Una Dua Lipa para todos los públicos. Foto: Val Palavecino
Una Dua Lipa para todos los públicos. Foto: Val Palavecino

Festival

Primavera Sound (9 de junio /y 4): oportunidad para descubrir

El brillo de Dua Lipa iluminó el inicio del segundo finde de este Primavera Sound y convocó a una ingente cantidad de público. La británica lo petó, en todos los sentidos. Pero en escenarios no tan principales también se cuecen propuestas de indudable interés que, en algunos casos –Jensen Mcrae, Griff, Ashnikko, Gracey–, invitan a seguir pistas prácticamente por estrenar. Y cabe subrayar que representantes patrios como Chill Mafia, Mujeres o John Talabot hicieron lo suyo muy bien.

Ashnikko

Antes de subir al escenario Tous, sonó su remix de “Plastic Doll” (Lady Gaga), un hit para la pista de baile que marcó el carácter de lo que sería la participación de Ashnikko: una fiesta de principio a fin. Se veía muy feliz a la estadounidense, comentó que este se trataba de su primer show en Europa y, aunque es muy joven y lleva una carrera de pocos años –descontamos los dos de pandemia– y con pocas giras, Ashton Nicole Casey se come el escenario; solo bastan ella y sus bases para llenarlo. Gran cantante en vivo, bailarina y performer. ¿Momentos destacados? Es difícil elegir: “L8er Boi”, su reescritura de “Sk8er Boi” (Avril Lavigne) incluida en su disco “DEMIDEVIL” (2021) y pensada para los chicos skaters que no saben de anatomía femenina: “¿Dónde vas? el clítoris está acá”, decía al presentar el tema. También sonaron incombustibles “Working Bitch” y la gran “Slumber Party”, publicada en colaboración con Princess Nokia. Como salida de una escena de “Final Fantasy”, con su estética habitual, Ashnikko dejó al público listo y preparado para la fiesta pop al otro lado del Fòrum, con Dua Lipa. Javiera Tapia

Ashnikko se comió el escenario. Foto: Òscar Giralt
Ashnikko se comió el escenario. Foto: Òscar Giralt

Cazzu

La argentina subió al escenario Tous a las nueve y media de la noche en punto para cantar por primera vez las canciones de su nuevo disco “Nena Trampa” (2022), publicado tan solo hace algunos días. Pero no solo escuchamos novedades, como “Maléfica”, en colaboración con María Becerra, sino también hits de reguetón y trap de sus álbumes anteriores e incluso esa joya de R&B que es “Miedo”, parte de “Una niña inútil” (2020), inspirado en los poemas de Alfonsina Storni. Fue un concierto extraño. Mencionó en más de una ocasión que no cantaba hace mucho tiempo y que por eso olvidaba sus propias letras. Vocalmente, además, hubo momentos algo decepcionantes, a veces desafinando, a veces sin aire. Casi al final de la hora de show consiguió mover un poco más al público. “El que no salta, no sé a qué vino al Primavera Sound”, dijo, en uno de los últimos intentos por conectar con la audiencia que la veía por primera vez en Barcelona. Ni el perreo ni su beats trap fueron suficientes para encender realmente a los asistentes. Javiera Tapia

Cazzu no triunfó. Foto: Marina Tomàs
Cazzu no triunfó. Foto: Marina Tomàs

Chill Mafia

Habrá quien intente comprender un concierto como el de Chill Mafia en el Primavera Sound a partir de la rareza del toque rural de su rap, de la excepcionalidad bastarda de su kalimotxo de idiomas, del extremismo de su Auto-Tune chusquero o del exotismo –¿exo-qué?– de sus estilismos imposibles. Pero intentar algo así es de catetos. La fiesta que se marcaron estos chavales en el Ouigo solo puede entenderse desde la libertad y el morro absolutos de un colectivo que no percibe la excepcionalidad de lo que hace, sino que sale al escenario para derramar rimas sobre temas que son pura realidad –por ejemplo, comer coños– con la naturalidad y el cachondeo suficiente como para, entre canción y canción, afirmar que están encantados de estar en el Viña Rock. Chill Magia. Raül de Tena

