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Pedro Rufí, conocido artísticamente como Pedro Vian, pero también (antiguamente) como Island In the Sun y Pettre, suele encontrar más repercusión fuera de nuestras fronteras que dentro… No es extraño: cuando se trata de músicas ajenas a la corriente principal ha sido así desde los tiempos de Esplendor Geométrico, cuya primera grabación –el tema “Moscú está helado”– apareció en 1981 en el recopilatorio “Fix Planet” del sello alemán Ata Tak y le abrió las puertas de la escena industrial y electrónica europea antes de que el grupo decidiera optar por la autoedición.
Pedro Vian no practica músicas tan extremas como la de la veterana banda madrileña de música industrial: él se sitúa en dos terrenos distintos y complementarios, pero también alternativos. Una pierna la apoya en la música dance para club y otra en la música ambient y experimental, sin llegar al ruidismo. Pero también le ha tocado organizarse como comando autónomo, igual que sucede con John Talabot y su sello Hivern Discs. En el caso de Vian se trata de Modern Obscure Music, una compañía que funciona desde 2014 y que ha publicado no solo sus proyectos personales y colaborativos (con Sau Poler, entre otros), sino referencias exquisitas con músicos emblemáticos de la escena musical alternativa internacional: desde Ryuichi Sakamoto a Laurie Spiegel, pasando por Lyra Pramuk o Lucrecia Dalt. El último álbum a su nombre, “Cascades” (Modern Obscure Music, 2022), es en realidad un trabajo compartido con el compositor y productor italiano Mana –quien también trabaja bajo el nombre Vaghe Stelle– y fue publicado en diciembre pasado. Además, ya está disponible vía streaming “The Woman’s Voice Inside Whispering Ride Or Die” (Modern Obscure Music, 2023), breve EP que incluye remezclas del tema titular realizados por Mana y The Field. Conversamos con Vian sobre estas y otras hiperactividades.
Vian… Por Boris Vian, imagino…
Justamente estoy en casa de mi hermano, que es quien me regaló mi primer libro de Boris Vian hace quince años o así. Me leí uno de los cuentos, “El lobo hombre”, y descubrí al personaje de Boris Vian. Me fascinó tanto que le cogí el apellido porque, en principio, no quería publicar mi música con mi propio nombre.
¿Y por qué querías ocultarte? De hecho, lo haces bajo distintos alias.
Tengo varios alias porque hago muchos estilos distintos de música, sobre todo desde la zona más experimental. En el Sónar he estado varias veces como Pedro Vian, como Aster o Island In the Sun. Otro más era Pettre, con el que empecé a hacer electrónica en 2010. En 2014 fue cuando creé a Pedro Vian con la idea de empezar de cero y fundar mi propia discográfica para autoeditar mis trabajos, que es Modern Obscure Music. El año que viene será el décimo aniversario del sello.
Para seguir tu rastro hay que andar por Bandcamp y SoundCloud, porque en Spotify no está todo.
Ahí están mis álbumes principales. Me he dedicado a publicar discos de vinilo y en digital, pero no tengo muchos oyentes. Es normal que no se conozca mucho mi perfil ya que mi música es considerada de nicho, no me conoce mucha gente aunque llevo mucho tiempo trabajando y aunque he tocado cinco veces en el Sónar, en el Primavera Sound o el FIB. Uno de los últimos trabajos que hice fue una colaboración con Raül Refree y ahora hemos acabado un álbum que seguramente verá la luz a finales de año.
Sé que mi música es muy difícil de catalogar porque no me dedico solo a hacer ambient. Soy, por una parte, un artista de música experimental y de ambient, pero a la vez también hago música dance y electrónica más techno, que tampoco llega a ser techno… Estoy en tierra de nadie y eso me confiere una identidad propia aunque a la vez no resulte difícil situarme en distintos terrenos. Puedo tocar en un club y también puedo presentar un proyecto totalmente experimental, ambient, como hice en los Teatros del Canal (se refiere a “La peste. Una deconstrucción musical y visual de Nosferatu”, espectáculo realizado junto a Raül Refree y Pedro Maia, presentado en Madrid hace un año y, antes, en el Sónar). Me defino más como productor, un productor que va experimentando. Y ahora estoy experimentando en cosas más contemporáneas, porque cada día hago nuevas cosas, nueva música.
¿Y cuáles son tus orígenes? ¿Empezaste directamente escuchando techno, dance o ambient o venías de otro terreno? ¿Qué oías con 16 años?
No, con 16 años oía más a bandas como The Smiths o cosas mucho más pop, como Belle And Sebastian, Cocteau Twins o Arthur Russell. Luego descubrí a Kraftwerk, que ya eran clásicos en ese momento, y ahí fue cuando empecé a escuchar más música de artistas techno de baile como Ricardo Villalobos, Isolée o Plastikman. Escuchaba un poco de todo: combinaba la música indie, la música pop, la música rock con la electrónica. Y es una cosa que sí queda impregnada en mi música. La hacía con la guitarra, después con el ordenador: pasaba horas y horas produciendo con un portátil y unos cascos. Creo que siempre he hecho música con una pátina muy melancólica y melódica, algo que no tiene el techno puro, generalmente sin melodía y más contundente en los ritmos. Al final acabo acumulando mucha melodía simple, más característica del pop que de la propia electrónica.
