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Con Pixies justo antes de “Trompe Le Monde”.
Con Pixies justo antes de “Trompe Le Monde”.

En portada

Pixies

Corazón Diablo

Rockdelux 78
(Septiembre 1991)

A finales del mes de septiembre de 1991, Pixies editaron “Trompe Le Monde”, su quinto largo y el que a la postre sería el último de su carrera (en su memorable primera etapa), hecho que se desconocía en el instante de realizarse esta entrevista, que se produjo dos meses antes, en la tarde previa a su concierto en la sala Zeleste (hoy Razzmatazz) de Barcelona. Conversamos con Black Francis, el líder de los bostonianos, quien oficialmente pondría fin a la trayectoria del grupo en enero de 1993. Completando esta charla previa a la edición de “Trompe Le Monde”, repasamos la brillante discografía del cuarteto hasta ese instante. Este informe Pixies fue motivo de portada del Rockdelux 78 (septiembre 1991) semanas antes de que el disco viese la luz.

Bajo

Suscripción

Diez de junio de 1991. Cinco de la tarde. Barcelona. El tráfico en la calle Almogávares, donde está ubicada la sala Zeleste, es intenso. Es un tráfico de tipo industrial, ya que en dicha zona tienen oficinas los transportistas de toda Cataluña. Camiones inmensos y menos inmensos circulan en un desfile estrepitoso, lo cual, unido al humo desprendido y al polvo –con media ciudad levantada en obras para la cita olímpica–, crea un ambiente de wéstern futurista.

Frente a la puerta del recinto, tres tráileres de los largos con matrícula británica anuncian que esta noche habrá concierto. En los aledaños hay ajetreo: uno que abre el camión buscando un cable, otro que saca una bolsa, caras que asoman de vez en cuando por la puerta del backstage, y gente entrando y saliendo continuamente, en su mayoría roadies. Los roadies, como todos los roadies, van en pantalones cortos, su camiseta de tirantes es del siglo pasado y llevan una cinta en el pelo para a) mantener la vista despejada o b) porque quieren parecerse a Springsteen. En cualquier caso, suelen ser corpulentos, peludos o feos, cuando no las tres cosas.

Imperturbable, un tipo con delantal y gorro –que algún día fueron blancos– contempla el aluvión urbano desde la puerta que conduce al interior. Con este cocinero y tan cerca de Sancho de Ávila –el epicentro funerario de la ciudad–, uno debe gozar de un paladar ciertamente singular para degustar sus recetas.

“No creo que las razones de nuestro éxito en España se deban a que incluimos algunas frases en español. Son canciones aisladas y mi conocimiento del idioma es muy pobre. Además, aquí son catalanes, tienen otra lengua, y los vascos otra. Es más bien mérito de nuestra música. En cuanto al uso del español, no solo se debe a mi estancia temporal en Puerto Rico; yo crecí en California”
Black Francis



Las cinco de la tarde era la hora fijada para la entrevista con los Pixies. Me dicen que espere en la calle porque van a empezar las pruebas de sonido. De pronto un estruendo sacude toda la manzana. Son los Pixies ensayando “Rock Music”. Yo jamás había sentido un temblor igual. Si esto sonaba así desde fuera, ¿qué pasaría por la noche con el local lleno? Los bramidos de Black Francis con dos micros son terroríficos, dignos de una alimaña herida que se revuelve para defender su suerte. Una vez todo acabado pocos minutos después, pregunto al delegado de Sanni, la distribuidora en España de 4AD, si la entrevista se hace con todos los componentes. Me dice que solo con Francis. Una lástima, porque quería preguntarle a Joey Santiago si se había enterado de la erupción de un volcán en Filipinas el día anterior. Y un soplo: es el cumpleaños de alguien.

El primero en salir es Santiago. Mira a ambos lados de la calle y me pregunta a qué distancia está La Rambla. Una o dos millas, le contesto entre nervioso y sorprendido. Nervioso porque ahora era factible abordarlo por separado, y sorprendido porque yo sabía los minutos que se pueden tardar en llegar a las Ramblas si los semáforos están en verde (que es como un urbanita suele medir las cosas), aunque no la distancia. El caso es que el guitarrista dio media vuelta enseñándole la espalda a mi cara de tonto, y agarró –podría utilizar cogió, pero este término ofende en Hispanoamérica– un taxi. Poco después sale Kim Deal con una lata de coca-cola en la mano, anda unos veinte metros y vuelve a entrar. Y por fin aparece Black Francis. Viste pantalones de cuadros blancos y negros; cuadros pequeñitos que no encajan con el corte de jugador de golf. Por arriba, un polo sencillo con una americana disimulando prominencias. Se acerca al desaliñado emperador de los fogones y le pregunta si su coche está bien aparcado dos esquinas más abajo. Ante la respuesta ambigua –¿qué esquina, dónde exactamente?–, vuelve a insistir. Le preocupa. Puede que incluso le obsesione, lo cual demuestra que no son grandes las diferencias entre un ídolo de rock norteamericano y un ciudadano vulgar barcelonés.

