El festival La Mar de Músicas los programó entre las nueve jornadas de su 27ª edición, dedicada precisamente a República Dominicana. Era la segunda actuación de Rita Indiana (Santo Domingo, 1977) en nuestro país, desde su paso por un ya lejano BAM, el 23 de septiembre de 2011. Rockdelux logró realizar, tras los 50 minutos de inmediato show sin concesiones y a las tres de la madrugada, esta entrevista única a dos bandas.
Eduardo Cabra (San Juan de Puerto Rico, 1978) cuenta que esta es su cuarta visita al festival, que lo trajo en un par de ocasiones con Calle 13 –el grupo con que consiguió el estrellato global– y la última vez con el proyecto Trending Tropics, junto al también dominicano Vicente García. “Aquello surgió en un momento en el que ambos queríamos advertir sobre la dependencia de la tecnología. Algo que resultó certero, ya que con la pandemia todo se agudizó”. “Deberíais darle continuidad”, sugiere Indiana. “Si hacemos otro también ha de ser conceptual, aunque fuera descomunal el esfuerzo por la logística para cada colaboración”, asegura Cabra. Tanto René –aka Residente– como su hermana Ileana –aka iLe– presentaron sus respectivos trabajos en solitario pos Calle 13 en el festival cartagenero, pero Eduardo evita dar su opinión sobre ambas trayectorias: “Hay dos aspectos completamente diferenciados: por un lado, el trabajo artístico, y por otro, el de la familia. Yo prefiero cultivar este segundo”. Hablando de experiencias colaborativas y confinamientos, viene al caso citar su proyecto-bumerán “Cabraton, Vol. 1” (La Casa del Sombrero, 2020). “Hermano, eso fue un invento pensando estar activo mientras la gente hacía sus ‘lives’ o sus mierdas. Cogí una pista compuesta en directo, la liberé para que hicieran lo que les diera la gana y me lo devolvieran al poco tiempo. Aprendí a trabajar con gente desconocida, pero fue muy heavy, porque yo no calculé el alcance y me llegaron más de cien propuestas. Tras seleccionar un diez por ciento y dividir los derechos a partes iguales, resultó que todos quedamos contentos”.
Ante nuestra curiosidad, Cabra intenta explicar cómo se ve la vida en los vecinos países latinoamericanos desde un estado libre asociado de los Estados Unidos: “Es complicado el sentimiento de ser colonizado. Es algo que se tiene que vivir, porque es una situación particular sentirse latinoamericano al tiempo que ser parte de los Estados Unidos y a la vez de un lugar que es parte de un negocio que se está aprovechando de Puerto Rico y los puertorriqueños. De la mejor manera que yo lo puedo explicar es con un ejemplo: cada vez que voy a pasar por inmigración para poder entrar en mi país, siento que estoy pidiéndole permiso a otra nación para poder entrar en la mía, porque no siento estar en casa, sino en otro punto migratorio. Tengo la sensación de que en cualquier momento no me van a dejar entrar con mi pasaporte estadounidense”. Indiana apostilla: “Para mí, americana que vivió diez años en Puerto Rico, es como un estado mental. Los Estados Unidos han colonizado a partir de las comodidades, no solamente con violencia. Desde las masacres clásicas hasta esta fórmula poscolonial ha habido de todo. Es cierto que tienen ventajas para viajar a cualquier lugar del mundo, sin pagar más o sin entregar mucha documentación. Pero es un lugar con muchas contradicciones, incómodo para pensar en la libertad, porque tienes una serie de facilidades unidas a otro tipo de ayudas respecto a quienes no tenemos su nacionalidad”.
Sus patronímicos apellidos delatan el origen de nuestra protagonista, pero ¿y su seudónimo, “La Montra”?: “En Santo Domingo inicié el proyecto con Los Misterios, dándolo a conocer a través de YouTube, y la gente comenzó a comentar: ‘¡Eres una montra!’, a modo de halago. Cuando alguien es bueno en algo se le dice que es un monstruo, y yo pensé: ‘Qué cabronería’, porque a mí siempre me ha gustado el cine de horror, el heavy metal, el muerto en vida, por lo que encontré el apodo perfecto en esa contracción del femenino. No se me podría haber ocurrido algo mejor”. Al parecer, a Eduardo su famoso alias –Visitante– le lastraba un poco: “Hubo un momento de mi vida que necesitaba reiniciar haciendo una limpieza. En la primera acción de mi EP, llamado ‘Cabra’, lo que hice fue matarlo. Precisamente fue Rita quien se curró la letra. No se trataba de desvincularme, sino que ya no era necesario. Hice un trabajo del que me siento superorgulloso, pero para seguir defendiéndolo ya está la otra mitad de aquello. Mi hermano Residente continúa haciéndole un tributo al proyecto que hicimos en equipo. Decidí que era un momento de pasar página, hacer cosas nuevas y sanar, porque durante una intensa década todo giraba en torno a lo mismo. Trabajaba y vivía por y para Calle 13. Tenía que romper con esa película”.
