aún está muy presente. Pero es verdad que estaba muy cerrada en el trap. Ahora me abro a otras cosas y digo lo que yo llamo “cursiladas”, que en realidad es mi interior. ¡Encima se vende hasta más!

Tú lo llamas cursiladas y otros te llaman poeta...

Si hablo de putas y de drogas, me estoy cargando a la mitad de mi público. Está claro que así llego a más gente. Mi intención es conseguir un punto medio entre esta parte más oscura y sonidos más comerciales.

En esa mixtape trabajaste con distintos productores de electrónica de proyección internacional. ¿Te daba miedo que el trap se subyugara a una moda pasajera?

Siempre he sido consciente de eso. Yo quiero ir evolucionando y no me quiero cerrar a nada. La música está pa’ eso.

Y no te ha ido nada mal. Pero ¿qué sentiste, en marzo, cuando tenías el lanzamiento de la mixtape en marcha y se canceló todo?

Mucha inseguridad. Los primeros aplazos me vinieron bien porque me sentía como cuando vas a clase y no has terminado de hacer los deberes, estaba cansada y quemada. Por otro lado, tampoco centré toda mi economía en los bolos y no me quedé en bragas.

“Creo que ya no hay mainstream o underground, se ha creado una escena en el medio en la que estamos muchísimos (...) Hay otro nivel en el que podemos ganar dinero, incluso tener ambición”.

¿Has oído hablar del libro “Mi año de descanso y relajación” de Otessa Moshfegh? Va de una chica que decide enjaularse en un lujoso apartamento de Nueva York, tomar muchos somníferos y dormir durante un año. Es una novela existencial sobre la falta de ganas de levantarse de la cama… También lo analiza la periodista Noelia Ramírez, que habla de la pérdida de apatía y de ambición en 2020. ¿Tú también te sentiste un poco así?

Yo ya tenía mi crisis existencial antes. Ya estaba rallada con el mundo y lo veía todo sin sentido. Sobre la actualidad, hay cosas que me ponen más nerviosa que otras, como el toque de queda: ¿por qué no nos dejan gestionar nuestra propia vida? Pero lo que realmente me ralla es que todo esté congelado, que no puedas ni pensar en la vuelta e ir cogiendo carrerilla. Cuando se retomen los festivales, los line-ups seguirán siendo los mismos. Lo único interesante es que estamos todos en el mismo juego, de repente. Yo, Rosalía, Bad Bunny… Todos sonábamos en Spotify, pero luego unos vendían más entradas que otros. Ahora, como no hay eso, estamos en el mismo campo: los streams y YouTube.

¿En épocas de crisis te planteas salir del underground?

Sí, pero no por la pandemia. No quiero estar en el mainstream, pero quiero escalar a otros niveles. Creo que ya no hay mainstream o underground, se ha creado una escena en el medio en la que estamos muchísimos. No tienes ni que estar con Bad Bunny ni que solo te escuche tu colega del barrio, hay otro nivel en el que podemos ganar dinero, incluso tener ambición. En definitiva, quiero tener 40 años y vivir bien porque me he entregado entera a esto, quiero sacarle frutos.

En una entrevista que te hizo Berta Gómez para ‘SModa’ hablabas de ser un icono y de generar polémica. Ahora que no podemos estar en la calle, ¿crees que la cultura pierde cierto potencial político o de acción?

Sí, porque no tienes oportunidad de liarla por ahí. Supongo que por eso las redes están teniendo más importancia y yo me siento un poco vieja… TikTok y Twitch entran en máxima competencia y pienso “¡por dios, que vuelva el escenario clásico!”.

¿Echas de menos los clubes y las pistas de baile como espacios de evasión y revolución?

Claro, incluso para catar mis temas. A nivel personal, lo mismo, quiero que alguien me empuje en la cola del baño, que me tiren la copa encima… Me preocupa que no volvamos a ser así. Además, con el reguetón se estaba intensificando este ambiente, las mujeres estábamos dando pasos muy grandes en el club y en 2020 nos dijeron que no podíamos.

La pandemia también ha reflotado la falta de recursos frente a la conciliación laboral de las mujeres, que se han quedado en casa trabajando y cuidando de sus hijos a la vez. Tú, que eres madre, ¿cómo lo has vivido?

Lo he notado mucho. Al ser madre, de repente, me he quedado con el niño en casa, sin colegio, durante meses. Sumado a todo lo otro, ha sido una gran carga… Para mí los colegios son primordiales y no me salto ninguna norma por este motivo, porque puede repercutir en la educación. Que los niños estén escolarizados es lo más importante.

Y para este 2021 tan incierto que hemos arrancado, ¿nos puedes adelantar algo que nos dé un poco de ilusión y optimismo?

¡Claro! Voy a sacar un par de singles que van en la línea de “Sugar Mami”, creo que os gustarán mucho. Nos hemos dado cuenta de que podemos vivir sin centros comerciales, sin tiendas y sin to’, pero sin libros y sin música no. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados