Una vida a dos voces.
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Low

El ego que muere a cada rato

Fotos: Nathan Keay

14.09.2021

Por veteranía, tocaría empezar a referirse a Low como “clásicos”. Pero ellos han entrado en esta fase de su trayectoria alejados del slowcore, de los estereotipos rock y de casi cualquier referente conocido. Su nuevo álbum, “HEY WHAT”, confirma que Alan Sparhawk y Mimi Parker han logrado abrazar el sonido en su forma más pura y cegadora.

O

riginario de Duluth, Minnesota, Low es un grupo que se formó al calor del circuito indie en 1992 y que publicó su primer LP, “I Could Live In Hope” en 1994, editado por Vernon Yard. Llevan 18 discos a sus espaldas entre LPs, EPs y directos. A día de hoy, de ellos solo se pueden predecir ciertas pautas: voces en armonía, letras crípticas como objetos mentales y querencia por los tiempos lentos como único rastro de aquel llamado slowcore (la etiqueta que, en sus inicios, mejor parecía encajarles). Son unos sabios del espacio sonoro, el minimalismo, el trazo brutal y la belleza desnuda. Lo que hacen Low a día de hoy está más allá de cualquier clasificación cultural. Siguen teniendo un pie en el formato de canción, pero desde hace algunas entregas sus álbumes son espacios de composición libre con el estudio entendido como un instrumento solista, casi al modo de Lee Perry. Han llegado a un vocabulario único, personal e irreplicable.

Low proceden del rock, pero a cada episodio de la saga que entregan sintetizan lo mejor de la experimentación y el oficio entendido como riesgo y alergia a cualquier atadura, incluso la que puedan imponer sus seguidores. Mimi Parker (batería y voz) y Alan Sparhawk (guitarra y voz), pareja profesional y sentimental desde la adolescencia y, a día de hoy, los dos únicos miembros oficiales del grupo (ya no tienen bajista, pero sí un productor, BJ Burton, convertido en auténtico activo), dan cuenta en estas líneas, tras una conversación por Zoom, de su proceso de trabajo y sus aspiraciones últimas como artistas con motivo de la publicación de “HEY WHAT” (Sub Pop-Popstock!, 2021). Un proceso que tiene algo de paralelismo con el proverbio zen que reza: “Antes de la iluminación cortar leña, acarrear agua, después de la iluminación cortar leña, acarrear agua”. Tras tres décadas de carrera de intachable ética profesional, siguen teniendo los pies en el suelo y el corazón en el cielo.

Quizá he escuchado el disco unas tres o cuatro veces de una manera completa. Así que me temo que no he buceado mucho en el contenido y parto de primeras impresiones, mayormente sobre la forma.

Alan: Tres o cuatro ya es mucho.

Percibo como una especie de movimiento continuo entre pistas. La naturaleza de los arreglos coloca el dispositivo de las voces en un espacio flotante. Me pregunto cómo llegasteis al punto de colocar las voces justo ahí, en medio de ese lugar gaseoso.

Alan: Bueno, en realidad fue algo bastante consciente. Cuando fuimos por primera vez al estudio y empezamos a experimentar, intentamos grabar algunas canciones; estábamos haciendo pistas guía. Entonces dijimos: “Venga, hagamos las voces para que sepamos qué hay y cómo se percibe la canción”. Y, de inmediato, el micrófono y la grabación estaban configurados de una forma ideal. Habíamos estado ensayando mucho las voces. Los primeros días en el estudio empezamos a cantar y vimos que salía algo realmente bonito y sólido. A BJ le parecieron geniales, y sugirió que las dejasemos “secas”, en el centro de la mezcla. Nos pareció una manera muy interesante de afrontarlo. Recuerdo una broma que BJ hizo; dijo: “Tal vez deberíamos plantearlo todo así; hagamos un disco pequeño”. Le tomamos la palabra. Y en el proceso se fue articulando la idea de una modo más definido. Es muy diferente a “Double Negative” (Sub Pop, 2018), donde estaban hundidas en ruido o parecían proceder de un lugar muy procesado. Allí experimentamos conscientemente con la voz, haciendo que sonase muy cercana, o distante y más difícil de escuchar. Pero sí, esta vez, por alguna razón, la voz es algo central y realmente fácil de percibir. ¿Has dicho que era como si flotaran?

