Las mejores cosas (y las peores) ocurren un martes cualquiera. El mismo día en que nos llega a todos la tristísima noticia de que el gran compositor Ryuchi Sakamoto muere de cáncer escucho por primera vez el disco de Pépe. No tengo palabras para ninguno de los dos hechos, pero ambos me conmueven por igual.
En la oficina de Primavera Sound, mi lugar de trabajo, corro hacia donde está situado el equipo de Rockdelux para decir, simplemente por el placer de compartirlo, “tenéis que escuchar el disco de Pépe, es brutal”. Pasado un rato, se me acerca Juan Cervera y me confirma que, efectivamente, a ellos también les parece muy bueno el disco. Y como su descubrimiento ha sido en parte gracias a las frases de emoción con que les hablé de él, me proponen que haga la entrevista con este joven compositor radicado en Valencia. Y digo compositor porque, si se escucha su álbum “Reclaim” (Lapsus, 2023) con atención, los arreglos van más allá de una mera producción.
“Intrusismo” es la primera palabra que me viene a la cabeza. No soy periodista, nunca he escrito para nadie (solo para mí) y, sobre todo, a pesar de llevar años de coleccionista, DJ y enferma del surco, tampoco considero mi criterio como algo de lo que fiarse.
Es Semana Santa y vuelvo al pueblo en que crecí. Mientras paseo, pienso qué escribir y el disco suena en los cascos. Las ideas se van entrecruzando. Miro a mi alrededor y pienso que ya no pertenezco a este sitio, a pesar de ser de aquí; al igual que sé que ahora pertenezco a Barcelona, aunque tampoco soy de allí. Nazco en un lado, crezco en otro, vivo en otro. Por enésima vez suena el álbum y pienso “este disco me acompaña a tierra de nadie”, justo donde me encuentro; y creo no ser la única que está en ese lugar en estos tiempos.
¿Por qué estas canciones son “tierra de nadie”? Sigue sonando el álbum y lo veo. Pépe se maneja en esa delgada línea atemporal de lo nuevo y lo no tan nuevo: innovación, detalles, samples vocales robóticos, breaks, drum’n’bass, notas de balearic, dream house, armonías de xilófono, vientos y acordes que evocan al recién fallecido Sakamoto. Todo esto perfectamente cocinado en diez temas que hacen que “Reclaim” se sienta tan familiar como ajeno. No hay encasillamiento, tan solo la libertad de encontrarse sin necesidad de definirse bajo diferentes raíces.
Conocí a Pépe en un evento de Jaleo Real. Ya era fan de uno de sus temas cuando me lo presentaron haciendo bloody mary sin saber que él era el autor. Lo mío como DJ es el tú a tú en la pista, y es por eso que lo que en principio iba a ser una entrevista preferimos finalmente –entre Pépe y yo– que se convierta en un diálogo entre colegas a quienes les gusta esto de los sonidos, los platos y frikadas por el estilo. Esta semana, Pépe presentará en sus nuevas composiciones compartiendo cartel con Plaid en las sedes de CaixaForum de Barcelona (26) y Valencia (27; aquí en formato DJ). Y el 10 de junio actuará en Primavera Sound Madrid.
Hola, Pépe. ¿Qué tal? ¿Cómo estás?
Ahora mismo estoy ultimando el debut del álbum, por lo que estoy bastante ajetreado y un poco fuera de mis capacidades. Me estoy encargando también de hacer los visuales, un poco de todo.
Claro, el tema de llevar un disco como el tuyo al directo y generar todo eso que quieres decir con el álbum y plasmarlo en vivo. Porque el primer directo que tienes es el viernes 26 de mayo en Barcelona, con Plaid, ¿verdad?
Sí, efectivamente, en el CaixaForum en Barcelona. Me ha podido la ambición y he decidido encargarme yo también del aspecto visual; y está siendo duro, una batalla.
