Veinte años después. Foto: G. González
Veinte años después. Foto: G. González

Entrevista

McEnroe: “Yo no quiero hacer una gira de veinticinco festivales, prefiero trabajar de camarero”

Ricardo Lezón –cantante, guitarrista y compositor de McEnroe– reflexiona sobre la evolución de un grupo que tiene veinte años de canciones y escenarios a sus espaldas, pero que no vive de la música. Se desprende del adjetivo “triste”, huye de los ritmos frenéticos de la industria musical y se emociona al ver que la música de McEnroe también llega al público joven. Empezando por su hija Jimena, con quien ha compartido disco y escenario.

Es difícil explicar qué tipo de música hace McEnroe a alguien que nunca la haya escuchado. “Pop-rock tranquilo”, “pop alternativo” o “indie melancólico” son algunas de las etiquetas en que se les suele encajar, pero Ricardo Lezón, líder del grupo vasco, se desvincula y dice que ellos hacen “canciones de amor y de desamor”. Desde luego, no suenan a lo que a un ávido consumidor del panorama indie actual le podría venir de primeras a la cabeza.

McEnroe es electricidad, marea, vendaval, lluvia y truenos, una tormenta recogida en sí misma que después explota. Para entenderlo, es mejor escucharlos. Los seguidores del grupo nacido en Getxo (Vizcaya) lo saben. Desde la publicación de su primera maqueta, “Apaga el día y me quedo” (2002) –a la que siguió la autoedición de su primer largo, “El sur de mi vida” (2003)–, han pasado más de veinte años. Dos décadas que celebraron durante el pasado año con un EP especial a nombre de McEnroe ft. Jimena –“Veinte” (Subterfuge, 2022), con cuatro canciones cantadas por la hija de Ricardo, Jimena Lezón– y una gira-aniversario que los llevó a varias ciudades de España y concluyó el pasado 17 de diciembre en La Riviera madrileña.

Con himnos a sus espaldas como “Un rayo de luz” o “La cara noroeste”, la banda que junto a Lezón completan Gonzalo Eizaga (guitarra), Jaime Guzmán (guitarra), Eduardo Guzmán (batería), Pablo Isusi (bajo) y Jaime Arteche (teclados) sigue dejando que su devenir fluya de forma natural, sin encorsetarse en obligaciones o calendarios. Hablamos con Ricardo de la evolución de McEnroe, de lo que transmiten las canciones, de poder (y querer) vivir o no de la música y de un posible nuevo disco, que ya tiene escrito.

Delante del Café La Palma en Madrid, un lugar emblemático para la banda. Foto: G. González
Delante del Café La Palma en Madrid, un lugar emblemático para la banda. Foto: G. González

Empecemos por el principio. ¿De dónde viene el nombre de McEnroe?

Viene de una anécdota. Yo he sido profesor de tenis y de pádel mucho tiempo y en la época en que formamos el grupo jugaba bastante. Estaba en un partido de dobles con mi hermano, que era muy bueno en tenis, me echó una bronca por algo que fallé y yo le contesté: “Yo no soy McEnroe”. Después, dándole vueltas al tema del nombre, salió ese. Como tampoco teníamos la sensación de que fuéramos a hacer algo muy grande, la verdad es que no dedicamos mucho a pensarlo.

¿Cómo valoras la evolución del grupo?

No ha habido nada premeditado: no teníamos planes porque tampoco teníamos tiempo. No nos hemos preguntado adrede qué terrenos explorar o hacia dónde ir, pero yo creo que la evolución se nota. Del primer disco oficial, “Mundo marino” (Subterfuge, 2008), al último, “La distancia” (Subterfuge, 2019), hay un cambio claro, pero es la evolución natural que ocurre con los años. Te haces mayor, tocas mejor o peor la guitarra y vas probando y metiendo otras cosas que te gustan.

En canciones como “La distancia del lobo” o en el primer minuto de “Seré tú” dais espacio solo a la música; recuerda a grupos como Explosions In The Sky. ¿Cómo ha sido la evolución instrumental del grupo?

