“Recuerdos de Puzzles y Dragones” no es un disco recopilatorio, pero sí es una recopilación diacrónica de memorias y otras reminiscencias del pasado. Junto al grupo madrileño, recordamos no solo aquello que muestran en el álbum y recogemos su testimonio como miembros fundadores de la escena independiente translocal.
Paseando por el barrio de Argüelles, el cantante y guitarrista de Puzzles y Dragones, Dani de la Mancha, reflexiona sobre cómo pasa el tiempo más rápido a medida que te haces mayor. “Llega un momento en el que cinco años equivalen a uno de antes… por esa regla, tampoco me quedan muchos a mí. De los veinte a los treinta pasan muy despacio, pero luego…”. Más que con pesadumbre, lo cuenta de forma tranquila, como quien habla de un hecho que no le incumbe. El guitarrista y teclista Miguel López Breñas y el bajista Mark Williams, que van un poco más atrás, establecen un paralelismo entre la vida y un rollo de papel higiénico: no es lo mismo dar una vuelta cuando el rollo está entero que cuando queda la mitad, porque en el segundo caso es más corta. A la sesión de fotos con Rockdelux también acudirá la cantante Begoña Casado, aunque no el batería Carlos Barros. Ambos completan la nómina de la banda.
Al cabo de un rato dando vueltas en torno al mismo tema, se disculpan por ser tan intensos, como si fuese motivo de sobra para pedir perdón. “Así nos las gastamos en Puzzles y Dragones”, me advierten. Lo cierto es que, en los minutos previos a que mi móvil comience a grabar, el paso del tiempo parece un tema recurrente: así, “Recuerdos de Puzzles y Dragones” (El Genio Equivocado, 2023) parece un título más que representativo para el segundo LP de la banda.
En diez años en activo, el grupo ha publicado el EP “Somos Puzzles y Dragones” (Discos de Kirlian, 2013), al que le siguió el largo “Vuelven Puzzles y Dragones” (Discos de Kirlian, 2017) y el disco que sirve como excusa para esta conversación. Sus títulos, de corte naíf y antiliterario, se asemejan a los nombres de cualquier álbum recopilatorio: en cierta medida es así, pues este nuevo trabajo está compuesto por canciones que, aunque narren un conjunto de sucesos románticos, pertenecen a momentos muy distantes en el tiempo. Se trata de un proyecto autobiográfico: un diario leído en perspectiva, una foto antigua o uno de los pocos testimonios en activo que nos quedan del comienzo de la escena más subterránea del pop madrileño. Además de su trayectoria dentro del proyecto, sus miembros han montado un sello discográfico, uno de los festivales independientes pioneros en Madrid o han tocado (y tocan) en más de una decena de bandas. Por tanto, recordamos también junto a ellos los momentos en que se estaba formando la escena indie local cuando todavía tenía sentido denominarla así.
Tenéis diez años de carrera como Puzzles y Dragones pero “solo” dos álbumes y un EP publicados. ¿Por qué tardáis tanto entre lanzamiento y lanzamiento?
Dani: No hemos tardado tanto. Yo creo que es lo que se tarda en sacar un disco, en tener listas todas las canciones. También ayuda el que hayamos tenido otros trabajos en el proceso y haber tomado la decisión de hacerlo todo por nuestra cuenta. Este disco ha sido grabado por nosotros, mezclado por nosotros, dependíamos de nosotros mismos y de nuestro proceso de aprendizaje. También se ha juntado un detallito, que es la pandemia. Pero creo que somos lentos en general, somos muy perfeccionistas en las canciones… algunas tienen cinco años, pero otras tienen hasta veinte y me llevan acompañando toda la vida.
¿Cómo decides publicarlas después de tanto tiempo en la recámara?
Dani: Vamos seleccionando las mejores que tengo en este momento. Cuando lanzamos el primer EP muchas de las que publicamos ahora estaban escritas, pero aquellas eran las cuatro que más me gustaban. También busco que peguen entre sí. Por ejemplo “La advertencia” tiene una versión de hace ocho años, cuando estuve viviendo en Ibiza con una novia que me dejó. Cuando la empezamos a grabar para “Recuerdos de Puzzles y Dragones”, tenía cinco años, no era tan antigua.
Miguel: Yo creo que ahora Dani tiene para dos discos más.
Dani: Y aun así sigo componiendo.
Y, cuando rescatas canciones antiguas, ¿no te viene sentimiento de culpabilidad? ¿No sientes que ahora compones mejor que antes, o que ya no sientes ciertas cosas como las sentías en el pasado?
Miguel: Son canciones que quedan en casa, Dani las hace en su cuarto y al arreglarlas con banda la cosa cambia mucho.