Un silencioso (o cansado) Cabra recuerda en voz alta que, aunque escuchó al dúo femenino Miti Miti, se enganchó a Rita Indiana y Los Misterios estando en Los Ángeles. Y asegura haberse inspirado de alguna manera en ellos para su galardonado tema “Vamo’ a portarnos mal”. Rita apunta: “Hubo un intento para que Noelia les hiciera el vídeo y yo colaborase”. Y, riendo ante la dificultad para conseguir sus discos, adelanta que Mediaisla –el sello del dominicano Edwin Erazo– reeditará ahora en vinilo “El juidero” (2010), aunque con las demoras en la fabricación esperan que esté a la venta el próximo diciembre. Y en enero de 2023 estará disponible en formato físico “Mandinga Times” (2020) a través del sello FAMA.
Agradecida, menciona a “quienes me animaron a hacer cuatro temas, grabarlos en una habitación durante pocas horas y terminar sonando por primera vez en radio. Fueron dos músicos y alpargateros murcianos, llamados Ricardo y Elena Fernández, que viven en mi ciudad natal y con quienes montamos una banda electrónica llamada Casifull. Como desde la Región de Murcia salieron quienes me metieron en este lío, aquí mismo les hago justicia”. Volviendo a la película, es fácil afirmar que “Regalito” es su canción más amable y, como la protagonista es una niña, viene a cuento preguntar cómo perciben los críos su música: “A ellos les encanta, al menos a los de Santo Domingo. Creo que uno de los aspectos interesantes de mi música es que siempre ha llegado a un amplio abanico multigeneracional. Tiene algo muy ‘playful’, los juegos de palabras y las onomatopeyas la hacen lúdica y eso gusta a los más pequeños. El trabajo de Noelia con los coloridos videoclips también acompaña”.
Bastante sonoro fue que “La Montra” tardase una década en parir un nuevo proyecto musical más personal, sobre todo tras haber afirmado en su día que dejaba de enfocarse en la música para dedicarse a la escritura y a su familia –es madre de tres varones–, prometiendo no volver a los escenarios. Injusta decisión tras escuchar “El castigador”, su certera advertencia hecha en 2017: “Mi país desde siempre está gobernado por mafias, lo que vienen siendo los partidos políticos en Latinoamérica. Ahí quise hablar de lo mágico-religioso, de los ancestros que nos guían y dan fuerzas para cambiar las cosas, tratando de imaginarlas de otra forma”. Afortunadamente maduró una percepción menos mercantilista del mundo musical y el lujo de trabajar junto al persistente Cabra la animó a seguir cantando.
El frenético “Como un dragón” –primer adelanto de “Mandinga Times”– llegó en pleno estado de alarma por la COVID. Hablamos de un álbum que incluye una docena de nuevas composiciones que apenas se han mostrado en directo. Algunas, como la citada, ni siquiera las tienen preparadas para los conciertos. Está pensando en ampliar un poco el show, pero siempre sin bis: “Esas canciones han evolucionado dentro de mí, tanto la intencionalidad inicial como la forma de hacerlas respecto a cómo las entiendo ahora. Comenzamos mofándonos de China y las teorías de conspiración, sin saber lo que se nos venía encima, hasta que la cosa se puso seria cuando nos faltaban un par de canciones. Menos mal que vivíamos cerca. Comenzamos con los test diarios, yo me acercaba con mi mascarilla a la oscura cueva donde Eduardo trabaja en soledad, preocupándome por sus ojeras y por si se alimentaba. Fue bonito para nosotros porque, entre el horror sucedido, teníamos algo especial entre manos y lo sacamos en medio de esta locura”. La curiosidad por saber cómo es La Casa del Sombrero –el estudio de Eduardo– la despeja su clienta: “Tú le sugieres algo y él te dice ‘OK, déjame buscar’. Abre una especie de armario que es como el saco mágico de Santa Claus y el muy cabrón lo encuentra rápido entre todos sus juguetes. Es un paraíso para un explorador de ideas”.
Sin duda, la labor de Cabra en el álbum es clave y apreciable, como cuando incorporó el dembow a su coctelera, junto con algo de reguetón y otras especias. Una influencia anticipadora, como productor, al interpretar contemporáneamente músicas populares en la llamada “música urbana”: “Para mí fue la inquietud por tratar de encontrar el punto medio entre lo que se estaba proponiendo –bases de R&B– y lo que yo venía estudiando, como el rock latino alternativo de los 90. Mezclar muestras de sonido con la electrónica y los instrumentos. Customizar las ideas que tenía en la cabeza dándole humanidad al movimiento urbano, que está chévere y no crítico, pero quise meterle músicos al trabajo tan individual del productor, pues me gustaba trabajar en colectivo. Trato de crear yo los ‘samples’ en vez de tomarlos prestados. Siempre intento no repetir recetas ni mezclas de estilos, algo que, con el paso del tiempo, se hace complicado de aplicar a todos los discos en que he venido trabajando. Es un negociado entre las ideas que me traen y las cosas que puedo proponer”.