Es cierto que muchas veces se lleva a McEnroe a un terreno “cantautoril”, como si solo hiciéramos canciones con letras. A nosotros nos gusta mucho la música instrumental, es un todo. Hicimos la banda sonora de la película “Los amores cobardes” (Carmen Blanco, 2018) y siempre es una parte muy importante de nuestras canciones; también en “Luz de gas” o “Resurrección”. En esto ha habido una evolución muy natural.

Tu hija Jimena y Mencía, la hija de Jaime, nacieron a la vez que el grupo, así que han crecido durante estos veinte años a la par que crecía McEnroe. ¿Encuentras alguna analogía? ¿El grupo también ha tenido infancia, adolescencia y madurez?

Para nosotros, sin duda, hay una infancia; por ejemplo, Jaime y yo empezamos a tocar sin tener ni idea y a los tres meses estábamos grabando una maqueta. ¿Qué es mejor, dedicar un año a aprender a tocar muy bien, hacer las canciones, madurarlas para ir a grabar y que esté todo muy medido o tirar con lo que ha salido? Nosotros hicimos eso. Podría ser una madurez muy temprana, pero creo que es una infancia muy larga que no ha terminado todavía. Uno de nuestros rasgos es hacer las cosas muy rápido. Habrá cosas a las que no hemos dedicado lo suficiente y otras las hemos hecho a más velocidad de lo normal. Siempre hemos ido hacia delante, porque hemos tenido muy poco tiempo para estar juntos.

¿Cómo es subirte con tu hija al escenario?

Es lo más bonito que te puede pasar. No creo que ella se vaya a dedicar a la música, ¡ya ha visto lo que le espera!, pero me ha hecho mucha ilusión ver cómo a medida que ha ido creciendo le ha ido gustando McEnroe, porque al principio no le llegaba nuestra música. Realmente, que le guste me hace hasta más ilusión que el que cante conmigo.

McEnroe y Jimena Lezón en el concierto del 20 aniversario en La Riviera, en Madrid. Foto: Patricia Ruiz Guevara
McEnroe y Jimena Lezón en el concierto del 20 aniversario en La Riviera, en Madrid. Foto: Patricia Ruiz Guevara

Después del fallecimiento de Pablo Milanés, leí que había dicho que le entristecía un poco que la gente saliera de sus conciertos y le contara emocionada que había llorado muchísimo. ¿Qué os dice la gente que siente en vuestros conciertos?

Siempre nos ha caído encima el adjetivo de “tristes”, de hacer canciones lánguidas. Pero generalmente hay dos tipos de personas: la gente que no nos ha escuchado mucho o a quien no le gustamos, y entonces se va al tópico, y luego está la gente que siente con McEnroe lo mismo que nosotros. Cuando empiezas como grupo que te digan este tipo de cosas te puede lastrar y afectar un poco, pero llega un momento en el que te das cuenta de que no tienes control sobre lo que reciban los demás; yo solo hago los temas. Nuestras canciones no están escritas desde la tristeza ni quieren transmitirla. Hacemos canciones de amor y de desamor, que es lo que he escuchado toda mi vida. Y es muy bonito cuando se nos acercan personas y nos dicen que no entienden cómo a otros les puede parecer triste. La idea es buscar lo bonito en lo difícil y saber, como cantamos en “Coney Island”, que la tristeza tiene su parte de belleza. Solo sales de la tristeza por donde hay un poco de luz.

Quizá un ejemplo de esto puede ser “Esta misma sensación de soledad”, una de las canciones que habéis regrabado para “Veinte”.

Es como una especie de vals que suena un poco mejicano y habla de ese momento en el que estás triste, sí, pero a la vez dentro tienes mucho amor que dar. Es una canción que me gusta mucho pero que no solemos hacer en directo, y la versión con Jimena nos ha hecho mucha ilusión.

“La idea es buscar lo bonito en lo difícil y saber, como cantamos en ‘Coney Island’, que la tristeza tiene su parte de belleza. Solo sales de la tristeza por donde hay un poco de luz”

Ricardo Lezón

¿Qué os sorprendió más de la gira del vigésimo aniversario?

Teníamos un poco de miedo porque hacía mucho tiempo que no íbamos, por ejemplo, a Barcelona o a Valencia, y de repente volver, después de la pandemia y de estar tanto tiempo desconectados, daba un poco de vértigo por si solo iban quince personas a vernos. Pero pasó todo lo contrario y fue a más. Una de las cosas que más nos ha emocionado es ver a mucha gente joven en el público; vienen con mucha alegría y eso es muy bonito.