Tras las presentaciones, que se efectúan diez minutos después mientras sorteamos el simulacro –improvisado y a medio montar– del backstage, nos meten en un cuartito bajo la promesa de que solo estaremos veinte minutos. Su mirada inquisidora y la ausencia de ceniceros alteran el pulso de mi mano cuando pongo en marcha la grabadora.

Como lo único nuevo de Pixies hasta el momento es “Planet Of Sound” (un maxi con cuatro canciones, una de ellas cantada en castellano), y en Rockdelux ya se ha hablado con Francis en otras ocasiones, lo más conveniente es empezar con este disco y con sus inclinaciones hispanoparlantes.
“No creo que las razones de nuestro éxito en España se deban a que incluimos algunas frases en español. Son canciones aisladas y mi conocimiento del idioma es muy pobre. Además, aquí son catalanes, tienen otra lengua, y los vascos otra. Es más bien mérito de nuestra música. En cuanto al uso del español, no solo se debe a mi estancia temporal en Puerto Rico; yo crecí en California”. ¿Una forma de agradecimiento, entonces? “Sí, de reconocimiento más bien. Y porque si vives en Los Ángeles –y ya no solamente allí, sino virtualmente en cualquier punto de los Estados Unidos en la actualidad– estás influido por el fenómeno latino. Y me gusta mirar al sur y pensar –como supongo ocurre con los ingleses cuando otean abajo y se dan cuenta de que es el rumbo hacia España– que México está allí, al otro lado DE LA FRONTERA”. Las palabras en mayúsculas son las que pronuncia Francis en castellano.

Rockdelux 78 (Septiembre 1991). Diseño: Salvador Calaf
Rockdelux 78 (Septiembre 1991). Diseño: Salvador Calaf

¿Vas a menudo a México?
No, he estado en los pueblos fronterizos, pero del lado norteamericano.

¿Y, respecto a estas incursiones lingüísticas, el resto de la banda está de acuerdo? Bueno, Joey es filipino y hay mucha cultura española en su país. De hecho, entiende bastante el idioma porque muchas palabras en tagalo son iguales, como “cuchilio”, “tinidor”, “kamustá”. 

¿La versión hispana de “Evil Hearted You” es una concesión a este mercado? Eso de “Corazón Diablo”… No. Ha sido pensada así a nivel mundial. El problema de esta canción fue encontrar la traducción perfecta. El editor sabe español y me dio una traducción. Teníamos que encontrarnos en Madrid con el representante de Virgin, y me dio otra traducción, con demasiadas palabras y demasiado largas, muy literal sintácticamente. “Tú eres un corazón endiablador”, una frase difícil de cantar. Lo peor era la resonancia. De modo que cogí las dos traducciones, las uní y lo retoqué con la ayuda de mi novia. DESPUÉS FUIMOS A UNA TAQUERÍA –una expendeduría de tacos, burritos, enchiladas, etc– A CHECARLO –en América central significa “comprobar”; de “to check”– TODO. HABLANOS CON LOS COSINEROS Y DIHERON QUE ‘TABA OK.

¿Se incluirá en “Trompe Le Monde”? No, solo irá “Planet Of Sound”. Las otras tres son caras B. Hemos grabado dos versiones, esta y una de Jesus & Mary Chain, “Head On”, que se incluirá. No se puede inundar un álbum con versiones; una es suficiente.


