Hace poco menos que un millón de años, allá por 1998, una serie de conspiraciones bajo radar sitas en la localidad de Cabrils (comarca costera del Maresme, a media hora de Barcelona) confluían en la creación, por parte de un núcleo de amigos, de una banda de rock afín a adjetivos que, por aquel entonces, todavía no rechinaban: alternativo, indie, acaso underground. Madee quemó etapas, se separó en 2011 y reapareció en un momento poco simpático para la música en vivo, el tiempo de pandemia, y mira ahora su retomada singladura con cierta sensación de plenitud.
Así lo expresa su teclista, Marc Prats: “Nos ha gustado ir siempre a nuestra bola y lo hemos conseguido. Hemos hecho siempre lo que hemos podido. Cerca ya de los cincuenta, seguimos disfrutando del hecho de hacer discos y de tocar en directo, aunque la nuestra no haya sido nunca la apuesta más comercial”, sintetiza en esta entrevista a cuatro bandas mantenida por Zoom, a propósito de la publicación del hercúleo y poético “Conundrum” (BCore, 2023), tercero de los álbumes lanzados por Madee en su segunda vida, después de “Eternity Mingled With The Sea” (BCore, 2021) e “In The Cold Season” (BCore, 2021).
¿Hablamos de una trilogía concebida como tal? Así lo ven ellos. “En la primera etapa del grupo ya teníamos en la cabeza el referente de ‘El señor de los anillos’, y esta vez ha sido más consciente, aunque el tercer disco lo hemos dejado reposar un poco, porque los dos anteriores los sacamos muy seguidos y pensamos que la gente diría que estamos locos”, razona Pep Masiques, bajista del grupo. “La dinámica de trabajo durante la pandemia nos animó y, tras el primer álbum, decidimos seguir”, añade Marc Prats. “En cierto momento, como todo fluía mucho, llegamos a decirnos ‘¿por qué no hacemos un disco triple, a lo ‘Sandinista!’, de The Clash?’”, revela Masiques. “Pero ya era demasiado heavy”.
Él estuvo ahí desde los inicios de Madee, en el quinteto original, integrado por Ramón Rodríguez (tiempo después creador de esa suerte de alter ego llamada The New Raemon, voz y guitarra), Adam Vives (guitarra), Jesús Cruz “Capi” (guitarra) y Lluís Cots (batería). Alineación que, tras un par de maquetas –“Lost Recordings” (1998) y “8-Track Demos” (2000)– se estrenó con “Songs From Cydonia” (Cydonia-BCore, 2002). Una obra esta en la que entreabren la puerta a un rock de oleajes majestuosos, con una marcada pulsión lírica, a la que siguieron “Secret Chamber” (Cydonia-BCore, 2003) –más contundente, ya con Prats a las teclas– y la temprana cima de “Orion’s Belt” (Cydonia-BCore, 2004), grabada en Chicago, rica en claroscuros y tensión interna con tersos tentáculos emo, y en la que tomó parte un cuarteto de cuerda (con Susan Voeltz, figura reclamada por artistas como John Mellencamp y Alejandro Escovedo). Y de ahí a la escena final del primer acto: “L’Antarctica” (Cydonia-BCore, 2007), un álbum de desamor que resultó ser el más accesible a primera escucha. En la actualidad, tras el lapso de una década (casi) en blanco, Madee vuelve conservando ese sexteto con una única excepción: Cots es baja y su plaza la ocupa ahora Antonio Postius, exbatería de Mourn, grupo fundado por Jazz y Leia, las hijas de Ramón Rodríguez.
Asombra, por lo pronto, la fertilidad de Madee en su renacimiento, que con solo unos meses de diferencia entregó dos obras de peso seguidas ahora por “Conundrum”, todas ellas elaboradas de la mano de una figura de confianza, el productor Santi Garcia (Aina, Nueva Vulcano, The Unfinished Sympathy y tantos otros). El título del nuevo trabajo significa “enigma” en inglés, según los designios del que viene a ser séptimo integrante del grupo, el estadounidense de Seattle Mark Swanson, fotógrafo, músico y autor de los textos en toda esta nueva etapa. Letras en las que se observa “un imaginario cultural y literario muy parecido al del grupo, muy generacional”, indica Marc Prats. “Reflexiones existenciales y vivencias que tanto puedes tener en Cataluña como en Estados Unidos, sobre la infancia y las relaciones”.
El vínculo y la amistad con Swanson se remontan a 2007, después de que Madee se viera girando por España como telonera y banda de apoyo de Jeremy Enigk, el que fuera frontman de la influyente tropa de Sunny Day Real Estate. Aquello fue “un sueño hecho realidad, ¡ya nos podíamos morir!”, suspira Pep Masiques. Luego, Enigk contó con ellos y con Ricky Falkner, Santi Garcia y Víctor Garcia para su “OK Bear” (2009). Y los vínculos se han mantenido con los años, cuenta Rodríguez, que en aquella época acogió a Enigk y Swanson en su casa durante ocho semanas. “Me interesa su trabajo como poeta y fotógrafo, y por eso le propuse ser el letrista de Madee cuando nos reunimos para grabar el tema ‘Age Of Ruin’ en 2014, que era uno de los que había quedado colgado en 2008, cuando en teoría íbamos a hacer un quinto disco que debía llamarse ‘Everybody’s Broke Broke’”, explica el cantante-guitarrista. “Las dudas de Lluís Cots sobre seguir con la banda hicieron que el álbum se parase. Y cuando en 2014 le propuse hacer las letras, Mark aceptó muy motivado. Los primeros versos de ‘Age Of Ruin’ hacen referencia al título que había pensado años antes para la continuación de ‘L’Antarctica’”.
