Rocío y Santi, par de intrépidos.
Rocío y Santi, par de intrépidos.

En portada

Rocío Márquez y Bronquio

Fango en el descampado

Fotos: Pablo Asenjo

17.06.2022

“Tercer cielo”, el deslumbrante álbum compartido por la cantaora y el productor electrónico, está destinado a hacer historia e ir más allá de las inevitables comparaciones con otras obras magnas de la experimentación jonda. El dúo ha creado un nuevo mundo en el que se ensamblan pasado, presente y futuro de la poesía, el arte y la música popular como si se tratase de una alucinación en desbordamiento. Compartimos conversación con los dos protagonistas.

Nos encontramos en el bar y espacio cultural Gallo Rojo, en Sevilla, muy cerca del legendario mercadillo de la calle Feria conocido popularmente como “El Jueves”, el mismo que inspiró el título del anterior álbum de Rocío Márquez, “Visto en el Jueves” (Universal, 2019). Hoy es precisamente ese día de la semana. La cantaora onubense y el músico y productor jerezano Santiago Gonzalo, conocido en el ámbito artístico como Bronquio, llegan a la entrevista rezumando satisfacción y entusiasmo. Ellos saben que el álbum que acaban de grabar, “Tercer cielo” (Universal, 2022), es realmente importante. Como tienen muchas ganas de hablar sobre él, comenzamos.

¿Cómo surgió este proyecto?

Bronquio: Coincidimos por primera vez en una presentación del Monkey Week en la que yo pinché, pero empezamos a tener más contacto cuando Universal me preguntó si podría hacer una remezcla de su tema “Empezamos los cuarenta”. Cuando me mandaron las pistas aluciné, porque era un tema como muy primitivo a nivel de elementos rítmicos y sonoros, todo en plan ruidos de escaleras, perros, golpes y ella cantando encima. Esa materia prima me pareció bastante reto y decidí hacer una reinterpretación respetando su voz, la tonalidad y el concepto de la letra. El resultado nos gustó a ambos y también a la compañía. Entonces nos entró la duda de si esto había sido algo fortuito o si podríamos continuarlo con un diálogo más profundo partiendo de esta misma premisa. Un día quedamos sin muchas pretensiones, nos empezamos a ver en su casa para comprobar si la cosa fluía tanto musical como humanamente, funcionó bien y también teníamos mucho tiempo por nuestros respectivos calendarios, porque era la época pospandemia.

La petición del remix llegó por Universal, pero ¿a instancia tuya, Rocío?

Rocío: Yo tenía muchas ganas de que hubiera una remezcla de alguno de los temas de “Visto en el Jueves”, y el perfil de Santi me gustaba muchísimo, yo ya lo había escuchado. Hablando con la jefa de producto, Paloma Menacho, salió su nombre y a ambas nos gustó. Yo no sabía si él querría, si le interesaba el flamenco o no, y me sorprendió tanto el resultado… Me gustó muchísimo y para mí fue como una visión, por ahí había una línea de la que se podía tirar.

¿A ti te gustaba el flamenco, Santi?

Bronquio: Sí, yo soy de Jerez y siempre lo he tenido presente, aunque nunca había trabajado con él. Yo empecé a tocar la guitarra con 15 años tirando de lo anglosajón, el punk, el garage… Mi primera toma de contacto fue en un homenaje a “La leyenda del tiempo” (1979) de Camarón que organizó también el Monkey Week en 2019. Allí coincidimos Rocío y yo en el espectáculo, no en el escenario, pero fue la primera vez que yo me enfrenté rítmica y armónicamente, y también emocionalmente, al flamenco.


“Me podía interesar gente como Einstürzende Neubauten, ver sus conciertos, pero experimentarlo tú es otra película. Cuando de repente te metes en ello o alguien te va guiando de la mano es muy distinto. Yo a Arca la he conocido por él y ¡buah! Además de admirar y de escuchar, empezar a meter en tu día a día otro tipo de sonidos, más allá de los propios artistas que te hayan podido influir, te abre una infinidad de posibilidades”

Rocío Márquez



Pero yo recuerdo otra experiencia anterior, cuando apareciste en el primer episodio del programa “Un país para escucharlo” de TVE, con Rosario La Tremendita. De hecho, aquel tema sonaba muy parecido a “Agua” de “Tercer cielo”.

