Una melodía de guitarra suave y dulce, a lo Weezer, remite a un día caluroso de sol. La batería, rota y enlatada, entra justo con la voz de la cantante y guitarrista Anabella Cartolano: “Y de pronto un accidente y dio como resultado / casi una canción por día / en un papel borroneado”, dicen las primeras líneas en la historia de Las Ligas Menores, las de “Accidente”. Así, casi como quien no quiere la cosa, en diciembre de 2011 empezó a existir esta banda, con el puñado de canciones recogidas en su primer EP “El disco suplente” (2012), que se convirtió en la sensación de aquel verano e hizo de esa canción un hit instantáneo del indie porteño.
Pasó más de una década, Las Ligas Menores giraron por México, Perú, Chile y España, tocaron en el festival Coachella de 2017, grabaron un especial para la radio estadounidense KEXP y estuvieron en el Lollapalooza porteño. Ahora están próximos a subirse al escenario de la primera edición del Primavera Sound Buenos Aires con la banda que más los influyó, Pixies.
Entre el “arrancar desde cero” de los inicios –por la poca experiencia que tenían, cuando apenas sabían lo que estaban haciendo, como dice el guitarrista Pablo Kemper– y el sonido consolidado de hoy median más de 300 conciertos. Aprendieron a vincularse de una manera más profesional con sus instrumentos, a entusiasmarse con los “chiches” –esos juguetes para adultos que son los pedales de guitarra– e incluso a cantar. “Creo que hoy hago unos falsetes nuevos, afino distinto. Será de haber cantado tanto en vivo, pero escucho esa primera grabación y ahora siento que canto diferente”, dice Anabella a Rockdelux sobre las canciones que poco a poco van grabando.
En esos diez años, la banda grabó dos álbumes –el exitoso “Las Ligas Menores” (LAPTRA, 2014) y “Fuego artificial” (Sonido Muchacho, 2018)–, se consolidó internamente con Anabella y Pablo, además de Nina Carrara (teclados), Micaela García (batería) y Angie Cases Bocci (bajo, la última en llegar al grupo). Y presentó una estética no solo sonora, también un imaginario que incluye canciones ruteras para escuchar de viaje por la montaña, en días de ansiedad en la ciudad, de amistad transpirada en un abrazo de pogo.
En los inicios hacían lo que les salía, pero después Las Ligas Menores se consolidó en un tipo de sonido, de melodías simples y guitarras distorsionadas. ¿Fue una decisión consciente?
Anabella: Eso se dio naturalmente. Al principio era más intuitivo, como “bueno, esto es lo que nos sale”. Y después –ya teniendo en cuenta qué era eso que nos salía y que nos gustaba y que también gustaba a los demás– fue como querer un poco más. Es como cuando aprendés a usar algo, al principio estás medio dudoso, después ya le agarraste la mano y después ya querés usarlo para algo que vos intencionalmente querés. Y con Las Ligas al principio era bastante intuitivo. Algo importante fue hablar con amigos y más bandas, ir viendo cómo grababan o cómo producían o aprender qué era la masterización, que parecía como magia hecha con un botón. Personalmente, lo que me pasó a mí fue que con los pedales descubrí que podía sonar como yo quería y las bandas que más me gustaban. Así es como el primer disco siento que fue más ingenuo y el segundo tuvo una intención más fuerte, con una búsqueda más experimental.
Cuando los entrevisté por la salida de “Fuego artificial”, estaban muy excitados por los instrumentos que se habían comprado en los viajes y cómo los había influenciado en su música nueva.
Anabella: Son como juguetes nuevos para un niño, lo mismo son los pedales para nosotros. Tenés algo ahí con lo que puedo hacer otro sonido, y si lo mezclo con este otro pedal sale algo inesperado. Sigo aprendiendo así hoy, no es que me vaya a quedar para siempre en eso que ya hago. Ahora con las nuevas canciones estamos haciendo algo nuevo, las estamos componiendo desde la producción, desde la sala con Pipe (se refiere a Felipe Quintans), que es nuestro productor.
Pablo: Desde que empezamos, lo que hicimos fue armar fechas y tocar. Somos una banda que toca mucho, todo el tiempo, y creo que el sonido que tratamos de conseguir es el del directo. Toda la construcción de nuestro sonido se basa en realidad en los recitales que hacemos, muchas de las cosas que vamos probando en el directo después las pensamos en grabar. No somos una banda de estudio, sino que la verdad es que tocamos mucho y eso se replica después en el sonido general de la banda.
En estos diez años hay solo dos discos, casi a contrapelo de la superproducción del indie, ¿por qué?