Sí, es como objeto al que rodea un paisaje.

Alan: Sí, se siente así. Éramos conscientes de eso. No sé qué significa, si es que significa algo. Solo puedo describir el proceso que nos llevó hasta allí.

El sonido que flota.
El sonido que flota.


El significado de estas cosas suele estar sobrevalorado. Creo que importa más el efecto. Históricamente habéis sido un grupo más centrado en hacer canciones como obras de orfebrería. Pero desde “Double Negative” siento que es complicado acercarse a vuestra obra sin pensar en el álbum completo. Tanto ese disco como “HEY WHAT” los percibo como esculturas donde no puedes entender una parte u otra sin percibir el todo.

Alan: Creo que hemos llegado a este punto a partir de un aprendizaje lento y progresivo. Al principio, éramos muy ingenuos en nuestro acercamiento al oficio de músicos. Pero a fuerza de trabajar y aprender acabas expandiendo tus ideas y tus métodos. A veces experimentábamos con algo y luego volvíamos rápidamente a algo más convencional. Al final llega un disco como este y reagrupas toda tu experiencia.

Entendiendo lo que dices. Aquí se pueden ver rastros de una experimentación con el sonido, el sampleo, la repetición y el espacio que puede que empiece con “Trust” (Kranky, 2002) o incluso “Secret Name” (Kranky, 1999).

Alan: Seguramente, claro. Tal vez haya algo de contexto. Creo que si una persona entiende qué hemos hecho históricamente, por dónde hemos pasado, tal vez este tipo de disco le resulte un poco más sorprendente, más impactante. Pero quizá pueda concluir pensando que “siguen siendo Low: están las voces, sus estructuras, y puedo escuchar este modo de tocar; debajo de todo esto están ellos”. También espero que si es alguien que no nos ha escuchado antes pueda conectar. Probablemente podría hacerlo. Al final intentamos hacer obras que se sostengan por sí mismas y que no necesiten contexto. Pero, claro, nunca va a dejar de estar ahí.


“Creo que hemos llegado a este punto a partir de un aprendizaje lento y progresivo. Al principio, éramos muy ingenuos en nuestro acercamiento al oficio de músicos. Pero a fuerza de trabajar y aprender acabas expandiendo tus ideas y tus métodos. A veces experimentábamos con algo y luego volvíamos rápidamente a algo más convencional. Al final llega un disco como este y reagrupas toda tu experiencia”

Alan Sparhawk



Con respecto al sampleo y la repetición. Últimamente he escuchado mucho a Bach, música vocal gregoriana y composiciones de tradición medieval; cosas totalmente alejadas del canon pop. Y te das cuenta de que el rigor en el ritmo, el orden, la repetición de ciertos intervalos te lleva a pensar en una voluntad de expresar un equilibrio, una armonía que está fuera del aspecto más sensible de la naturaleza. No sé si decir que es espiritual o son artes que expresan cosas complicadas de expresar y de percibir sin esa abstracción. Tras estas primeras escuchas de “HEY WHAT” me pasa un poco lo mismo con el tejido instrumental del disco, el uso exagerado del trémolo, la desintegración digital, el sampleo, las secuencias que se repiten. La ausencia casi total de percusión (Mimi asiente al escuchar esto último). No son adornos, sino expresión pura. Transmiten paz, tranquilidad, cierto optimismo muy distinto del que aporta el pop... Quizá sea una pregunta muy abstracta, pero ¿creéis que a través de la forma se construye una expresión espiritual?

Alan: Entiendo lo que quieres decir. Tal vez sí, porque es posible que la percusión esté fuera de la ecuación compositiva. Lo capital aquí es que intentamos trabajar en un concepto de movimiento que viniera de un lugar un poco diferente a la batería. Es lo que decías antes: las voces están muy presentes, y quizá todo parte un poco de ahí. Es interesante lo que comentas de los cantos gregorianos, porque son realmente los primeros usos de la melodía, y se siguen usando para enseñar a cantar melodía al unísono. Lo de Bach es muy, muy matemático (simula con la voz tocar grupos de cuatro semicorcheas que van variando). Estás diciendo “Mira, tienes este patrón rítmico y armónico y ahora vamos a introducir una variación”. Se convierten en pequeñas lecciones muy simples de acordes y movimiento armónico.

