Neosoul a raudales, salsa, rap, R&B, trap y hasta dosis bien nostálgicas de tango. “Calambre” (Sony, 2020), el debut en álbum de Nathy Peluso, llega como un rayo y atraviesa diferentes estilos por los que la argentina ha navegado durante año y medio. Un trabajo ecléctico tan sorprendente que le ha valido la nominación a los Grammy Latinos por Mejor Nueva Artista y Mejor Canción Alternativa (“Buenos Aires”). Dos de sus anteriores lanzamientos –la mixtape “Esmeralda” (2017) y el EP “La Sandunguera” (2018)– ya la posicionaron alto, pero este álbum la empodera artísticamente de tal manera que consigue dejar atrás etiquetas genéricas y la sitúa como un referente en ella misma. Todo lo que toca Nathy se convierte en oro: “Calambre” ya acumula más de 50 millones de streams y su última colaboración, la “Bzrp Music Sessions, Vol. 36” junto al productor Bizarrap, más de 13 millones.
¡Felicidades por tus nominaciones a los Grammy Latinos! ¿Cómo recibiste la noticia?
¡Muchas gracias! La noticia era inesperada. Es un salto grande en el reconocimiento de la industria. Actuar en los Grammy fue el gran premio, una ventana gigante a un montón de público y una oportunidad de compartir una canción como “Buenos Aires”, que era una de las nominadas.
¿Cómo fue actuar con Fito Páez en un lugar tan emblemático como el Centro Cultural Kirchner de Buenos Aires?
Fue muy lindo y un honor. Arreglamos “Buenos Aires” con Fito en aspectos de tango para hacer el espejismo a “Agarrate” y lanzar mi guiño a la ciudad. Trabajar con él fue un sueño que no imaginaba que me iba a pasar tan pronto. Es un creador que me acompaña con sus discos a lo largo de mi infancia. Si esta persona que admiro tanto me reconoce, algo estoy haciendo bien.
En “Calambre” te presentas camaleónica, fusionando todo tipo de estilos. ¿Cómo empezó el proceso de composición de este disco?
“Calambre” no fue premeditado. Los géneros me atraviesan y dominan. Mi investigación va en torno a aprender y acercar todo lo que me apasiona a mi público. Fue un análisis improvisado y puntualizado en lo que me iba proponiendo. El punto de partida eran melodías que me venían a la cabeza y, partiendo de eso, iba descubriendo. Un día era una salsa, otro día hip hop… Es el camino de divertirse, no me limito.
En las letras se siente mucho apego a lo argentino, pero te fuiste de allí cuando eras pequeña. ¿Cómo de importantes han sido tus raíces?
Mis raíces son argentinas, pero beben de un montón de folclore latino y español porque soy una mujer nómada. Vivir en España, que me ha dado tanto amor y oportunidades, me convierte en una persona muy agradecida y consciente, pero también nostálgica. De hecho, el título de “Buenos Aires” no lo escribí por la ciudad, sino por el sentimiento de nostalgia. Era inevitable pensar en la ciudad cuando escuchaba la melodía. Mi sentimiento de nostalgia va ligado a mis raíces.
Hablando de la nostalgia, ¿pusiste “Agarrate” al final para cerrar el disco con este componente tanguero?
La puse al final porque da un mensaje de garra y de tirarse adelante. La compuse a capela y podría haber derivado en bolero o en cuerdas, pero lo hizo en un bandoneón porque me pareció nostálgico como búsqueda en mis raíces. No hay muchos artistas que se atrevan con el folclore, así que lo traje para un público moderno que no se espera escuchar un bandoneón y, a pesar de ello, se conmueve.
¿Buscas cierta provocación en tus letras o simplemente te salen así?
Busco provocar algo en el espectador, pero a nivel de catarsis. Las letras me salen solas. Casi todas las canciones irreverentes que tengo son dentro del hip hop. Las otras hablan de ambientes fantasiosos, mágicos o románticos, pero cuando rapeo me sale algo irascible y pasional. “Business Woman”, “Sana sana” y “Agarrate” casi las escupo, no las pienso para nada.
No hay ni una colaboración en todo el disco, aunque habías trabajado con artistas y productores como Rels B o Bizarrap.
El espíritu de mi propuesta es improvisar, ir fluyendo con lo que propone la organicidad de las cosas. Me pareció que era un disco solista y que proponía un solo concepto energético. Meter otra energía podía llegar a discordar, más que aportar. Me encanta el trabajo en equipo: los featurings son enriquecedores para aprender y compartir públicos. Pero en este disco tenía que hacer mi labor sola.
Ha sido una manera de canalizar temas tuyos como el amor, el sexo o el feminismo sin nadie más.
Sí, era algo de mi intimidad, muy centrado en mi ecosistema. Pero si te soy sincera, no me concentré en ningún mensaje en concreto. Escribo de lo que me atraviesa como humana. Ni siquiera me planteé lanzar un mensaje feminista: me sale solo porque soy mujer en una industria determinada y tengo que posicionarme en algún lugar, ya que si no me posiciono no existo. Me siento bien conmigo misma, tengo mi poder y, por ende, ese es un mensaje feminista. Pero no pretendo abanderar un movimiento. Me gusta hablar de la comida, el sexo, las personas, el amor, ser mujer...
Recientemente, te han lanzado críticas de “apropiación cultural”. ¿Cómo te sientes al recibirlas?
Me parece muy reduccionista: hago las cosas con respeto y admiración hacia culturas que pretendo que sean más conocidas y a las que aporto mi granito de arena. Si tengo el mínimo poder de acercar la salsa a la gente, por ejemplo, no entiendo de barreras. Si alguien se ofende, no puedo controlar de qué manera decide el otro analizar tu propuesta. La música es de todos y las culturas, fusionadas, siempre se potencian. ∎