Robbie Shakespeare: el asesino rítmico. Foto: Frans Schellekens / Redferns (Getty Images)
Robbie Shakespeare: el asesino rítmico. Foto: Frans Schellekens / Redferns (Getty Images)

Fuera de Juego

Robbie Shakespeare: el bajo infinito

Ayer, 8 de diciembre, falleció Robbie Shakespeare (1953-2020), mitad del dúo Sly & Robbie, pilar del engranaje rítmico que amplió los horizontes y la popularidad del reggae, y uno de los bajistas más célebres de finales del siglo XX.

Si hay un rincón del planeta donde el bajo ha adquirido tintes de auténtico protagonismo, ese es Jamaica. Con las transformaciones que convirtieron el ska en rocksteady hacia 1966, las notas sueltas tocadas al estilo del blues tomaron la forma de una auténtica línea de bajo que, solo dos años más tarde, cobró protagonismo como armazón del reggae, el ritmo que esa pequeña isla del Caribe exportó al mundo como su mayor activo a lo largo de los años. El advenimiento del dub, poco más tarde, acabó de situar el instrumento como punto focal de la métrica musical jamaicana.

Todas esas transformaciones las vivió en su juventud Robert “Robbie” Shakespeare, nacido en Kingston, capital de la isla, el 27 de septiembre de 1953. Sumergido en un ambiente musical desde su niñez, empezó tocando la guitarra, pero quedó fascinado por el bajo al ver tocar a Aston “Family Man” Barrett, habitual del estudio de Lee Perry. Así que el joven Robbie empezó haciendo de porteador del kit de batería de Carlton Barrett, hermano de Aston, al cual seguía para empaparse del cadencioso ritmo que este tañía en las cuatro cuerdas. De hecho, le pidió que fuera su maestro, y llegó a reemplazarlo en los Hippy Boys cuando Barrett hizo el salto a los Wailers de Bob Marley.

Shakespeare empezó a colaborar activamente en sesiones junto a diversos bateristas –Leroy “Horsemouth” Wallace, Carlton “Santa” Davies, Lloyd “Tin Leg” Adams…–, pero pronto conoció a otro joven aspirante con el que formaría el tándem rítmico más popular y consistente a partir de entonces, el batería Lowell “Sly” Dunbar. La batería y el bajo de Sly & Robbie, conocidos como The Riddim Twins, interactuaron con la plana mayor de músicos del momento, y los encontramos en infinidad de grabaciones de Culture, U-Roy, Sugar Minott, Gregory Isaacs, Mighty Diamonds, Dennis Brown, Augustus Pablo, Yellowman y muchos otros. Se convirtieron en el corazón de Word, Sound And Power, la formación que acompañó durante años a Peter Tosh en sus directos, y fueron también parte decisiva del éxito internacional de Black Uhuru como continuadores y renovadores de la semilla del reggae en un contexto enfocado al futuro del género. Además, publicaron diversos álbumes a su nombre que gozaron de cierta popularidad, como es el caso de “Rhythm Killers” (Island, 1987), que contenía el single “Boops (Here To Go)”.

La efervescencia de su éxito los llevó a fundar su propio sello, Taxi, desde el que siguieron moldeando un sonido compacto, sofisticado y urbano, con producciones para Jimmy Riley, The Tamlins, Junior Delgado, Ini Kamoze, Leroy Smart o The Viceroys, y realizando aportaciones esenciales al dancehall y el reggae digital, como en el caso, en 1992, de la decisiva “Murder She Wrote” de Chaka Demus & Pliers.

Por aquel entonces, el sonido y la fama de Sly & Robbie ya les había llevado a ser solicitados por diversos artistas de ámbitos aparentemente alejados de la órbita jamaicana, como Bob Dylan, Mick Jagger, Cyndi Lauper, Joe Cocker, Carly Simon, Jackson Browne, Serge Gainsbourg, Sting, Yoko Ono, Joan Armatranding, Sinéad O’Connor y Grace Jones, entre otros. En alguno de estos casos las grabaciones se realizaron desde el Compact Point Studios en Nassau (Bahamas) del capo de Island records, Chris Blackwell, desde donde pudieron poner en juego toda su creatividad.

Con el paso del tiempo los Riddim Twins, tanto como músicos como productores, siguieron ejerciendo su rol de embajadores del sonido jamaicano y renovadores de las raíces, construyendo una suerte de electro-reggae que han sabido fertilizar con el cruce con diversas corrientes musicales, al tiempo que interactuaban con artistas pertenecientes a nuevas generaciones, como es el caso de Howie B.

El trabajo realizado por Sly & Robbie en sus diversas facetas ha sido tan crucial como innovador, y la aportación de este gigante de las cuatro cuerdas, que murió el 8 de diciembre en un hospital de Florida tras someterse a una cirugía de riñón, es enorme y difícilmente cuantificable. Shakespeare tenía 68 años y será recordado como uno de los músicos más significativos surgidos de la isla de las mil danzas. ∎

Sly & Robbie en 1987: “Boops (Here To Go)”.
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