Mimi: En el caso de “HEY WHAT”, ese movimiento se transmite sin percusión.

Alan: ¿Verdad que sí? Eso hace que el movimiento sea muy libre.

Mimi: Y ya que hablamos de sustraer elementos… A veces siento que nuestra música es... No quiero decir simple, no es la palabra adecuada. Pero no es matemática. Siento como la quietud y la simplicidad de eso puede conectar con la gente de un modo muy directo.

Alan: Sí, es como si traspasaras sus barreras saltándote los puntos de referencia. Tiene esa habilidad para ir al centro emocional de la gente.

Mimi: Siempre hemos intentado dejar el ego fuera de la música. Y las letras vienen de un lugar muy subconsciente, son una especie de flujo de conciencia impulsado. En última instancia, queremos que nuestra música sea espiritual y que transporte a quien la escuche. Transmitiendo… no estoy segura qué…

Alan: Digamos que es lo que resuena. No estás dando un mensaje necesariamente, pero sí aportando resonancia. Es algo que a veces comunica más que lo que estás diciendo o el modo de decirlo.

Detrás del sonido, el espíritu.
Detrás del sonido, el espíritu.


Lo que me lleva a mi siguiente pregunta, ¿cómo haréis el trasvase de este concepto sonoro al directo?

Alan: En los últimos años hemos seguido con el patrón de guitarra, bajo y batería. Ya hace muchos años que nos dimos cuenta de que el estudio y tocar en vivo son dos cosas muy distintas. Cuando grabamos, intentamos experimentar, crear algo nuevo y desafiante, algo a lo que puedas volver una y otra vez tras cada escucha. Por otro lado, en vivo es una cuestión del instante preciso, aquí y ahora: “¿Quiénes somos? ¿Quién está en la habitación? ¿Cuál es el modo más humano, más directo y el más generoso para compartirnos a nosotros mismos con estas personas?”. Y la respuesta es que es a través de estos instrumentos que tenemos. Hemos tocado durante muchos años y tenemos fluidez con ellos. No somos intérpretes asombrosos, pero hemos usado estas herramientas durante mucho tiempo. Entiendo que algunas personas puedan decir: “Bueno, puedes probar una herramienta diferente y hacer lo mismo”. Pero no es lo mismo. Ni de lejos. Y quiero que cuando tocamos para la gente podamos darles todo. Quiero darles quiénes somos y todo lo que ponemos en esto. No quiero plantarme en el escenario y decir: (Alan se pone cartoonesco) “Está bien, voy a experimentar con algo de lo que sé. Espero que disfrutéis. Quizá sea horrible, pero, oye, quizá será muy guay”. Realmente lo que queremos es DAR. Dar todo lo que somos. Llevar el tiempo que nosotros pasamos con la música a ese preciso momento. 


“Siempre hemos intentado dejar el ego fuera de la música. Y las letras vienen de un lugar muy subconsciente, son una especie de flujo de conciencia impulsado. En última instancia, queremos que nuestra música sea espiritual y que transporte a quien la escuche. Transmitiendo… no estoy segura qué…”

Mimi Parker



¿Cómo lográis partir de una estructura de canción convencional para acabar a veces en el deterioro sonoro más radical? ¿Cuál es el proceso?

Alan: Forma parte de la composición. Hay varias etapas de pruebas para ver qué caminos son posibles. Primero escribimos la canción, tal vez solo sea con la guitarra. En el estudio, claro, es muy diferente y allí experimentamos, pero luego volvemos a tocar en vivo. Y a veces tenemos que encontrar una nueva forma hasta que queda fijada.

En el disco es muy hermoso cómo en algunas canciones encontramos que algo se rompe y comienza a deteriorarse, desintegrarse, y al rato es otro paisaje, otro relato. Sabes dónde empiezas pero no hacia donde te va a llevar. Es precioso.