Rafa Val, de Viva Suecia, dijo en una entrevista que siente que los grupos de rock se están extinguiendo. Después de dos décadas dentro de la industria, ¿cómo ves tú el panorama musical?

No sé muy bien a estas alturas qué marca el rock o qué marca el indie, pero creo que en España hay grupos de muchos estilos diferentes y que nunca se extinguen, y si desaparecen acaban volviendo en un tiempo. Dentro de diez años habrá un revival de los grupos que ahora suenan; es cíclico. El fondo y las fórmulas están ya inventadas.

Palmera Smith (seudónimo de Ricardo Lezón) delante de una palmera en el Café La Palma. Foto: G. González.
Palmera Smith (seudónimo de Ricardo Lezón) delante de una palmera en el Café La Palma. Foto: G. González.

Mucha gente diría que hay artistas como Rosalía o C. Tangana que las están reinventando.

Creo que es muy bueno que de repente haya una explosión de música que no entiendes, que es donde en mi caso meto a Rosalía, C. Tangana, la música urbana o el trap. Veo a muchos músicos de mi generación que se frustran, pero es que eso está muy bien porque la música tiene que romper por algún sitio y salir con algo nuevo y diferente. El rock lleva siendo el mismo casi cien años y al final, necesariamente, hay unos estilos que desaparecen, varía el uso de las guitarras o de los sintetizadores, pero con el tiempo vuelven a aparecer.

Has comentado varias veces que no habéis tenido mucho “tiempo” para dedicárselo al grupo. Soléis contar que vosotros no vivís exclusivamente de la música, así que tenéis que compaginarlo.

Sí, durante todo el tiempo que llevo tocando he sido de todo: he trabajado en un bar, en una gasolinera, en una joyería, en una imprenta, he sido profesor de tenis… Pero también ha habido algunas etapas en las que he podido vivir de la música, y además de McEnroe me he montado una gira yo solo o me he ido con la guitarra. Sientes que siempre te queda la música.

“Cuando conviertes tu pasión, el remanso de paz de tu vida y lo que te sale de forma natural, en algo de lo que dependes para comer, se abre una brecha”

Ricardo Lezón

¿No habéis podido o no habéis querido vivir de la música?

Una parte tiene que ver con la precariedad del sector, pero también hay otra cosa de la que no se habla mucho pero que yo tengo muy presente. Cuando conviertes tu pasión, el remanso de paz de tu vida y lo que te sale de forma natural, en algo de lo que dependes para comer, se abre una brecha. Hay gente que la salta encantado, pero otros tenemos miedo a perder esto. Hay muchas cosas que no quiero hacer. Yo no quiero hacer una gira de veinticinco festivales o tener que sacar obligatoriamente un disco al año, yo saco un disco porque tengo algo que decir; si no, prefiero trabajar de camarero. No hemos estado en esa disyuntiva porque no hemos tenido tanto éxito, pero creo que sería un peaje que no pagaría. Por supuesto hay compañeros que no dudan y es muy bonito ser profesional de la música, pero yo no quiero que me pese de más, sino hacer algo que me guste.

Muchas de vuestras canciones tienen nombres que hacen referencia a lugares: “Gracia”, “Montreal”, “Islandia” o “La Palma”, por el café de Madrid donde hicisteis vuestro primer concierto oficial en la capital y la calle donde ocurrió la historia de amor que cuentas en la canción. ¿Qué geografías hay en el futuro de McEnroe?

Hacer eso es una especie de truco, porque soy muy malo poniendo títulos de canciones y no quiero que se llamen igual que lo que se dice textualmente en la canción. Ojalá haya muchos lugares en el futuro y con nombres tan bonitos como esos. Yo ya tengo hechas las canciones para el próximo disco, pero esto ha acabado siendo la parte más sencilla y ahora viene la parte más complicada, que es, de nuevo, la garantía de que tengamos tiempo para juntarnos y hacerlo bien. Sería bonito poder grabar un disco este año, pero igual es dentro de tres. El tiempo va pasando, y eso es justo lo que nos falta siempre. ∎

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