Bronquio: Sí, es el mismo. Entonces Rosario y yo lo titulamos “Te tenga por caridad” y también lo tocamos en este mismo lugar, Gallo Rojo, en una emisión especial de “El séptimo vicio” de Radio 3. Yo tenía una base de tangos y ella una letra que se adaptaba bastante bien. Cambiamos un poco la tonalidad y luego el tema se quedó un poco en el aire, no lo volvimos a retomar, aunque ella cogió esa letra para su último disco y la metió con una instrumentación distinta. Las primeras veces que nos vimos, Rocío y yo empezamos a tirar de lo que teníamos ya hecho, por pegarnos un empujón a nosotros mismos, y esta fue una de las bases que cogimos, aunque luego la hemos cambiado un montón y la hemos adaptado al disco.

¿Qué relación tenías tú, Rocío, con la música electrónica, industrial o de vanguardia?

Rocío: Me podía interesar gente como Einstürzende Neubauten, ver sus conciertos, pero experimentarlo tú es otra película. Cuando de repente te metes en ello o alguien te va guiando de la mano es muy distinto. Yo a Arca la he conocido por él y ¡buah! Además de admirar y de escuchar, empezar a meter en tu día a día otro tipo de sonidos, más allá de los propios artistas que te hayan podido influir, te abre una infinidad de posibilidades. Es pura fantasía, y eso me recuerda mucho al flamenco.

Vistos en el Jueves.
Vistos en el Jueves.


Según la nota de la discográfica, el álbum ha sido supervisado desde el mundo de las ideas por el flamencólogo Juan Diego Martín Cabeza y el músico, periodista y gestor cultural Emilio Rodríguez Cascajosa. ¿Cuál ha sido exactamente su labor?

Rocío: Desde que íbamos quedando en casa pensamos: “A ver qué sale de aquí”. Pero fue muy bonito porque realmente no había una metodología, sino que a veces Santi me decía: “Mira, vamos a escuchar esto”. O yo a él: “Vamos a coger el coreado de los fandangos o de los verdiales de los montes de Málaga”. Se iba construyendo poco a poco y, de repente, nos encontramos con que teníamos mucho más material del que esperábamos. Entonces todo lo que íbamos haciendo se lo pasábamos a ellos, y allí es verdad que estábamos probando, jugando un poco, que a mí es una de las cosas que más me interesó de este proyecto. Sentí que de verdad nos estábamos permitiendo. Partimos de la idea de que nos podíamos encontrar en lo popular, en la fiesta, el baile, la celebración, como elementos comunes, y a partir de ahí surgió la idea por parte de Emilio y Juan Diego de utilizar los rituales como eje temático, pero pasamos a la idea de paraíso y eso se acabó convirtiendo en “Tercer cielo”. Sería como una serpiente con un inicio y un final, con varias transiciones, que iba mudando la piel y, de alguna manera, nos iba guiando. Pero fue un proceso de ida y vuelta, nosotros les íbamos pasando lo que íbamos haciendo, ellos nos comentaban sugerencias tras la escucha, eso nos llevaba a nosotros a profundizar en ciertas direcciones…

Bronquio: La manera que teníamos de componer Rocío y yo nos abrió muchos caminos, porque nos estábamos mostrando mutuamente los mundos de donde veníamos, y al final la conjunción, y ese venirnos arriba cada vez que nos gustaba algo de la otra parte, nos llevó a abrir el Ableton. Con lo que interpretábamos de lo que habíamos visto de cada uno a su manera, fuimos haciendo las cosas de un modo muy impulsivo. Después, Juan Diego y Emilio nos lo iban trayendo a tierra.

Rocío: Había muchos momentos en que se nos iba, porque teníamos tantas ganas y era tan divertido que tirábamos millas y, de hecho, hay muchas cosas que se han descartado por esto mismo de hilvanar y de darle una coherencia y un sentido. En ese sentido ha sido fundamental que estuvieran ellos para guiarnos y para acotar el terreno.

¿Qué es el Tercer Cielo?

Rocío: Ahí nos ayudó mucho la poeta Carmen Camacho. Fue ella quien pensó en el concepto de Tercer Cielo. Además de que, sonoramente, nos parecía potente, también era no solo un estado, sino un lugar entre el bloque y el campo, como un local abandonado en el que no hay tantas normas, no es tan previsible, se abre a muchísimas posibilidades, se descarta la dualidad y el posicionamiento claro, y ahí digamos que la única certeza era que la certeza no existe. Esa era la motivación conceptual.