Alan: Conocemos la canción aún más profundamente porque hemos podido probarla de diferentes maneras. Si puedes trabajar en una canción antes tienes mucho resuelto: así es como comienza, así es como termina. En tu cabeza, este tipo de juego aporta confianza. Se decide una estructura y una vez tienes una base firme vas a explorar posibilidades. Entonces resulta mucho más fácil tomar riesgos porque tienes un pie siempre en la canción. De este modo acaban naciendo esas fugas.

Acto de fe.
Acto de fe.


Por lo que decís, pasa mucho tiempo entre la composición y la grabación final...

Alan: Hay algunas canciones que las pulimos durante mucho tiempo y tal vez las intentamos grabar y no funcionan, así que lo probamos de nuevo en otro momento. Con otras es tan simple como escribirlas, ir al estudio y comprobar que ya quedan bien. Y quizá, a veces, después de grabar, nos sentamos todos y pensamos: “Ahora, ¿cómo tocamos esto para la gente?.

Mimi: Esa fue la experiencia de “Double Negative”. La mayoría de las canciones de este disco las teníamos hace mucho tiempo. Cuando grabamos...

Alan: ...Ya las habíamos tocado y ensayado un montón.

Mimi: Sí, las dejamos de lado un tiempo, pero en ningún momento las olvidamos. Las tuvimos durante un par de años y estábamos estrechamente unidos a ellas. Quizá por eso hemos podido hacer el disco así.

Alan: Algunas canciones de este disco las intentamos grabar en “Double Negative” y simplemente no funcionaron. Pensé: “Bueno, esperaremos. Quizás vuelva a intentarlo de otra manera”. El proceso varía. Algunas canciones las hemos trabajado durante mucho tiempo y otras son muy rápidas. ∎

It’s Friday, I’m in Low

Durante el confinamiento, la cuenta de Instagram de Low se volvió muy activa. Pero con la regularidad, el rigor y la cercanía que los caracteriza. Cada viernes, Alan y Mimo hacían un directo de unos veinte minutos repasando su vasto cancionero y aceptando peticiones de la audiencia de una semana para otra. Desde el sótano dejaron abierto el canal de comunicación para seguir compartiendo su modo de entender la música y cómo transmitirla.

Me gustaría saber cómo habéis vivido los hechos del último año y medio. Os seguí algunos viernes en Instagram Live con vuestros conciertos desde casa.

Alan: Nos ha ido bien. Fue muy chulo poder tener algo semanal porque suponía una meta. Repasamos todas nuestras viejas canciones, fue realmente bueno para nosotros porque, no sé si te acuerdas, no ocurría nada, y el tiempo pasaba como si fuese un sueño extraño. “Mira, otra semana y, oh, otra semana, uh, otra semana…”. Los conciertos nos marcaban un ritmo: “Está bien, tenemos dos días más, todavía hemos de practicar estas canciones y acabar de resolverlas”. Si no hubiéramos tenido eso creo que hubiera existido un largo tramo en el que habríamos estado en medio de la niebla. Y hubiera sido muy difícil retomarlo y decir: “Oh, oh, está bien, tenemos que empezar a hacer de músicos de nuevo”. Creo que es la naturaleza humana. Te alejas de algo en lo que tienes que trabajar duro y olvidas lo que implica. Sabes que necesitas pasar el tiempo con ello. Por eso fue bueno para nosotros.

Mimi: Antes del confinamiento habíamos girado muchísimo con “Double Negative”. Y, para ser sinceros, 2020 ya pintaba que iba a ser un año tranquilo para nosotros. No estábamos planeando muchas giras.

Alan: Íbamos a dedicarnos a escribir, a grabar...

Mimi: Funcionó bien para nosotros.

Alan: Sí, algunas personas enfermaron. Mi madre falleció, pero ya era algo que venía gestándose de antes. Es lamentable que sucediera durante la pandemia. Bueno, pasamos por nuestras cuitas, cosas personales aquí y allá. Sumergirse en una nueva terapia y cosas por el estilo... ∎

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