Chill Mafia: locos de atar. Foto: Óscar García
Chill Mafia: locos de atar. Foto: Óscar García

Dua Lipa

Uno de los momentos más frustrantes de todo el festival, probablemente. Lo que debía ser una fantasía de discoteca en el espacio dedicado a los escenarios principales lo fue solo para quienes se ubicaron cerca del Pull&Bear. Bastaba alejarse para dejar de oír por completo el show de Dua Lipa. Además, la aglomeración de público era tal que todo fue caótico: los accesos –por más que la organización destinara vías en un solo sentido– e incluso los guardias de las salidas laterales estaban sobrepasados, pidiendo a la gente que saliera de las vías de evacuación. Pero es que no había más espacio: adentrarse unos metros en el público significaba mucho agobio, poca seguridad y, para colmo, no escuchar ni ver nada. Todo esto es una pena, porque lo que presentó la británica fue un show de primera, confirmando que es una de las pop stars más importantes del presente. Lo tiene todo: gran presupuesto para montar un gran escenario, un cuerpo de baile increíble y una gran banda. Y es una estrella. Carismática, buena cantante en vivo e incluso –algo que compensó con los años– aprendió a bailar no bien, sino lo siguiente. Algunos momentos brillantes de la noche fueron “Fever”, junto a Angèle, que subió al escenario por sorpresa, aunque su voz casi no se oyó desde la mitad de la audiencia hacia atrás. También “Cold Heart”, “One Kiss” o “Levitating”. En realidad, podríamos transcribir el setlist al completo. Con un show infalible, Dua Lipa cerró uno de los espacios más caóticos de todas las jornadas de festival. Javiera Tapia

Dua Lipa, estrella de la noche. Foto: Val Palavecino
Dua Lipa, estrella de la noche. Foto: Val Palavecino

Gilles Peterson

Un mar de color azul cielo contrasta con las alfombras sintéticas que hacen las veces de césped. A las siete de la tarde, dos horas más según el cómputo solar, el astro calienta las decenas de conversaciones de hijos e hijas del Brexit. Una voz señala el escenario Dice para decir “es aburrido”. ¡Ups! ¿Qué ha pasado con aquel recolector de sonidos genuinos, luego globales, que animó la escena acid jazz británica de los 80 y 90? Debe ser aquel señor del fondo con gafas de pasta, que no encuentra el groove pertinente. Pocos bailan. Concluida la cháchara, el personal enfila hacia otros escenarios sin esperar el final de la sesión. Por no haber no hubo ni decepción. Miquel Queralt

Gilles Peterson: cualquier tiempo pasado fue mejor. Foto: Ismael Llopis
Gilles Peterson: cualquier tiempo pasado fue mejor. Foto: Ismael Llopis

Gracey

Como muchos artistas emergentes del circuito de clubes británico, Gracey llegó secundada por una guitarrista/teclista y una percusionista que servían más como acompañantes visuales, para evitar la apariencia de karaoke y para que ella no se sintiera sola sobre la tarima del Tous. R&B programado con tres o cuatro piezas ya reconocidas –fueron bien recibidas “99%”, “What A Waste” y “Don’t Go”– por unos asistentes que se divirtieron bailando –definitivamente, el Primavera Bits es un planeta aparte, sin apenas público hetero– pese al horario. De haber salido a escena a la una de la madrugada en vez de a las siete de la tarde, Gracey lo hubiera petado. David S. Mordoh

Gracey: diversión y baile a cualquier hora. Foto: Val Palavecino
Gracey: diversión y baile a cualquier hora. Foto: Val Palavecino

Griff

Cuando Griff dice que empezó a gustarle la música escuchando a Taylor Swift, no miente. A pesar de posicionarse entre el pop y el R&B del Reino Unido, tiene una habilidad particular con los estribillos e incluso en una canción mostró las raíces pop cogiendo una guitarra acústica. Pese a ser su primera actuación fuera de Gran Bretaña, consiguió dejar la sensación que este manojo de mini hits conformará –y más si va de la mano de Warner– un gran debut dentro de la gama más digna del mainstream. Destacaron en el escenario Tous casi todas –“One Foot In Front Of The Other”, “Forgive Myself”, “Walk”, “1000000 X Better”, “Head On Fire”, “Shade Of Yellow”, “Black Hole”– y hasta se atrevió con una versión de “I Wanna Dance With Somebody” (Whitney Houston) enganchada a “One Night”. David S. Mordoh

