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Fred again..: baile redentor. Foto: Val Palavecino
Fred again..: baile redentor. Foto: Val Palavecino

Festival

Primavera Sound (2 de junio /y 4): sintonías para un reencuentro

A pleno sol o con nocturnidad militante. En escenario grande, mediano o cubierto. Con gran aparato eléctrico o con leve aparejo escénico. Para bailar, para poguear como si no hubiera un mañana o para relajarse. Asumiendo enseñanzas del pasado o proyectándose hacia el futuro. Con el bombo a negras o con el compás dislocado. En clave folk, hip hop, house, hyperpop, hardcore o dance. Los asistentes a la primera jornada de Primavera Sound tuvieron argumentos de sobra para reencontrar esa sintonía, perdida durante las dos últimas temporadas. Y esto no ha hecho más que empezar.

03. 06. 2022

100 gecs

Un cóctel apetitoso el de la pareja estadounidense. Aunque 100 gecs basen la estructura de sus canciones en el hyperpop de PC Music trufado de helio y Auto-Tune –las voces no sonaron naturales ni en el tema acústico de cierre ni en los diálogos–, saben picotear de otros subgéneros como hip hop, thrash y ska para convertir tonadas simpáticas en barullo endiablado apuntando a la euforia, con guiños tipo banda sonora de Nintendo. Divertidos y festivos, casi mejores en directo que en estudio, con esa imagen de gurú de baratillo nivel casi The Incredible String Band en Canterbury que proyecta Dylan Brady, no parece que con el disco nuevo –cayeron las recientes “Doritos & Fritos” y “Mememe”– vayan a bajar el listón de su estupendo chicle digital. David S. Mordoh

100 Gecs: pura euforia. Foto: Óscar García
100 Gecs: pura euforia. Foto: Óscar García

Big Freedia

Hablemos del elefante en la habitación: Big Freedia a las dos de la madrugada en el Primavera Sound solo puede significar una cosa, y esa cosa es una avalancha de chiques blanques haciendo twerking por encima de sus posibilidades. Pero de forma literal, porque en la cresta de la ola de su concierto, Freedia sube al escenario a una multitud que debería hacer un concurso de dicha disciplina bailonga pero acaba en orgía a ritmo de hip hop y bounce en la frontera, con la tralla pura y dura. Con bastardizaciones de Lady Gaga y Beyoncé incluidas. El mes de orgullo LGTBIQ+ empieza exactamente aquí. Raül de Tena

Big Freedia, orgullo LGTBIQ+. Foto: Óscar García
Big Freedia, orgullo LGTBIQ+. Foto: Óscar García

Carolina Durante

Desde 2017, las canciones de Carolina Durante se han convertido en verdaderos himnos generacionales. El cantante Diego Ibáñez daba brincos mientras entonaba temas de su primer álbum homónimo, como “Las canciones de Juanita” o “Joder, no sé”, además de versiones que ya les pertenecen como “Perdona (ahora sí que sí)”. Por supuesto, también repasaron temas de su nuevo disco, “Cuatro chavales” (2022), imprimiendo una fuerza pop punk que contagió al público, entregado al pogo y al coreo sin parar. Para el recuerdo queda la presencia de Santiago, de Él Mató A Un Policía Motorizado, con quien interpretaron la versión de Séptimo Sello –“Espacio vacío”– que en su momento unió a estos madrileños con los de La Plata. “Mejor que Tame Impala”, se oyó entre algunos de los asistentes. Karen Montero

Carolina Durante, amantes bandidos. Foto: Òscar Giralt
Carolina Durante, amantes bandidos. Foto: Òscar Giralt

Fred again..

Era su primera vez en el Primavera Sound, pero la electrónica sensible de Fred again.. materializó el espíritu del reencuentro: el regreso al Primavera Sound, a la emoción de los cuerpos, las sonrisas y los brazos abiertos, como esos vídeos y voces que le inspiran y que proyecta en pantalla, como si desvelara la música escondida en la cadencia del mundo. Cándido y rotundo, pasando del downtempo al breakbeat, nos llevó de la conmoción a la euforia. “Mi amiga me dijo que lo próximo que venga será maravilloso”, parafraseó. “Esto es lo próximo y es maravilloso”. Explosión. Susana Funes

Fred again..: la esperanza. Foto: Val Palavecino
Fred again..: la esperanza. Foto: Val Palavecino