Anabella: Fue muy random, no es que decidiéramos tardar años y años, de hecho no nos gusta. Tal vez priorizamos más poder viajar y darnos a conocer. Es difícil viajar y grabar un disco a la vez. Personalmente creo que una cosa es estar de gira y otra cosa es ir a un estudio a hacer un disco. Igual lo hemos intentado en la última gira por España, habíamos ido a una sala de ensayo, empezamos a armar temas nuevos, pero nunca estuvo esa opción de decir: “Vamos a un estudio un mes y grabamos”. Nos gustaría, pero no sucedió. El primer disco lo grabamos muy rápido, queríamos plasmar lo que pasaba en los shows. Entre el último y ahora pasó una pandemia. Me da la risa, parece que somos una banda que espera, que estamos flotando en una nube.
Pablo: No lo veo como un problema, nunca sentimos la necesidad de sacar temas rápido, no estamos apurados. Sentimos que la banda sigue creciendo poco a poco. Y nunca sentimos la necesidad de publicar porque todo se venía abajo. Siempre tenemos proyectos. Tiene que ver con la independencia, nadie nos apura, nosotros ponemos nuestros tiempos.
Y tocar es su principal fuente de ingresos, ¿no?
Pablo: Sí, exacto.
Anabella: Y grabar es muy caro.
Actuaron en festivales enormes, hicieron grandes giras fuera de Argentina, ¿tocar en escenarios tan grandes les cambia a la hora de pensar las canciones futuras?
Anabella: Va por carriles separados, nunca me senté a componer pensando en los futuros escenarios, eso no me cambia mucho. Tampoco sé cuánta gente nos viene a ver realmente, si llenamos una sala de concierto de mil personas. En el Lollapalooza de este año yo me sorprendí, como tocábamos temprano pensé que no iba a haber gente y había mucha más de la que esperaba, saltando y cantando. Quizá al no haber tocado o al haber estado tanto tiempo frenados por la pandemia hay más público ahora.
Pablo: El hecho de que no hayamos hecho tantas fechas en Buenos Aires no nos deja saber bien cuánto público tenemos realmente, porque se crece a partir de otros lugares. En cuanto a la composición, por ahí no aparece en el momento exacto de la creación, pero yo sí lo pienso y a veces me inhibe un poco, pienso que por ahí eso que está saliendo no va a funcionar en vivo. Los shows de Las Ligas ya no tienen tanto lugar para los temas lentos, porque sentimos que la gente quiere otra cosa. También son los que más nos divierte a nosotros tocar, los más rápidos. Por ahí Ani no lo tiene en cuenta a la hora de componer, pero sí nosotros cuando armamos la música.
Ana: Yo no lo pienso, pero sí está bueno que alguien lo piense. Menos mal que somos cinco, si no sería un lío.
¿Cómo les impacta ser tan conocidos en países como México?
Anabella: México fue el primer lugar en donde nos empezaron a escuchar que dijimos “wow”; ya con “El disco suplente” nos pasó. Somos conscientes de que mucha gente nos escucha en México porque nos quieren hace mucho, la verdad. Por suerte. ¡Y gracias! Son muy fanáticos de muchas bandas argentinas y eso también nos llama la atención. Son fanáticos pero fanáticos de verdad, o sea, a mí en esta última gira un chico me regaló un retrato mío pintado al óleo, algo que no esperaba. De pronto te regalan cosas artísticas que han hecho de la banda, nos han regalado ilustraciones o cuadros, ya es otro nivel. No solo te escuchan y se acercan y te agradecen, también quieren la foto. La gente de seguridad misma te pide que después de tocar te quedes para firmar el disco y sacar una foto porque se armó una fila de gente. En Argentina esto no sucede mucho, entonces cuando vamos para allá es lindo.
¿Qué significa para ustedes que se haga un Primavera Sound en Buenos Aires y que ustedes sean parte de eso? ¿Es un reconocimiento a la escena indie que ustedes integran?
Anabella: Lo vi como algo genial, no es solo el Primavera Sound como festival, sino también la fecha en sí, que toquemos justo con Pixies, Jack White y Cat Power, muy fans de los tres. Y justo con los Pixies, que también fue una influencia muy grande en Las Ligas, parece como un gran plan para ir cerrando el año. Y también es como si te preguntaran con qué bandas soñamos compartir fecha, y la verdad es que esas tres. Y ahí está, ya está el cartel, así que para mí es algo importante.
Pablo: Está bueno que hay muchas bandas que son de nuestra escena, que se creó hace diez años, que está muy representada en este festival y siento que es un festival que está programado de una manera que tiene sentido con el espíritu del Primavera Sound de España, creo que es una buena interpretación de lo que podría hacerse acá.
¿Cómo preparan un show así, piensan en hacer cosas especiales, en hacer un set distinto o son más de no dejarse modificar tanto por el escenario?
Anabella: En los festivales, tocar temas nuevos –que es lo que más nos entusiasma últimamente– es raro porque hay público que no te conoce, entonces por ahí hay que ir con una carta de presentación más cotidiana, con los discos. ∎