Empezamos nuestro recorrido por la tarde, junto a los fans de Nueva Vulcano, congregados a la sombra que generaba el escenario Binance bajo el sol radiante que caía a las cinco de la tarde. Aunque apostaron más por canciones recientes que por temas de antaño, algo que dejó cierto sabor agridulce entre el público, la banda barcelonesa puso el listón altísimo porque su fuerza y puesta en escena se tradujeron en ovación continua. La increíble solidez de su rock con vestigios emo es merecedora de ser programada más tarde, en un tramo horario más agradecido, acorde al valor de canciones como “Níquel, canela”, con la que cerraron su turno dejando a los asistentes sin aliento. Veteranos a prueba de modas, los Vulcano siempre son una garantía de eficacia y eficiencia sobre las tablas.
Lamentablemente, el gran nivel de Nueva Vulcano fue inversamente proporcional al mostrado por Menta. El interesante grupo madrileño apareció lastrado por la afonía latente de Meji, su cantante, quien confesó sin reparos que ya no le quedaba voz tras haber gritado el día anterior en el concierto de Tyler, The Creator (ole). Aun con esa voz rota, dieron la talla en “Ibuprofeno Normon 600mg”, “Ojalá te mueras” o “Esperar”, pero, en general, el conjunto no llegó a entusiasmar al público que acudió al escenario Ouigo. Esperábamos más de ellos.
Hurray For The Riff Raff, incorporados a última hora al cartel del festival en sustitución de Clairo (concierto suspendido por COVID de Claire Cottrill), no tuvieron estos problemas. El oficio de la banda liderada por Alynda Segarra desbordó en el atardecer desde el inicio de su set, que despegó bien arriba con “Wolves” y ya no perdió altura. Segarra, feliz por su estreno en Primavera Sound, se presentaba como si el grupo no fuera muy conocido por aquí, aunque el escenario Pull&Bear estaba bien lleno para verlos. Sencillez y humildad, sí, pero ante todo carisma rock cada vez más expansivo, que no pierde personalidad ni compromiso en el sustrato de unas letras con mensajes esperanzadores que denotan un carácter genuino.
Rigoberta Bandini tenía un gran reto a su paso por Primavera Sound: contentar a los fans incipientes y a los nuevos adeptos llamados por el efecto del Benidorm Fest. No dejó indiferente a ninguno de los dos bandos: abrió con “In Spain We Call It Soledad”, cantó dos versiones de “Ay, mamá” y, para sorpresa de todos los asistentes, interpretó el tema central de “Caillou”, serie en la que participó como dobladora del personaje protagonista. Paula Ribó y su banda pusieron a bailar a los presentes, que, en su mayoría, no escatimaron esfuerzos a la hora de mostrar entusiasmo por este fenómeno popular que llega a todo tipo de audiencias. El show (también en el Tous) fue más efectivo y animado que el que ofreció el fin de semana anterior y estableció una conexión más potente con el público. La performance del expediente Bandini sigue abierto a la espera de próximos movimientos.
Entre los grandes atractivos de una jornada ya potente de por sí destacaba la posibilidad de volver a ver a The Strokes, todavía con el recuerdo de su paso por la edición de 2015, en un concierto superpoblado (escenario Estrella Damm) y casi sin espacio para respirar. Los asiduos al festival quizá guardaban el sinsabor de aquel show masivo y del retraso de Julian Casablancas en su llegada al escenario. En esta ocasión todo se desarrolló de forma muy diferente. No solo empezaron puntuales, sino que el cantante –entre bromas sin mucha gracia y tambaleándose pesadamente entre canciones– se disculpó públicamente por no haber podido asistir a su cita del fin de semana pasado por culpa del COVID. Correspondieron a la expectación del público con clásicos como “Someday”, “Take It Or Leave It” y “New York City Cops” y una puesta en escena impecable, a la que los asistentes respondieron con idéntica entrega, esta vez con más espacio para el baile y el disfrute del reencuentro con el grupo estadounidense. Fue un recorrido por su historia y la confirmación de un repertorio ya clásico que brilló más cuando más se acercó a sus orígenes. The Strokes constataron, una vez más, que el rock continúa vivo y coleando, aunque nos sepamos de memoria todos sus trucos. ∎