El anuncio de la muerte de Mira Calix llegó el pasado lunes 28 de marzo a través de Warp Records, el sello que editaba sus discos. Que no se especificaran las causas de su temprano fallecimiento ha suscitado todo tipo de rumores. Mira Calix era el nombre artístico de Chantal Francesca Passamonte. Nació en Durban, Sudáfrica, en 1970, hija de padres italianos. Con una numerosa familia en Italia, los Passamonte viajaban cada año por Europa. En 1991, poco antes de que se derogara el apartheid, se establecieron en Londres y ahí se acrecentó el interés de Mira por la música. Su padre tocaba el clarinete y su abuelo era compositor, según contaba en el libro de entrevistas de Tara Rodgers “Pink Noises. Women On Electronic Music And Sound” (2010).
Las primeras influencias musicales de Calix fueron los discos de la colección de su padre: Chaikovski, Stravinski, Chopin, Bach y el jazz (incluido el chino, que él traía en casetes debido a sus frecuentes viajes laborales al gigante asiático). Gran aficionada también al rock, sus primeras bandas favoritas fueron Stereolab, My Bloody Valentine –especialmente “Loveless” (1991)– y Spacemen 3, además de Sade, Grace Jones, Kate Bush, Laurie Anderson o PJ Harvey. Después de empezar a trabajar en una tienda de discos –y animada por un compañero de piso y su pedalera de efectos para guitarra–, se compró una caja de ritmos barata, un ordenador “con menos potencia de procesamiento que mi móvil” –lo recordaba el año pasado, en entrevista– y una pequeña mesa de mezclas, con las que comenzó a juguetear.
De la tienda de discos pasó a compaginar su trabajo en el departamento de promoción del sello 4AD –el de grupos como Bauhaus, Cocteau Twins o Pixies– y sus sesiones como DJ. Poco después entró en Warp Records, el sello de Sheffield que comenzó a desarrollar el subgénero de música electrónica conocido como IDM (Intelligent Dance Music), en el que grabarían artistas como Aphex Twin, Squarepusher o Autechre (con cuyo fundador, Sean Booth, estaba casada). Allí publicó “Ilanga”, su primer single, en noviembre de 1996. En 1997 dejó de trabajar en Warp para centrarse en su carrera musical y en 2000 publicó su primer álbum, “One On One”.
Sus creaciones musicales –también las de sus compañeros de sello– pusieron de manifiesto las amplias posibilidades de la producción electrónica, con una música juguetona y aventurera que tenía sus raíces en la cultura de club, pero que abarcaba una gama estilística más amplia, incluyendo ambient, ruido o clásica contemporánea: “Cuando empecé a recibir encargos para escribir música para orquestas y conjuntos clásicos, lo hacía de oído, lo que suponía un reto, ya que otra persona hacía la transcripción a la partitura. Pero al mirar la partitura que tocaban los músicos, lo que yo había escrito me resultaba completamente ajeno”. Desde hacía unos diez años ya era capaz de leer partituras, algo básico para trabajar fundamentalmente con instrumentos acústicos, de madera, muchos de ellos empleados en la música folclórica de los países del este y de los que extraía sonidos que trataba a posteriori.
Mira Calix también hizo música para instalaciones como “My Secret Heart”. Se trata de una obra inspirada en “Miserere” –pieza del siglo XVII del italiano Gregorio Allegri y materializada en el Royal Festival Hall de Londres en 2008– que implicaba a cien intérpretes y añadía los visuales del videoartista británico Flat-E. Con ella ganó en 2009 el prestigioso premio Ivor Novello. Fue más o menos en esa época cuando dejó de grabar discos y se centró en trabajos como la escultura sonora “Nothing Is Set In Stone”, creada con piedras de gneis para la Olimpiada Cultural de Londres en el marco de los Juegos Olímpicos de 2012. Otras obras suyas de arte público han aparecido en espacios tan diferentes como un autobús de Nanjing (China) o la Torre de Londres. También trabajó con compañías de ópera y teatro, como la Opera North y la Royal Shakespeare Company, para la que escribió las partituras de producciones como “Julius Caesar” y “Coriolanus”. Hasta Bang On A Can la ha interpretado en espectáculos de música contemporánea. En 2018 volvió a grabar en Warp un EP de música electrónica, “Utopia”. Y el año pasado publicó el que ya es su inesperado último álbum, el ambicioso “absent origin”, el más político de su trayectoria, inspirado en los collages de Max Ernst. ∎
Warp era el sello del IDM y esa influencia es la que más se percibe en el debut de Mira Calix. Sin embargo, aquí también hay ingredientes precursores de la obra más experimental por la que se la empezó a conocer después: las grabaciones de campo con elementos naturales. Su equipo de producción era todavía escueto y Mira generaba sonido de bombos tratando los registros que realizaba por los parques de Sheffield, la ciudad en que vivía por entonces: árboles mecidos por el viento, guijarros o incluso el crujido de la madera del hogar. Repeticiones rítmicas y atmósferas ambient que llamaron la atención del legendario locutor radiofónico John Peel, con quien meses después grabó una de sus famosas sesiones para la BBC.
“Nunu” es, probablemente, la obra a la que Mira Calix debe buena parte de su crecimiento como artista internacional y compositora. Se trataba de un encargo del Museo de Historia Natural de Ginebra para escribir una pieza musical de 30 minutos utilizando solo sonidos de insectos, sin añadir cuerdas, cajas de ritmos o cualquier otro elemento. El proyecto se amplió después y se convirtió en una pieza para la London Sinfonietta que se estrenó en el Royal Festival Hall de Londres –con más de 300 grillos en el escenario– y acabó girando por todo el mundo. El disco incluye dos versiones de la “Coral para insectos” de Calix y otro encargo, realizado para la reapertura de la galería de arte del Centro Barbican de Londres, en el que entre hermosas melodías minimalistas escuchamos grabaciones de la propia artista realizando trabajos de jardinería.
Partiendo del concepto dadaísta del collage desarrollado fundamentalmente por Max Ernst, Mira grabó su último álbum como collages sonoros de muy diversos estilos. Decía que el título “no solo hace referencia al collage, sino a cuestiones de identidad y al papel que desempeñan la identidad y la nacionalidad en las libertades personales y en el contexto más amplio de la geopolítica” y que “el tachado de la palabra ‘ausente’ es deliberado”. Se lo dedicó “a los ciudadanos de ninguna parte, en referencia a un discurso de la exprimera ministra británica Theresa May, que dijo que si eres un ciudadano del mundo eres un ciudadano de ninguna parte. Estoy en desacuerdo con cada fibra de mi ser. El arte, como el amor, no tiene fronteras”. Premio para quien descifre de quién es la voz que suena en los primeros 18 segundos de “doggerland (between the acts)”. ∎