Ha cambiado la manera de relacionarse entre ellos, y se diría que los cierres pandémicos, en lugar de complicar el encuentro, les pusieron las cosas fáciles para evitar las dinámicas de otros tiempos y buscar un nuevo método. “Nuestra forma de trabajar es ahora menos ortodoxa. Antes se hacía todo en el local de ensayo y ahora los temas pasan de unas manos a otras sin ningún tipo de filtro ni instrucciones. Todo es más abierto y libre”, razona Ramón Rodríguez. En efecto, Madee creció en su día en torno al local de ensayo, como correspondía a toda banda de rock. “El esquema era más clásico: vernos, desarrollar unas ideas, ponerlas en común y hacer crecer cada canción”, apunta Marc Prats. “Ahora, a partir del confinamiento, hemos trabajado compartiendo ideas de uno y otro, desde casa con el ordenador. Mandándonos archivos y sin vernos en persona. Pero eso no quiere decir que sigamos así a partir de ahora. También tenemos ganas de volver a vernos y ensayar juntos”. De ese esquema operativo han salido canciones dotadas de un extraño refinamiento y de un sentido de la concreción, allá donde texturas, líneas melódicas y dinámicas instrumentales se concretan sirviendo a ese artefacto llamado canción. Mirando hacia atrás, siguen reconociendo “la misma esencia” de lo que un día fue. “Somos los mismos”, afirma Marc Prats, “solo que antes quizá lo que nos salía a la primera ya se quedaba y ahora le damos más vueltas”.
En todos estos años, Ramón Rodríguez ha desarrollado una carrera de notable impacto popular con The New Raemon, marca artística de la que han participado en distintos episodios Masiques, Prats y Cots. Estos dos últimos se citaron también, con Masiques, en el grupo Prats, armado por el teclista. Aunque hayan podido colaborar en contextos cambiantes, cada situación es única, y ahí hay que hablar de la actitud vocal, distinta de un proyecto a otro. ¿Cómo se siente el Rodríguez cantante en esta nueva etapa de Madee en relación al pasado y a su rol como The New Raemon? “He intentado cantar como entonces, pero desde el lugar donde lo haría ahora”, cavila el cantante-guitarrista. “Pienso que hay cosas arriesgadas en la interpretación vocal, tanto que hay partes en las que soy incapaz de tocar la guitarra y cantar a la vez. Por eso he hablado con mi amigo Uri Nieto, de La Bossa d’Urina, para que venga a tocar estas partes en los nuevos conciertos. Necesito concentrarme en cantar del modo mejor y más relajado posible”. Actuaciones que, por ahora, tendrán que esperar: los anunciados pases en Barcelona y Madrid para este mes de junio se cancelaron por motivos de “urgencia médica familiar”. Pero el contacto con el público es crucial para ellos. “Nuestra música siempre ha tenido un punto emocional”, subraya Pep Masiques, “y ver al público y comunicarte con él nos apetece mucho”.
Ramón Rodríguez dice tomarse con tranquilidad el regreso de The New Raemon, más de tres años después de “Coplas del andar torcido” (2020). “Hace tiempo que compongo para un disco, pero no tengo ninguna prisa por terminarlo. Quiero que quede bonito”, hace saber. Está también ahí su entente con Marc Clos y David Cordero, plasmada en dos álbumes. Y todo ello insinúa un distanciamiento de los tempos propios de la industria musical. “Totalmente. La industria no tiene nada que ver con la creación artística. Más bien con su destrucción”, medita Rodríguez, que en los últimos tiempos ha destacado por sus declaraciones críticas con la festivalización de la vida artística. “He vuelto a montar mi sello y editorial por ese motivo. Tengo claro cómo hago las cosas y cómo me gusta hacerlas. No necesito estar dentro de la industria para seguir escribiendo y publicando mis cosas, ni hacer muchos conciertos ni actuar en grandes espacios. Sé quien soy, qué hago, cómo y por qué. Me gusta sentir esta libertad”.
Se observa ahí una coincidencia espiritual con sus colegas de Madee, un grupo que puede no haber sido de multitudes, pero que ha creado vínculos fuertes con quienes han seguido sus pasos. “Comparados con otras bandas, nosotros no hemos llegado a tanta gente”, medita Marc Prats. “Pero a los que hemos llegado, ha sido muy a fondo, y te lo dicen a veces casi con lágrimas en los ojos. Eso es lo bonito de esta profesión”. ∎