Es una batalla, la verdad. Y eso que me quedo solo con la parte de DJ, porque cuando veo todo lo que supone llevar lo demás, si te encargas solo es un trabajazo.
Sí. Hay una expresión que me gusta mucho en inglés que es “morder más de lo que puedes tragar”, y creo que estoy rozando esos límites.
Bueno, la experiencia será increíble y seguro que aprenderás un montón.
Aprender, seguro. Por fuerza (ríe).
Tengo mucha curiosidad por saber lo que has querido plasmar en el disco y cómo has llegado hasta este objetivo. Como digger, cuando voy siguiendo a un productor como tú y voy oyendo sus EPs o apariciones en recopilatorios como la que protagonizas en “First Light Vol. II” que publicó CC:DISCO! en 2021, me pregunto: ¿cómo este chico joven de Valencia ha llegado a hacer un disco con tantos sonidos diferentes?
Vale, yo creo que aquí se abre el tarro, ¿no? Es un cacao absoluto. Yo creo que este disco no ha intentado nunca ser un concepto sónico. Nunca hubo más o menos influencias ni una especie de idea de cómo iba a sonar en ese sentido. Cuando lo estuve escribiendo no era la estética del sonido lo que me preocupaba, era el concepto de la historia que cuenta el álbum. Está más o menos contado en internet y debería dedicar un poco más de trabajo a difundirlo, pero, entre otras cosas, va sobre arquitectura. El concepto empieza hablando sobre un edificio en particular, que es el Espai Verd de Valencia, que está cerca de mi casa. A través de la idea de este edificio hablo de la relación con el concepto de la estructura: la geometría, las experiencias que tenemos en los espacios que vivimos, cómo funcionan los ecosistemas dentro de estas estructuras que creamos… Y ahí es donde se monta el verdadero cacao del álbum, ahí es donde se construye toda la narrativa.
Supongo que parte de esa narrativa también son los títulos de las canciones, como “Optical: Activate” o “Compact City Dream”.
Sí. Por ejemplo, uno de los más obvios, si empiezas a indagar sobre el Espai Verd, es el de “Compact City Dream”, que viene de una frase del arquitecto Antonio Cortés Ferrando; él habla de su “sueño de la ciudad compacta”. El Espai se crea inicialmente como una ciudad compacta. La idea era que contuviera todo lo que se necesita para llevar a cabo una microsociedad. Sin embargo, cuando se termina el edificio no se completa del todo el proyecto. El edificio ahora mismo tiene las casas con los jardines, áreas de juego, pistas para correr, trazados por donde puedes hacer deporte, una piscina, pero comienza a tener cosas que están fuera de la norma. Tiene un espacio de oración multife donde se ha invitado a muchos intelectuales, religiosos y ateos para hablar de la espiritualidad. Y había muchos proyectos para extenderlo abriendo una cafetería, tiendas… En teoría el proyecto inicial buscaba que pudieses vivir ahí.
Una minisociedad absoluta.
Sí, sí, convertir un edificio urbano en una microciudad. Siempre pensando un poco en optimizar la vida social. Entonces, sí, hay muchos apuntes en los títulos del álbum sobre estas cosas.
Podemos decir que has querido plasmar la sonoridad de este microclima o de lo que podía haber sido la ciudad compacta. Me encanta el concepto, por cierto.
La historia del edificio es fascinante y me obsesioné con la idea. Y sí, hay apuntes por todo el álbum de lo que van representando ciertas cosas. Por ejemplo en las canciones, que están divididas en tres capítulos. Y aquí abrimos otro tarro porque vienen de un sueño semilúcido que tuve, en el que me metía en otra especie de ciudad compacta en un típico sueño de verano en el que, después de despertarme sudado, podía oír voces en distintos idiomas. Hay ciertos cortes que son de música folclórica, se oyen voces en idiomas perdidos de partes de Siberia...
Hay samples robóticos que me recuerdan a “Blade Runner”.