Griff: dominio de los estribillos pop. Foto: Òscar Giralt
Griff: dominio de los estribillos pop. Foto: Òscar Giralt

Jensen McRae

Bajo un sol de justicia, se escucha una voz joven todavía por pulir, cálida por momentos, que desgrana un repertorio propio y solvente, acompañada de su guitarra. Como no es conocida, apenas tiene audiencia. Ante las influencias, que son dispares, la atmósfera de las canciones la empujan a un pop de cámara, más en disco que en directo. La joven californiana también se mece en el folk. Además, en sus composiciones puede acercarse a una primigenia Carole King y otras voces del soft rock. Ni el público ni la actuante merecían, en el escenario Tous, un horario tan prematuro. Su álbum de debut, “Are You Happy Now?” (2022), es digno de una mejor oportunidad. Miquel Queralt

Jensen McRae, entre el folk y el soft rock. Foto: Óscar García
Jensen McRae, entre el folk y el soft rock. Foto: Óscar García

John Talabot

La fiesta de John Talabot explotó en el Dice a la media hora de iniciado su concierto. Los primeros beats parecieron un prólogo tímido, un house retorcido que evolucionó con ritmos de salsa y samba en un background difuso. La audiencia, mínima al inicio, creció junto al beat con el paso de los minutos. El house decantó luego en diferentes vertientes de techno matizadas o reforzadas con ritmos africanos y andinos, añadidos como toques sincopados a una mezcla altamente bailable que terminó con una exploración elástica de los límites del house. Daniel P. García

John Talabot y sus límites del house. Foto: Marina Tomàs
John Talabot y sus límites del house. Foto: Marina Tomàs

Mujeres

La banda barcelonesa Mujeres ha dejado totalmente atrás ese sonido garage setentero actualizado para abrazar la más pura tradición del punk nacional en su vertiente más desgarbada, con el mismo encanto de una banda macarra en una fiesta de colegas, dirigida aquí por Pol Rodellar, su bajista. Energéticos, lúdicos y, por momentos, delirantes, repasaron en el escenario Ouigo parte de su discografía, despachando himnos como “Un sentimiento importante”, versiones como “No volveré” (Kokoshca) y presentando “Si piensas en mí”, un tema nuevo e inédito. Daniel P. García

Mujeres, macarras entrañables. Foto: Òscar Giralt
Mujeres, macarras entrañables. Foto: Òscar Giralt

Sonido Tupinamba

Bajo un sol propio de verano, Julia González subió al barco del escenario Dice con un paisaje espléndido al lado del mar. La artista argentina afincada en Barcelona llenó una hora de sonidos latinos, disco y afro-house, ideales para los habituales de sus sesiones barcelonesas y brillantes para quienes la descubrían en el festival. El público, nada tímido en sus bailes, quedó fascinado con sus combinaciones sonoras tropicales, llenas de color. Una entrada perfecta al festival para disfrutar del sol y el baile al inicio de la jornada. Karen Montero

Sonido Tupinamba, el ritmo de Julia González. Foto: Sergio Albert
Sonido Tupinamba, el ritmo de Julia González. Foto: Sergio Albert

Working Men’s Club

Hasta ahora han remado contracorriente, con un buen primer álbum que habría gozado de mejor suerte de no haberse publicado en plena pandemia, pues defienden muy bien su estilo en directo. Podrían ser Depeche Mode –o Nation Of Language–, pero inyectan a sus canciones un groove salvaje más allá de New Order, heredado de un post-punk industrial negroide cercano a sus parientes The Moonlandingz, gracias a los tics vocales epilépticos de Sydney Minsky-Sargeant. El volumen torrencial del Ouigo contribuyó a rozar el éxtasis de las raves más destroyer. Ganas de pillar el segundo, que se publicará el próximo mes. David S. Mordoh

Working Men’s Club: groove post-punk industrial negroide. Foto: Óscar García
Working Men’s Club: groove post-punk industrial negroide. Foto: Óscar García
Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados