Canadá no es su tierra (
“mi patria son mis hijos”, advierte), pero es donde encontró la seguridad y la estabilidad para desarrollar su vida artística. Todavía hoy padece una crisis de identidad. Ella se siente, por encima de todo, wayúu, una comunidad indígena que vive en La Guajira, los desiertos que conectan con Venezuela. Un lugar inhóspito y solitario, donde la vida transcurre en las rancherías.
“De ahí viene mi música: del fuego que llevo en mi sangre. Esa influencia de mis ancestros está en la paciencia, en el silencio, en la atención al detalle, como cuando estás tejiendo un chinchorro –así llaman a las hamacas artesanales–.
Aunque estemos sin hacer nada, ese mismo acto es muy consciente: estamos presentes”.
El videoclip de “Eso que tú haces”, una de las nuevas canciones, está grabado en San Basilio de Palenque, el primer refugio de los esclavos negros liberados. Allí nacieron ritmos como la champeta criolla.
“Cumplí mi sueño al trabajar con el Sexteto Tabalá. Si el disco me va bien, quiero dejarles una plata para que puedan vivir con dignidad. Es una vergüenza el olvido en el que han caído estos músicos emblemáticos del Caribe colombiano”. También colabora en “Nada” con Li Saumet, la cantante de Bomba Estéreo, uno de los referentes en Colombia de la escena de la cumbia digital que surgió a principios de este siglo.
Antes de despedirse, sorprende con una confesión.
“Quisiera escribirles canciones a los reguetoneros para empoderar a las chicas, letras sexis que hablen de amor entre iguales. A ellos les encanta decir ‘te lo metí’. Qué bonito sería que dijeran: ‘Soy el más hombre porque sé dar placer a una mujer’”. ∎