Cabra recurre al proceso creativo de “Mandinga Times” para que nos hagamos una idea mucho más clara del mismo: “Ella llegaba con la idea de hacer algo medio Dead Kennedys, los escuchábamos y pensábamos cómo sonarían con otra cosa completamente diferente, y esa rápida maqueta ella se la llevaba y la traía al poco con letra. Porque lo importante era la idea, además de los muchos recursos que por suerte teníamos. Conocemos músicos que le meten bien cabrón, como el percusionista que toca velozmente en la canción homónima un ritmo carnavalesco, llamado alibabá, que identifica a Santo Domingo. Desde hace tiempo está claro que el trabajo del productor es amplificar las ideas que se presentan en el estudio de grabación y meterle sus horas de vuelo, la maña que tenga y los trucos que a uno le han funcionado antes. Pero es fundamental mantener y respetar la idea propia de con quién se está trabajando. Por eso, puedo decir que mi oferta como productor es muy ecléctica, ya que trato de amplificar al otro. Al final del camino, el proyecto que se ha de llevar al escenario no es mío sino de la otra persona, que debe estar empoderada para que finalmente el público le crea. Parto de su propuesta, pero dejando claro que vamos a trabajar en equipo, creándola y empujándola”.
Tropicalismo, cumbia, cabaret, blues, electro-punk, metal… ¿Hay algo que no le entre a Rita Indiana?: “Nunca he escuchado un género musical del que diga ‘esto no me gusta nada’, carezco de prejuicios”, reconoce. “Si me tengo que dar un momento Britney Spears o NSYNC, pues me lo pego, pero me encanta descubrir cosas nuevas, aunque ahora estoy con ganas de trabajar sobre lo clásico. Me encanta la zarzuela por mi tía abuela Ivonne Haza, soprano conocida como ‘La Diva Dominicana’ y fallecida cinco semanas atrás”.
Aprovechando el muestrario brindado por La Mar de Músicas –merengue, gagá, pri-prí, salsa– y teniendo en cuenta las recientes revisiones que en España han realizado C. Tangana con Nathy Peluso o Rosalía con The Weeknd, uno puede llegar a preguntarse si la bachata está sobrevalorada. “De todos nuestros géneros es el que menos he practicado, digamos que me gusta la de los años 60, que bebía de la ranchera y el bolero jíbaro puertorriqueño. Lo que pasa con muchas músicas populares es que se repiten mucho, hace falta inyectar renovación con exploración y creatividad”, afirma Indiana. Esa misma noche presentó “Pa’ Ayotzinapa” diciendo que la bachata es un género que llora, e hizo un divertido guiño a su paisano, el merenguero Toño Rosario, finalizando “Pasame a buca” con dedicatoria “a todas las mujeres dominicanas que por acá limpian en casas ajenas”.
Continuando con la máxima de que los artistas han de buscar ser originales para que haya diversidad, en contra del aburrimiento y la ignorancia, curiosamente ambos afirman estar bastante desconectados de la actualidad. La una, escuchando grupos de los 70, “mirando más atrás que hacia delante”; y el otro, justificándose debido a su alta dedicación: “Después de ocho horas de curro diario, lo último que deseo al llegar a casa es seguir con música”.
Esto no hace sino aumentar la curiosidad por sus próximos proyectos. “Me otorgaron una beca para un cancionero nuevo que presentaré el 18 de noviembre en Nueva York, ante un aforo reducido de 30-40 personas. Ahora estoy en plena exploración del teatro como género literario, porque voy a comenzar a componer-escribir una obra músico-teatral, a pianoforte y voz, bajo la dirección de Noelia. Me encuentro en un momento de absorber cosas nuevas que me sirvan para producir. Quiero comenzar a escuchar el flamenco menos internacional y leer sobre ello”, explica Rita. “Yo me quedaré unos días por España para producir a la cubana Daymé Arocena”, confiesa el boricua, antes de aclarar: “Si me preguntas con quién me gustaría trabajar, te diría que con Silvana Estrada”.
Para concluir, nada más frívolo que preguntarles “¿Si yo digo Grammy… qué dices?”. Menos mal que la escatología todo lo arregla y a Rita se le ocurre cierto sustantivo: “¡Inodoro! Porque este cabrón tiene sus 28 premios en el baño. Entras a hacer pipí y da cosa, porque están todos puestos ahí, en una maderita arriba del váter”. Una atractiva y curiosa pareja artística, más allá de los 30 centímetros que los diferencian. Grandes los dos, interesados por lo íntimo, distantes de las redes sociales. Aparentemente más punk ella y quizá él más latino, seguramente ambos conectados por una conciencia similar. ∎