Gustaf

Potencia, desparpajo e ironía, Gustaf es pura escena Nueva York. Recuerda a LCD Soundsystem y, si nos vamos incluso más atrás, a los Talking Heads de Tina Weymouth, especialmente por el bajo contagioso de Tine Hill y la implacable presencia de la vocalista Lydia Gammill. Tras un inicio contundente, perdieron algo de fuelle a mitad del concierto, pero solo para remontar más maduras, con composiciones más complejas y arreglos más sofisticados. Puntos altos: “Happy”, “Dog” y “Book. Con “The Motions”, la perfección. Susana Funes

Gustaf, ¡viva NYC! Foto: Val Palavecino
Gustaf, ¡viva NYC! Foto: Val Palavecino

Honey Dijon

Honey Dijon fue una tabla de salvación para muchos durante la pandemia: su capacidad para canalizar el poder curativo del house se percibía igual de intacto en sus sesiones online. Y había ganas de volver a vivirlas –y de bailarlas– en directo. No ha defraudado: ha sido una catarsis. La tía arrancó su sesión muy arriba, con el pie en el acelerador del techno, y aunque el sonido nunca acabó de despegar del todo, su sesión fue decantándose en múltiples capas de house (más o menos deep), referencias pop y zapatilla bien entendida. No ha sido una sesión con sutilezas, pero ha sido una sesión con TEMAZOS. Y eso es más que suficiente. Raül de Tena

Joan Miquel Oliver

La cancelación del concierto de Lingua Ignota hizo que el encargado de abrir el recinto del Primavera Sound 2022, en el Auditori Rockdelux, fuese Joan Miquel Oliver. En principio debía centrarse en el álbum “Surfistes en càmera lenta” (2005), que el año pasado propició actuaciones celebrando su decimoquinto aniversario. El autor, acompañado por Xarli Oliver a la percusión y los teclados de Jaume Manresa de Antònia Font, prefirió pasar de puntillas por el disco, en busca de piezas menos delicadas aptas para un formato más rock, como “Hipotèrmia” –con la que abrió– y “Agricultors ingràvids”. Eso sí, se guardó para el tramo final “Surfistes en càmera lenta” y la emocionante “Foto” como testigos privilegiados de aquella colección de minimalismo delicioso, de soleado embrujo isleño. David S. Mordoh

Joan Miquel Oliver inauguró el festival. Foto: Christian Bertrand
Joan Miquel Oliver inauguró el festival. Foto: Christian Bertrand

Joey Bada$$

El show comenzó a tiempo, pero el suplente de última hora Joey Bada$$ llegó con 15 minutos de retraso: “Just touching down Spain”, se excusó. Durante ese tiempo el DJ Pal-P se hizo cargo del escenario con un set improvisado que fue del rap gansta hasta el pop contemporáneo, pasando por Nirvana. Con todo, Bada$$ se dio maña para repasar temas de toda su producción con solvencia, presentar una nueva canción del disco que está a punto de publicar e improvisar un rap sobre su primera vez en España –“took me 10 years to get here”– antes de cerrar su actuación. Daniel P. García

Joey Bada$$, barras y estrellas. Foto: Òscar Giralt
Joey Bada$$, barras y estrellas. Foto: Òscar Giralt

Let’s Eat Grandma

La imagen sorprendía. Sobre el Tous –ojo, que apunta a escenario revelación del festival– Jenny Hollingworth y Rosa Walton, las dos amigas –¡desde la guardería!– que forman Let’s Eat Grandma, probaban sonido ante el desconcierto del público, que acogió la tentativa como inicio en falso: “Sorry guys, we’re not starting yet! Haha”. Cuando empezaron de verdad, un fallo técnico las obligó a reiniciar el show. ¿Arranque catastrófico? Todo lo contrario: bienvenidos a la habitación de Let’s Eat Grandma. Empezaron con su mayor hit, “Happy New Year”, casi para animarse ellas mismas, en un concierto planteado como fiesta de pijamas para amigos. Íntimo, frágil, lleno de hermosas armonías. Con saxo, flauta, teclados infecciosos, coreografías coquetas –¡una dreamy “Macarena”!– y crescendos dramáticos como de peli teen de Sofia Coppola. Su synthpop arty fue cogiendo cuerpo hasta llegar a la más pura emoción. Pueden permitirse soñar con llevar su habitación a cualquier escenario. Alberto Lechuga