En 2014 empiezas a trabajar como Pedro Vian y creas tu sello, pero ¿produces también para otros artistas al margen de tu compañía?
No. Solo produzco mis propios discos. Nunca he trabajado como productor de bandas y es algo que me gustaría hacer. Pero ahora estoy empezando a hacer otras cosas que no puedo contar todavía, que van más allá de lo mencionado hasta ahora en cuanto estilo.
¿Hay en el nombre de tu sello algún tipo de homenaje a Brian Eno y su sello de los setenta, Obscure Records?
No, no tiene nada que ver. De hecho descubrí el sello de Eno después de tener ya el nombre de la discográfica, a través de Harold Budd, David Toop o el propio Brian Eno. Tuvimos un brainstorming bastante largo con el diseñador que creó el primer logo del sello, Álex Trochut. Lo que es cierto es que lo de “obscure” genera confusión: mucha gente lo confunde con música dark. Pero no voy por ahí: se refiere, más bien, a música difícil de encontrar, música que está más oculta. Cuando publiqué el proyecto “PRSNT” (2021) (se trata de un disco con composiciones originales de, entre otros, Ryuichi Sakamoto, Pascal Comelade, Lyra Pramuk, Pedro Vian, Raül Refree o Lucrecia Dalt; escritos de pensadores contemporáneos como Shumon Basar y François J. Bonnet; e imágenes de Wolfgang Tillmans, Zhong Lin o Javier Tles), en el que publiqué a Laurie Spiegel, pues ella misma me dijo que estaba muy contenta de publicar en el sello que definía su propia música. Durante estos diez años he trabajado con muchísimos músicos, desde Sakamoto a Laurie Spiegel, que son iconos, padres o madres de la música electrónica actual, y siempre han entendido el concepto del sello. Al principio solo recibía demos de música hardcore o noise extremo, pero al final, a base de ir publicando referencias, creo que ya se creó la identidad.
¿La portada de tu disco de 2019, el que titulaste con tu nombre, “Pedro Vian”, es un homenaje al primer disco de Orquesta de las Nubes, “Me paro cuando suena”, de 1983?
No, no, tampoco tiene nada que ver. No la conozco, además. Mi portada está hecha por un pintor catalán, Sergi Barnils, y la hizo escuchando música. El diseño es de Marc Monguilod, que también ha trabajado haciendo portadas para el sello desde el inicio.
Pensaba que podía ser un homenaje a Suso Saiz, que se dio a conocer como guitarrista en Orquesta de las Nubes y hoy es un referente internacional de la música ambient.
La verdad es que tampoco lo he tenido nunca como referente. Lo descubrí de hecho hace poco, a través de su trabajo para Music From Memory. Sí conocía más el trabajo de Joan Bibiloni, pero no he partido de referencias en mis discos, que los he compuesto desde cero. Evidentemente, las influencias quedan en tu mente, pero cada proyecto lo he planteado en solitario o con un colaborador distinto. En “Pedro Vian” tenía la idea de que un artista tradujera directamente la música a una obra de arte para la portada, en este caso una persona que no supiera nada de electrónica ni le interesase. Es más bien una persona a la que le gusta la música clásica. Le puse el disco y él hizo el ejercicio de plasmarlo en una imagen. Y la parte más naranja (donde está su nombre y el del disco) es una pegatina, un adhesivo. Por cierto, me encantaría trabajar con Suso algún día.
El único homenaje en ese disco es el de la pieza titulada “Tribute To Ligeti”, con la que se acaba el álbum.
Sí. Era una pieza inspirada en su obra, básicamente por su manera de trabajar, en el sentido más abstracto y más libre. Alejándose de patrones clásicos.
Al ser un disco en el que tu nombre se repite como título del álbum, ¿es el que más te representa?
Sí me representa, pero era algo más abierto, sin buscar un concepto en que enlazar los temas. Era más un collage de ideas que un disco conceptualizado. Cada tema va un poco a su bola.
Entre tus trabajos en colaboración, tu último disco, “Cascades”, lo has hecho con el músico italiano Mana. ¿Cómo surgió el proyecto? ¿Cómo os conocisteis?