Bronquio: Sí, no estábamos, como dice ella, ni en el edificio –que simbolizaría la parte más industrial, más mecánica, más siglo XXI– ni tampoco en el campo, con los verdiales y con el aguinaldo. Era como nuestro sitio, como nuestro descampado, en el que también estábamos muy a gusto, nuestro paraíso. A mí los descampados me encantan, sueles encontrar cosas, una cartera… nunca sabes.

Rocío: El disfrute del juego también, para mí enlaza mucho con esto.

Básicamente sería entonces como un no-lugar, un espacio-limbo en el que se podría desarrollar una rave o una fiesta flamenca.

Rocío: Claro, entre ambas cosas hay mucho en común.

Bronquio: Los Voluble han desarrollado esa conexión muy bien. Son una influencia clara.


“Yo colecciono vinilos que me compro en el rastrillo a un euro y, en muchos cantaores y cantaoras que yo considero que son clásicos, leías en el libreto cosas del tipo ‘por fin los puristas han aceptado al Turronero’. Esto es un poco lastre para algunos artistas que tienen la visión del purista muy encima porque lo van a limitar”

Bronquio



En ese sentido, ¿qué era lo que vosotros creíais que podíais aportar frente a todos los demás diálogos que ha habido entre el flamenco y otras disciplinas?

Rocío: A mí me interesaba mucho que de verdad fuera un encuentro profundo. Si nos íbamos a quedar en sustituir unas palmas o una percusión por el ritmo que él pudiera poner desde el punto electrónico, eso no me interesaba. Me pueden gustar mucho ese tipo de propuestas, no soy para nada crítica con ellas, pero a mí eso no me llamaba. Siempre me hace mucha gracia cuando hablamos de la búsqueda, la experimentación y tal, que es algo que ahora está muy de moda, y parece que nunca nos equivocamos, qué bien (ríe). Yo tenía ganas de juntarnos y ver las cosas que iban funcionando y las que iban fallando y divertirnos y que, más allá de que cada uno ponga los elementos y los códigos que conoce sobre la mesa, intentar no caer en cortas y pegas, que es algo muy difícil. Eso me daba mucho miedo. Y también me lo daba la idea de salir de esta experiencia sin sentir que me había impregnado de la manera de Santi de ver la electrónica. Al menos acercarme mínimamente y enfangarme, mancharme las manos de verdad, porque, si no, no le veía mucho sentido tampoco.

Bronquio: A mí me pasaba algo parecido. La idea de hacer una bulería, pero solamente sustituyendo el cajón flamenco por una caja de ritmos tenía claro que tampoco lo quería. A la inversa también, una canción que a lo mejor podía ser más de los géneros que yo habito y que ella cantara encima tampoco me interesaba. Me daba miedo que fuera un crossover, como la peli de Batman y Superman, ¿sabes?, que al final no es una película de Batman ni de Superman, sino una quedada que de dos horas de película y ya está, pero no se genera algo nuevo en ella.

Las letras son como collages, muchas de ellas están acreditadas a varios autores, vivos o muertos, y se mezclan con la oralidad tradicional. ¿Cómo se hizo ese trabajo?

Rocío: Fue muy intuitivo porque, en muchos casos, lo que hay son guiños: una frase, una adaptación, y aparecían porque en ese momento era lo que se nos venía a la cabeza. Fue lo que me pasó con Antonio Manuel en “El corte más limpio”. Estaba entonces leyendo uno de sus poemarios y de repente se me vino esa letra a la cabeza. En otros casos, como “Prefiero la muerte”, hay una letra de soleá que estudié hace muchos años, que dice “peor que la soledad es tenerte frente a frente y no saber de qué hablar”. Aunque el compás vaya al ritmo de la soleá por bulerías, el proceso fue de descomponer una letra con una métrica tradicional. “Mercancía”, el pregón, es un encargo. Teníamos muy clara cuál era la melodía, le propusimos el tema a Carmen Camacho y nos mandó propuestas y las readaptó también a la música. Y lo de Unamuno en “Paraíso. Cuantos cuerpos por venir” fue algo similar. De repente se nos vino encima: “Cuanto más denso más negro, cuanto más denso más blanco”. Era justo lo que en ese momento estábamos viviendo. Carmen Camacho ha sido quien ha hilvanado toda la parte literaria.

También es ella quien firma más textos. ¿Son adaptaciones de poemas suyos o los escribió ex profeso para el disco?

Rocío: Hay retales. Reutiliza alguna expresión que ya había escrito en algún poema anterior, pero ha estado casi todo hecho a medida. Algo que yo disfruto mucho al cantar, porque el texto te lleva en volandas cuando te lo pones en la boca.

