Rodrigo Cuevas nació en Oviedo en 1985. De formación musical académica, se define como “agitador folclórico”. Lleva más de un decenio aventurándose en propuestas escénicas provocativas e inesperadas, partiendo de las enseñanzas que anidan en la tradición galaica y asturiana pero abriendo su generoso
scope creativo al
burlesque o el cabaré. La experimentación y el aprendizaje recabados durante esos años de trabajo cristalizaron en su laureado álbum
“Manual de cortejo” (Aris Música, 2019), en el que conjuga formas de raíz y sonidos de índole electrónica con vocación renovadora y disidente.
En estos días, afronta el tramo final de la gira que ha llevado el espectáculo “Trópico de Covadonga” por todo el país durante casi tres años. El repertorio de “Manual de cortejo” es el hilo conductor de un show cuyo desarrollo también ha estado marcado por las imposiciones de la pandemia, aunque Cuevas hace una lectura positiva de esta circunstancia.
“Creo que crecí mucho desde que empezó la gira”, explica, a través del hilo telefónico.
“Aprendí a centrarme más en el escenario y a hacer el ejercicio de eliminar todas esas muletillas que yo sabía que funcionaban: bajar mucho al público, interactuar, hacer mucho cabaré. Ahora lo centro todo más en lo musical, en lo performativo, en lo escénico”.