Sí, puede inducir bastante este tipo de utopías o distopías. Hay mucho tira y afloja entre lo que es rígido y lo que es orgánico.
Eso es algo que me ha llevado a pensar qué se siente en tierra de nadie. Porque lo puedes sentir tan tuyo y tan orgánico como se puede sentir esa parte de IA, que está tan de moda y de la que estamos todos hablando de ella. Ahí es donde da por pensar hasta qué punto llegar a estos sonidos ha sido un proceso completamente orgánico o pensado para poder configurar esta dualidad.
Hay mucha intencionalidad en la creación del sonido, pero si enseñara los procesos que me han llevado a crear la música se vería el fallo. Es decir, mi manera de crear las cosas intencionadamente pide errores. Suelo montar mis cadenas de procesamiento de audio para que siempre haya errores y siempre todo se vaya fuera de control. Lo que creo que sale aquí orgánico viene a través de muchos cálculos. No sé si llega a ser un “falso orgánico error forzado”, pero hay una combinación, mitad y mitad, entre lo que ha ocurrido de manera más natural y lo que ha sido minuciosamente calculado.
Como DJ de vinilo, y llevándolo a mi terreno, me siento un poco identificada porque me pasa exactamente lo mismo. Tienes que practicar y calcular mucho la mezcla constantemente, pero sabes que inevitablemente dentro de esa mezcla existe el error, es orgánico e inherente. Necesitas el error. Una DJ a la que admiro me dijo que “un buen DJ no es aquel que hace una buena mezcla, sino el que sabe salir de una mala”. Al final, dentro de la búsqueda de lo perfecto o del sonido concreto está el error.
Totalmente. Tienes DJs tipo Jeff Mills, de los mejores en el aspecto técnico históricamente, y, cuando oyes las mezclas, sobre todo en vinilo, escuchas muchísimo las pequeñas correcciones, cómo se va el tema… Y eso me interesa mucho. De la misma manera que actuamos con espacios de arquitectura, interactuamos también con máquinas, sobre todo como DJs y productores. Y estas máquinas son incapaces de cometer el error, somos nosotros quienes lo cometemos. Pero a través de estas equivocaciones también se hacen descubrimientos.
El error como parte del proceso creativo y lo que te ha llevado a estas diferentes fases y a intentar transmitir todo esto.
Y el caos. Hay mucho caos organizado, hay mucho ruido, aspecto estridente, mucha distorsión. Estoy también muy obsesionado con la pérdida de calidad de audio. Por ejemplo, en las vocales de “Optical: Activate” se oye cómo se va perdiendo la señal; al final del tema hay un piano que poco a poco va perdiendo señal. Esto ocurre mucho durante el álbum: hay varios procesos y son materias que me interesan, las de estos artefactos digitales que se van formando a través de errores. Esto es lo que quiero decir con “error intencionado”: no son sacrilegios porque se supone que no deberían ocurrir y quiero demostrar que de todo esto se puede sacar algo que sea estéticamente bonito.
Me parece increíble tu manera de hacerlo y me siento muy identificada, pero, más allá del error y del caos organizado, también reconozco en el disco muchísimo detalle. Hay sonidos muy bien precisados que recuerdan a una estética japonesa, los saxos, los vientos tan bien puestos… Todo eso le da un tono mucho más de composición que de simple producción.
Sí, sí... No te digo que no, ahí también hay mucho cuidado. He intentado exponer todo lo que sé hacer o todo lo que he ido aprendiendo. Y hay mucha influencia de compositores del siglo XX; de hecho, muchos artistas contemporáneos estadounidenses como Steve Reich o John Cage han sido grandes influencias para mí en cuanto a la composición. O Sakamoto, que siempre ha ido oscilando entre lo clásico y lo pop, pero tiene una manera de componer particular que no he sabido estudiar. Yo he sido completamente ignorante para el solfeo, pero sí que, incluso por ósmosis, he ido sangrando mucho todo lo que hace.