Dani: Me estoy leyendo el libro de Rick Rubin (se refiere a “The Creative Act: A Way Of Being”, 2023) y habla de que las canciones son como un diario. Si tú esperas mucho tiempo a la hora de grabar una canción es casi como una foto vieja, y a mí me gusta mucho esta idea.
Aun así, cuando lo he escuchado, me ha dado la sensación de que parecía de un momento muy concreto. ¿Intentas ligar todas las canciones para que hablen de algo parecido?
Dani: No, siempre elijo las mejores que tengo, porque si no son lo suficientemente buenas no me dejan tocarlas. Más o menos es un álbum cronológico porque la primera es la más antigua y la última es la más reciente. Sí que hay una especie de narrativa, porque simplemente son canciones de mi vida, pero no es un disco conceptual.
¿No todos los discos son conceptuales?
Miguel: Nuestro disco anterior, por ejemplo, es una colección de canciones. En general hacemos colecciones de canciones. Esto ha quedado más o menos resultón, pero no ha sido intencionado.
La prensa suele decir siempre lo mismo de vosotros: que buscáis la canción de pop perfecta. En ese caso, ¿cuáles son los elementos que debe tener la canción de pop perfecta?
Miguel: Eso es complicado, porque muchas veces la gente piensa que la calidad de una canción reside en la estructura: estrofa, puente, estribillo, esas cosas. Pero hay muchos temas de Dani que no tienen estribillo, aunque él piense que sí eso no es un estribillo, es un puente reconocible.
Dani: Creo que tiene que ser muy personal y emotiva, la gente se tiene que sentir muy identificada con ella. También ha de ser perdurable o recordable, para poder escucharla en tu cabeza. Por ejemplo Elton John o ABBA hacen melodías fáciles de recordar. Creo que antes tenías que hacer una canción mucho más memorable, porque salía en la radio y la gente que la escuchaba tenía que acordarse de comprarla. Yo vengo de esa época, así que para mí lo más importante es una melodía reconocible. Si no la tiene no es una buena canción, o no es una canción directamente.
¿Y qué opinas de que cada vez las melodías sean más planas y tiendan al recitativo?
Dani: Bueno, yo creo que eso no necesariamente pasa, porque actualmente existen grupos como Cora Yako o La Paloma, que me encantan. Pero puede ser que tengas razón: con internet no hace falta que la gente se acuerde de la melodía, porque tienes siempre la canción en el móvil y la puedes escuchar cuando puedas.
Miguel, tú te has encargado de grabar y producir el nuevo disco. ¿Cuáles son las líneas estéticas que habéis querido tomar?
Miguel: No quería que fuese el planteamiento típico de ir cinco días a un estudio y hacer las cosas deprisa y corriendo. Aunque me cueste la vida aprender a hacerlo, prefiero hacerlo despacio para que se parezca o me recuerde a los grupos que quiero sonar: que quiera escucharlo en mi casa, porque he grabado cosas que luego no me apetece escuchar. Belle And Sebastian, por ejemplo, ha sido referente principal.
¿Estabas haciendo un ejercicio de estilo?
Miguel: Un poco. Ha servido para grabar el disco, pero gracias a esto también grabé más cosas. La idea era mezclarlo con Cristian Pallejà, que mezcló el primero. Pero, claro, tardamos tanto que terminé aprendiendo a hacerlo.
Como persona que también forma parte del proyecto, igual para ti resultaba más sencillo saber hacia dónde queríais ir con el sonido que para un productor externo.
Miguel: Claro, yo sé perfectamente lo que le gusta a Dani o lo que a Dani podría gustarle. Hay canciones que él se puede imaginar de una forma, pero aunque yo la lleve hacia otra distinta le parece bien.
Dani: Con Miguel se convierten en algo más. De hecho, creo que antes no me hacía ni caso nadie porque el sonido era muy tradicional. A la gente no le gustaba tanto, tampoco a los medios ni a las discográficas. Eran más planas.
Habiendo trabajado en el disco de una forma tan casera, ¿os consideráis dentro de ese cajón de sastre que es el bedroom pop?
Miguel: Esto ya es otro tema. Yo lo grabo casi todo en mi cuarto, pero no quiero que suene como tal. Escuchas los discos de los noventa y suenan mucho peor; ahora con tres cosas puedes grabar perfectamente en una habitación. Por supuesto que se nota una gran diferencia con respecto a un estudio, donde te gastas cinco mil pavos y se nota. La diferencia es que yo estoy acostumbrado a la época de las maquetas, que eso sí que era un infierno.
Dani: También hemos tenido malas experiencias en estudios, donde las canciones han sonado peor que si las hubiésemos grabado nosotros.
¿Cómo sentís que ha cambiado la escena musical independiente desde que estáis en ella?