“El problema de ‘Evil Hearted You’ fue encontrar la traducción perfecta. El editor sabe español y me dio una traducción. Teníamos que encontrarnos en Madrid con el representante de Virgin, y me dio otra traducción, con demasiadas palabras y demasiado largas, muy literal sintácticamente. ‘Tú eres un corazón endiablador’, una frase difícil de cantar. Lo peor era la resonancia. De modo que cogí las dos traducciones, las uní y lo retoqué con la ayuda de mi novia”
Black Francis



¿Por qué esta canción? ¿Porque la cantaban los Yardbirds, porque la compuso Graham Gouldman (más tarde en 10cc)?
Bien, los Yardbirds tuvieron bastantes canciones interesantes, como “Shapes Of Things” o “For Your Love”. ¿Parece homenaje? No, simplemente está en tu cabeza y la haces. No tiene nada que ver con ellos, y menos con Gouldman. Apenas he escuchado a 10cc, aunque me han hablado muy bien de ellos.

Entonces es cierto que te gusta el blues inglés de los sesenta. ¿Es verdad que creciste escuchando a John Mayall? Sí, es cierto, pero me gustan más cosas de los sesenta, no solo el blues inglés.

Pero parecéis interesados en los fenómenos británicos… El R&R es mitad inglés, mitad americano. Se ha formado un equilibrio entre ambas partes; un poquito de aquí, un poquito de allí. Pero, generalmente, son las dos puntas de referencia y te alimentas con discos de ambos países.

¿Y por qué los británicos son tan buenos en esto? La radio. El poder de la radio es inmenso, sobre todo en un país de espacio más bien reducido con densidad de población relativamente elevada; tiene mayor control.

¿Son ellos culpables de vuestro éxito? Sí. Toda Europa mira a Gran Bretaña cuando se trata de R&R.

¿Y los americanos también miran a Gran Bretaña? Por supuesto. “El otro lado es mejor”. Muchos chavales piensan así. En contrapartida también muchos ingleses adoran el R&R norteamericano.

Se dice que en vuestro álbum hay cambios. ¿Cómo es? DURO. ESTÁBAMOS ENSAYANDO EN EL ESTUDIO, EN LA… PERDONA, ESTOY PRACTICANDO EL ESPAÑOL, ESTARÉ SEIS O SIETE DÍAS AQUÍ… EN UN LADO DE LA PARED TENÍA UN PÓSTER DE OZZY OSBOURNE, EN EL OTRO A RATT… TODO HEAVY METAL.

(O sea, que el deseo real de Francis no es una entrevista, sino practicar la lengua con un nativo).
Y esos cambios, desde el ímpetu inicial de “Come On Pilgrim” hasta el latido entre infantil y malicioso de “Surfer Rosa”, etc… ¿son solo fases de tu vida? Sí, totalmente. Y es más fácil que eso. Compones, ensayas, grabas, vas de gira, vuelves a casa, compones, ensayas, etc.

¿Crees que has llegado a reproducir alguna vez fielmente lo que tienes en la cabeza? No hay nada que no pueda tocarse. De hecho, cualquier esbozo mental no puede imaginarse al completo, solo cobra vida tras haberse grabado.

Ahora es el turno de interesarse por el productor Gil Norton. Le pregunto si conoce sus producciones para otros, concretamente a los Triffids (su condición de australianos serviría para enlazar, aunque con mucha imaginación, con el tema californiano, el surf). Contesta con una negación seca. ¿Qué hay, pues, del supuesto interés por la cultura del surf? ¿Visten los Pixies prendas con fotos de tíos montados en una tabla? “Me interesa el surf como a cualquiera que entienda su significado en el contexto de Los Ángeles, como emblema de una época que trascendía a la radio y a la música. Pero como un verdadero surfer, nunca voy a la playa (risas).

Black Francis, Kim Deal, David Lovering y Joey Santiago: Rock Music.
Black Francis, Kim Deal, David Lovering y Joey Santiago: Rock Music.

¿Se practica el surf en Puerto Rico?
Sí, en una playa muy ambientada llamada Piñones. Hay además muchas playas bonitas para bañarse, aunque algunas, como la de Arecibo, tengan fama por sus tiburones.

¿Y no hay ningún amante del surf en el grupo? ¿Dave Lovering…? No. Skateboarder tal vez. Él es de Boston, y las olas de Boston no son buenas para esto (risas). ¿Se dice OLITAS en español?

Volvamos a las nuevas cuatro canciones, concretamente al trote de “Build High”. ¿Crees que el country tiene alguna influencia en tu música? Obviamente. Me encanta el country, y es además un componente importante de la música norteamericana.

¿Y ese aire de spaghetti western? Ah, lo de “Theme From Narc”. Es la banda sonora de un videojuego. Steve Narc es el protagonista de uno. Narc, de narcotráfico. Adoro los videojuegos.