Mabel

El concierto de Mabel venía acompañado de “ciertas” expectativas. A saber: la hija de toda una Neneh Cherry y de Cameron McVey sobre un escenario, en plan diva R&B. Pero ¿de qué va? Pues va de performer dancehall, y el resto ya se verá. Si su primer disco se tituló “High Expectations” (2019), su inminente nuevo largo se titula “About Last Night”. Inteligente: aquí la ligereza es un don. Acompañada de cuatro bailarines –sería más correcto decir “cuerpo de baile”– recortados por una pantalla de colores casi a modo de fondo TikTok (así se pronuncia en realidad su hit junto a Clean Bandit), comandó el concierto a golpe de cadera, coreografía y un rollazo frisky que convirtió el escenario Tous en club londinense con aroma a Jamaica. Dos chupitos de tequila, primera bailada intensa del Primavera y alguna revelación: “Vivo en Londres, ¡pero soy malagueña!”. Para Mabel no hay nada que demostrar y sí mucho que bailar. Alberto Lechuga

Oklou

Oklou llama mixtape a “Galore” (2020). Y tiene sentido: lo que prevalece, entre el calor y las ganas de fiesta, es una atmósfera de ensueño y reverberación, incluso en covers como “Lurk”, de Evanescence. Solo “Being Harsh” de A.G. Cook tuvo una tónica diferente. Con secuencias, teclados y el apoyo puntual de una guitarra, busca sumergirnos en oníricos paisajes Polaroid, como las visuales de fondo. Puede que no le dé para tanto, pero mueve y conmueve en temas como “God’s Chariots”, “Unheard” y “Another Night”. Susana Funes

Oklou, a la búsqueda de lo onírico. Foto: Ismael Llopis
Oklou, a la búsqueda de lo onírico. Foto: Ismael Llopis

Richard Dawson And Circle

El trovador de Newcastle se dejó greñas y cambió de oficio: ahora, recurriendo a la banda finlandesa Circle como afilado utillaje, ejerce alternativamente de nigromante o herrero. Lo demostró en un concierto plagado de viajecillos cósmicos (“Cooksonia” y sus acrobacias vocales rozando lo épico, que remató pidiendo al público ondear los brazos al ritmo), así como de puros temas-martillo (“Methuselah”, con un Dawson de cara enrojecida a punto de estallar y guitarra alzada como en ritual), con un sonido mucho más metalizado que en “Henki” (2021), el disco original. Un desigual vaivén entre lo hipnótico y lo perforador, no apto para todas las orejas. Xavier Gaillard

Richard Dawson, no apto para todos los públicos. Foto: Jordi Vidal
Richard Dawson, no apto para todos los públicos. Foto: Jordi Vidal

Rina Sawayama

Con retraso difícil de explicar cuando se trata de genes japoneses, compareció Rina Sawayama, bien respaldada por dos bailarinas cuya coreografía dinámica contagió a la audiencia. Discurso típico de estos días, poniendo el acento en el mes LGBTI+, alguna anécdota picante poco casual en busca de complicidades –el top que vestía dejó ver sus pechos durante un instante– y ráfaga de sus éxitos más granados –“STFU”, “Comme Des Garçons”– y también de los inminentes, como el nuevo sencillo “This Hell”, anticipo de su próximo álbum previsto para septiembre. Y la gente con muchas ganas de bailar tras dos años en blanco. Cerró, como suele hacerlo, con la versión de “Free Woman”, de Lady Gaga. David S. Mordoh

Rina Sawayama, dinamismo hyperpop. Foto: Ismael Llopis
Rina Sawayama, dinamismo hyperpop. Foto: Ismael Llopis

Rombo

Sin disco nuevo que presentar –“Clara, Montse, Núria” es su último trabajo y data de 2019–, las catalanas, ahora cuarteto con la adición de un batería, abrían el escenario Binance a las cinco de la tarde. Aunque su propuesta habría ganado en un escenario con sonido más recogido, ofrecieron tres cuartos de hora de agradable licuadora de recursos pop, breves píldoras de melodías gustosas, dos temas nuevos y una versión del “Va com va”, de Ovidi Montllor. Pero no todo es bonitura, las historias supuestamente naíf que cantan, como muchas primeras impresiones en la vida, esconden más retranca de la que aparentan. Tamara G. Cascales

Rombo, con más retranca de la que aparentan. Foto: Óscar García
Rombo, con más retranca de la que aparentan. Foto: Óscar García