Daniele Mana es un artista que publica en el sello Hyperdub, donde también están Burial, Laurel Halo y varios artistas más, como Kode9 o Ikonika. Cada uno seguíamos el trabajo del otro a través de las redes. Daniele tiene una manera muy especial de trabajar, con síntesis modular, y la verdad es que no he oído a ningún artista que trabaje como él, porque realmente llega a unas maneras de deformar el sonido que no se pueden hacer así con un único ordenador. Un día leí que iba a dar un curso de síntesis modular para explicar cómo funcionaban los instrumentos y le dije que me gustaría formar parte de esa clase magistral que ofrecía… ¡Y él me dijo que no quería dármela! Le parecía que mi música era mejor que la que hacía él y que no tenía nada que enseñarme. A raíz de eso le dije que, si quería, me acercaba a Turín a grabar música juntos. No nos conocíamos en persona, pero así fue. Cogí un billete, me fui a Turín y estuve tres días encerrado en su apartamento, donde él tenía el estudio. En tres días grabamos nueve temas que se convirtieron en este disco y lo presentamos en el Sónar y luego en el Festival C2C de Turín.
De entre los discos tuyos que he escuchado este es el que me resulta, por así decirlo, más experimental, menos claramente ambient, menos dance. ¿Estás de acuerdo o me faltan referencias?
Es un disco de libre expresión, como lo definieron en ‘The Quietus’. Lo comparaban a los primeros discos de Cluster y Harmonia. En realidad es un disco que no tiene “forma”. Es muy abstracto, pero se llama “Cascades” porque está creado como el fluir del agua: algo que va evolucionando, que se va transformando, se destruye y se vuelve a regenerar. Es un álbum realmente experimental. Sí.
Imagino que tus tiempos son distintos de los del oyente. Nosotros acabamos de recibir “Cascades” e imagino que tú ya te has olvidado de él, por así decirlo, porque ha pasado tiempo desde su creación. ¿En qué estás trabajando ahora?
Estoy trabajando en un nuevo álbum en solitario, para 2024. Ya queda poco, aún estoy acabando. Y también estoy haciendo música para un cortometraje y en un proyecto con el artista visual Pedro Maia, que trabaja con filme analógico. Él trabaja para un estudio en Berlín de revelado analógico y en sus proyectos artísticos destruye con productos químicos la película y genera unas imágenes muy abstractas, creando su propio universo. Nos presentamos para 25 AV, un proyecto de la Unión Europea, y fuimos seleccionados entre los diez finalistas de trescientos candidatos. Si salimos seleccionados entre estos diez, tocaremos en diferentes ciudades de Italia, Alemania y Bélgica. Pero lo que más estoy haciendo actualmente es trabajar en mi música, unas seis horas al día. Así como los otros discos han sido muy espontáneos y he dicho“lo que salga, sale”, ahora estoy como con mi primer álbum como Pedro Vian, “Beautiful Things You Left Us For Memories”. Lo publiqué en 2016 e impulsó mucho mi carrera. Aquel disco lo trabajé mucho, estuve dos años con él para madurarlo y hubo un acercamiento al público que no ha existido con los otros discos y se ha usado para muchas cosas: para publicidad, para cine, etc. Ahora estoy trabajando en algo similar, mucho más maduro. Quiero llegar a otro nivel de producción, algo bien meditado, para situar alto el listón.
¿Cómo compaginas la labor de editor al frente de Modern Obscure Records y tu labor como músico?
Durante bastante tiempo he estado centrado en la discográfica: el artista busca dedicación y promoción y yo se lo tengo que ofrecer. Si no puedo ofrecer eso al artista, prefiero no hacerlo. Ahora, por decirlo de alguna manera, estoy sobresaturado de proyectos personales y lo que quiero hacer es centrarme en esto: acabar mi álbum para 2024 y otros tres EPs más enfocados en música de baile, porque no es algo que haya dejado de lado. No he abandonado la música de club por la música ambient o experimental. Mi representante también se queja:“¿Cómo quieres que te venda en clubes si no dejas de hacer discos o proyectos experimentales?”. Yo no soy capaz de limitarme a un estilo. ¡Me fascina la gente que es capaz de llevar cuarenta años trabajando solo en la música ambient! Me fascina que no les dé por hacer otros tipos de estilos musicales.
Mi último proyecto en Modern Obscure Music, que ya se puede encontrar en Bandcamp, y en el que llevaba trabajando dos años, se titula “Random And Emblematic: The Sound Of Space” (2023). Es un proyecto que aúna música y arquitectura, en el que nueve artistas distintos han escogido nueve edificios de diferentes partes del mundo y los han “traducido” a música. En realidad, le doy mucha importancia a otros aspectos que no sean estrictamente musicales: lo visual, lo conceptual. El proyecto “PRSNT” nos ha situado bastante entre la prensa internacional por desarrollar trabajos singulares que se salen de lo que es “descubrir” un artista y ponerlo a la venta. Pero, por otra parte, son proyectos que me absorben mucho tiempo a nivel intelectual: para “Random And Emblematic…”, realicé una residencia en el MACBA para investigar sobre ese tema y cuando viví en Ámsterdam también hice una residencia artística en un museo de allí, el Het HEM, sobre estas dos disciplinas. No soy ni arquitecto ni matemático, pero me parecía interesante hacer hincapié en la experiencia sonora que vive cada persona cuando entra en un edificio o un espacio. ∎