Dani: Bueno, nosotros comenzamos a formar la escena. Estábamos Marco, de Miedo, que es amigo mío, y yo con Aplasta tus Gafas de Pasta, el sello discográfico que creamos entonces. También empezamos a establecer lazos con LaFonoteca y comenzamos a hacernos amigos de un montón de grupos: Hazte Lapón, Tigres Leones, Cosmen Adelaida… Hubo un momento en que pensé que yo también quería formar un grupo. Tenía muchas ideas artísticas. Una vez Lolo, de Hazte Lapón, en una fiesta donde estaba tocando mis canciones, me dijo que yo estaba muy desperdiciado.
¿Cuándo fue eso?
Dani: En 2011 o 2012, creo, porque estuve viviendo en Inglaterra y vi cómo funcionaba la escena allí. Al volver quería replicarla e hicimos la primera edición del Popfest: Marco tuvo la idea, pero nos dimos cuenta de que ya existía una chispa y mucha gente queriendo hacer lo mismo. También estaban haciendo fiestas en LaFonoteca… Empezamos a ver la luz, porque la escena era muy desoladora antes de eso, a los conciertos no venía nadie. Poco después de comenzar con las fiestas, estaban llenas. No nos lo creíamos.
¿Y creéis que ese sentimiento de comunidad perdura en la escena más joven?
Dani: No sé, porque tampoco estamos tan integrados, pero yo siento que todo funciona mejor. En redes todos son amigos, todos hacen colaboraciones entre ellos, parece todo muy hermanado. Está el sentimiento de querer ir al mainstream en vez de tocar en la sala Maravillas, pero eso ha pasado siempre.
Miguel: Ahora hay más ejemplos de que eso ha pasado. Cariño o Carolina Durante vienen de abajo y lo han petado, ¿no? Hace once años eso era muy complicado de imaginar. Sería interesante hablar de esto con los que empezaron con nosotros.
Y después de tantos años en la música, ¿la entendéis de la misma forma?
Dani: Justo hoy me estaba acordando del momento en el que me di cuenta de que quería hacer canciones. Podía ir al instituto, haber tenido alguna experiencia, llegar a casa y convertirlo en una canción. Nunca me planteé que fuera más allá de eso, lo que me emocionaba era el hecho de hacer una canción en sí misma, no subirla para que a alguien le gustara. Luego lo subes a internet… Internet es muy nocivo, te lleva mucho a “¿cuántas escuchas tengo, cuantos oyentes?”. De todos modos, siempre he sido una persona muy dispersa, incluso de joven.
¿A qué te refieres con “dispersa”?
Dani: Tardo mucho en componer. No soy una persona que parezca que tenga un don para las canciones. Creo que soy un tardón y lo que pasa con los grupos de pop es que los que son jóvenes son los que tienen la posibilidad de triunfar. Pero es cierto que hay mucha gente que tarda en encontrar lo que quiere hacer o en aprender a hacerlo bien. Empiezas a hacer canciones con 30 años y no tienes tantas posibilidades.
¿Te frustra no hacer muchas canciones en poco tiempo?
Dani: Más que eso, es que he tardado en poder convertirlas en algo que se pudiera escuchar. Iba haciendo canciones desde que tenía 13 años, pero no sabía terminarlas en lo que consideraba una canción bien hecha. Eran canciones que estaban bien, pero no estaban bien del todo.
Entonces, la necesidad de crear una comunidad indie, ¿fue porque pensabas que había mucha gente que se sentía igual que tú o porque querías que tu música llegase a más gente?
Dani: Un día, Marco me enseñó un cuaderno que tenía con 14 años, donde escribió el primer manifiesto: quería crear una comunidad artística. Él siempre ha estado ahí, quería crear algo como el ladrillo, generar una comunidad fuerte. Yo estaba más metido hacia dentro, pero sí que buscábamos un único mandamiento en una comunidad artística. Era más fácil porque MySpace, las redes sociales, han ido degenerando a medida que existen. Si tenías un blog, lo podías maquetar, manipular los colores… era superguay.
Entonces, ¿os conocisteis todos a través de MySpace?
Dani: Sí, por ejemplo a Lolo lo conocí así… Ahora es distinto.
¿Vosotros sois de los que pensáis que la crítica musical ha degenerado porque ya no existen críticas negativas?
Miguel: Yo curro en unos locales de ensayo y cada vez que leo las críticas de las revistas que nos llegan ningún disco baja del siete, todos tienen entre un siete y un ocho.
Dani: También depende del tamaño. Antes te ponían a parir si eras un grupo pequeño, pero a los grupos grandes… no hablas mal de un grupo grande. Yo, normalmente, cuando quiero escuchar música escucho lo que me manda Marco, me encanta su gusto y me fío de él. Para mí, él pasa un filtro. Entonces la crítica debería tener más criterio de verdad; es algo de responsabilidad porque la gente se fía de ti o decide no hacerlo. ∎