Se trataba de reggae-soul en clave romántica y enfocado a la pista de baile y al propio mercado británico; cantado por vocalistas muy jóvenes y al amparo de productores como Dennis Bovell o Lloyd Coxsone, entre otros. A pesar del poderoso influjo que ejercía el roots reggae con sus contenidos combativos y espirituales, aquella generación de adolescentes, sometidos a una sociedad racista y excluyente, encontró en el lovers un ritmo propio con el que bailar y enamorarse sintiéndose orgullosos de su cultura y color de su piel.