Guau. Me explota la cabeza cuando me dices que eres completamente ignorante para el solfeo, porque con tanto detalle y los armónicos tan bien colocados no lo hubiese dicho. Como apasionada de la música nunca lo hubiese dicho.
A ver, he ido acordándome de cosas, pero mi educación en cuanto a la composición musical no va más allá de los vídeos de YouTube, de robar acordes, por ejemplo, mirando partituras de piano. A Sakamoto se lo he hecho mucho, robar acordes en particular y decir: “Vale, si puedo ir emulando estas formas…”. Muchos de los temas se componen a través de una sola idea que voy estirando muchísimo. Igual es por eso que puede sonar tan cohesivo musicalmente, pero creo que está en lo simple que llega a ser a veces la gracia.
Está en lo simple y supongo que también en tu background. Como digger me interesa también muchísimo entender cuáles han sido los sonidos que te han marcado desde la adolescencia hasta la madurez, como compositor, para entender cómo a partir de ellos has reflejado esta propuesta arquitectónica, poniendo sonido a un edificio.
Me he criado en una casa donde no se sabía de esto. Si yo no sé de solfeo, mis padres menos. Ningún miembro de mi familia ha tenido contacto con crear música hasta que he llegado yo. Empecé a tocar el bajo cuando era adolescente y en mi casa causaba bastante rechazo. Lo que sí que es verdad es que a toda mi familia le gusta mucho la música. Tanto mis hermanas como mis padres tienen gustos musicales muy específicos y marcados; y se ha escuchado mucha música siempre en casa. Yo empiezo a darme cuenta y a ser más crítico con lo que estoy consumiendo alrededor de los 15 años. Ahí empiezo a entrar en contacto con la música electrónica del Reino Unido. Los primeros momentos clave son alrededor de Mount Kimbie, y del James Blake del principio.
¿El James Blake de 2010? ¿Te acuerdas de aquella versión de “Limit To Your Love”, de Feist?
¡Sí! Pues alrededor de lo que se va difundiendo en esa época, porque yo escuchaba música alternativa pero tenía poco contacto con la electrónica. Al moverme en esa frontera que había entre la música electrónica y lo más indie, empiezo a indagar entre James Blake y Mount Kimbie y llego a Burial. Ese momento.
Ese momento que creo que a todo nos cambia la vida: conocer a Burial.
Para mucha gente es una explosión. Si no sabes de dónde viene, sobre todo si no te has criado en el Reino Unido, es música que no es fácil de comprender, ya que es un collage de muchas influencias. Ese fue un momento bastante importante, a mis 15 o 16 años escuchando lo que se estaba difundiendo en cuanto a música electrónica británica en aquel momento, para luego ir indagando. Por ejemplo Sakamoto y todos sus coetáneos en Japón, con la Yellow Magic Orchestra. También mi relación con la música clásica; aunque no tengo un conocimiento muy denso, todo lo que oscila alrededor del impresionismo y el minimalismo me ha interesado siempre mucho. Imagino que alguien que sepa un poco más de teoría musical probablemente me pueda decir que todo lo que hago no es más que un plagio de todo aquello que he comentado antes. Me gusta mucho Debussy y me gusta mucho Ravel; son cosas que creo que me han influenciado mucho.
Curioso, porque Debussy es la gran influencia de Sakamoto.
Completamente. Si te acaba gustando algo vas a llegar a las influencias y es bastante probable que te gusten también. Burial fue como mi “gran manera”. Yo lo describiría como un mapa del Reino Unido: a través de Burial descubres todo lo que ahora se considera el hardcore continuum. Descubres desde el jungle o el drum’n’bass hasta el UK garage, la música jamaicana…
Incluso el downtempo. Es exactamente lo que has dicho, no hay mejor definición para Burial que decir que es un mapa contemporáneo.