Dar la cara por el flamenco, el de antes y el de ahora.
Dar la cara por el flamenco, el de antes y el de ahora.


El poema de Luis García Montero, “La piel”, se esparce en diferentes partes del disco. ¿Cuál era su función?

Rocío: Por un lado, la idea de que hubiera transiciones en esta serpiente nos parecía muy necesaria, necesitábamos esa muda y que cada vez tuviera una vuelta de tuerca más. En el cante flamenco hay una estructura en cada palo muy concreta, pero en muchos casos no tiene la misma temática. Puedes estar cantando tangos y hacer cuatro, cinco o seis letras, depende de cómo te pille, de si prefieres un formato más largo o más corto, de cómo esté el público, y las letras en muchos casos son inconexas, incluso pueden recrear emociones que sean antitéticas. Me parecía muy guay que hiciésemos justo lo contrario, utilizar un mismo poema, dividirlo y que apareciese en distintos temas. Era un juego muy interesante en lo que se refiere a la estructura del cante.

Bronquio: Las transiciones también se hicieron teniendo muy presente el directo. Aunque todavía no teníamos ni idea de cómo se iba a construir, sí queríamos tener claros cuáles iban a ser los tres pasos, los cambios de iluminación y vestuario. Que fuese como una película, con introducción, nudo y desenlace. Los tres pasos también te ayudan a hilvanar las 17 canciones, que haya algún descansito que te regenere, le das al reset y eso hace que la canción que venga después de la transición llegase como si se te hubiese lavado el oído.

Lo último que se escucha en el álbum es “¡Qué grande es la libertad!”.

Rocío: Fíjate que esa letra la cantaba Antonio Mairena. Si vas a la peña flamenca de Mairena del Alcor, al salir ves la letra escrita: “Aquel que se va, va diciendo en silencio ¡qué grande es la libertad!”. Nos apetecía mucho dejar ese mensaje como último y también ahí Juan Diego nos dio muchas claves y pistas porque realmente, cuando surgen muchos debates, el flamenco ha sido abierto y experimental desde que nació, al igual que hubo formas más ortodoxas, y todas esas diversas formas de entenderlo son las que lo hacen tan grande. Ahora pueden hablar de flamenco electrónico, llega la revolución… y eso está muy bien para los titulares, pero en realidad el flamenco siempre ha tenido ese carácter, y a mí me parecía justo hacer un guiño a los que ya estaban antes y que también buscaban esa propuesta.

¿Hemos sobredimensionado el conflicto entre el purismo y la experimentación en el flamenco?

Bronquio: Yo veo que es una dualidad de toda la vida. No nació con Rosalía ni con Enrique Morente. Yo colecciono vinilos que me compro en el rastrillo a un euro y, en muchos cantaores y cantaoras que yo considero que son clásicos, leías en el libreto cosas del tipo “por fin los puristas han aceptado al Turronero”. Esto es un poco lastre para algunos artistas que tienen la visión del purista muy encima porque lo van a limitar, aunque al final sea una limitación propia, ya que tú puedes dejar que eso te condicione más o menos. Por otra parte, yo creo que el flamenco que se sale de los moldes es más fácil que tenga un punto reivindicativo, porque te sales un poco y ya tienes un discurso.

Rocío: Estas guerrillas son la muestra de que estamos hablando de artes vivos. A mí me da casi alegría, porque si hay revuelo y conversación es una señal de que el agua se está moviendo. Eso es maravilloso y me parece positivo. En mi caso sí es verdad que hubo un momento en que ciertas críticas las entendí como ataques hacia mí, y durante ciertos años llegó a limitarme un poquito, pero después, afortunadamente, me fui dando cuenta de que lo que dicen de uno dice más de quien lo dice que de uno mismo, y ahí es ya cuando te vas soltando y vas aceptando que cualquier cosa que hagas en la vida, en el ámbito que sea, habrá a quien le guste más, a quien le guste menos y ya está. Y también he sentido mucho cariño y me veo como una afortunada, así que lo me queda en la balanza es mucho agradecimiento y mucho aprendizaje, porque esas críticas también pueden ser constructivas si se les da un enfoque adecuado.


“El flamenco ha sido abierto y experimental desde que nació, al igual que hubo formas más ortodoxas, y todas esas diversas formas de entenderlo son las que lo hacen tan grande. Ahora pueden hablar de flamenco electrónico, llega la revolución… y eso está muy bien para los titulares, pero en realidad el flamenco siempre ha tenido ese carácter, y a mí me parecía justo hacer un guiño a los que ya estaban antes y que también buscaban esa propuesta”

Rocío Márquez



Santi, este no es exactamente tu primer álbum completo, ¿no?