The Armed

Si The Armed es una sociedad secreta que juega al despiste en créditos y fotos promocionales –un lore entre la parodia y el culto–, la primera regla de sus conciertos es que nadie habla sobre ellos. No hay manera de cubrir esto si no es desde el pogo, contando después los moratones. Una formación rotante de forzudos embrutecidos, en pantalón corto y sin camiseta, como la panda de surferos macarras comandada por Anthony Kiedis en “Le llaman Bhodi”, pero en pleno subidón de esteroides y Black Flag. Un muro de ladrillos noise derribado a cabezazos, tres tipos quemando guitarra, una doble (de riesgo) de Yo-Landi capaz de abrir las puertas del averno a gritos, un batería aporreando lo suyo como si fuera Goro de “Mortal Kombat”, crowdsurfing epifánico. Comunión para feligreses del punk y experiencia transfiguradora para neófitos. Un inenarrable aquelarre hardcore que los convierte desde ya en uno de los directos más excitantes del planeta. Único resumen posible: The Armed salieron al escenario Plenitude y el infierno se desató. Pero que no te lo cuenten. Alberto Lechuga

The Armed, triunfadores. Foto: Val Palavecino
The Armed, triunfadores. Foto: Val Palavecino

The Linda Lindas

El directo del grupo angelino no solo destacó por su energía apabullante, un atributo lógico dada la pubertad de sus integrantes, sino por el hecho que ya a esas edades tempranas posean la imaginación suficiente para poder resumir no solo las diversas edades del punk (desde su eclosión setentera con aires más rock hasta su reformulación pop noventera, pasando por algún deje de hardcore), sino también canalizar la espectacular gestualidad y actitudes inherentes al género: lo mismo simples brincos que lanzamientos de púas o resultonas coreografías guitarra en mano. ¿Nueva esperanza del punk o síntesis momentánea? El tiempo lo dirá. Xavier Gaillard

The Linda Lindas, el joven nuevo punk. Foto: Óscar García
The Linda Lindas, el joven nuevo punk. Foto: Óscar García

Shygirl

Ataviada con vestido rojo de gasa, Shygirl no necesitó demasiado tiempo para que su público se entregara de lleno. La diva millennial organizó una fiesta por todo lo alto gracias a canciones como “bbycakes” o “Firefly”, que, en directo, transmiten mucha más fuerza que en las grabaciones de estudio. La cantante y rapera londinense interactuó con los asistentes –que nunca dejaron de bailar– de forma constante. En la recta final, cantó “Come For Me”, fruto de su colaboración con Arca y una de las canciones de “Nymph”, el álbum que publicará a finales del verano. Desde luego, Shygirl lo hizo todo a lo grande. Karen Montero

Soto Asa

¿Una actuación a media tarde hubiera ayudado para que una parte de la legión guiri se hubiera ido de España profesando la religión de Soto Asa? Probablemente. ¿Habríamos perdido el plus de peligrosidad, lubricidad y nocturnidad que supuraban todas sus canciones a las tres y media de la madrugada? También. Porque el equilibrio es imposible, lo sabemos, pero si este horario era el precio a pagar por una misa urbana coreada como góspel oscuro en petit comité, pues se paga. Y punto. Raül de Tena

Verde Prato

La muy interesante –y también densa– propuesta de esta joven vasca de pendientes circulares se vio mermada por una colocación temporal equívoca: a media tarde, en vez de con la caída del sol. Si bien su arquitectura de capas –palmadas, cadencias percutoras, melodías minimalistas de teclado y cuerdas vocales– no permite demasiado margen de desvío respecto a las grabaciones de estudio, sí brilló la explosión in situ de su voz gimnástica, cuya gama oscila entre la serenidad melancólica y los agudos más celestiales. Su lenguaje corporal, entre la ensoñación y el hieratismo, es condimentado ocasionalmente con algún baile lento. Xavier Gaillard

Verde Prato, voz gimnástica. Foto: Marina Tomàs
Verde Prato, voz gimnástica. Foto: Marina Tomàs

VTSS

La polaca VTSS va directa al pódium de los nuevos DJs que en los últimos años están recuperando estilos de la electrónica más dura para sus sets, pasándoles el polvo, lustrándolos y poniéndolos a funcionar. Esto es, haciéndonos bailar. Sin embargo, para su formato de directo bajó algo los bpm y empaquetó sus propias canciones con un embalaje más cercano a un concierto al uso, presentando temas como la recién estrenada “Make You Scream”. Poniéndole ojitos al electroclash más tétrico, dejó que las canciones sonaran enlatadas y, micrófono en mano, se deleitó cantando y acercándose al público. Contundencia y frescura a partes iguales. Tamara G. Cascales

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