¿Con canciones más suaves, como “Ana” y “Havalina”, intentas apuntar a una nueva dirección? No. Sencillamente hay dos lados en nuestra música, como en cualquiera. Uno rockero y otro soñador, y creo que nosotros tenemos el deber de explorar ambos. Nuestro próximo disco es duro, pero el siguiente será totalmente surf (y hace un gesto de volar con las manos). Las canciones de este último las tenemos preparadas, pero aún no están grabadas. Esperamos que no transcurra mucho tiempo entre ambos, aunque no sabemos nada aún.


“Hay dos lados en nuestra música, como en cualquiera. Uno rockero y otro soñador, y creo que nosotros tenemos el deber de explorar ambos. Nuestro próximo disco es duro, pero el siguiente será totalmente surf. Las canciones de este último las tenemos preparadas, pero aún no están grabadas. Esperamos que no transcurra mucho tiempo entre ambos, aunque no sabemos nada aún”
Black Francis



Hasta ahora os habéis desenvuelto con canciones cortas de mensaje conciso. ¿No confiáis en los temas de desarrollo largo?
Si la canción es buena, sí. Tenemos algunas nuevas así. Pero es difícil hacer una canción larga y buena.

¿Pueden los Pixies considerarse la banda trash de la gente culta? Existen bandas mucho más trash que nosotros.

¿Y no es vuestra ambición llegar a la fusión perfecta entre ruido y melodía? Dicho así suena bien. Sí.

Dime, Charles… porque te llamas Charles, ¿no? ¿Por qué Black Francis? Francis era el nombre de mi abuela, y Black también tiene connotaciones genealógicas familiares.

¿Crees que el hecho de componer canciones te convierte en líder del grupo? (Un Charles extremadamente simpático abre las manos con las palmas boca arriba y sonríe) ¡¡Claro!!

¿Y piensas seguir siempre así? ¿No te interesa ampliar o retocar vuestro sonido? Esta noche, te aviso, habrá una SORPRESA en este aspecto.

¿Está el teclista Eric Feldman aquí? No. Ya lo verás.

De repente todo se acaba. Lo llaman para decirle que la comida está preparada. Tras recoger mis cosas, salgo del cuartucho cinco minutos después y tropiezo con una viñeta tan antirock que no me lo acabo de creer. Aquello no es el Ritz, ni hay moqueta roja extendida a sus pies; y, si hubiese por causalidad cava, seguro que faltaba la cubitera. Todos juntos comiendo –¿cenando?– a las seis de la tarde: pipas, músicos y staff, como en un campamento provisional. Al pasar junto a un Francis sentado en su taburete como cualquier colegial a la hora del rancho, le doy un par de palmadas en la espalda y le susurro un “thank you” antes de volver a la luz de la calle. Allí, sentados en los escalones, dos fans esperan pacientemente enfundados en sus camisetas de Fields Of The Nephilim. Como no hay prisa, me detengo a fumar un cigarrillo. De pronto, del improvisado comedor sale un mulato imponente, con su gorra volteada, su camiseta de culturismo para marcar músculo, los tejanos ceñidos y el andar típico de prepotencia juvenil peliculera. Tan preocupado está en ensayar su pose que tropieza con una de esas vallas amarillas para cortar el tráfico que tiene puestas el ayuntamiento, y cerca está de dejarse los atributos en ellas. “Más chulo que un ocho”, comenta Jordi Turtós mientras platicábamos (derivación centroamericana que significa darle al pico). Cinco horas después, a mitad de concierto, el mismo mulato con una guitarra es introducido al público por Francis. Era la sorpresa. Se dedicó más bien a la acústica y, por lo visto allí, no se saben exactamente cuáles pueden ser las necesidades reales que justifiquen su presencia. En todo caso, allí estaban otra vez los Pixies ante un Zeleste –era su segunda actuación en la sala– abarrotado, sudando, alegre, coreando emocionado “Where Is My Mind?”, boquiabierto con el torpedo de “Vamos”. Es una canción idónea para que Santiago entre a saco. En medio de su solo, mientras los demás permanecían a la sombra dejándole el primer plano, sonaron unas notas conocidas de felicitación. Kim sonreía. Cumpleaños feliz. David S. Mordoh

Fantasías animadas

“Come On Pilgrim”
(4AD, 1987)