Bronquio: Bueno, justo unas semanas antes publiqué “Sea lo que sea” con mi amiga Livia (41V1L). En realidad, es una recopilación de canciones que ya teníamos grabadas, y también está la banda sonora que hice para la película de Santi Amodeo “Las gentiles” (2021). Pero este es mi primer disco de trabajarlo, intelectualizarlo, echar muchas horas, hablar con el sello, ofrecer entrevistas relacionadas con él…

¿Qué ha cambiado en vosotros mismos después de hacer este disco?

Bronquio: Yo, sobre todo, me llevo dos cosas a mi campo personal. La primera es que con esto he conseguido llegar a entender el flamenco. Aún me queda muchísimo por aprender, pero yo era algo que disfrutaba a modo de espectador ajeno y en el proceso he logrado entender cosas, sentir que estaba en la misma habitación con el flamenco más clásico hablándome de códigos que de repente comprendía. Para mí ese ha sido el regalo principal. A nivel musical, creo que el familiarizarme con este folclore ha hecho que me saque de muchas crisis creativas, porque tengo ahí tanto por descubrir y por apropiarme (risas) de cantes y ritmos antiguos que en el momento en que no sepa qué hacer puedo abrir un nuevo proyecto y ya tengo una fuente de ritmos nuevos con los que puedo experimentar.

Rocío: Para mí ha sido superbonito. Yo estoy feliz con este álbum y no solo por el resultado, sino por todo lo que me ha traído el proceso y por todo lo que he aprendido con Santi. Cuando él juega con el tinte de mi voz me escucho y hay un punto en el que ya no me reconozco, y eso me hace cuestionarme hasta qué punto podría producir muchos más sonidos que aquellos con los que yo me identifico, o con los que me identifican desde el público. Entonces se abre ahí la caja de Pandora, porque se multiplican las posibilidades, y eso en el directo creo que se percibe de forma más clara porque se ve lo que se está haciendo en el momento (hace una demostración cantando un quejío sostenido). Este es un recurso habitual en el que se hace orfebrería para dibujar el cante pero, de repente, a través de la repetición, donde a lo mejor me inspira todo lo que él me va soltando, ya de repente te lleva a otro lado que es más experimental que la visión que tú le habías dado. O de repente él filtra mi voz con lo que sea y eso que a mí me está llegando en el momento está provocando un cambio. Obviamente, si somos mínimamente permeables, no te puede dejar igual que la otra persona esté toqueteando tu voz, y eso te abre un mundo. Para mí es muy bonito, porque es algo que me llevo ahí, que tengo ya instalado, y es un espacio que me apetece abrir en mi mundo personal y que espero que podamos seguir compartiendo, porque sigo teniendo la sensación de que queda algo ahí por explorar todavía. ∎

El cuarto cielo, en directo

El 2 de junio en el Teatro Central de Sevilla, comenzó la gira de “Tercer cielo” y fue recibida con críticas casi más superlativas que las que ha cosechado el álbum hasta el momento. Días antes, Rocío Márquez y Bronquio revelaban cómo habían concebido este singular espectáculo. “Cuando acabamos el disco nos pusimos a preparar el directo con la ayuda de Antonio Ruz y Roberto Martínez asesorándonos desde la escenografía. La iluminación es de Benito Jiménez y el sonido de Javi Mora”, apunta la vocalista. “De repente se convirtió en un mundo paralelo que acaba desarrollándose con vida propia y coge otra forma. Mira que yo llevo bastante tiempo de mi vida en una silla enea pero, de repente, con el trabajo que habíamos hecho musicalmente y a nivel vocal, a mí se me quedaba como sin sentido que las propuestas no tuvieran en cuenta su potencial a la hora de habitar el espacio, de manifestarse en nuestros propios cuerpos de otra manera. Lo mismo que pasaba a nivel musical y vocal que sucediese a nivel escénico y corporal”. “Tenemos dos formatos para el directo”, añade Bronquio. “Uno es el ‘pack’ completo, que de momento solo vamos a hacer en teatros porque requiere unas infraestructuras y unas condiciones, y después está el formato festival, donde planteamos una versión un poco reducida, dando más valor e intensidades a los graves, los bombos… pero todo va a ir mutando”.

Las citas más inminentes, aquí: https://rociomarquez.net/eventos/ ∎

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