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La verdad es que da gusto volver al Fòrum. Es hasta emocionante atravesar su armatoste tipográfico-mecánico al calor de la tarde, acariciado por esa brisilla marina. Adentrarse en la explanada y ver abrirse el mar ante ti. Y a tus pies, el renombrado escenario Cupra que en nuestros corazones seguiremos llamando Ray-Ban. Acordarse de conciertos legendarios, de fiestas inolvidables, todo en un abrir y cerrar de ojos. Como el flashblack de una película. En algún momento quizá todos lo dimos un poco por perdido. Preferimos pensar que no iba a suceder, porque el que no espera nada tiene todo por ganar. Pero ayer, aunque parezca mentira y aunque por mucho tiempo se antojase una utopía, volvimos al Primavera Sound. Volvimos a casa.
Y en casa a veces se discute, pero no por eso deja de serlo. La ineficiencia de las barras fue evidente y se batieron marcas históricas de tiempo para conseguir una cerveza o algo con lo que lubricar la garganta. La nueva disposición de los escenarios principales dejó bastantes dudas: el concierto de Tame Impala –entre los más concurridos que recuerda la historia del festival– se convirtió en masa informe rodeada por cuellos de botella. Fueron los dos únicos encontronazos en una reunión que en el fondo fue mucho más rodada de lo que cabría esperar, después de tanto tiempo y tanta incertidumbre. Además, no es fácil empezar un festival teniendo que anunciar de buena mañana la cancelación de The Strokes, que finalmente no van a poder actuar hoy.
Kevin Parker, genio y figura hasta la sepultura, quiso aliviar la decepción por la ausencia del grupo neoyorquino como mejor sabe, y puso a sus Tame Impala a versionar “Last Nite” –debieron ensayarla sobre la bocina– en una nueva demostración de que los australianos pueden gustarte o no, pero son una de las mejores agrupaciones de músicos del mundo. Reinaron en la primera jornada del festival de forma casi incontestable, aprovechando las nuevas capacidades del escenario Estrella Damm. A sus ya clásicos artificios de luz y láser añadieron un platillo volante que descendió sobre ellos para realizar la abducción en el trance de “Let It Happen”. Sonido impecable para un viaje sideral que nos recordó a las mejores noches del Primavera.
A su lado reinaron dos mujeres, muy dispares entre sí pero también muy cercanas por su forma de entender la música y el cuerpo femenino: Charli XCX y Bad Gyal. La británica asaltó el escenario Pull&Bear con su mejor show hasta la fecha, un tour de force escénico que pasa del makineo al preciso pop de cirujano en un cruzado de piernas. Invitó a Rina Sawayama –impresionante– para cantar “Beg For You” y hubo varios recuerdos al mejor pop de los 90, al vogue y a la nostalgia ochentera en un espectáculo absolutamente demoledor, que se hace grande en torno “CRASH” (2022), el mejor disco de Charli hasta la fecha.
Pero esto iba de estar en casa. Así es como se siente uno en el escenario Cupra por la tarde, con las gafas de sol caladas, escuchando un buen concierto de folk. Si en el pasado fue, por ejemplo, Angel Olsen, ayer le tocó a Faye Webster. La cantautora de Atlanta empezó sutil y muy bucólica, acompañada por un quinteto que incluía violinista, para acabar abrazando un groove soleado y cannábico que trasciende lo sosegado de su versión de estudio y que desembocó en un bizarra versión de “K.K. Cruisin’”, de K.K. Slider. Invitó a su madre, que la acompañaba a un lado del escenario, porque esto, como decíamos, iba de sensaciones hogareñas.
Así de cómodo debió sentirse también Tim Harrington, el carismático cantante de Les Savy Fav. Desde el principio desató su impactante show mientras el resto de la banda afincada en Nueva York hacía lo suyo muy fino y muy bien: un post-hardcore desacomplejado y bailongo que en su momento transformaba a placer elementos del post-punk y del dance-punk. Mientras tanto, Harrington ponía a prueba la longitud del cable del micrófono paseándose por la explanada del escenario Binance, se desgarraba el traje y se bañaba en vino. Hay cosas que nunca cambiarán.
Aunque estos modelos de macrofestival puedan generar sus dudas, el Primavera Sound tiene aspectos especiales y sabe dinamizar la cultura que a veces pudiera parecer que acapara. Pero solo hay truenos cuando llueve, como canta Stevie Nicks. Y quizá sea necesario este torrente para que luego ruja el público acudiendo a las salas en busca de los artistas que ha descubierto aquí. Kacey Musgraves, toda una estrella en Estados Unidos, dio su primer concierto en España y ¿quién sabe cuándo podremos volver a verla? Aunque su salida al escenario se retrasó, le dio tiempo a repasar los mejores momentos del espléndido “Golden Hour” (2018) –como “High Horse” o la climática “Slow Burn”–, a demostrar que en directo tiene más flow y más empuje del que se le presupone y a marcarse un Kaceyoke con su versión del clásico “Dreams” de Fleetwood Mac. ¿Algún sueño más que compartir?
El recorrido casi siempre se cierra regresando al escenario Cupra, que adquiere a ciertas horas el cariz de una congregación: allí fue donde DJ Shadow ofreció uno de los mejores conciertos del día. Una bomba de relojería en cuyo mecanismo hay piezas de hip hop deconstruido, cyber-rock à la “Matrix”, breakbeat de skaters puestos de ketamina y drum’n’bass a veces líquido y a veces contundente como un martillo. Sonaron “Six Days”, “Nobody Speak” y una versión mutante de “Organ Donor”. Así se escribió una nueva entrada en el libro de oro del Primavera Sound. Déjenme un par de días para ser completamente consciente de ello. ∎