El extraño ser peludo medio escondido de la portada podía dar lugar a equívocos: Pixies rompían, ya con su primer disco de ocho canciones, bastantes barreras, y una de ellas era la línea estilística de su casa discográfica, 4AD. El nuevo fichaje, extraído del lejano Boston, no era un grupo oscuro y atormentado al uso, sino un estrambótico conglomerado de sensaciones aún inaprensibles para el oyente: una especie de hardcore acústico (“Nimrod’s Son”), algún ritmo skatalítico (“I’ve Been Tired”), pero, sobre todo, una rara personalidad, fusión de histeria y ternura, impulso rebelde y romanticismo, presidida por la siempre cambiante voz de Black Francis y las guitarras profundamente incordiantes e inspiradas de Joey Santiago. Había una dulce chica que tocaba el bajo disimulando su verdadero nombre con el apodo de Mrs. John Murphy, y un batería tan fino como aplastante, David Lovering. Y, como sello distintivo, una jerga hispana que iluminaba los dos temas más sorprendentes, anfetamínicos y divertidos, los escapistas “Vamos” e “Isla de Encanta”. Sin desmerecer los coros de “Caribou”.

“Surfer Rosa”
(4AD, 1988)

Hechas las presentaciones, llega el momento de la verdad, de la confirmación total de que los Pixies son algo distinto: la espléndida “Bone Machine” ya es toda una declaración de principios, con su bajo contundente, sus voces rugientes que de pronto se tornan dulces y esas guitarras abrasivas potenciadas por la producción de Steve Albini. Más marcas de la casa: la sucesión de temas breves, directos, certeros, destinados a crear en el oyente una continua sensación de sorpresa, sumirlo en la locura para transportarlo inmediatamente a paisajes más plácidos. Es lo que va del brutal “Broken Face” al precioso “Gigantic”, la que media entre el íntimo “Were Is My Mind?” y el simpático delirio de “Oh, My Golly!”. Palabras aprendidas en Puerto Rico salpican este tema y la nueva versión, más eléctrica, de “Vamos”. “Surfer Rosa” supone el reconocimiento internacional, el rendimiento de diversos sectores (poperos y radicales, siniestros y heavies se unen a través de los Pixies) ante una propuesta de abrumadora espontaneidad y viveza.

“Doolittle”
(4AD, 1989)

Suele considerarse “Surfer Rosa” lo más completo de los Pixies, pero yo me quedo definitivamente con “Doolittle”, álbum de madurez total, en el que el equilibrio entre los impulsos agresivos y las fibras sensibles está perfectamente conseguido, poderosamente ensamblado. Aparte de la recuperación del nombre original de la bajista Kim Deal, la formación sigue inalterable. Eso sí, se añade un cuarteto de cuerda para la hermosa “Monkey Gone To Heaven”. Y como productor escogen a Gil Norton, que lima asperezas en el sonido, pero deja intacta la fiereza. Black Francis sigue firmando los temas, aunque nada tendría que hacer sin sus tres compañeros. El pop aflora con total naturalidad (“Here Comes Your Man”, “Wave Of Mutilation”) a través de melodías espléndidas, fácilmente tarareables. La locura no remite, ni tampoco la jerga multilingüe y las referencias a distintos héroes: “I am a chien andalucía” (“Debaser”); “José Jones told me a long story / he got friends like Paco Picapiedra, la muñeca” (“Crackity Jones”). El final es de antología: luminosas guitarras y tristes melodías en “Hey”, exóticos y distantes ambientes para “Silver”, y la emocionante “Gouge Away”. Impecable y revelador.

“Bossanova”
(4AD, 1990)

Por primera vez, un disco de los Pixies no es un revulsivo total. No supone un paso atrás, pero carece de la sucesión de momentos extraordinarios de los precedentes, especialmente en la segunda cara. Sin embargo, no es nada desdeñable. Ahí está la introducción instrumental, “Cecilia Ann”, algo así como los Shadows con los amplificadores a tope. Otras chicas iluminan brillantes y melódicos pasajes: “Allison” y “Ana”. “Velouria” es otro clásico de la banda. Destacan los ambientes de “Is She Weird” y “All Over The World” y las guitarras de “Blown Away”, mientras que el resto pasa más desapercibido entre las constantes del grupo. Repite Gil Norton en la producción, con una grabación realizada entre Los Ángeles y Berlín. La portada habla de algunas simpatías por la ciencia ficción. A ver por dónde salen. Ricardo Aldarondo