Yo creo que lo traza muy bien y en “Reclaim” hay mucho de ese mapa. Es mi propia interpretación. Yo ni puedo ni intento hacer música como la de Burial, pero sí que es verdad que este mapa tan extenso ha influenciado mucho la estructura rítmica del álbum.
Me parece impresionante y fascinante. Supongo que a través de ese mapa a nivel personal también hay una implicación muy bestia de todo este bagaje.
Absolutamente. Más allá de emular ciertos sonidos, también quiero plasmar lo que es mi relación emocional con estas influencias. Creo que es importante para mí hablar de lo que me hacen sentir estas influencias.
¿Y qué te hacen sentir? Hablamos mucho de la influencia en sí misma, pero nos cuesta más hablar de la emoción en sí. La música es muy íntima y hacer esto es abrirse en canal. Igual es pedir mucho, pero ¿a ti qué te supone la búsqueda de estos sonidos, esa búsqueda propia?
Pues mucho. Desde luego cada vez que abres el baúl de un sonido, sobre todo a la hora de crearlo, porque al final lo reduces hasta el esqueleto. Cada vez que abres ese baúl de un sonido e interactúas con él abres los recuerdos de dónde estabas cuando escuchaste aquel sonido, ¿no? Pues eso. Es música que llevo escuchando desde que tengo 16 años, tiempos muy cambiantes y eléctricos en la vida de una persona. Y luego también empezó a entrar mucho en las influencias del álbum todo sonido que estuviese escuchando cuando comencé a escribir el disco, allá por 2020. Muchísima música experimental, mucha electrónica fuera de la norma. Iglooghost es un productor irlandés que hace verdadera hipermúsica. Casi todo en uno de sus discos pasa de los 160 BPMs y también es un pastiche de influencias británicas que, sin querer imitar, siempre me ha inspirado muchísimo.
Acabas de decir que este disco lo empezaste a hacer en 2020, en plena pandemia, pues. La pandemia a nivel íntimo y creativo generó impactos muy diferentes en cada uno de nosotros.
La mayoría del disco está compuesto en el 2020 más intenso. Está escrito conmigo encerrado en el estudio completamente solo. Era la única persona en el estudio, que está un poco lejos de mi casa. Podía venir a este edificio porque creo que soy el único o de los pocos que verdaderamente trabajan aquí y estaba autorizado a salir. Entonces esto era una nave fantasma. Y sobre todo era clave que todos los días yendo al estudio pasaba por delante del Espai Verd. Lo vi crecer sin la interacción de los jardineros ni de la gente que venía a cuidar la vegetación. Y vi el edificio crecer y crecer. Y todo su entorno está enfrente del campo. Está al borde de la ciudad y lo que hay inmediatamente después son huertas. Y lo veía crecer e interactuar con la naturaleza. Ya no con la gente, sino con la ausencia de gente.
Claro, el caos de lo orgánico: cómo la propia vida genera un caos que se come la estructura y, a su vez, cómo todo eso va influyendo en tus propios pensamientos. Has conseguido una manera muy sublime de reflejar todo ello. Por eso estoy haciendo esta entrevista. Para mí “Reclaim” se convierte en uno de los discos nacionales del año.
Lo valoro muchísimo y me hace muchísima ilusión que se me tenga en cuenta. Y sí, es al final un tira y afloja entre lo natural y lo hecho por el humano.
¿Qué última frase dirías sobre el álbum o como broche final a esta conversación?
Creo que lo más importante es que todo aquello que creamos deja un legado. Todo aquello que construimos, ya sea físico o digital, deja un legado que directamente interactúa con todo aquello que no es humano, con las plantas, con los animales y con todo el ecosistema en el que vivimos. Es muy importante que pensemos siempre en el legado que van a dejar las cosas que creamos. No soy arquitecto ni constructor ni tengo una planta química, pero quiero pensar que, aunque mi huella es bastante pequeña, me gustaría que se creara una conciencia de aquello que dejamos atrás y cómo esto favorece lo que dejamos delante, sea humano o no. ∎